jueves, 22 de enero de 2015

La intimidad

La Intimidad

La intimidad no es un espacio ni un lugar, pero es donde encontramos tantas cosas…
Es como tu alma gemela, tu confidente, tu cómplice, te conoce en todas tus facetas en lo más profundo.
Ella guarda tus sueños, tus preocupaciones y tus anhelos. Excelente compañera de conversa, siempre escucha, es paciente y amble
En ocasiones es tu mejor compañera del camino, cuando el camino es difícil, en las adversidades, al igual que en la plenitud y en la  alegría. Es también donde padeces, sientes y sufres tus dolores, es ese lugar seguro donde vas cuando tienes miedo, a refugiarte en ella, para que te ayude a sanar y a superar tus dificultades cubriéndote con su manto de amor y calor. Es un lugar hermoso que siempre va contigo a donde quieras que vayas y donde puedes hacer lo que quieras…
Disfrutarla es estar en un remanso de paz y sabiduría,  desde su ventana me asomo y descubro un universo que compartir, es darte transparente y vulnerable a tus seres queridos, es dar tu regalo más preciado, invalorable, entregándote y despojándote de tus juicios

Así es ella siempre allí y siempre contigo

Yvette Henriquez

INTIMIDAD ENTRE BASTIDORES

El teatro de la vida mantiene funciones continuas y diarias. La actividad es permanente. Día a día miles de actores desfilan por el escenario para interpretar sus mejores roles dramáticos. Algunos resaltan, tienen papeles estelares, otros son secundarios. Actúan ante un público variado: sus amigos, familiares, compañeros de trabajo y también ante millares de desconocidos con quienes se cruzan regularmente.

Muchos poseen cualidades histriónica excelentes, fingen lo que no son y lo hacen con maestría, logrando convencer a la audiencia distraída. Otros se comportan tal cual como son, podríamos decir que ni siquiera actúan, simplemente son ellos mismos, auténticos y transparentes.

Al terminar la función se retiran a sus camerinos, donde meditan y reflexionan sobre su actuación. Allí abren la bóveda de su intimidad. Cada uno de ellos conoce la combinación encriptada que da acceso a ese recinto donde reúnen verdades y secretos, en donde se resguardan creencias, sufrimientos, sentimientos, satisfacciones, valores, virtudes, pasiones, temores, querencias, amores, gustos, apetencias, debilidades, arrepentimientos, defectos y vicios

Al vestuario solo entran los más allegados, familiares y amigos muy cercanos. Con ellos intercambia y comparte, pero son contadas las personas a quienes permite ir más allá del vestíbulo de sus intimidades. Muchos afortunados logran compenetrarse con un ser amado, ante quien se desnuda, devela sus secretos, logra vasos comunicantes y disfruta su compañía.  Pero hasta el más transparente es un vidrio translucido que se reserva actos y sentimientos que quiere mantener fuera del alcance de otros, información que no desea que trascienda más allá de ciertos límites y circunstancias, es su intimidad.

En las tablas todo tipo de emociones podrá mostrarse en público: diversión, inspiración, orgullo, sobrecogimiento, esperanza, serenidad, gratitud, interés, alegría y amor.  Pero parte importante de la intimidad siempre quedará entre bastidores.
                       
 Lionel Álvarez Ibarra
 
 Enero  2015


Mamá, extraño nuestra intimidad


Mamá, extraño nuestra intimidad

 

Éramos nosotros seis. Mi papá, mi mamá, mis tres hermanos y yo. En la casa, o fuera de ella. Cuando íbamos los domingos a almorzar en un restaurant. En Navidad, en Año Nuevo, o el Día de la Madre. Todos los días a la hora de la comida. Más en el almuerzo o en la cena. En el carro, cuando nos llevaban al colegio. El aire olía a intimidad. Y era sabroso. Nos sentíamos cómodos riéndonos de lo que sabíamos del otro sin mediar tantas palabras. Había un lenguaje que nosotros en la intimidad entendíamos. No era preciso traducir. Mi papá y mi mamá nos recreaban con historias donde nosotros éramos los protagonistas. La historia sobre Luis, cuando estudiando Kinder se desnudó y se escondió en el closet para no ir al colegio. Cuando yo siguiendo el ejemplo de mi hermano en su negativa de ir a estudiar, trataba de convencer a mis padres diciéndoles que me asustaban esas señoras con vestidos negros y feos que les llegaban hasta aquí, tocándome más abajo de las rodillas. La historia de Manuel cuando se estrenó su caña de pescar, pescando interiores y medias de las gavetas, hasta que terminó por pescarse un dedo de su mano. O de cuando se hizo la herida en la frente, y lo suturaron en la clínica, y al llegar a la casa se quitó la sutura de un tirón. Las historias de Manuel eran las más escuchadas, variopintas y jocosas. Es que era ocurrente mi hermano. Bueno,…todos lo éramos. Las historias de Tita, cuando la sacábamos a pasear en su coche, mientras llovía, o de cuando la íbamos a enterrar en la caja de la muñeca Belinda. O la historia de mi papá,…o de mi mamá. Disfrutábamos de la intimidad. De ese espacio donde nos conocíamos, nos encontrábamos, nos reconocíamos, nos cuidábamos, y en el que sin abrir los ojos sabíamos quiénes éramos.

