domingo, 30 de agosto de 2020

Los miedos secretos/Lionel Alvarez

Vi correr algo por la orilla de la pared, tan rápido que no logré identificarlo. Me asomé al pequeño baño de servicio, y ¡allí estaba! Como me temía, ¡era una rata! Busqué al gato de la casa  -el viejo Jim-, lo metí dentro del baño y cerré la puerta. Esperé como unos veinte minutos, cuando abrí de nuevo, Jim salió ¡como alma que llevaba el diablo!

El bañito era muy pequeño, de tan solo un metro cuadrado. Decidí entrar, cerré la puerta, me monté sobre el inodoro, y con un palo de escoba intenté darle por la cabeza. El animal comenzó a chillar horriblemente, a dar brincos y a tratar de morderme a la cara. Solté el palo y salí ¡más asustado que Jim! 

Recuerdo el evento como mi primera experiencia de miedo intenso; dicho de manera coloquial: "se me pusieron de corbata". La rata decidió atacar y yo decidí huir. Mientras me recuperaba del escalofrío, y con la respiración todavía alterada, podía oír claramente los latidos de mi corazón. Es una experiencia que poco he compartido, así que pudiéramos decir, se trata de un secreto.

Todos, sin excepción, hemos sentido miedo en algún momento. Hasta los más valientes, esos que hacen la cola para subir a las aterradoras montañas rusas, sonreídos y llenos de entusiasmo, llevan su miedo oculto. Coraje no es ausencia de miedo, es actuar a pesar de tenerlo.
El miedo es una emoción básica, y no tenemos por qué sentir vergüenza en reconocer que lo sentimos. Cuando niños, lo demostramos de manera natural, pero en la medida que vamos creciendo, moldeados por la cultura, comenzamos a pensar que no deberíamos mostrarlo en público, quizás porque tememos pueda ser interpretado como cobardía.

Tal Ben Shahar, profesor de Psicología en la Universidad de Columbia, explica que cuando tratamos de bloquear o suprimir una emoción -como el miedo, por ejemplo-, ocurre lo contrario, ella se intensifica. La paradoja es que cuando la aceptamos es cuando se debilita.  Comenta que cuando comenzó a dar clases, el desafío más grande que enfrentó fue su timidez, que lo ponía nervioso al presentarse ante una audiencia. Al principio trató de neutralizarla con actitudes mentales positivas, como: " tranquilo, todo va a estar bien, lo puedes hacer, nada que temer..." el resultado era que su miedo se incrementaba. Dejó de usar esa estrategia luego de leer el trabajo de investigación del psicólogo Daniel Wegner, de la Universidad de Harvard, que desarrolló una teoría que llamó, "Teoría de los procesos irónicos", en donde demuestra que, intentar suprimir un pensamiento, es la mejor manera de que este pensamiento regrese una y otra vez.

Los mecanismos del miedo con los que la naturaleza nos ha dotado, fueron muy valiosos a lo largo de la evolución, permitiendo detectar las amenazas, antes de que fuera demasiado tarde, y eso fue determinante para la supervivencia de la especie.
Están bien identificados los detalles fisiológicos de cómo el miedo prepara al organismo para responder ante el peligro, ya sea: la huida, el ataque o el bloqueo. La sangre se va a los músculos de las piernas, para facilitar la huida, quedando el rostro pálido. El cuerpo se congela y un torrente de hormonas circula por el organismo.
Hoy en día, es poco probable que nos consigamos de frente ante un depredador, pero nuestro mecanismo del miedo sigue activo, en alerta continua, tratando de captar cualquier cosa que pueda suponer un peligro.

Pero no siempre el miedo surge ante un hecho real y presente. Generamos temores por situaciones que no han ocurrido, pero que pensamos, pudieran suceder en el futuro, como: perder el empleo, que nos aplacen en un examen, que no consigamos las medicinas, que nos atraquen en la esquina... Son solo posibilidades, pero nuestra mente no diferencia un riesgo real de uno imaginado, y es suficiente para comenzar a sentir los efectos fisiológicos del miedo.

Winston Churchill dejó escrito: “Me he pasado la mitad de mi vida preocupándome por cosas que nunca me ocurrieron”.  De allí la importancia de silenciar nuestra mente, de calmarla, acudiendo a nuestros espacios de silencio, serenidad, quietud, meditación y oración.

