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domingo, 27 de abril de 2025

Lidiando con los ayayaes del alma y el cuerpo/Angel Ceballos

 

LIDIANDO CON LOS “AYAYAES” DEL ALMA Y DEL CUERPO.                                                        

(Tema del mes de abril – club de escribidores de PP)

 

Mis lápices “primaverales”, cuando leí el tema de Gudelia sobre los “ayayaes” , no pude evitar recordar a mis hijas, impostando: ¡aquí está “Angel María”!, su abuelo, que en paz descanse,  quien con mucha frecuencia, cuando estaba meditabundo, emitía esa expresión de forma sonora que se volvió un símbolo emocional de “atención” familiar.

 

Esa expresión, que por alguna razón fue heredada por mí, contaminó y ya es un símbolo trasmitido a mi nieto mayor. O sea, ya es una herencia familiar que nunca la había internalizado ni buscado el significado real que podía tener en el árbol genealógico los Ceballos.

 

Entonces, se me ocurrió explorar con mayor conciencia el significado que pudiera tener esa expresión en la emocionalidad de nuestra humanidad, sobre todo para buscar paralelos o similitudes con mi padre, mi nieto y yo, por haberla adoptado,  diferenciando por supuesto las épocas y las circunstancias del entorno de formación y crecimiento.

 

Aprendí, que la expresión "ayayay" proviene directamente de la interjección "ay" que repetida varias veces se utiliza para expresar diversos sentimientos, especialmente los de aflicción y dolor, que al repetirla varias veces como "ayayay",  intensifica la expresión de esa sensación o emoción de forma visible. 

 

Mi padre, quien era muy emocional, como yo también lo soy, por mi compañera de larga vida, mis hijas y nietos y ahora por Gudelia, me motivó a profundizar que significado podría tener hoy en mí, para buscar pistas de cómo lidiar con ella, aunque un “ayayay” no necesariamente es una oda en la constitución del ser. ¿Y qué pasa si le diéramos una mirada apreciativa a esa expresión?

 

Comencemos con lo natural: Un “Ayayay” se puede utilizar en varios estados o gamas emocionales, como un:

 

·  Dolor físico: Similar a un simple "¡ay!", pero con mayor énfasis.

·  Aflicción o pena: Para lamentar una situación triste o desafortunada.

·  Sorpresa desagradable o alarma: Ante un evento inesperado y negativo o una

·  Queja o lamento: Para expresar malestar o frustración por algo.

 

Igualmente, dependiendo del tono, intensidad y contexto, pudiera ser utilizada como una burla o incredulidad, dependiendo de su modulación y su contexto.

 

Reconozco que la repetición de la vocal "a" y la consonante "y" crea un sonido que intuitivamente transmite una sensación de lamento o quejido, lo que explica su uso extendido en la lengua española para expresar estas emociones. Es una expresión muy arraigada en el habla coloquial de muchas regiones de nuestra “madre patria” extendida en Latinoamérica.

 

Pero mira que interesante salirnos de la concepción natural y negativa del “ayayay” que ahora como estudioso de la PP,  apreciar lo positivo que pudiera tener o estar en nuestras relaciones, estando presente como una: 

 

  • Descarga emocional: para liberar frustración o dolor pudiendo ser temporal.
  • Búsqueda de empatía y atención: Un “ayayay sentido” pudiera ir en la búsqueda de comprensión y apoyo de los demás, para validar una experiencia.
  • Conexión en una conversación: Compartir quejas sobre experiencias comunes (el tráfico, el clima, problemas laborales) puede crear un sentido de conexión y pertenencia entre las personas. "¡Ayayay, este tráfico es terrible!" puede ser el inicio de una conversación amena y un sentimiento compartido.
  • Identificación de algo nuevo: Un adecuado “ayayay” puede ser una señal de que algo falta, ya sea a nivel personal o social, para ser exitoso.

