sábado, 29 de enero de 2022

Sobre el Big Bang y si el cambur verde mancha

 


Como Coordinador del CEC creo que he cometido una pequeña falta al decir que todo lo que necesita saber está en el blog. Me faltó decir que "todo lo referente a...". Cesar entonces hizo dos preguntas y las contesto.

Igualmente y cumpliendo mi deber indago:

¿Qué es el big band?

Un grupo musical 

¿El cambur verde mancha?Preguntarle a Cesar
PD: Mas vale manzana madura que cambur verde que mancha


domingo, 23 de enero de 2022

De todos los cambios que se han suscitado en estos tiempos de pandemia.../Jesucita Peters

 


Autor: Jesucita Peters S.

Fecha: 23-01-2022

“De todos los cambios que se han suscitado en estos tiempos de pandemia, cuáles te han afectado más y cómo lo llevas para lograr el bienestar”

Estos tiempos de pandemia han generado muchos cambios, pero la pandemia para mi viene acompañada de cambios significativos a nivel personal, comenzando por dejar la brújula del ámbito laboral (más de 40 años) , lo que trae consigo todos unos procesos asociados al empleo, siento que me afecto mucho la planificación de lo que haría durante la semana y mucho más aún al día siguiente, el saber que mi día a día en la dirección de la escuela de psicología, estaba marcada por reuniones y toma de decisiones significativas para los estudiantes que conllevaban una gran responsabilidad, porque digo brújula  porque el trabajo pasa a tener ese especie de dirección de la vida del que labora y cuando dejas de hacerlo se te mueve el piso significativamente, tanto es así que pierdes la noción del tiempo, muchas veces no sabía en qué día de la semana estaba, me hizo mucha falta el compartir con mis compañeros de trabajo en la hora del almuerzo,  nuestras tertulias por demás estimulantes. Cómo y de qué manera pude tratar de minimizar estos cambios en mí, trate de dividir mi tiempo diario en actividades para poder lograr el bienestar, comencé hacer rutina el hablar con Dios y reflexión sobre lo acontecido en la actualidad, hice ejercicios de respiración y estiramientos de mi cuerpo; al no poder salir, me dedique a caminar durante una hora dentro de mi casa, jardinear fue unas de las tareas más gratificantes para mí en esos momentos.

Y siguen los cambios,  después del vacío del empleo vino el de la enfermedad, ese si fue un golpe bajo, nunca en mi vida me había sentido tan sola con mi padecimiento, a Dios gracias siempre hay unas manos amigas que me pudieron apoyar, entre ellas la hermana que nunca tuve, incondicional y amorosa  mudada de un todo para mi casa para socorrerme, agradecida por siempre con mi amiga María Dolores y todo el bienestar que me pudo proporcionar, desde ayudarme a bañar hasta cocinarme los alimentos que requería, allí comienza a tener un significado diferente la palabra “Agradecer” y su importancia en mi vida.

En esos momentos tengo una manera diferente de aproximarme a  mí entorno, quizás más contemplativa y de percepción más amplia sobre las cosas más simples de la vida, pero que te inundan el alma del mayor bienestar posible a pesar de las circunstancias, uno de los bálsamos maravillosos de ese  tiempo era el contemplar el Ávila y observar las guacamayas  circundar la ciudad de Caracas, con sus colores azules, amarillos y rojos  brillantes que te pintan el amanecer y el atardecer,  para regocijarte por ese encuentro.

Otro cambio significativo fue el salir de mi amada patria,  aunque  venía en busca de mis afectos que me inundarían de amor y bienestar. Siempre me afectaron  los olores y el estar en viviendas en los cuales no se vive sin calefacción y aire acondicionado, comparándolo con nuestros espacios era otro cambio para acostumbrarme, en cuanto a los sabores de la comida, la misma no me sabía a nada, andaba en busca del sabor del ají dulce con el cual aderezaba mi comida en Venezuela; si parecen cosas sencillas y cotidianas pero que forman parte de mi arraigo. Una de mis hijas tiene en su casa  un patio muy grande lleno de grama y yo pensaba y estos muchachos por qué no siembran plantas, hortalizas al menos, con lo que me gusta la jardinería, yo disfrutaría un mundo sembrando y cuidando esos cultivos y luego me doy cuenta que la nieve no lo permite a menos que esperes el verano o hagas un invernadero. Otro cambio, las estaciones durante el año, la que verdaderamente me cautivo, si bien la primavera es la renovación el cambio en sí mismo, fue  el otoño con sus colores espectaculares yo no había tenido oportunidad de vivirla a plenitud y me proporcionó mucho bienestar, siento que mi comunión con la naturaleza es innegable me alegra y llena mi espíritu.