Lionel Álvarez Ibarra
Agosto 2020

"Bajo la máscara de la temeridad se ocultan grandes temores".
Marco Anneo Lucano.  Poeta romano.

Bienvenida soledad/ Maria Elena Garassini

 

Miedos secretos: Bienvenida Soledad

La vida es en definitiva la integración de lo que nos va pasando en los diferentes momentos que transcurren, a veces con claros cambios, y otros como sutiles transiciones. Cuando hacemos retrospectiva de lo que ha sido nuestra vida, de lo que la ha marcado, de lo que agradecemos, también, de manera complementaria, aparecen nuestras vulnerabilidades, nuestras frustraciones, nuestros temores y cómo los hemos afrontado.

Cuidar y soltar han sido mis herramientas para lidiar con los temores, que como bien decía Gudelia en el chat, son muchos, pero hacemos que no se noten.

Mi mayor temor es la soledad, por eso trato de cuidar proactivamente y también soltando, sin sofocar, mis relaciones.

Esta claridad en el temor a la soledad y mi forma de lidiar con él, lo he descubierto en forma consciente, como consecuencia de la migración. En tu país, con tu familia, con tu trabajo y tus amigos de toda la vida, en fin, en el contexto donde aprendiste a desenvolverte desde la más tierna infancia, todo es conocido, todo es predecible y tú vas evolucionando con él. Al llegar a un lugar diferente, y empezar desde cero en todo, utilizas todos tus recursos, al mismo tiempo que empiezan a aflorar todos tus temores en el manejo de las frustraciones que empiezas a vivir. Te haces un experto en usar tus recursos y también en reconocer, y tratar de lidiar con tus miedos.

Todavía sin mucha conciencia de la soledad como mi mayor temor, un psicólogo colombiano amigo, y parte de un grupo de estudio, nos presenta la Psicología de la Soledad y nos habla de varios tipos de soledades: la social (la de pertenecer), la soledad interpersonal (la de relacionarte con otros), la soledad íntima ( la de importarle y que te importen personas cercanas), la soledad amorosa ( la de compartir un proyecto de vida, complicidad e intimidad con una pareja), la soledad filial (la de sentir conexión con padres o hijos), la soledad laboral (la de ser parte de un grupo de trabajo), la soledad prospectiva ( la de  tener un proyecto de vida), la soledad intelectual ( la de  tener cabida a la reflexión) y la soledad de tiempo libre ( la de tener pasatiempos agradables y retadores).

Esa revisión exhaustiva de la soledad, activa en mi, de manera consciente, mis recursos de proactividad para mantener todos mis vínculos internos y externos (desde los íntimos , hasta los más lejanos), como mi forma de afrontamiento a mi mayor temor, la soledad.

Esta disertación con la soledad me ha permitido cuidar mi propia intimidad, con el disfrute de actividades en solitario, en pareja, en familia, en familia extendida, en grupos de amigos, en grupos de trabajo o de estudio, y con las personas que te relacionas de forma periódica o que la vida te pone en tu camino.

He descubierto que tu mayor temor puede ser tu mejor mejor amig@ y tu mejor consejer@, óyelo, invítalo a que te acompañe en todos los momentos. Bienvenido temor a la soledad, mi inspiras e impulsas a ser mi mejor versión.

 

María Elena Garassini

¿Dónde estas miedo mio? Santiago Porras

 


¿Dónde estás miedo mío?

Santiago Porras Rojas.                                                       24-08-2020

 

 

Dormía en mi cama que estaba próxima a la puerta y un pasillo, en el silencio abrazado con la oscuridad de la noche mientras me cubría con mi cálida cobija.Minutos después de que papá nos bendijera y apagara las luces, mis ojos borrosos ofrecían una imagen en la penumbra que pintaba en el cuadro del puerto abstracto durante el día,la imagen de un ser feroz que aceleraba mi respiración, que hacían que mis ojos huyeran y volvieran a la imagen saltando a los compases de una zozobra cardíaca.

Quizá ya habías habitado en mis años pre infantiles en aquella existencia tuya en la que era tan feliz en la inconsciencia. Lo seguro era que, al salir el Sol, la imagen tenebrosa al igual que yo en la oscuridad, sentía miedo de encontrarme erguido. ¿Me tendrías miedo?