Los años han pasado. Y mientras a la culebra con quien vivo le han salido más cabezas (ahora tiene seis), me fui en Navidad buscando esos vientos de intimidad. A la misma casa donde hace diez, veinte, treinta y cinco, y hasta cuarenta y tres años, siempre los encontraba. Ya no están. Está mi mamá, con un gentío. Sí, son familia también. Tíos, primos. Y lo paso bien con ellos, y los quiero. Pero han ocupado espacios que nos pertenecían. Y hablan, dicen y desdicen. Y entran y salen. Y se han apropiado de aquello bien sabroso que yo siempre encontraba. Que era exclusivo de nosotros seis. Ya no hay la casa grandota, porque tanta presencia la hace chiquita. La cocina ya no es el espacio privilegiado de mi mamá, porque es de todos. Ahora encuentro en ella diversos sabores, los que me gustan y me son conocidos, y los que no. El respeto y la aceptación se me hacen diluídos, como extraños. Esta se me parece más bien a la casa de la abuela. La casa de todos, no la casa de nosotros seis.-

Tibaire García Pérez

miércoles, 21 de enero de 2015

Intimidad

Intimidad


Siempre contigo y con mi fuerza interior, en la intimidad me integro con mis sueños con mis aventuras.
Una intimidad que sobrepasa y me conecta con la pasión y con el amor.
Descubro sensaciones y las enmarco en mi memoria.
Descubro emociones y las asocio a mi cuerpo.
Intimidad que me llena, que comparto y me vitaliza.
Y es allí en el lugar más profundo de mi ser, que me entrego a la imaginación, al compartir,  a las caricias y al amor.
Y todo fluye… dejando una estela de calor que me lleva al sueño, al reposo y al descanso de guerreros y compañeros eternos.

Janet Jiménez
Enero 2015


martes, 20 de enero de 2015

Detrás de la puerta. Relatos íntimos.

INTIMIDAD:
Sinónimos: Amistad, confianza, familia, fraternidad, hogar, casa, contacto, interioridad, roce, trato, amistad profunda, espacio privado.
La palabra procede del Latín y más exactamente del adverbio “INTUS”, que significa “DENTRO”.
 DETRÁS DE LA PUERTA I


La sala de espera comenzaba a llenarse, -El doctor llegará pronto-, prometió la secretaria que salía por segunda vez, para justificar a su jefe, el doctor José Gregorio Hernández ¡a juzgar por la cantidad de personas! Y en particular me encantaría que fuera él,  pero no, era el Dr. Pier Ramos, afamado oncólogo venezolano. Gracias a una amiga que vive cerca del consultorio que tomó la cita por mí, entraré de primera apenas el Dr. Ramos haga su aparición. La sala de espera es amplia y fresca gracias a un aire acondicionado que está en la temperatura justa para que no tenga ni frío ni calor.

Veinte minutos después, llega el doctor…caminé lentamente al escuchar mi nombre, me planté frente a la secretaria y esta me preguntó, -¿primera vez?-, sí, le contesté, de inmediato, se levantó y me dijo –sígame-, obedecí como quién camina hacia el cadalso, me permitió pasar para cerrar la puerta tras de mí.

Enseguida me encontré frente a un simpático pero perfecto desconocido, a quién estaba a punto de revelarme por dentro y por fuera con algo de pudor sí, pero irremediablemente.  Apenas me senté y le entregué los estudios previos de mamografía y eco mamario con el respectivo informe de la doctora solicitando otros estudios.

Comencé a llorar. El doctor Ramos se acercó afectuosamente para calmarme y con la voz de un ángel  preguntó; -¿vino usted sola?-, haciendo un esfuerzo por detener el llanto le dije que afuera me esperaba una amiga, -¿quiere que la haga pasar?-, en fracciones de segundo pensé que sí quería, pero concluí que lo que iba a conocer dentro de poco, prefería hacerlo en la intimidad de éste consultorio y de ésta nueva relación entre mi doctor Ramos y yo. Después, ya veremos…




 DETRÁS DE LA PUERTA II



A las once y treinta de la mañana entonces?, -sí-, contestó la voz detrás del teléfono, ¿almorzamos?, -sí- dijo nuevamente la voz áspera y totalmente masculina detrás del teléfono, no alcanzó a despedirse cuando sintió la llave dentro de la cerradura de la puerta de la calle, así que instintivamente trancó el teléfono, rogando a Dios que él no llamara de nuevo. Se puso un poco nerviosa pero saludó a Javier como si nada y con tono alegre le preguntó –¿qué haces tan temprano en casa?- Javier sólo respondió con una sonrisa . Él afortunadamente no llamó de nuevo.

Cerca de las diez de la noche, Rebeca terminó de corregir los exámenes y cuando llegó al cuarto, hacía rato ya que Javier estaba durmiendo, se acostó a su lado sigilosamente para no despertar nada y se durmió. A la mañana siguiente, se levantó y sin ningún motivo pensó en que desde hace tiempo no se molestaban en cerrar la puerta del cuarto y volvió la cara para mirar a Javier que todavía dormía y pensó en que su relación había perdido camaradería, complicidad, intimidad.

Se arregló como siempre que iba a encontrarse con él: con esmero y meticulosidad. Contando las horas que faltaban para verle.. –Javier, ¿puedes recoger a los niños y dejarlos  en la casa de mi mamá? Tengo una reunión fuera de la oficina y saldré tarde-  Con todo resuelto, Rebeca salió de la casa a comerse el mundo.

A las 12:30 pm ya se encontraban llegando a la pequeña cabaña en las afueras de la ciudad, que él siempre alquilaba para sus encuentros. Con la urgencia que el amor prohibido, escasamente alcanzaron a cerrar la puerta para atrapar y perpetuar su encuentro.



 DETRÁS DE LA PUERTA III




Cuarenta y cinco años de matrimonio cumplen mañana mamá y papá. Mis hermanos con sus esposas e hijos, nuestros tíos y algunos íntimos amigos de los viejos, vendrán éste fin de semana para la ocasión, todo está listo para celebrar.

La cena estuvo a cargo de una amiga de la familia, chef de profesión, quien cuidó de que en el menú estuvieran incluidos los platos preferidos de ambos, así como deliciosos postres, pues mi madre ama los dulces. También delicados bombones porque para todos nosotros, el chocolate es vida y por supuesto, las bebidas para el brindis. Y aunque hubo muchas y variadas, mi padre quiso que el brindis lo hiciéramos con vino Sansón.

"Él dice que “el Sansón” le dio la fuerza para cuidar de mi madre y de todos nosotros; los más jóvenes no tenían ni idea de que vino era ese, pero brindamos con el Sansón. Debo decir que de toda la fiesta, lo que más disfruté y me emocionó hasta las lágrimas  fue el brindis, porque aun cuando estábamos todos presentes, mientras papá brindaba por mamá, la miró de una manera y llenó el ambiente de una intimidad tal, que parecía que sólo ellos estaban, que sólo ellos existían.

