domingo, 24 de marzo de 2024

Lo que aprendemos de los niños/Santiago Porras/Cuentos

 

EL MIRADOR DE LAS AGUAS INFANTILES

  

Santiago Porras Rojas

 

La ilusión de Sebastián como lección

 

Paseaban a través de la sierra de Collserola, caminaban sobre el trazado horizontal de la carretera de las aguas, una zona verde por sobre la cual transita cada año 750.000 personas dando pasos o pedaleando en bicicletas, para disfrutar de vistas esplendidas de la ciudad condal de Catalunya.

 

César había invitado a Sebastián, quien era un explorador de seis años,que se entusiasmaba descubriendo cosas nuevas,se sorprendía con su lupa al mirar a las hormiguitas que, siendo tan diminutas, se coordinan con soltura e ilusión al cargar y transportar las hojas a su alcance, a través del camino de sus pasos sobre la tierra.

 

El explorador, además de la lupa, llevaba pequeña pala y un estuche para guardar bichitos o insectos.

 

César le preguntó - ¿Qué has hecho como explorador?

 

Sebastián le contestó – A mí me encantan los dinosaurios y tengo en mi colección cerca de cuarenta entre los preferidos están el Allosaurus, el Slamosaurus, el Therinosaurus y el Scorpios Rex.

 

En el cole, mi maestra de prescolar me dijo que preparara una presentación de lo que deseo ser de mayor. La verdad es que me gustó demasiado esa idea y le dije a mis compañeros que yo era un paleontólogo…

 

-¿Un qué?... preguntó César

 

Y respondió Sebastián – Los paleontólogos estudian los huesos de los dinosaurios que están enterrados debajo de la tierra y descubren los miles de años en los que existieron, qué comían, saben si eran terribles o mansos y otras cosas. Por eso, yo quiero ser un paleontólogo.

Es fantástico, cuando los adultos le ponemos ilusión a las cosas.

 

 

Jugar y convertirte en un niño Ghostbuster

 

Mientras Sergio (8), Juan Pablo (6) y Manuel Felipe (5), juegan a ser Peter, Ray yEgon, los auténticos Cazafantasmas, de pronto aparece su padre por el escenario y le dice Sergio con entusiasmo…

 

-¡Papá ven y juega con nosotros!

 

Sebastián, el padre se contagió de su entusiasmo y le dijo – ¡Sííií! ¿Y quién soy?

 

-Todos dijeron -¡Wiston!!

 

-¿Y qué tengo que hacer?

 

-¡Convertirte en un Cazafantasmas!

 

-¿Y cómo me convierto?

 

Sergiotrajo un morral (mochila) para niños con motivos de los ghostbusters y le dijo a su papá -Tienes que ponerte esto para que seas Egon.

 

Sebastián tomó la mochila y comenzó a ilusionarse cuando introdujo su brazo derechopor la correa posterior y cuando intentó introducir el brazo izquierdo por la otra correa, experimentó una enorme dificultad, debido a que era una mochila muy pequeña; claro! Era una mochila para niños. Aun así, el espíritu infantil de Sebastián, el padre, continuó insistiendo en logar calzar el brazo por la correa y en aquel forcejeo, los niños le animaban diciéndole - ¡Vamos papá…sigue…!. Mientras sus miradas transmitían a su compañero de juego la incertidumbre de lograr calzar el brazo en la correa.

 

Sebastián forcejeaba una y otra vez, una y otra vez hasta que de pronto; logró pasar completamente el brazo a través de la correa y allí sintió un éxtasis de alegría que dibujó en su rostro la sonrisa de un niño, mientras que Sergio, Juan Pablo y Manuel Felipe gritaron emocionados 

 

– ¡!!Ghostbuster!!!!ahora eres un “Cazafantasmas” de verdad…verdad Papaaaá!

 

Cuando los adultos jugamos, rehabilitamos al niño que llevamos dentro y, nuestra imaginación es capaz de luchar por aquellas ideas que, ante la adversidad, logramos alcanzar con perseverancia.

 

Cuestionar nuestra manera de juzgar

 

Carmen va cada día al parque con el Fabio, un niño de cuatro años. Ella es su “canguro” (Nana) a quien llama “Nini”. Ella, no le quita la vista de encima mientras Fabio juega y comparte con otros niños de distintas edades.

 

Los amiguitos de la misma edad de Fabio, ya se han marchado del parque. Habían estado divirtiéndose con unos dinosaurios grandes y llamativos del Fabio. Entonces, se acercaron otros niños más grandes que Fabio; atraídos por esos juguetes llamativos del pequeño.

 

Los niños le pidieron a Fabio les prestara sus dinosaurios. Este miro a Carmen como consultándole si se los prestaba o no y Carmen le dijo…

 

– ¡Sí mi vida, préstaselos!

 

Fabio se les ofreció y los niños jugaron un rato con los dinosaurios y de pronto, se cansaron y los tiraron al suelo y se fueron.

 

Entonces el Fabio preguntó a Carmen -¿Por qué esos niños tiran los juguetes al suelo?... y la Carmen respondió…

 

-Es porque son uno niños mal educados.

 

De inmediato el Fabio le dijo – No Nini, no son maleducados, sólo son unos niños que tiran los juguetes al suelo.  

 

Los adultos hemos de conectar con esa capacidad crítica para hacer preguntas y enseñarnos la diferencia, entre juicios y afirmaciones.

 

Barcelona – España, 23 de marzo de 2024

 

Una historia interminable(gracias a Dios)

 Una historia interminable

Alberto tiene una tarea difícil hoy. Entre todas las cosas que hace, necesita escribir un cuento que explique de forma clara, que es lo que ha podido aprender de los niños. Pero, ¿aprender qué? Si todavía somos una parte de niños. Ese niño, ¿nunca termina de crecer? O, ¿crece se vuelve el Yo, y aparece otro niño?, o todas de ellas. Es el misterio maravilloso de la vida.