Otro cambio es que ahora me siento la abuela nómada, ya que mis dos hijas viven en Estados diferentes  y  me comparten 6 meses con una y 6 meses con la otra y por supuesto con mis adorables nietos.

Quizás algo que realmente me ha pegado y que yo no lo había concientizado, es ese abrazo cálido y fraterno de esos amigos incondicionales dejado en mi patria.

Seguirán los cambios en mi vida para nutrirme y hacerme crecer y estar abierta a todo lo   que nos dejará la pandemia y que realmente el mundo que conocí, no volverán a ser como antes. Esto es un aprendizaje continúo y acelerado para todos nosotros, pero seguro que nos dejaran mucho más resilientes para afrontar todos los altibajos que la vida nos depare.

Actualmente llena de bienestar al estar con mis afectos, no podría estar más agradecida por ello.

 

 

¿Qué nos ha pasado en estos dos años de pandemia?

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¿Qué nos cambió?

Pasan los días sentado en la misma silla cansada, de siempre. Eventualmente durante estos 22 meses tuve que cambiarla dos veces. La nueva, aunque es vieja, funciona mejor (suele pasar a veces también con la gente)

De repente me paro y salgo. Básico; solo comida y farmacia. Sin embargo es útil pues parte de mi trabajo es ver productos en farmacias y supermercados. Así cada vez me alejo mas de mi casa. El carro no me acompaña en esto. Se resiente y se daña. Conseguí a un militar que es mecánico de aviones que ahora es mecánico de carros, como para redondear. Lo dejan, menos mal. Le consigue las fallas y lo arregla, claro, hasta cierto punto. Pero esa reparación me permite llegar hasta la casa de mis sobrinos que tanto quiero.

Las reuniones de trabajo son muchas veces por videoconferencia. La gente aprende a coordinar acciones sin tocarse, solo verse. Algunos a veces, se les olvida y se sacan los mocos en vivo. Algunos están en interiores. La universidad comienza un trimestre después del fatídico marzo y así, transcurren los siguientes trimestres. Seguimos como si nada, pero por y a través de una pantalla.

Descubrimos las necesidades y las querencias. Nos hace falta abrazar, pero aprendemos a abrazarnos con palabras, o con miradas, o con los codos, o los talones. Igual hay contacto. De tanto querernos abrazar, escribimos libros, recetas, tomamos fotos y aprendemos a hacernos presentes en la virtualidad. De tanto hacerlo perdemos el miedo, al menos en eso de la virtualidad,  aunque a veces siento que con ser auténtico es suficiente para avanzar.

Así como si nada, y del supermercado y la farmacia a la casa de mis sobrinos, pasan los meses y vuelve a llegar navidad. Mucha gente se afecta con la enfermedad y seguimos cuidándonos. Nos da miedo enfermar. El miedo avanza a la par que la valentía retrocede. Es una paradoja importante; nos volvemos valientes en tornos seguros y cobardes en entornos abiertos.Pero seguimos siendo honestos y avanzamos.  Aprendemos a conocer a otros y a poderlos ayudar con lo que contamos.  En ver a otros, aprendemos a vernos a nosotros mismos y en el poder de las palabras, descubrimos nuestros propios significados. Comienza un nuevo año siendo parlante de nuestras propias ideas, no la de otros.Reconozco y valoro mi propia experiencia, me declaro practicante y desde ahí construyo lo que soy.

Y sigue la universidad, el trabajo, las reuniones. Descubrimos el significado de los “mundo líquidos” pues como el agua pasa el tiempo que ya se relativizó. Me doy cuenta de su paso porque cada día le coloco un número al dibujo que hacemos con los niños chiquitos. Se convierte en una fuente de bienestar. Descubro que mucho mas alla de un hábito, está el compromiso que tengo, junto a las emociones que siento y las fortalezas que se desarrollan. Descubro el poder del amor filial.