Mientras hablaba mi padre, imaginaba con dificultad el inicio de esta relación, lo difícil que debe haber sido para mi madre superar los obstáculos en una sociedad eminentemente machista, superar la época de la dictadura, los problemas económicos, la falta de empleos, la intromisión de los padres (mis abuelos) que con sus buenas intenciones podían desbaratar un matrimonio. Recordé que mamá siempre decía que en esa época las mujeres se casaban para toda la vida y yo no entendía cómo podía decir eso que para mí significaba que la mujer tenía que aguantar todo tipo de cosas porque sí.

Cuando le correspondió el turno a mi madre, dijo: “En la época en la que yo me casé, no tenía uno como ahora la opción del divorcio bajo la manga, una mujer divorciada podía considerarse una vergüenza para cualquier familia, así que después del segundo año de matrimonio, había que construir la relación con ese hombre con el que te tocaría vivir hasta que la muerte los separe. Una vez escuché a alguien decir, si una persona le pide a Dios paciencia, cree que le dará camiones de paciencia, ¡claro que no!, ¡lo que le dará será muchas oportunidades en las que tendrá que ser paciente!. 
Entendí que el matrimonio es un compromiso que debe renovarse cada día, que la relación debes construirla paso a paso especialmente preparándose para encontrarse nuevamente cuando los hijos se van”.
 A los hijos nos cuesta imaginar a nuestros padres como pareja, porque la sola idea de que tengan relaciones íntimas nos produce un corto circuito, pero al oírlos hablar, ver sus miradas de  complicidad, ver como cuidaban uno del otro después de 45 años, entendí que la intimidad es más allá y que no siempre hay sólo sexo, detrás de la puerta.

Gladys Boza.


Yo conmigo, yo contigo…


Tan sólo con abrir los ojos a la conciencia del ser, se nos entrega un tesoro que nos acompaña a lo largo de nuestra vida o quizás más allá, y que constituye la esencia del hombre. Es un espacio inmenso en nuestro mundo interior dónde la libertad se ejerce a plenitud y en todos sus sentidos. A este lugar donde no existe lo bueno o lo malo, lo justo o lo injusto, lo púdico o lo pecaminoso, entramos día a día a entablar interminables batallas y apasionados idilios con ilusiones, sentimientos, anhelos, y deseos. Pero también con nuestros demonios, pesadillas, pesares y hasta las más bajas pasiones.

  



En este campo sin reglas, reducto inviolable de la persona, el hombre lucha por lograr el dominio sobre sí. Cuando lo logra es capaz de desprenderse del mundo que lo rodea. Ninguna realidad, acción o circunstancia, fuera de la frontera impenetrable del cuerpo y por dura o salvaje que sea, puede quebrantar las convicciones conquistadas en ese lugar eterno. Y es que la intimidad es así: indestructible, creativa y creadora, única e irrepetible, completamente diferente en cada alma sobre la faz de la tierra. Siempre bondadosa, nos espera a que volvamos a ella, para que continuemos en la búsqueda de nuestra excelencia humana.

Todas las cosas humanas dependen de la libertad, nos dijo acertadamente Aristóteles, y como la intimidad es libre, de hecho y por definición, el hombre tiene el poder de disponer de sus misterios. Siempre, a lo largo de la existencia humana, bien sea empujados por una pasión, por el toque del amor o la caricia de una amistad, por el golpe de la ira, el miedo que nos invade o la envidia que nos consume, tomamos la decisión sabia y selectiva, de abrir las compuertas de nuestro cuerpo para dejar fluir parte de ese océano interior. Es entonces, cuando usamos cualquiera de nuestros sentidos para que a través de una mirada, una palabra leída o una palabra escuchada, una caricia sentida o un aroma devorado, logremos el fin último para el que fuimos creados: Ser humanos. Porque ser humanos significa que aun conservando el tesoro de la inviolabilidad de la intimidad, la compartimos. Para bien o para mal, de una forma libre y voluntaria, la entregamos a nuestros semejantes y nos fusionamos con ellos en un espacio común de profundos secretos.

Más allá de esto, está el hogar como la extensión de lo íntimo. Ese espacio compartido que pertenece a un nosotros: la pareja, los hijos, la habitación, el armario, la gaveta, el cajón, el diario, los escritos y el ser. Todo lo que se tiene y todo lo que se es en tan solo unos pocos metros cuadrados. Un espacio que eventualmente, de nuevo se vuelve inmensidad, al momento que cruzamos la frontera que nos separa del mundo y cerramos detrás de nosotros las puertas de nuestro ser.

@oscar_morillo

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INTIMAMENTE INTIMO



SEXO CON SENTIDO

Sexo sutil.
Sexo genial.
Sexo en un gesto.
Sexo en una mirada.
Sexo sembrando vida.

Sexo profano.
Sexo infiel.
Sexo escarlata.
Sexo oscuro.
Sexo sembrando lágrimas.

Sexo pasión.
Sexo embrujo.
Sexo accidentado.
Sexo huérfano.
Sexo sin mañana.

Sexo alegre.
Sexo sublime.
Sexo celestial.
Sexo infinito.
Sexo de flores y fantasía.

Me acosté en tu lecho,
con las sábanas blancas de la luna,
con el perfume de tu cuerpo pegado a mi piel.
Y se emparejaron nuestros sentidos,
en la balanza fugaz del tiempo.

La pasión cuaja,
entre velas rojas y pétalos de rosa.
Se juntan nuestros labios. 
Se juntan nuestras almas cóncavas y convexas.
Y nuestros sentidos hacen  un cortocircuito,
en el Catatumbo boreal del amor…


Gudelia Cavero



INTIMAMENTE INTIMO

Intimidad es vestir la palabra en adagios de lumbre.
Es el viaje del alma al sentimiento congelado del tiempo.
Es detener la respiración agitada de la vida y soltarla,
cuando la cascada de una lágrima seca, se hace crisol.