Volvías en silbidos opresores de mi pecho, que se ahogaba al no encontrar suficiente oxigenación, momentos en los que sentía que la vida se acabaría. ¿Qué secretos tuyos se agitaban en mi ofuscada respiración? El asma venía y se iba a consecuencia del polen, alimentos, animales y jardines. La vida es respirar…hasta allí te alojaste, miedo a los perros, miedo al jardín, miedo a las rosas,miedo a comer cualquier cosa, miedo a cuanto existiera en la naturaleza.

Luego me visitaste en el entorno escolar, dónde aprender implicaba utilizar un sujeto incomprensible para mi, era una frase de adultos para los niños “haga uso de su materia gris”, yo comprendía que tenía que ver con la idea de ser flojo o bruto, pero ¿Qué es la materia? Yo entendía que materia eran las matemáticas, el lenguaje, religión.

Te convertiste en un lobo que viniste por vez primera en 2do grado en la boleta que coloreó de rojo un 08 que, provocó una amenaza que al pronunciarse se hizo realidad “¡si vuelves a sacar 08 te daré una pela!”, y me la dieron. ¿Qué será mas importante: aprender o sacar una nota que guste? Así, te convertiste en números, formulas, teorías matemáticas complicadas.

A partir de ese momento te aparecías en cada evaluación que me hicieran, en cada juicio de aprobación o rechazo, que me impulsaron a ser uso de mi caja de herramientas personales, en donde habían talentos naturales para superar los mensajes de repudio o decisiones que me exponían a convivir contigo desde la amenaza.

Otros por su parte, creían que era fácil ignorarte o no sentirte “pero no seas miedoso…no le tengas miedo”. No entendían que, si te ignoro en un momento de peligro, podría luego de mayor, perder la vida. Gracias a que comprendía que lo conveniente era hacer otra cosa (sin saberlo), logré a través de la ira provocada por algunos que, por considerarme miedoso, fuese visto como un pendejo. Reconocí que, así como tu estás presente, del otro lado está mi valentía, para superar retos, desafíos o adversidades.

Luce inverosímil, pero de niño soñaba con ser un torero, ¡y mira que un toro de verdad mete miedo! La pasábamos muy bien una banda de amigos grandes y chicos, cuando papá, los tíos y mis primosgozábamos imitando a un diestro en los palcos del corso, por una herencia española que llaman fiesta brava.

Una tarde en los páramos andinos, por evitar que una vaca cayera sobre un techo, desde una colina, con mis primos logramos hacer que rodara y diera vueltas mientras caía pendiente abajo, lo que hizo enfurecerla de tal forma que nos persiguió para envestirnos. ¡Gracias a ti mi miedo sano!, superé a la bestia que llegó a estar muy cerca, pero me convertiste en cual atleta de 7 años, para hacer el mejor salto desde la tierra hasta engancharme a un muro burladero. Fuiste la magia que me volvió invencible.

¿Cuántas veces en la adversidad y en las “chiquitas” (en el momento mas adverso de una situación) me has servido para activarme y salir victorioso? Muchas!

Suelen alentar los mensajes e invitaciones a eliminarte, yo en cambio considero que ha sido preferible y muy conveniente valorarte como aliado, ya que si te coloco frente a mi; tiendo a paralizarme, y si te dejo ignorado detrás de mi, puedo hasta perder la vida. Por ello la relación que mejores resultados me ofrece es, llevarte a mi lado como un aliado. Quizá tus maneras no me gusten tanto, en todo caso cuando encuentro que en un desafío tu voz me invita a mostrar mi valentía, entonces nuestras relaciones facilitan que sepa utilizar mejor aquella materia gris de la que hablaban mis maestros.

¡Que bueno que, al ser mi miedo, estés al lado mío como aliado!

sábado, 29 de agosto de 2020

DE MIEDOS Y LABERINTOS SECRETOS

 

MIS ALAS NO TE HARÁN VOLAR

Tengo miedo de anclarme en tus dolores

De empacarme tus frustraciones

Y no separar mi alma de tus alas

Y dejarlas libres para volar y tropezar.

 

Tengo miedo de tocar la biología de tu vuelo

De abordarte en mis alas

Y apropiarme de las heridas

que solo tú eres capaz de sanar.

 

Cuando sea la tarde de tu vida

Hurgarás en las hojas de tu tiempo

y ojalá mis semillas emocionales,

sean solo infusión de tus resacas.

 

Gudelia Cavero Hurtado

 

MIEDO A QUE MI CUERPO ENMUDEZCA

 

Dolores desconocidos

que azotan mi cuerpo.