Pasan los meses como si nada. Seguimos escribiendo, mostrándonos en redes, ayudando, aprendiendo. De repente el amor por el aprendizaje se convierte en una nueva fortaleza de carácter y nos vemos haciendo diplomados para aprender más, hasta que un día estudio para dictar un diplomado como el que estoy haciendo. Y lo hago, y me supero y me crezco. Y así, llega diciembre otra vez. Y hacemos el arbolito, compramos regalos, nos vacunamos, y nos volvemos a vacunar. La gente se sigue enfermando. Seguimos sufriendo sus ausencias pero aprendemos a valorar lo no material. Vemos la cantidad de ropa que no hemos planchado, el apartamento que no hemos limpiado, el trastero que  no he arreglado y nos damos cuenta que no necesitamos  de eso, sino menos. Que con poco está bien.

En el año nuevo sigue la enfermedad y viene la tercera y la cuarta vacuna, pero ya empezamos a ir a la universidad. El primer día me quito la máscara con un protector acrílico para que vean mi rostro; ese que les hablo en una tarima para no contagiarme.

El mundo sigue y llego al momento en que estoy escribiendo esta crónica. Mis pensamientos están justos unos segundos antes en que mis dedos lo escriban en el teclado. Y me doy cuenta lo bendecido que soy, por tener lo que tengo, por amar a quien amo, por cuidar a los que cuido, por sentirme amado y cuidado a su vez, porque sigo aprendiendo, porque enciendo una llama interna que me motiva a seguir y a desear seguir estando para seguir aprendiendo y seguir enseñando. Soy bendecido por todo, hasta hoy, doy gracias.

 

Alberto

jueves, 20 de enero de 2022

Cabeza Hueca


Por: Martín A. Fernández Ch.

Fecha de realización: Enero 2022

Iniciaba el 2021, con algo pendiente que veníamos trabajando la familia desde finales del año pasado, referente a una operación que era necesaria hacerle a mi padre de 84 años. Nunca pensé lo complejo que sería dicho año para mi salud, primero, en el mes de febrero tuve que enfrentar el COVID-19, que si bien no me castigó fuerte, fue un momento de pánico, porque aún había incertidumbre sobre su tratamiento y que todo dependía de la fortaleza de tu cuerpo para superarlo. Lo que quiero decir es que pensé que la muerte la tenía a la vuelta de la esquina, lo cual no sucedió por supuesto, si no fuese así este escrito no existiría. Esta enfermedad sucedió al mismo tiempo que la operación de mi padre, la cual se hizo de forma exitosa, pero, mi hermano menor Jaime tuvo que encargarse de todo.

Luego de haber superado el COVID-19, con el apoyo incondicional de mi novia Mariale, al mes siguiente comencé a realizarme los exámenes médicos para determinar la causa de una protuberancia que tenía a un lado de la frente. Como todas estas cosas extrañas de salud, se va pensando desde lo menos a lo más perjudicial. Primero un examen de Escaneo y Rayos – X en el cráneo, luego una Tomografía y, por último, una Resonancia Magnética con Contraste. En conclusión, se detectó que tenía un Meningioma, que es una especie de tumor no cancerígeno, el cual estaba presionando y perforando el hueso de la frente y era necesario operarlo.

Realmente, aunque tenía una fuerte imprecisión sobre lo que me vendría, me reconfortaba pensar que si hasta los momentos no me había sentido mal, ni había tenido algún evento de pérdida de memoria o de convulsiones o de movilidad, significaba que dicho pasajero aún no había invadido zonas importantes en el cerebro y que su extracción sería de poca o de ningún riesgo, a pesar que era una operación muy compleja.

Al final, me tuvieron que operar tres veces. En la primera, me extrajeron el “invasor”, dejándome la frente hueca (sin hueso). La segunda vez consistió en corregir una “fístula” (conexión entre las cavidades craneal y nasal, que producía una salida del líquido cefalorraquídeo por la nariz), y se aprovechó esta oportunidad para colocarme la próstesis de la frente (tipo PEEK, fabricado de manera personalizada con material novedoso de polímero, el cual está identificada con mi nombre y número de cédula, por si se me pierde en algún momento). La tercera entrada al ring, fue para subsanar un problema provocado por una burbuja de aire creada detrás de la referida prótesis.

Aunque he escrito esta historia con facilidad, el proceso vivido en todo este tiempo de operaciones, que fue aproximadamente como 90 días (incluyendo los días de recuperación), fue muy complejo. Se necesitó tener Fe en que Dios estaba orientando a los médicos que me atendieron, también requerí tener mucha confianza en el equipo que intervino en las operaciones, y aprendí a dejarme llevar por las decisiones ajenas, lo cual me costó. Tuve dos cuidadores, mi novia atendiéndome desde el principio y mi hermano en la última intervención.

