¿Qué aventura o sueño voy a hacer antes
de que termine el 2020?
Tengo la dicha de disfrutar mucho pasear en medio
de paisajes llenos de verde y naturaleza, y me gusta mucho caminar (hacer
tracking) y montar bicicleta.Como muchos saben, en este momento vivo en la
cuidad de Bogotá, una ciudad andina, a 2.630 metros a nivel del mar con un
clima relativamente frío oscilando entre 14 y 23 grados, con alternancia de
días nublados, lluvias y sol durante todo el año. En Colombia la apodan la
nevera. Para los bogotanos, que se autodenominan “rolos” y los del resto del
país llaman “cachacos”, planear una vacación en el país, es sinónimo de ir a
“tierra caliente”, en fincas, pueblitos, ciudades más cálidas donde se pueda
andar en manga de camisa y bañarse en piscinas, ríos o cualquier agua que los
refresque del calorcito.
Mi esposo y yo,
que estamos, como todos en cuarentena, pero trabajando virtualmente,
sentándonos todos los días de la semana frente a un computador para atender reuniones,
seminarios y miles de requerimientos y en mi caso muchas horas de clase y de
consulta, soñábamos, cuando abrieran las fronteras internas, entre los
departamentos en Colombia, poder viajar juntos y escaparnos para una vacación.
Decidimos además que sería mi regalo de cumpleaños, que es el 7 de octubre.
A principios
de octubre se abrió la circulación y planificamos ir a Barichara. Conversando
con amigos decidimos quedarnos en una rica posada en las afueras de Barichara
que se llama Macedonia y es una preciosa casa colonial, que antiguamente era
una finca de la zona.
Emprendimos
el viaje la mañana del jueves 8 de
octubre. Nos hacía mucha ilusión viajar en carro hasta Barichara, porque nos
habían dicho que los paisajes hasta allá eran muy lindos y efectivamente así
fue. Llegamos a las cercanías de Baricharapor una carretera donde nos paramos a
almorzar en un picadero donde teníamos una vista preciosa haca San Gil, que es
una ciudad vecina, donde ofrecen muchas actividades de outdoors como rafting, tirolesa,
caminatas y excursiones. Ya se sentía el calorcito y nos ofrecieron de beber
“refajo”, es una bebida refrescante, muy popular que toman los colombianos y es
una mezcla de cerveza con postobon ( un refresco similar a la colita). Nos
trajeron una jarra y nos supo a “gloria”, comenzaron las vacaciones.
Disfrutamos el paisaje , la bebida y el almuerzo que fue un plato típico
santandereano con carnes variadas como sobrebarriga, carne oreada, cochino y
pollo con ensalada, yuca y arepa.
Partimos hacia
la posada Macedonia y llegamos como en 40 minutos. Un lugar hermoso , donde nos
recibieron súper amables, y su dueño el señor Ariel nos contó sobre la hacienda
y como fue remodelando para convertirla en una posada. Cansados del viaje,
dormimos un rato siesta y después nos fuimos a conocer y pasear al pueblo de
Barichara, con sus hermosas calles de piedras, iglesias, lugarcitos para comer
y su plaza central.
Caminamos
un rato en el pueblo mientras se nos hizo de noche. Pasamos frente a la
catedral donde estaban dando misa y no pude evitar asomarme desde una entrada
lateral a sentir la serenidad del culto donde muchos dan gracias por lo
recibido, lo menos que yo podía era hacer lo propio. Seguimos caminando para
encontrarnos con otra pequeña iglesia muy bella frente a la cual nuevamente
dimos las gracias.
Frente a la
plaza entramos a una panadería donde todos los panes que hacían estaban en una gran
vitrina y vimos unas foccacia y unos pancitos integrales que se veían divinos.
Nos regresamos a la posada, conversamos un rato con el seño Ariel y allí sacamos cositas ricas para picar
y probamos la foccacia, que estaba
sencillamente “deliciosa”. Dijimos que al día siguiente debíamos regresar por
más.
