LIDIANDO CON LOS “AYAYAES” DEL ALMA Y DEL CUERPO.
(Tema
del mes de abril – club de escribidores de PP)
Mis lápices “primaverales”, cuando leí
el tema de Gudelia sobre los “ayayaes” , no pude evitar recordar a mis hijas, impostando:
¡aquí está “Angel María”!, su abuelo, que en paz descanse, quien con mucha frecuencia, cuando estaba
meditabundo, emitía esa expresión de forma sonora que se volvió un símbolo
emocional de “atención” familiar.
Esa expresión, que por alguna razón fue heredada
por mí, contaminó y ya es un símbolo trasmitido a mi nieto mayor. O sea, ya es
una herencia familiar que nunca la había internalizado ni buscado el
significado real que podía tener en el árbol genealógico los Ceballos.
Entonces, se me ocurrió explorar con
mayor conciencia el significado que pudiera tener esa expresión en la
emocionalidad de nuestra humanidad, sobre todo para buscar paralelos o
similitudes con mi padre, mi nieto y yo, por haberla adoptado, diferenciando por supuesto las épocas y las
circunstancias del entorno de formación y crecimiento.
Aprendí, que la expresión "ayayay"
proviene directamente de la interjección "ay" que repetida varias
veces se utiliza para expresar diversos sentimientos, especialmente los de
aflicción y dolor, que al repetirla varias veces como
"ayayay", intensifica la
expresión de esa sensación o emoción de forma visible.
Mi padre, quien era muy emocional, como
yo también lo soy, por mi compañera de larga vida, mis hijas y nietos y ahora por
Gudelia, me motivó a profundizar que significado podría tener hoy en mí, para
buscar pistas de cómo lidiar con ella, aunque un “ayayay” no
necesariamente es una oda en la constitución del ser. ¿Y qué pasa si le
diéramos una mirada apreciativa a esa expresión?
Comencemos con lo natural: Un “Ayayay”
se puede utilizar en varios estados o gamas emocionales, como un:
· Dolor físico: Similar a un simple
"¡ay!", pero con mayor énfasis.
· Aflicción o pena: Para lamentar una situación
triste o desafortunada.
· Sorpresa desagradable o
alarma: Ante
un evento inesperado y negativo o una
· Queja o lamento: Para expresar malestar o
frustración por algo.
Igualmente, dependiendo del
tono, intensidad y contexto, pudiera ser utilizada como una burla o
incredulidad, dependiendo de su modulación y su contexto.
Reconozco que la repetición de la vocal
"a" y la consonante "y" crea un sonido que intuitivamente
transmite una sensación de lamento o quejido, lo que explica su uso extendido
en la lengua española para expresar estas emociones. Es una expresión muy
arraigada en el habla coloquial de muchas regiones de nuestra “madre patria”
extendida en Latinoamérica.
Pero mira que interesante salirnos de la
concepción natural y negativa del “ayayay” que ahora como estudioso de la
PP, apreciar lo positivo que pudiera
tener o estar en nuestras relaciones, estando presente como una:
- Descarga
emocional:
para liberar frustración o dolor pudiendo ser temporal.
- Búsqueda
de empatía y atención:
Un “ayayay sentido” pudiera ir en la búsqueda de comprensión y
apoyo de los demás, para validar una experiencia.
- Conexión
en una conversación:
Compartir quejas sobre experiencias comunes (el tráfico, el clima,
problemas laborales) puede crear un sentido de conexión y pertenencia
entre las personas. "¡Ayayay, este tráfico es terrible!"
puede ser el inicio de una conversación amena y un sentimiento compartido.
- Identificación
de algo nuevo:
Un adecuado “ayayay” puede ser una señal de que algo falta, ya sea
a nivel personal o social, para ser exitoso.
En
mi caso particular, mis “ayayaes”, son
“botones emocionales” que motivan al buen humor. Todas las hijas ríen a
carcajadas al recordar su abuelo, que, sin buscar el significado real de sus
razones, llegan espontáneamente a nuestros corazones para alimentar el espíritu
y alma en un proceso, que, en mi opinión, no requiere atención consciente ya
que esa expresión pudiera reflejar algun punto de inflexión hacia una
satisfacción física, emocional o espiritual. La clave está en discernir entre una “ayayay” puntual que busca una liberación o desahogo emocional
o señalar un problema o una actitud constante de victimismo que no busca
soluciones.