Intimidad es el diálogo mudo de almas que sin decirse, se dicen todo.
Es el sonido en el espacio tocando la blanca luna.
Es auscultar el infinito de pensamientos y sentimientos
Y borrar la oscuridad que a veces tuerce la vida.

Intimidad es el diálogo más hermoso que tenemos,
con un ser querido que ya se fue.
Es soltar un amasijo de tristeza y ternura íntima,
es vaciar de costado  nostalgias de intenso significado.

Intimidad es compartirnos a nosotros mismos.
Es soltar la crítica en la pureza de una gota fría ,
y oxigenar  la costra penitente del pasado,
untando de paz  el volcán interno.

Hay intimidad cuando tiramos de la sabia de la vida
Y su néctar empodera nuestros sentidos.
Nos conecta con lo más sagrado y divino
de nuestro consciente inconsciente.

Nuestra intimidad solo es visible a los ojos de Dios,
Y con algo menos de transparencia a los ojos de aquellos,
 a los que  ofrendamos nuestro espacio,
de aquellos a quienes soltamos nuestra desnudez.

La intimidad más cercana y profunda,
es el viaje que hacemos a los abismos del silencio,
donde el eco de la oración logra unir,
el sentimiento humano con la bendición divina.


Gudelia Cavero

Foto tomada de: http://www.huffingtonpost.com/2014/01/29/guinness-record-most-lightning-venezuela_n_4690219.html 

Bienvenida Intimidad

BIENVENIDA INTIMIDAD
María Elena Garassini

Todos esperaban la llegada de Intimidad. El encuentro, convocado hace tres meses había tenido una amplia acogida.
Bondad y Perseverancia se habían ofrecido ese año para ser las anfitrionas, y como era de esperarse todo estaba cálidamente organizado y todos los detalles se mostraban impecables.
Paciencia, entre las primeras en llegar, aguardaba conversando con Carisma, quien arribaba de una jornada de atención a niños enfermos y contaba las plácidas sonrisas de éstos en el agasajo.
Humildad entró apurada por su llegada tarde, pidiendo disculpas a los presentes y poniéndose a la orden para ayudar en lo que fuera necesario.
Fraternidad , como una hormiguita obrera, repartía carpetas con los nombres de los nuevos asistentes, organizaba encuentros entre interesados y velaba porque todos estuvieran pasando una jornada placentera.
Hospitalidad, como era costumbre, ofreció su casa para el evento, dispuso de su mejor salón, cocinó su mejor receta de dulces y ofreció todo lo que estaba en su casa.
Intimidad hizo finalmente su aparición con un sencillo pero acogedor atuendo que invitaba a la contemplación, captaba la atención y hablaba de un toque especial. Intimidad era la oradora de orden y decidió que su reflexión debía ser colectiva, así que colocó materiales variados en el centro del salón, invitó a los asistentes a representar la Intimidad.

Desconcertados pero a la vez retados por la actividad, miraban los materiales buscando al mismo tiempo aquel símbolo u objeto para representar lo solicitado.
Bondad tomo una caja con pitillos y repartió uno para cada uno diciendo: todos debemos tener intimidad, es el canal que nos comunica de lo profundo de uno a lo más profundo de otro. Perseverancia tomó una cáscara de huevo vacía y con muchas resquebrajaduras, y dijo: la intimidad es algo muy delicado, que ocurre en una relación, que requiere cuidado, revisión y puede quebrarse fácilmente. Fraternidad tomo una hoja blanca y explicó: la intimidad es un historia que se escribe con la compilación de los encuentros con los otros. Hospitalidad tomó un cartón de huevos, lo abrió para que hubieran mas espacios para colocar objetos y dijo: la intimidad permite que tengamos espacios para conectarnos con los otros. Tantos espacios como queramos.

De esta manera todos los invitados fueron tomando objetos y explicando por qué éstos simbolizaban la intimidad.
Mientras tanto Intimidad permanecía sentada, escuchando atentamente la intervención de cada uno de los participantes. Cuando terminaron dijo: He disfrutado y saboreado cada una de sus intervenciones cargadas de significado que invitan a la atención plena, la escucha serena, el cuidado compasivo, el encuentro curioso, la conexión empática.

Las experiencias humanas se convierten en sus representaciones cuando tenemos vivencias que las sustenten. Todos ustedes han tenido experiencias de intimidad.
Un YO, un TÚ, en un encuentro sincero, curioso y bondadoso, parecieran ser los ingredientes de la intimidad.


Gracias por abrirse a la intimidad en este encuentro. Compartamos ahora la diversión, el orgullo, la esperanza, la gratitud y hasta el sobrecogimiento con todas las sorpresas que los anfitriones han preparado para nosotros. Seguro que nos esperan momentos de intimidad ahora o más tarde.
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PD: ya que andaba por acá, coloqué el escrito de LELE...

lunes, 19 de enero de 2015

Intimidad en Claroscuro

Una mañana clara, blanca, muy blanca. Una mañana que podría ser descrita por literatura de poca profundidad como clandestina, tenue y de poco volumen, gritaba esa mañana con su incandescencia que todo estaba claro, bello y hasta luminoso. El camino no ofrecía resistencia, ningún obstáculo se observaba en la vía. Nada que detuviera la velocidad del ímpetu. Nada que indicara la marcha en reversa. La mirada a través del ojo de la puerta y su apertura lenta, escondía una sonrisa tímida pero decidida. Cuentos iban y venían. El chequeo obligatorio del estado de nuestros seres queridos y conocidos, la última del noticiero de la mañana y un sinfín de temas de poco interés, acompañaban las notas dulce- amargas de un café recién elaborado. La conversa artificialmente alargada se distanciaba aún más de los deseos. Con una sutileza angelical las palabras fueron desplazadas por la kinestésia, y aunque carentes de contenido ya acariciaban por el simple hecho de ser pronunciadas. Ya estas, aunque vacías sonaban aterciopeladas. La ausencia de dominio se apoderaba del momento y acompañaba el descenso ralentizado a un plano blanco y desconocido. Aun cuando el ciclo de la naturaleza reñía con la fuerza del deseo y un atisbo de sensatez pretendía detener el hecho inevitable, nada sobre esta tierra poseía la fuerza de detener la pureza de ese instante. Al retornar la consciencia solo un par de ojos llorosos confirmaban la belleza del momento. Una mirada cómplice que acompañaba la ingenuidad de una sonrisa. Una mirada imposible de evitar. Una mirada que compromete a seguirla y mantenerla bajo el compromiso que esa mirada estará siempre presente. Cesar Yacsirk 19.01.15

Extracto de la novela que escribo: Encuentro con Susana


David estaba en la reunión de ensayos habituales del grupo de teatro de la universidad cuando vio por primera vez a Susana. Ya estaba en su penúltimo año de Comunicación Social y ella era una estudiante de los primeros años que participó en la audición anual de nuevos miembros.