En mi caso particular, mis  “ayayaes”, son “botones emocionales” que motivan al buen humor. Todas las hijas ríen a carcajadas al recordar su abuelo, que, sin buscar el significado real de sus razones, llegan espontáneamente a nuestros corazones para alimentar el espíritu y alma en un proceso, que, en mi opinión, no requiere atención consciente ya que esa expresión pudiera reflejar algun punto de inflexión hacia una satisfacción física, emocional o espiritual. La clave está en discernir entre una “ayayay  puntual que busca una liberación o desahogo emocional o señalar un problema o una actitud constante de victimismo que no busca soluciones.

Ahora pienso que el equilibrio radica en expresar un “ayayay de manera constructiva y buscar soluciones en lugar de quedarse atrapado en la lamentación constante. Y mira lo que se me ocurrió con el tema, gracias a Gudelia:

Me ha motivado a hacer un ejercicio durante un mes, llevo 15 días, para que todas las noches reflexiono  e identifico, cuantos “ayayaes” o quejas tuve en el día y escribirlas de forma “salvaje”, con el fin de caracterizarlas, buscar su significado pero además cuantos momentos de satisfacción, elogios y alabanza, pudieron surgir de ellos,  para hacer un balance y medir cuantos, “que vaina tan buena” (emocione positivas) tuve con los ayayays del momento y si la relación es mayor de 3 a 1, para unirme al camino que Barbara Fredrickson nos iluminó, para: 

  • Generar cambios cognitivos en el cerebro
  • Hacernos más creativos, resilientes, receptivos y abiertos
  • Desarrollar nuevas competencias, relaciones, conocimientos y comportamientos y
  • Ayudar a acelerar la recuperación de los “ayayaes” que aparezcan sin querer queriendo.

En un abordaje consciente en la dimensión Mental y Emocional lidiar los “ayayaes” nos puede llevar a:

  • Cuestionar nuestros “ayayaes internos” y examinar su validez.  Reemplazar los pensamientos negativos por afirmaciones más positivas y realistas.
  • Establecer límites: Si los “ayayaes” o quejas provienen de otros, aprender a establecer límites saludables.  Aprender a decir "no" y a proteger nuestra energía.
  • Practicar la empatía: Intenta comprender la perspectiva de la persona que se queja con mucho “ayayaes” .
  • Enfócarte en lo que puedes controlar: A menudo, los “ayayaes” se centran en cosas que no podemos cambiar, para dirigir la energía hacia lo que sí está bajo nuestro control, y tener una reacción estoica, con pensamientos, emociones y acciones usando nuestra virtudes y fortalezas.
  • Buscar el lado positivo: Intentar encontrar pequeñas cosas positivas incluso en situaciones difíciles.
  • Practicar la gratitud: Enfocarse en las cosas buenas que tienes la vida. Esto puede ayudarnos a contrarrestar la negatividad cultural de los “ayayaes”.
  • Desarrollar la resiliencia emocional: Aprender estrategias para afrontar el estrés y la adversidad de manera saludable.

Y en un abordaje en la dimensión espiritual y del Alma:

  • Conectarte con tu propósito: Reflexiona sobre tus valores, tus pasiones y lo que te da un sentido de significado en la vida.
  • Practicar la atención plena (mindfulness): Estar presente en el momento te ayuda a observar las quejas sin juzgarlas ni dejarte arrastrar por ellas.
  • Buscar la conexión: Cultivar relaciones significativas con personas que te apoyen y te eleven. .
  • Practicar el perdón: Indultar y liberar  a otros y a ti mismo, por los “ayayaes” o quejas y  emociones negativas que pueden liberar una gran cantidad de energía negativa.

La clave, pienso está en discernir entre una queja puntual que busca espacio, tiempo y desahogo o señalar un problema o una actitud constante de victimismo que no busca ni encuentra soluciones. Un mundo donde solo hay "ayayayes" puede volverse paralizante y negativo. Sin embargo, un mundo donde las preocupaciones nunca se expresan corre el riesgo de ignorar problemas importantes. El equilibrio radica en expresar el malestar de manera constructiva y buscar soluciones en lugar de quedarse atrapado en la lamentación “rumiante” y constante.

Como lo declara nuestra “pana” Barbara Fredickson , si en tu día a día, tienes más de 3 emociones + sobre los presentes “ayayaes” que puedan surgir, tienes el camino fértil para cultivar tu bienestar

Angel “ayayay” Ceballos (Abril 2025)

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