Ahora
pienso que el equilibrio radica en expresar un “ayayay” de manera constructiva y buscar soluciones en
lugar de quedarse atrapado en la lamentación constante. Y mira lo que se me
ocurrió con el tema, gracias a Gudelia:
Me
ha motivado a hacer un ejercicio durante un mes, llevo 15 días, para que todas
las noches reflexiono e identifico,
cuantos “ayayaes” o quejas tuve en el día y escribirlas de forma “salvaje”, con
el fin de caracterizarlas, buscar su significado pero además cuantos momentos
de satisfacción, elogios y alabanza, pudieron surgir de ellos, para hacer un balance y medir cuantos, “que
vaina tan buena” (emocione positivas) tuve con los ayayays del
momento y si la relación es mayor de 3 a 1, para unirme al camino que Barbara
Fredrickson nos iluminó, para:
- Generar
cambios cognitivos en el cerebro
- Hacernos
más creativos, resilientes, receptivos y abiertos
- Desarrollar
nuevas competencias, relaciones, conocimientos y comportamientos y
- Ayudar
a acelerar la recuperación de los “ayayaes” que aparezcan sin
querer queriendo.
En
un abordaje consciente en la dimensión Mental y Emocional lidiar los “ayayaes”
nos puede llevar a:
- Cuestionar nuestros
“ayayaes internos” y examinar su validez.
Reemplazar los pensamientos negativos por afirmaciones más
positivas y realistas.
- Establecer límites: Si los “ayayaes” o quejas
provienen de otros, aprender a establecer límites saludables. Aprender a decir "no" y
a proteger nuestra energía.
- Practicar la empatía: Intenta comprender la
perspectiva de la persona que se queja con mucho “ayayaes” .
- Enfócarte en lo que
puedes controlar:
A menudo, los “ayayaes”
se centran en cosas que no podemos cambiar, para dirigir
la energía hacia lo que sí está bajo nuestro control, y tener una reacción
estoica, con pensamientos, emociones y acciones usando nuestra virtudes y
fortalezas.
- Buscar el lado positivo: Intentar encontrar
pequeñas cosas positivas incluso en situaciones difíciles.
- Practicar la gratitud: Enfocarse en las cosas
buenas que tienes la vida. Esto puede ayudarnos a contrarrestar la
negatividad cultural de los “ayayaes”.
- Desarrollar la
resiliencia emocional: Aprender estrategias para afrontar el estrés y la
adversidad de manera saludable.
Y
en un abordaje en la dimensión espiritual y del Alma:
- Conectarte con tu
propósito:
Reflexiona sobre tus valores, tus pasiones y lo que te da un sentido de
significado en la vida.
- Practicar la atención
plena (mindfulness): Estar presente en el momento te ayuda a observar las
quejas sin juzgarlas ni dejarte arrastrar por ellas.
- Buscar la conexión: Cultivar relaciones
significativas con personas que te apoyen y te eleven. .
- Practicar el perdón: Indultar y liberar a otros y a ti mismo, por los “ayayaes” o quejas
y emociones negativas que pueden
liberar una gran cantidad de energía negativa.
La
clave, pienso está en discernir entre una queja puntual que busca espacio,
tiempo y desahogo o señalar un problema o una actitud constante de victimismo
que no busca ni encuentra soluciones. Un mundo donde solo hay "ayayayes"
puede volverse paralizante y negativo. Sin embargo, un mundo donde las
preocupaciones nunca se expresan corre el riesgo de ignorar problemas
importantes. El equilibrio radica en expresar el malestar de manera
constructiva y buscar soluciones en lugar de quedarse atrapado en la
lamentación “rumiante” y constante.
Como
lo declara nuestra “pana” Barbara Fredickson , si en tu día a día, tienes más
de 3 emociones + sobre los presentes “ayayaes” que puedan surgir, tienes
el camino fértil para cultivar tu bienestar
Angel
“ayayay” Ceballos
(Abril 2025)
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