Látigos invisibles cruzan

la geografía de mis manos,

que a veces, torpes se mueven.

Mis brazos, músculos

articulaciones y tendones,

se unen a la fiesta del dolor nocturno.

Escriben cuentos y fábulas

con el trágico libreto,

de que tal vez un día

mi cuerpo se quede mudo.

Que callen mis neuronas

y mi sistema inmune se asome al caos.

Es una fugaz pesadilla,

que termina en su propio laberinto.

 

Gudelia Cavero Hurtado

viernes, 21 de agosto de 2020

El niño del cuatro

El niño del cuatro

Santiago Porras.                                                                                        26-07-2020


 Entre tanto la audiencia va conectándose a la sala virtual y con el relato, el niño Musiú Santiago y el adulto Santiago Musiú están en la sala y colocan el sonido de un calypso.

En ese instante Santiago Musiú, les invita a imaginarse observando una sala de un apartamento caraqueño, en el que hay una alegre reunión familiar. Al lado del músico que está parado frente a las puertas del balcón, está a su lado izquierdo el Musiú, un niño de 5 años quien, con los ojos de un explorador, se animó ante el sonoro artefacto de color marrón.

Musiú Santiago: Esta cosa musical, poseía unas voluptuosas caderas y un ombligo perfecto enorme, con una, dos, tres y cuatro cuerdas enlazadas por un puente en la parte inferior y cuatro orejas chiquitas, unidas por una larga pieza dividida por unas marcas alineadas, donde mi primo Roberto Irausquín combinaba pisar las cuerdas, junto al movimiento batiente de su mano izquierda sobre los hilos de nailon, que acariciaban el ombligo de aquella caja de madera. Me dije <<me gusta, yo quiero hacer eso>>

De aquel roce sobre el ombligo del artefacto sobrevenía una compleja combinación rítmica que acompasaba el sonido pegajoso y alegre de aquel canto que decía “Matilda, Matilda, Matilda robó mi dinero y se fue a Venezuela”.

Al finalizar la pieza, todos, incluido mi primo Roberto me ofrecieron un reconocimiento, que me encantó y me dijeron que tenía ya el talento para aprender a tocar cuatro y cantar.

Santiago Musiú, pregunta: ¿Qué fue lo que mas te gustó de esa experiencia?

Musiú Santiago: La combinación del ritmo entre el artefacto que sonaba y las palabras, que me resultaron divertidas…además sentía que todos sentíamos lo mismo, alegría y buen humor, eso era bueno.

Santiago Musiú: Hoy es un día especial, porque los amigos escribidores nos han invitado para compartir juntos, nuestra relación entre el adulto que soy y tú como mi niño interior. Así podremos hacerles saber a ellos lo relacionado que estamos con el cuatro, la música, el canto, las historias que más nos hacen disfrutar de nuestros talentos y fortalezas.

Musiú Santiago: Me gusta esa idea. 

Santiago Musiú: Veamos entonces, en cuento a la caja musical ¿Qué encontraste?


Musiú Santiago: Ese día me presentaron al cuatro, y me dijeron que era nuestro instrumento típico de Venezuela, nuestro país tan amado. Al principio creí tocaría de oído, pero no, me di de cuenta que sólo no sería fácil. Entonces a nuestros 7 años mamá nos inscribió en la escuela Emilio Sojo. Todos los martes entre 5 y 7 pm, en un sitio que tenía un nombre raro: de Truco a Balconcito.

Allí nos hicieron repetir los golpes que un maestro, le daba a una mesa “Taca ta ta ca….(un espacio)… Taca ta ta ca”, y dijo que podíamos inscribirnos.

Santiago Musiú: ¡Aja! ¿Pero y qué hiciste para tocar una canción?

Musiú Santiago: Me enseñaron a hacer el Taca ta ta ca, pero como lo hacia mi primo Roberto, y después comenzamos con un “Tono”, el Re Mayor, y en pocas semanas tocamos nuestra primera canción; bueno que tuve que enseñar a mis dedos a pisar las cuerditas y cambiarlos de posición siguiendo unas partituras así: Tónica, dominante y cuarta. La canción era una historia de un “Compadre Pancho”. Además, era un requisito cantar la letra, mientras tocaba el cuatro.

Santiago Musiú: Si me acuerdo de esa canción, que ahora ya no tocamos tanto. Aprovechemos que hablaste de una historia, junto a coordinar el canto que cuenta una historia. ¿Qué descubrimos juntos?