La directora le había pedido quedarse para ser jurado y al verla le llamó la atención: su mirada tan expresiva, sus cabellos ensortijados. Por supuesto que habló a favor de su admisión luego en la reunión, aunque esto no hizo falta porque ella cautivó a todos con su actuación y con la escogencia del texto que interpretó. Representó un segmento de El círculo de tiza Caucasiano. En esta obra, dos mujeres se enfrentan a un tribunal disputándose la custodia de un niño. La madre biológica es una ricachona que se había desentendido del niño, mientras que la madre de crianza era una persona humilde que le había atendido y cuidado. Susana escogió representar una porción del alegato de la madre de crianza reclamando su derecho sobre el niño ante el tribunal.

A partir de allí estuvo pendiente de verla nuevamente. Corrían los últimos días de junio. Era época de exámenes y entregas de las asignaciones finales. Anhelaba verla antes de que salieran de vacaciones a mediados de julio. Estuvo pendiente los días siguientes, pero no la vio. Entonces pensó que ya tendría oportunidad de presentarse cuando se integrara al grupo junto con los nuevos aspirantes en octubre, momento en que se iniciaría el año escolar 1981-82, su último año.
Pero un día, mientras caminaba la vio sentada en el jardín estudiando sola. Entonces se acercó. Al presentarse como un miembro del grupo, jurado de su audición y próximo a graduarse, ganó todo el interés de ella. Pudo comprobar de cerca que la atracción que sentía hacia ella iba más allá de su mirada y su cabello. Le pareció que también le agradó, así que la invitó a asistir a una representación teatral que habría el domingo en la ciudad.
En la universidad David era muy diferente a como era en casa. Con su madre se mostraba siempre distante y receloso. Ante Ilan siempre se sentía como un tonto. En cambio, en la universidad se destacaba. Los profesores le estimulaban y aprobaban, porque era aplicado en sus estudios, participativo en las clases y mostraba talentos. Había ganado mucha reputación por un cuento que escribió titulado Unas flores para Mamá y por un Guion para una obra de teatro llamada Casa de Muñecas.
Había participado en el grupo de teatro desde su segundo año en la universidad. Esta experiencia le permitió crecer como persona, a desenvolverse mejor, a expresar sus sentimientos e ideas, a presentarse frente a los demás, a modular y proyectar su voz. Pero en casa era otra persona. Por esa razón procuraba pasar más tiempo en la universidad.
El domingo se encontró con Susana  en la entrada del teatro. La sala pertenecía a un centro cultural que no estaba terminado del todo. Así que todo tenía una apariencia underground que iba a tono con la obra que verían, La cantante Calva, del teatro del absurdo.
Al salir de la obra se veían muy emocionados. David hablaba sin parar y contaba con toda la atención e interés de Susana. Su verbo pasó rápido por Beckett, Ionesco, Adamov y Artaud, pero también incluyó con vacilación a Harold Pinter en este tour conversacional. Le cautivaba más el humor negro, el sarcasmo y la crueldad, como formas de rebeldía ante una sociedad injusta y rígida. A Susana en cambio le atraía más lo simbólico y existencialista de este género. Ella prefirió hacer referencia a Strindberg, Joyce y Camus.
Era un día soleado y despejado. Había un cielo azul claro. Un día excelente para pasear al aire libre. Conversaron en un Café del Boulevard de Sabana Grande y se les pasó el tiempo muy rápido. Pasaron a temas más personales sobre sus vidas y aspiraciones.
Luego la acompañó hasta su casa. El se dispuso a darle un beso en su mejilla al despedirse, pero ella cerró los ojos y dejó sus labios expuestos para que los besaran. El lo hizo con dulzura a la vez que le acarició su cabello ensortijado. Besó también sus mejillas, su frente, orejas y nuca. Al apartar su cabello vio una mancha rojiza en su nuca que le llamó la atención. Le pareció haberla visto antes, pero no sabía dónde.  
Entonces se olvidó de todo y cerró sus ojos, entregándose por completo a estas sensaciones. El tiempo pareció infinito. El tacto se potenció y comenzó a registrar nuevos matices. La experiencia de fusión pareció prolongarse sin límite. Al abrir los ojos se dieron cuenta de que habían cruzado un umbral que los transportó a una nueva dimensión, una nueva realidad, donde eran otros los rostros que estaban uno frente al otro, otra la mirada, otros los gestos.
Ella se sintió cómoda con la cercanía y la conexión. Los cuerpos parecían adheridos el uno al otro mientras sus corazones palpitaban al unísono. El quería seguir muy cerca de ella, pero a la vez sentía una vulnerabilidad que le resultaba incómoda. Tomó conciencia que estaban allí a la entrada de la casa de ella y que debía irse. Fue quien tuvo la iniciativa de separarse. Se despidió de una forma un poco brusca, aunque se acercó nuevamente para besarle suavemente los labios. Ella lo observó un tanto turbado, pero no supo interpretarlo exactamente. Se quedó tranquila al pensar que quizás eran “ideas” de ella.
En la universidad comenzaron a verse todos los días. El la acompañaba a su casa cada vez que sus horarios se lo permitían. Entre ellos creció rápidamente una gran amistad y un gran amor. Para cuando terminaron las clases ya su relación se había consolidado y no precisaba de la estructura que proporcionaba el ambiente institucional de la universidad. Así que durante las vacaciones compartieron libremente toda clase de actividades; obres de teatro, representaciones de mimos, exhibiciones diversas de arte, museos, cine, cafés y jazz.
....
Todo sucedió cuando estaban en un lugar nocturno donde hacían presentaciones de Jazz. David le había anunciado a Susana que no podría buscarla y que se encontrarían en el lugar. Ella usaba un vestido vaporoso con un estampado psicodélico. Cargaba una banda naranja que sujetaba su cabellera. Unos zarcillos bastante visibles. Llegó de primera al lugar nocturno. La banda interpretaba una pieza de Charlie Parker llamada Confirmation, muy llamativa debido a la excelente interpretación del Flautista.  Esta pieza la interpretaba el grupo en casi todas las presentaciones. David le encantaba escucharla y solía ta-ra-re-ar-la cuando la escuchaba. Ella se contagió de su entusiasmo por este tema. Pero ahora le sonaba a ella diferente, sin la gracia de siempre.
David llegó justo en medio un tanto apurado. Vestía de traje. Pareció no advertir la pieza que tocaba la banda.
-         Disculpa cielo, pero tuve trabajo. Dijo mientras hacía señas a la mesera para ser atendido.
Susana pareció no prestarle mayor importancia. Continuó haciendo un esfuerzo por parecer que escuchaba la siguiente pieza, una balada con un saxo Tenor que sonaba a Ben Webster. Al escuchar algo tan romántico se confrontó con su decepción y tuvo que hacer un esfuerzo por impedir que las lágrimas brotaran.
-         Y que me cuentas de tu día? Dijo él después de asegurar su trago.
-         Nada nuevo! Dijo ella distraída.
Ambos aparentaron escuchar la música. El siguió el juego. Comentaron algunas trivialidades. Pidieron algo para picar. La música, los tragos y las tapas los mantuvieron entretenidos por un rato.
-         ¿No me vas a decir qué es lo que pasa? Irrumpió ella.
-         ¿A qué te refieres? No comprendo, dijo él mientras simulaba estar atento a la música, que no le sonaba igual que siempre. Si hubiese tenido un interruptor especial, le hubiese bajado el volumen.
-         Ya no eres el mismo. Solo hablas de ti. Parezco no importarte ¿Tienes otra?
-         No sé a qué te refieres. Solo me dedico al trabajo para salir adelante. No podemos vivir en las nubes pensando que la vida va a proveer de todo lo necesario. Si no nos ponemos metas no avanzamos.

