domingo, 27 de abril de 2025

Lidiando con los Ayayaes del alma y del cuerpo / Juad Masters

Hmmm. Buen tema...

¡Este año cumplí 50!

En los años previos, empecé a notar cómo mi cuerpo y mi alma comenzaban a hacerse presentes de una manera que en el pasado no habían hecho. 

A nivel corporal, pequeñísimas cosas, ni queja en realidad, pero sí cositas, aquí y allá, que susurran mi nombre de manera muy sutil, pero muy insistente... Por ejemplo... esa rodilla... ajá... sí, sí, te escucho mientras subo o bajo las escaleras de la casa... y la vista… ¡Dios! Ya no puedo salir directo de la casa y montarme en el carro y manejar… Sin los lentes veo el mundo a distancia como si le hubiese pasado un algodón a una palabra escrita en un pizarrón. ¡Ahora lo mismo está lentamente comenzando a ocurrir para leer...!

En mi alma ahora guardo más años, y con ello más experiencias. Nunca había reflexionado en particular acerca de los ayayaes del alma… pero si me pongo a pensar, ahora acobijo en mi alma la pérdida de ambos padres y de una gran amiga. Experiencias trascendentales, que me han moldeado de manera profundamente celular.

Ahora como madre de adolescentes, aguardo las alegrías junto con la agridulzura de ver su infancia ya vivida y su cercanía a la adultez cada vez mas cercana. No un ayayae per se…pero ¡uy, como le mueve a uno el alma!

En su totalidad, los ayayaes del alma y del cuerpo suman quien soy en este momento, en mi presente y mi realidad. Me siento agradecida por tener la oportunidad de notar estos benditos ayayaes, de poder reflexionar sobre ellos y abrazar las maneras en que me definen hoy por hoy. De entender las formas en las cuales mejoran mi humanidad, y de reconocer que, en algunas ocasiones, sucede lo contrario, lo cual me impulsa a verme en la necesidad de ejercitar mi voluntad mental para poder sobrellevar la experiencia de una manera que sí me sirva.

En fin, es así como llego a la conclusión de que los ayayaes de mi alma y de mi cuerpo son mis guías, mis maestros…amigos incondicionales que toman mi mano a diario y me acompañan, pegaditos y con cariño, en esta hermosa aventura de transitar el maravilloso paso del tiempo en mi vida.

Juad




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