Lidiando con los Ayayaes del alma y del cuerpo
Para cada persona, un ayayay , es decir, tener que lidiar con algo, puede ser definido en forma muy subjetiva y personal.
Empecemos con lo que es un ayayay. Como no es fácil definir los términos asociados a las vivencias personales, comenzaré diciendo que para mí un ayayay sea quizás un tema que se me hace recurrente, que no he conseguido una solución con la que esté conforme, o que siga requiriendo de mi atención, y por supuesto que me distraiga de estar haciendo otras cosas que sumarían a mi vida: aprender, distraerme, descansar , en vez de preocuparme.
Cuáles serían los ayayay de mi presente actual del cuerpo y del alma
Del cuerpo la presbicia y la menopausia. Para la presbicia los lentes, para la menopausia, diferentes productos y muuuuuucha paciencia.
Del alma , la revisión de mis roles y la necesidad de pertenencia y compañía.
La revisión de
mis roles
Mi rol de mujer, siempre estoy preocupada por las injusticias que leo, oigo, veo, e
incluso me tocan por ser mujer.
Mi rol de hija, a veces me cuestiono si hago TODO lo que debería para apoyar a mis
padres, en conjunto con mis hermanos, hijos, etc.
Mi rol de
hermana, me preocupa no tener un contacto permanente
con mis hermanos, para saber los unos de los otros, porque si sabemos que el
otro está allí y lo podemos contactar, y con él o ella, para lo que necesitemos
Mi rol de mamá, es quizás siempre el que más me preocupa, porque aunque tengo un buen
canal de comunicación , siempre abierto con mis cuatro hijos varones, además
son muy distintos entre ellos, y viven realidades y retos particulares, me
cuestiono si debo o no decirles ciertas cosas, opinar, proponer, etc. Con todo, y que en conjunto con mi esposo,
los apoyamos en todo lo que podemos. Quizás es que parte de la
maternidad/paternidad es lidiar con los ayayaes de los hijos , o de nuestra
relación con ellos.
Mi rol de esposa, quizás en este rol, los ayayaes están bastante trabajados por la
cantidad de años de convivencia (casi 40 de matrimonio y 4 de noviazgo ¡!!!).
No obstante, siempre hay algún ayayay en lo que se dijo, o no se dijo, lo que
se opina o lo que se hace, pero esto mantiene viva y hace felizmente retadora
el cultivo y renovación de la relación
Mi rol de
profesora, quizás por la migración, y las diferencias
culturales, con frecuencia me preocupo de algún comentario que hice en clase
sobre la forma que deberían pensar, opinar o comportarse los jóvenes
estudiantes. Esto me genera con frecuencia ayayayes.
Mi rol de
psicóloga, este rol es profundamente retador para los
que lo ejercemos, o lo es para mí cuando lo ejerzo porque las realidades de los
pacientes, con frecuencia son muy complejas, y abordar los procesos psicológicos
que los aquejan, no siempre es sencillo, y cuestionarse la forma en que hizo,
algunas veces, incluso para bien del ejercicio reflexivo, es un ayayay
profesional.
Mi rol de voluntaria apoyando proyectos sociales siempre ha sido algo muy importante en mi vida personal y profesional. Si bien de manera natural digo que si a todos los que me piden apoyo e incluso me ofrezco de voluntaria para donar mi tiempo como profesional del desarrollo humano, con frecuencia me veo cuestionándome o preocupada de si estoy haciendo lo suficiente, lo que se necesita, y un largo etcétera.
La necesidad de pertenencia y compañía
Este es un ayayay
que surge de una necesidad, quizás exacerbada mía, de pertenencia a grupos y de
compañía de personas para conversaciones cercanas.
Siempre he pertenecido a grupos y he contado con la bendición de tener personas con quienes tener buenas conversaciones. Después de migrar me he esforzado mucho por pertenecer a grupos de áreas de mi interés, integrándome a grupos que ya existían en el lugar de acogida, e incluso creándolos, si no existían. De igual manera he buscado iniciar, y mantener nuevas relaciones que se han hecho cercanas , y cuidar mucho, utilizando los medios digitales las relaciones de toda la vida familiares y de amistad, perooooo, y de allí viene el ayayayyyyy, me hace mucha falta poder tener de manera periódica ciertos encuentros presenciales, que eran parte importante de mi vida antes de migrar: todos los almuerzos familiares de domingo en casa de mi mamá, asistir y apoyar en elaborar algún postre, cremita, etc. para celebrar cumpleaños, bautizos, graduaciones, matrimonios, e incluso ir a velorios y misas. Además reuniones con amigos y personas queridas que compartimos algo en común. Para muestra un botón, con ustedes mi amigos del club de escribidores.
En fin, pareciera que es parte de la vida, o de vivir, estar lidiando con los Ayayaes del alma y del cuerpo.
María Elena
Garassini
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