Musiú Santiago: Lo divertido y retador que tenía coordinar todas estas cosas juntas, sin embargo, nuestro entusiasmo por lograrlo nos llenó de una sensación de alegría al ver que ya me parecía un poco a mi primo Roberto.

Santiago Musiú: Es verdad eso. Yo agregaría que la música nos hizo cantar mejor, la armonía del cuatro nos regaló cantar con melodía, y los tonos nos brindaban la oportunidad de alcanzar un registro que nos hacia fluir al danzar entre cada tono, la letra y la cadencia musical.

Además, El compadre Pancho, que utiliza un ritmo que se conoce como “merengue venezolano”, cuenta una historia que expresa la calamidad de un amigo que le cuenta al compadre, que siente nostalgia porque la negra (su pareja) se le fue con el pulpero. A nosotros nos encantan las historias de la vida, del enamorado dichoso o el despechao!. Nos gustan las canciones que cuentan cuentos de espantos y aparecidos, así como también joropos, pasajes, polos, boleros, calypso, aguinaldos, villancicos, gaitas. Fíjate que en el Calypso “Matilda”, hay en su ritmo alegre otra historia de desdicha; es decir que nos anima el buen humor, para superar las adversidades, y hacer risa de nuestros propios dramas.

Musiú Santiago: ¡Verdad!, ahora que me dices eso, recordé que nuestros queridos viejos, con el deseo de que fuéramos perfectos, parece que envidiaban nuestros viajes a la luna, donde vivimos con nuestros sueños. Recuerdo que nos reprochaban cuando asistíamos a entrenar en la piscina de la UCV, que sin el Carné nadie nos dejaría ingresar a los vestuarios y atender las clases de natación.

Santiago Musiú: Claro que lo recuerdo cuando al llegar a la entrada de la Plaza Vzla, ponían en automático la pregunta ¿Trajiste el Carné? y tú con tu carita silenciosa mirabas para otro lado.

Musiu Santiago: Entonces la perolata… <<Ve a ver si te dejan pasar, porque allí nadie pasa sin carné>>. Pues para su sorpresa, cuando nos vieron subir del vestuario a la piscina, no lo podían creer y fueron a preguntarle al portero por qué me habían dejado entrar; si nadie puede entrar sin carnet. El vigilante le dijo <<Si, aquí nadie pasa sin carné, pero el catirito pelo e cepillo y ojos azules es el único que nos saluda cada día y nos ofrece y comparte su merienda con nosotros, así que a él lo dejamos pasar porque es una persona amable y educada. El es nuestro amigo.>>

Santiago Musiú: Buena conversación Musiú, pero vamos cerrando este acto, para que otros compartan sus relatos. Gracias por permitirnos disfrutar de tu presencia hoy.

Musiú Santiago: Si, vamos a seguir reuniéndonos para continuar tan buenas conversas. Quiero agradecerte aquel día en que, trabajando tu bienestar, después de muchos años atrapado dentro tuyo, me buscaste y dejaste hablar. En especial reconozco el bien que me hiciste cuando juntos encontramos la paz al conversar contigo el adulto, sobre los niños interiores de nuestros amados padres. Ellos afrontaron otras historias de adversidades muy duras, como la muerte de la abuela Elisa, cuando mamá tenía 13 años o la de papá que trabajaba desde los 6 años a partir de las 4 de la madrugada, para darnos tantas seguridades y mucho mucho amor. Hey Santiago ¿Es cierto que para que vivas en bienestar necesitas equilibrar a tu padre, a tu adulto y a mí? Waoo, espero hacértelo divertido…cuídate de los espantos!

Suena el cuatro….Mas allá de no se donde tampoco se sabe cuando, dicen que sale un espanto…

miércoles, 19 de agosto de 2020

La fuerza interior

 Sin duda alguna, la fuerza interior nace del amor que se mezcla en este lugar. Creencias, fortalezas, actitudes, salud, decisiones, apegos y desapegos, hacen mezcla como en un crisol, fortaleciendo el respeto por la diversidad y la amistad..

Hoy, honramos eso.