 Esto lo dijo con vehemencia, haciendo gestos sutiles que hacían referencia a su vestuario. A ella le sonaron las palabras como un reproche.  Solo hizo un gesto de desaprobación. No tenía ganas de pelear. Sentía que lo había perdido. Prefirió callar. Se mantuvo en silencio por el resto de la velada. Al despedirse lo evitó.
El por su parte, pensaba que ella era un estorbo en su carrera, no lo apoyaba en sus planes. ¿Cómo creía ella que se pagaban las cuentas?
No se llamaron más.


Víctor Calzadilla


Capítulo #6 La intimidad

Resumen (para los que llegan mas tarde)  
Por los años cercanos  a 1440, los Aztecas y los Incas era sin dudas, dos imperios poderosos. Para entonces, ambos tenían guerras civiles internas para mantener unidos a sus  imperios. Ambos, se habían puesto de acuerdo que la tierra rica en Cacao, la moneda de circulación de los imperios, fuera tierra de paz. Ambos imperios concurrían una vez al año a cambiar oro por cacao, maní, Merey y otros frutos de la Orinokia. Para cerrar el tratado de paz, ambos imperios han decidido casar a sus príncipes, en la mano de dios, donde la Orinokia conoce el gran océano. La fecha estaba prevista. Orinokia es la cuenca del hoy río Orinoco que abarca los llanos colombianos y gran parte de Venezuela.

Del norte sale el príncipe   y del sur, sale la princesa Ima Tintaya, que tiene a su esclavo Majnú que la cuida de todos los peligros. La princesa, para ambas culturas es la mitad del Dorado, que son quienes llegaban a negociar y a intercambiar bienes y recibían ese nombre porque se cubrían totalmente del polvo de oro. Las plumas, los tocados y las ropas doradas, daban la ilusión que eran de oro. Dioses de oro puro.
                                                                                             
Majnù tiene un pasado que desconoce, pero es tan importante, que podría cambiar los  acontecimientos. En esta penúltima parte del cuento, todos los príncipes, llegan a la Orinokia, a la pirámide de oro. Allí, Majnú recuerda las emociones más intensas que haya podido vivir, de cuando niño y  de justo ahora, como un esclavo enamorado de una princesa...

Capítulo #6
La Intimidad (El penúltimo capítulo)

Majnú que ya sabía su nombre verdadero, Coatl-Coatl, el dos veces serpiente, hijo del Dios emplumado, miraba fijamente a la princesa Ima. Sus ojos se cruzaron cuando terminaba de caminar hacia el punto de encuentro entre las dos culturas y habría de conocer al Príncipe del Norte, su prometido. Majnù que era su cuidador, aguardaba a un costado de la vía.

Era la primera vez que los dos príncipes de los dos imperios se veían de frente. Su futuro había sido pactado por los dioses años atrás. cuando aún jugaban con lodo. Esa unión era el símbolo de la paz, en la Tierra de Gracia, allí donde termina el gran Orinoko y va al mar. La ceremonia ocurría en la madrugada, casi en el amanecer, justo en las horas que termina el flujo inverso, aquel en el que el mar para al rio y se adentra. Luego, en el reflujo, las aguas retenidas regresan al mar y bajan las aguas hasta que al otro día, comience el ciclo nuevamente. En la mano de dios, todo es un ciclo. En el reflujo, las islas aparecen, las rocas, los meandros y los manglares. Justo en el primer dedo de dios, casi a la salida al mar, cerca de la laguna negra, había una piedra en el medio de un pequeño caño.