El segundo día
nos levantamos y desayunamos muy rico en la posada, donde cada pareja o familia
de huéspedes tenía asignada una mesa cerca de su habitación.
Al
terminar de desayunar nos alistamos para hacer un paseo en bicicleta donde
rodaríamos hasta un pueblo que se llama Villanueva y recorreríamos sus
alrededores. Rodamos 5 deliciosas horas cruzando sembradíos de maíz y tabaco
que siembran de manera combinada en todas las haciendas. Unas vistas preciosos
y un rico sol nos acompañó todo el camino, haciendo que llegáramos como si
hubiésemos pasado un día de playa.
Llegamos a la
posada como a las 2:30 de la tarde, nos dimos un duchazo y sacamos varías cosas
ricas para almorzar al lado de la piscina de la posada y después darnos un
chapuzón.
Estuvo
delicioso el almuerzo y el chapuzón. Al salir de la piscina nos dimos cuenta
que estábamos exhaustos y “tremenda siesta”. Al caer el día nos fuimos a
Barichara a un restaurancito en una terraza, donde estábamos los dos solos y
atendió un agradable y amable mesonero que nos contó del pueblo y de los
lugares para salir a a hacer otros paseos. Regresamos a la posada , vimos un
capítulo de una serie que nos tiene atrapada de Netflix que se llama Borgein y
el agotamiento del paseo en bici nos hizo dormir profundamente.
Al tercer día
decidimos hacer una caminata desde Barichara hasta un pueblo que se llama
Guane. Nos contaron que había un camino real que utilizaban para el traslado
del tabaco y que estaba señalizado desde donde salir. Nos levantamos, desayunamos
y nos alistamos para nuestra caminata, con ropa apropiada y mucho protector
solar, porque el día de ayer nos había advertido del sol radiante.
Antes de
empezar la caminata para Guane queríamos conocer el mirador del Salto
El Mico, que nos habían dicho que tenía una vista preciosa sobre el
valle y donde había que tomarse una foto en el peñón. Llegamos, disfrutamos la
impresionante vista e hicimos lo propio tomándonos la foto. De allí nos
dirigimos con el carro al punto de partida del camino hacia Guane.
Iniciamos una
maravillosa caminata por el camino real con unos paisajes preciosos y
nuevamente sembradíos de maíz y tabaco. Después de una hora y cuarto de subidas
y bajadas de montaña llegamos a Guane, totalmente felices de la caminata pero
totalmente acalorados y deshidratados. En la primera esquina del pueblo
había un abasto donde nos compramos dos
gatorade fríos que nos volvieron el alma al cuerpo y nos dieron energía para
seguir.
Guane es un
pueblito precioso con su iglesia, su plaza (que estaban remodelando), y la gran
curiosidad, un museo paleontológico, a cargo de la curia del pueblo.
Lamentablemente estaba cerrado por las remodelaciones en la plaza y la
cuarenta, pero le pasamos por enfrente y la fachada es muy linda.
Al final del
pueblo hay un mirador precioso donde se ve,raudaloso, el río Suarez y dos
pueblitos en la montaña del frente. En ese punto los turistas , como nosotros
disfrutamos de la inmensidad de estos parajes con grandes formaciones
montañosas que nos recuerdan que somos parte de la naturaleza.
Iniciamos el
retorno, caminando de nuevo hacia Barichara, haciendo de vuelta el camino real,
con las mismas hermosas vistas, pero desde otro ángulo, y el mismo catire en el
cielo acompañándonos implacable. Al llegar al pueblo y al carro, una cava con
hielo nos permitió refrescarnos con agua helada. Al volver el alma al cuerpo
dije, estamos en el pueblo, vamos a la panadería a ver si tienen foccacia.