Arcángela una guacamaya
Jesucita una mariposa
Carmen, una gaviota
Gudelia, la poeta. Sin duda una golondrina
Yvette, la ardilla
Martin,el pescador,  el pelícano
Irma la luciérnaga.
Carla el ruiseñor
Luis es un tigre
Lele la lechuza o buho,, sin duda
Tibi,. Gaviota
Santiago, guacamayo corazón con patas
Hened, la abeja 
Alberto es Pegaso
Lionel, el Toro
Cesar un pastor
Aura Marina, un delfín
Ma delos Ángeles un reno
Maigualida,.. canaria blanca por lo alegre que canta 
Paty la arañita de redes
Angela,  mariposa.
Pily es un Tigre bengala

Faltan algunos que esperan por su momento... los esperamos

Nota: la foto original es de misignificadodelossueños.com 

viernes, 14 de agosto de 2020

EL CUARTO VIEJO

Autor Martín A. Fernández Ch.

Fecha: 26/07/2020

En mi casa de infancia, que realmente era un apartamento (los venezolanos estamos acostumbrados a llamar al lugar donde vivimos “casa”), teníamos una habitación que le decíamos el “cuarto viejo”, que por alguna razón (que hasta la fecha no entiendo del todo) no se usaba como habitación, era donde se guardaban los trastes viejos: caja del arbolito de navidad, la cuna que ya no se usaba, juguetes viejos, herramientas, maletas, rines de caucho; es decir, todo aquello que no se usaba o no tenía uso recurrente, era algo parecido a lo que ahora se conoce como “maletero”.

Dicho “cuarto viejo” era para nosotros (los cuatro hermanos) un lugar poco visitado, creo que debido a su desorden y oscuridad (normalmente tenía el bombillo de luz quemado, o no lo tenía, porque no importaba), aunque tenía una ventana que le daba cierta claridad en el día, pero no dejaba de ser lúgubre. También era un lugar donde el peligro estaba latente, porque, debido a que en planta baja (nosotros vivíamos en un segundo piso) se encontraba un almacén de víveres al mayor,  lo cual generaba que las cucarachas y los ratoncitos (algunas veces, ratas tamaño conejo) estaban al orden del día, que se escondían entre los trastes. Por esto, cualquiera podrá entender que, cuando nos mandaban a buscar algo al “cuarto viejo”, era como entrar a una cueva oscura donde cualquier demonio podría aparecer y era una proeza salir ileso de ese lugar. Y si era de noche, no nos atrevíamos a explorarlo.

Habían ocasiones que no nos atrevíamos a entrar al “cuarto viejo” por un buen tiempo, particularmente cuando habíamos visto alguna película de terror de aquella época, como las aventuras de Abbott y Costello, donde podías ver a Drácula, Frankenstein y el Hombre Lobo juntos, o de fantasmas, o sus andanzas por el desierto de Egipto donde se conseguían a una momia, o también aquellas otras películas de extraterrestres, que eran criaturas amorfas que tragaban hombres, o del Hombre de la Laguna Negra. Ni las correas, cholas, coscorrones o cualquier otro método disuasivo, que nuestros padres pudiesen emplear, nos hacía entrar al “cuarto viejo”.

Con el tiempo, ya algo mayores en edad,  dicho “cuarto viejo” se transformó en una habitación, para poder distribuir a cuatro hombrecitos en dos habitaciones. Pero ese “cuarto viejo”, que ya no era “cuarto viejo”, seguía siendo un lugar que se las traía. Una vez, mi hermano May (el que me sigue), ideó la simulación de un fantasma en la habitación, escondiéndose a un lado y agarrando la manga de una camisa (guindada en el closet que estaba abierto) con un largo hilo,  para asustar con la camisa que se movía, supuestamente sola, a todo el que entrara a la habitación; primero, nos asustó a nosotros los hermanos, el último fue a mi papá, quien realmente se espantó, pero que luego se rió cuando todos a carcajadas le dijimos “te asustaste, te asustaste”.

Por eso, por ser un lugar tan particular, de tantas anécdotas y acontecimientos, el “cuarto viejo” sigue existiendo en nuestros recuerdos; por ello, cada vez que veo un depósito o un maletero, se me vienen al presente aquellos momentos vividos de niño y no tan niño, con una sonrisa pícara en mi cara. Este humor del bueno siempre estuvo y está presente en la familia, a mi mamá le gustaba reír y nosotros nos reíamos con ella, era un disfrute acompañarla para ver las películas de Abobbt y Costello, la India María, Cantinflas,  Tin Tan, entre otras, y los inolvidables programas de Radio Rochela.  Aún hoy, recordamos sus carcajadas y seguimos bromeando.

FIN

lunes, 10 de agosto de 2020