Cuando las aguas comenzaron a retirarse, muchos de los habitantes de la Orinokia comenzaron a limpiar la piedra que aparecía mientras más se retiraban las aguas. Los tres príncipes, desde lo lejos y antes de caer el sol, vieron el brillo infinito de la pirámide de oro, donde ocurriría el encuentro y la unión de los dos mundos. Majnú sin embargo, sólo veía un solo brillo, un solo rayo de luz, que era el que brotaba de los ojos de la princesa enamorada de un plebeyo que era un príncipe.

Majnú en silencio, conversaba con esos ojos que callaban, que esperaban. Orinokia le había hecho recordar su infancia.

-Ya no me llamo Majnú. Mi nombre es Coatl-Coatl, pero no se lo había podido decir.

La tarde iba cayendo, el agua salía del caño, el oro resplandecía, las miradas ardían de deseo. Ese mismo deseo que sintió por la princesa en el paso por la montaña y la selva, desde la ciudad sagrada del sur. Coatl-coatl, se estremecía pensando en lo que vivió en las pirámides de maíz, en las danzas de los elementos aquellos que inspiraron a ese amor de una princesa y un esclavo que era príncipe. Coatl recordaba lo que pasó en la travesía…

El aire
Majnú estaba, a la cuarta luna, totalmente enamorado de la Princesa, y ella de él. Al alba, en luna llena con el viento del este, veía pasar las horas de su pasión. No había dormido en toda la noche. Vigilaba el sueño de Ima Tintaya quién en silencio que tampoco podía dormir, dedicaba su insomnio a pensar en su amado.

-”Aire de mi aliento, aire que me hace volar. Plumas de aves que me hacen volar, déjame transformarme en príncipe. Déjame merecerla. “ Y casi sin voz, Majnú, entonaba las canciones que recordaba de niño, que eran lejanas pero que hablaban en otra lengua, sobre el viento, húmedo y caliente que sale de la garganta.

-”Soy aire, soy viento, soy tú.”

Ima se levantó en la escasa claridad del alba, se sentó al lado de él, le tomó la mano y hablaron del futuro.

-Gran Majnú, valiente cuidador, ¿de qué trata la canción que cantas?

-Trata de la libertad, trata de los cambios, del amor. Habla de cómo el aliento de un hombre enamorado, puede cambiar el destino de los vientos, aplacar tormentas o genera lluvias., dijo Majnú

- ¿Y tu aliento, puede cambiar el destino?, dijo ella mirando al sol que ya se asomaba

- Si los dioses te pudieron regalar a Majnú, ¿porque no habría de hacer que las cosas sean distintas?, ella entonces, asintió con la cabeza. Al aclarar el día, la princesa soltó la mano de su cuidador y regresó a su choza.

El agua
La segunda noche, Ima tampoco podía dormir, ardía en pasión aún desconocida por ella. Llovía esa noche y así como el agua fluía desde donde se acuesta el sol, su sangre la sentía pasar por todo su cuerpo. La humedad era intensa y más, porque llovía. La princesa, salió entonces a la búsqueda de Majnú. Al salir notó una sombra al lado de su puerta, era él cuidando su sueño, que no era.

  • Querido Majnù, ¿no duermes?

  • ¿Cómo he de dormir si solo pienso en cuidar tu descanso?, dijo el

  • No puedo dormir, hay mucha humedad, dijo ella

  • Pero te estas mojando con la lluvia y puede hacerte daño

  • Quisiera caminar un rato bajo la lluvia, sin rumbo, solo siguiendo el curso natural del agua que regresa al río. ¿me puedes acompañar?

  • Soy tu esclavo, Princesa,  llegó a decir Majnú.

Majnù sabía que era su esclavo, pero dos veces esclavo pues no podía renunciar a ese amor que nacía en la selva, desde los elementos sagrados y  eternos de la naturaleza. Ima Tintaya, mojada bajo la lluvia y de noche, logró sentirse mas reconfortada; mas por estar junto a su amor. que por el calor de la noche. Al escampar, la piel caliente de la princesa, con su sangre encendida, creó un vapor denso, intenso, que cubrió todo el campamento. Lo que vió la gente que se despertó con el suceso, fueron dos sombras luminosas, que resplandecían por el reflejo de la luna. El vapor era como una cascada capaz de reflejar imágenes y también, sentimientos. Esa noche solo caminaron, no se dijeron más nada. El calor de la humedad de Ima, alcanzó para los dos.

La Tierra.
La tercera noche estaba despejado. Durante el día, los sacerdotes no la dejaban comunicarse con su esclavo, solo hacían los preparativos para la ceremonia de Orinokia. Por eso las noches eran tan especiales para la Princesa

  • Por eso las noches son tan especiales, dijo ella, mientras que pensaba en esa noche.

  • Por esto, las noches son tan especiales, dijo Majnú pensando en Ima.

Esa noche, logró convencer a los sacerdotes que debía hacer una ofrenda a la Pachamama, la diosa de la tierra, la infinita, la madre de todas las cosas vivas. Le dijo a sus sacerdotes que debía estar sola, que la podía cuidar su esclavo, que había demostrado integridad, respeto y afecto, en todos los momentos del viaje. Y así fue concedido. A los sacerdotes le pareció importante que Ima le pidiera a la tierra lo que la tierra le iba a dar, justo antes de llegar a la tierra de gracia, la tierra de paz.

  • Majnú, necesito que vengas conmigo al bosque esta noche. Tengo una petición que hacer a la Madre Tierra. La tierra es mujer, es madre, es diosa, es Ima, cosa que pudo de contada siglos después, por quienes escucharon todo lo sucedido.

  • Amada princesa, mi destino es cuidarte y protegerte. Es lo que han querido los dioses. Majnù no se atrevió en ese momento de declarar algún sentimiento, pero la Princesa, la rebelde, si lo haría.

  • No se que siento por ti, querido Majnú. ¿Qué debe sentir una princesa por un esclavo? Yo nunca te he visto como esclavo. Tu sabes el secreto de las raíces, conoces los sabores de la selva, le puedes hablar al viento y conoces el secreto del fuego. Esas, no son cosas de esclavos, dijo Ima.