Es extraño ver que te apaguen la luz, debido a la anestesia preoperatoria, y luego tus ojos se abran en un lugar distinto, que en mi caso fue en la Unidad de Cuidados Intensivos. Que el espacio de tiempo transcurrido durante las intervenciones quirúrgicas es inexistente para uno y que te enterarás de los acontecimientos según los cuentos cortos del médico principal o que el familiar que estaba en la sala de espera se pudo enterar, como fue la noticia de que requerí transfusión de sangre en la primera pelea.

El proceso de recuperación más que lento, fue tedioso. El cerebro estaba inflamado y necesitaba que se le diera reposo absoluto. Tuve que aislarme de todos los amigos, no recibía llamadas porque me perturbaban, solo estaba acompañado del amor, quien tuvo que tener mucha paciencia conmigo, porque si normalmente soy callado o poco comunicativo, en esa oportunidad era una tumba.

Luego de mi segunda operación, perdí la noción de existencia, es decir, no recuerdo el transitar hasta el tercer round. Todo esto debido a una bendita burbuja de aire que apareció detrás de la prótesis. Pero sí recuerdo que al entrar a la habitación, luego de ese evento, vi a mi novia y la saludé con mucha alegría “İAmor! ¿Y eso que estas por aquí?” le dije a manera de chiste.

Posteriormente, luego que me dieran de alta, me mandaron a realizarme 35 sesiones de radioterapia (con el propósito de eliminar algún vestigio que haya quedado). Todos los días, de Lunes a Viernes, a las 8 am tenía que estar en la clínica para someterme a dicho tratamiento. En la sala de espera conocí a varias personas que estaban en lo mismo, un doctor llamado William que tuvo un tumor en una amígdala y una señora muy simpática que vivía en Caraballeda y que se operó de un Meningioma en la cabeza (al igual que mi caso, pero se encontraba en la zona posterior), también conocí a un niño que estaba en silla de ruedas con su mamá y que no tuve tiempo de presentarme (estaba terminando su tratamiento), pero en su último día se presentó con un cartel de despedida, lo cual fue muy emotivo. También coincidí, por dos semanas, con un amigo que se estaba tratando la próstata. En este tiempo conocí a los jóvenes técnicos de la clínica que me atendieron en las referidas sesiones, quienes fueron excesivamente amables, siempre saludaban con ánimo "¡Buenos días! ¿Cómo se encuentra?” Los efectos de estas sesiones fue la caída del cabello en la región donde se aplicó la radioterapia (la frente y las zonas laterales de la cabeza), que no me atormentaron y que fue la excusa para empezar a usar sombreros (escogidos y comprados por Mariale), aunque ya no me hacen falta porque está creciendo nuevamente el cabello y en poco tiempo podré lucir el peinado de siempre. Otra consecuencia, pero hermosa, fue que Mariale se convirtió (y Yo también) en mi prometida, siendo este 2022 el año que lo haremos oficial.    

En estos dos años que han pasado de pandemia y el que está transcurriendo, hemos tenido que aprender a otras formas de relacionarnos con la gente, con los amigos y con la familia, evitando reuniones o teniéndolas pero con disfraces bucales. Han ocurrido cambios en las rutinas deportivas, sobre todo en aquellas que se desarrollan en espacios específicos. Y algo que lamento en estos tiempos, es no poder acompañar a amigos y familiares, quienes han tenido seres queridos que han abandonado este plano, por temor al contagio.

El resultado de todo esto es que he quedado con mi cabeza hueca, pero ese vacío lo he llenado de mucho amor y agradecimiento de las personas que han estado acompañándome, quienes no han dejado de rezar por mi completa sanación, la cual ya he logrado desde hace tiempo, pero que no me importa que sigan enviándome esa energía positiva y esas oraciones que me ayudan a acercarme a Dios.     

 FIN

domingo, 9 de enero de 2022

Invitación CEC de enero 2022

 


CEC

Host: Doña Jesucita
 mes de Enero:

“De todos los cambios que se han suscitado en estos tiempos de pandemia, cuáles te han afectado más y cómo lo llevas para lograr el bienestar

Fecha: de la reunión :
Domingo
23 -01-2022
Hora : 11:00 am Caracas.
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