domingo, 7 de julio de 2019

ELECCIONES


                                        
                     Mi vida emerge en esa máscara que he escogido tener. Ella es rastro de mis elecciones, construcción de mi horizonte y mi verdad.
                       Dibujo los mapas de mi rostro al elegir el encuentro; al amar lo distinto, lo desigual, lo imperfecto, como consigna para creer en el otro.
                 El mundo te confronta, te prueba, te desgasta. Elijo la resistencia de un magnánimo destino: dar más allá de la adversidad.
                      Si el rostro de lo cotidiano amenaza las ganancias, elijo ser retazos de vela  sin  nudos ni cuerdas, solo  boquetes donde se cuele la ilusión de vivir.
             Elijo la vida, con todas sus aristas, como refugio ante la incompetencia de tantos desacuerdos. Celebro la alegría, talismán que guía mis pasos.
                 Elijo los trazos de mi  historia, travesía armoniosa de rostros que suman lo que soy. Rescato las puertas y ventanas que anuncian el resplandor de lo bueno y generoso.
                Me dejaré seducir por  la esperanza, amante de los días que todavía no vivo. Si esos próximos días vaticinan soledad, elegiré ser mi mejor compañía.
                      La mitad de mi alma probó la tristeza, razón por la cual la otra mitad escogió disfrutar el entusiasmo, el compromiso y el hacer.
                    Cuando llegue el tiempo en que los recuerdos sean memoria, detrás del brillo de mis ojos  escribiré un epitafio que descubra mi máscara: “aquí yace el cuerpo de una mujer que eligió vivir y amar con pasión, profundidad y alegría. Solo el cuerpo, porque su espíritu sigue viviendo y amando de la misma manera”.
                     Elijo las máscaras que construyen la vida.
            
            Irma Wefer