  • Llegué de muy niño a la Ciudad Sagrada. tengo muy pocos recuerdos de mi niñez. Quizá si algo pasara que me haga recordar…

  • Te trajeron del norte, dicen. Donde los dioses son serpientes con plumas, donde representan al sol y al fuego.

  • Así es Princesa, pero me eduqué contigo con la luna y el agua, con la tierra.
  • Me gustaría ser libre como el viento, como tú que aunque siendo esclavo, sabes volar alto, dijo Ima

  • Me gustaría ser un Príncipe como Tú y poder amaros como te mereces.
La princesa ahogó un suspiro en llanto.

  • ¿Por qué lloras Princesa?

  • Le hago honores a la tierra que necesita el agua para vivir. Mis lágrimas son agua que con la tierra son el barro de la vida.

Con la imagen del barro, quizá Majnú, llegó a recordar la historia de los dioses de su infancia y del origen de la vida y del mundo. Se calló, y amó más que nunca, al ver a la princesa llorando sobre su pecho.

El Fuego.
La cuarta noche era luna llena. A la media noche ardía en deseos no manifestados. El sudor ya había inundado su cabaña y corrían ríos por entre las piedras, buscando detenerse. Su espíritu estaba desbordado y no sabía que hacer con sus pensamientos, que al final era uno solo, un pensamiento, un sueño, una realidad que quería compartir. Sigiloso salió de su cabaña y caminó hasta la tienda de Ima, saludó a los sacerdotes y se paró frente a su puerta.

El río que lo acompañaba se había secado. Ardía en deseos que habían estado alimentados por el aire, el agua, la tierra y ahora el fuego. Todos los elementos estaban juntos, como un dios que los invoca para llegar a cumplir sus deseos. Majnú estaba frente a la puerta e Ima estaba detrás de él, pues había salido a encontrar la fuente de esa nueva agua, que la movía, la torturaba. Ima sentía emociones que solo el agua le podía ofrecer. Ima en silencio, se colgó de la espalda de su amado, que la esperaba.

Majnú, no dijo nada. Sus manos se aferraron a las de ella y las acarició, como quien  sumerge sus dedos en agua fresca. Con solo tocar sus manos, ambos podían sentir los fuertes latidos de los dos corazones que en ese momento eran uno solo. Majnú se volteó y abrazó a la Princesa. Las dos figuras a medianoche  y a la luz de la luna llena, echaron raíces, brotaron flores y extendieron sus ramas como queriendo alcanzar el cielo. Los sacerdotes observaron y escucharon un fenómeno extraño justo a la medianoche. Fue un gemido sordo, y luego una luz intensa, tan intensa que llegó a ser vista por el Príncipe del norte en su travesía a la tierra de gracia. Muy temprano en la mañana, los dos cuerpos yacían abrazados y aun en éxtasis. Majnú, por el bien de la princesa, abandonó la tienda antes que las esclavas llegasen a prepararla para seguir la travesía. Los amantes solo se encontraron esa sola vez. Luego del resplandor, los sacerdotes tuvieron la precaución de vigilar a la princesa día y noche, además de la vigilia de su esclavo, claro esta.

Toda esa historia la pudo recordar ese día en frente al caño que ahora cerrado por juncos, ramas y troncos  y aprovechando el reflujo del rio hacia el mar, dejaba ver a la roca mágica que se convertiría en el templo de oro, el templo del “Dorado”. Majnú estuvo pétreo durante horas frente al monumento que mas tarde iba a servir para arrebatarle a su amada.

La roca estaba forrada primero por juncos, luego tejida y forrada en barro. Para adherir el barro al junco, los nativos usaban el sangrado de un árbol gigante que se daba bien a las orillas del río. Era blanco, como las nubes, no se derretía en el agua y se estiraba para adaptarse a las corrientes de flujo y reflujo, que solo se da en los deltas de los grandes ríos. En la madrugada, ya el nivel del agua había bajado lo suficiente para transformar la roca negra en una pirámide de oro. Majnú habría de calcular que la pirámide de oro mediría como cincuenta pasos largos por cada lado y tan alto como dos árboles de la leche blanca. Tenía cuatros escalones dorados y una escalera que iba desde la parte mas baja del río hasta la cumbre, donde suponía, ocurriría la ceremonia.

Sin embargo Majnú ahora Coatl-coatl, el dos veces serpiente, estaba parado frente a la roca de oro, con los puños cerrados, sabiéndose también un príncipe. Ya había regresado de su sueño. La rabia lo envolvía y no le permitía moverse, pero sabía que algo habría de hacer o algo habría de pasar.
En ese momento, escuchó una pequeña voz que lo llamaba:

  • Majnú, usted es el protector de la Princesa Ima y debe saber lo que acabo de escuchar, dijo una esclava de la princesa, su preferida.

No tenía nombre pero él la llamaba Merey, haciendo alusión a la pequeña semilla que descubrió a la llegada a Orinokia. Merey era menuda, también había llegado como esclava del norte y conocía ambas lenguas, aunque no lo dijo nunca. Eso le había permitido, al servir a los sacerdotes del norte, poder escuchar y comprender  lo que minutos después, habría de contarle al Príncipe y que cambiaria el ritmo de los acontecimientos. Mientras, la pirámide brillaba e incandilaba, ahora en que los primeros rayos del sol, se posaban sobre la superficie pulida y dorada.

-Los sacerdotes del norte y el sur, han estado reunidos por horas, dijo Merey, mientras se le aguaban los ojos.

El Principe dos veces serpiente, intuyó de lo que se trataba la reunión. En ese momento preciso, alzó los brazos y gritó en su idioma materno,

!Coaaaaaaatl…!. Luego de eso, más nunca volvió a ser Majnú, el esclavo. -! Coatl-Coatl…!, volvió a gritar, más fuerte aún, y lo escucharon con temor, los sacerdotes del norte y los del sur. Ahora y para siempre, era un Príncipe que debía salvar  a una princesa…

Alberto

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Fuente: Imagen tomada de www.wikipedia.com