Felizmente estaban recién hechas y compré unas cuantas. De regreso a la posada, un baño delicioso y
una gran picadera deliciosa en los alrededores de la hacienda. Agotamiento,
siesta y de nuevo al pueblo de Barichara a un pequeño restaurante donde nos
tomamos unas sopas deliciosas y nos sorprendieron en el menú con tequeños
venezolanos. De nuevo a la posada , nuestro capítulo de Borgein y sueño
profundo.
Al tercer día
decidimos hacer otro paseo en bicicleta en una ruta que Juan había trazado
saliendo desde Villanueva y recorriendo las montañas de alrededor. Nuevamente
parajes preciosos, esta vez muy metidos dentro de las montañas. En medio del
paseo nos paramos a hacer una merienda a la sombra de unos árboles, para además
hidratarnos y descansar un poquito.
De nuevo a
rodar para regresar a Villanueva. Recorrimos un nuevo trayecto como por casi
dos horas y llegamos al pueblo, lleno de gente, también un grupo de ciclistas
que venían desde Bucaramanga y coincidimos en la licorería donde comprábamos
cerveza y postobón fríos para refrescarnos con refajo. Una delicia que nos
permitió montarnos de nuevo en nuestras bicis para llegar hasta el carro y
enrumbarnos a la posada para seguir nuestro ritual y disfrutar de la bella
hacienda Macedonia y una excelente conversar con su dueño el señor Ariel.
Nuestro cuarto
y último día de paseo decidimos pasear en carro y conocer dos lugares que nos
habían recomendado: el cañón del Chicamocha y la cascada Juan Curie.Nos
levantamos y desayunamos en nuestra mesita asignada y nos enrumbamos hacia el
norte por la carretera camino al parque del cañón de Chicamocha.
Como
siempre los paisajes muy bellos hasta llegar al parque, donde nos montamos en
un teleférico que baja hasta el valle con el río y vuelve a subir hasta la
montaña del frente donde está la estación Mesa de los Santos. El recorrido en
el teleférico es precioso de ida y de vuelta.
Salimos del
parque del cañón de Chicamocha rumbo Sur, para llegar y atravesar San Gil y
seguir hacia la cascada de Juan Curie. De nuevo carretera con vistas hermosas hasta que llegamos a la
entrada del parque donde, después de una caminata de unos 20 minutos por un
camino que te va adentrando a la montaña llegamos a la hermosa cascada de Juan
Curie.
Como
era lunes festivo, había muchos grupos de personas disfrutando de mirar la
casada, bañarse o más bien mojarse los pies y chapotear en el poso y unos osado
haciendo rapel desde la cima. El lugar es realmente hermoso y da cabida a todos
los visitantes con su agenda. Disfrutamos un rato de esa belleza natural, nos
mojamos los pies y ya iniciamos el retorno a la posada, al acecho de un lugar
para almorzar.
En la
carretera montañosa habían muchos lugares de ventas de artesanías y frutas.
Juan apasionado de las frutas quiso pararse a comprar algunas para llevárnosla
a Bogotá y fue atendido por Jhon Jairo que quería venderle toda la frutería.
Pasamos varios
restaurancitos a orillas de carretera , pero todos full , por ser lunes de
fiesta y el hambre “in crescendo”. De
repente apareció un lugar muy bonito y con poca gente y dijimos, “ a probar
suerte”, gracias a Dios, creo que era nuestro regalo de despedida, la comida
estuvo divina y de postre algo muy típico, queso con panela derretida y obleas
con arequipe. En el local de al lado vendían potes de barro y compramos unos de
recuerdo y para sembrar unas maticas en la casa.Ya de vuelta al hotel como a
las 5 pm, agotados también pero felices del día de paseo. Ya en plan recoger ,
despedirnos y agradecer todo lo vivido.
Termino mi escrito respondiendo al título
de este escrito ¿Qué aventura o sueño voy a hacer antes de que termine el 2020?
Quiero poder seguir paseando y disfrutando de la naturaleza a pie, en bici y en
carro, tal como lo hice en este maravilloso viaje.
María Elena Garassini