Hace poco leí que nunca es tarde para tener una infancia feliz. Y no se trata solo de un darse cuenta y que de repente pase y le damos “check”. Se trata de un continuum  en la vida y es, lo que al final, he decidido escribir.

Cuando era chico, hace más de 55 años, solía ser el capitán del equipo de niños de la familia. Era el niño grande, el líder. Como soy el menor de mis hermanos, estuve más cerca de los hijos de los mayores, que de ellos. Los dos primeros de mi hermana mayor pasaban largas temporadas en mi casa. Me encantaba jugar con ellos e inventar mundos mágicos. La antigua casa de mis padres, tenía techos altos y los cuartos tenían puertas grandes y pesadas de madera. Los closets entonces eran portales del tiempo, los niños, (yo también), eran los viajeros del tiempo, las aventuras las creaba al instante, siempre habían peligros y retos, que resolvíamos juntos. Hoy, lo recuerdan. Como dice la poeta, “no olvidamos lo que nos hizo sentir”

Luego fui titiretero de profesión, a los 17. Visitamos numerosos colegios de Caracas y nos contrataban en cantidad. Mi sobrina creció y se hizo psicólogo, mi hermana, educadora y sus tesis de grado fueron a través de la mirada y enseñanza de un muñeco de tela, cuyos sentimientos se expresaban libremente en la mano y voz de quién los interpretaba. Aprendí a gestionar el mostrarme a otros, sin miedo y sin pena.

Mis otros hemanos, tuvieron hijos, que son mis sobrinos, ahijados y con ellos tres, hicimos un club de fines de semana. No hubo teatro infantil, carrera en parques, juegos, viaje, que no hicimos. Parque del Este, Planetario, Jardín Botánico y hasta vimos tres veces la obra de teatro del “Libro de la Selva”. Si hay algo que profundizó en la creatividad y la curiosidad como fortalezas, es eso.

Luego, ellos comenzaron a tener hijos y desde el abuelazgo y en la llegada de la pandemia, logramos conectarnos a través del dibujo. Son magníficos, queridos y jugamos, dibujamos, comemos helado, viajamos, aventureamos.  Nos queremos.

Todo se trata de ser libre, con un niño libre interior. Cuando era joven, algún estudioso que le pone nombre a todo, los distinguió en niños rebeldes, sumisos y libres. Yo creo que he sido de todo eso, pero al final, quedan emociones que nos inspiran y nos ayudan a continuar el camino hasta que sea. Ya llegó la camana nueva, los sobrinos biznietos, pero esa es otra historia.

Hoy, siguiendo la ruta del amor, enseño a jóvenes en su llegada a la universidad. Son mitad niños y yo, mitad adulto, así que es una tormenta perfecta. He logrado que aprendamos juntos, y en mis clases, si me conocen ustedes bien, pueden reconocer a los portales del tiempo, a los teatros de títeres, a las obras de teatro, a los dibujos internos, al niño libre que baila con el oso barrigón, a las estrellas en su infinitud y por sobre todo, al respeto a cada quién. Algunos, cuando se despiden, me dan un abrazo.

Alberto Lindner. Caracas 23 de marzo de 2024.

sábado, 23 de marzo de 2024

MI NIÑO MAESTRO

 

MI NIÑO MAESTRO

 

Mi primer Niño Maestro

Tu… inmenso Jesucito

Desde mi niñez

He sido sacudida

Por tu amor y tu compañía

Tu altar instalado en mi corazón

Elevó mis tempestades tempranas,

en un sublime consuelo

Ningún abrazo se parece al tuyo

No existe aliento de vida más puro,

instalando coraje en mi fragilidad humana

Junto a mi, fuiste creciendo

Alimentándome con tu sabiduría

Todo en ti fue resplandor

Todo en ti fue lenguaje silente

Todo en ti compañía de la buena

Todo en ti alimento de niñez

Golosinas para el alma

Juego encandilando la luna

Gozo supremo de alegría

Risa saliendo siempre a toda prisa

Tú…amor infinito, alimentándome con tu pan

Tu mano socavando mi suelo

Profundizando mis raíces resilientes…

Niño de mi alma

 

 

Mis años

Poco a poco calcinándose

Mis largos años

Haciéndose sabios

Pegando su escucha

En los niños de mis caminos

En los ojos cargados de su inocencia

Ellos Pintando la vida de sublime transparencia

Con pinceles de ancestral sabiduría

Ellos los pequeños y grandes sabios

A quienes abrumamos

Con la confusión de locos sabios, que somos…

 

Niños, pequeños dioses de la evolución

Si tan solo pudiéramos anclar la razón,

en el iris de vuestro corazón

Cuánta enciclopedia se crisparía

Cuánta palabra navegaría

en las aguas de nuestro salino mar

 

Contigo mi niño aprendí

Que el reloj no tiene tiempo

Que la vida no tiene edad

Que los colores son duendes vivos sin piedad

Que el amor se cuelga en los hilos de tu voz

Contigo mi niño

La noche se hizo frío

Contigo la noche se fue de madrugada

Contigo la luna callada en una estela,

se hizo día de nuevo,

se iluminó temprano,

para jugar otra vez a la vida

 

Tus amigos imaginarios se hicieron míos

Tus sueños tejiendo mis sueños,

se hicieron cápsulas de poesía

 

Con mis nietos amados

Aprendí a jugar con las estrellas

Sus rayos me hicieron un lazo inmenso en la puerta de la vida.

 

Gudelia Cavero Hurtado

sábado, 16 de marzo de 2024

Lo que nos han enseñado los niños/Lila Vega

Los raspones enseñan

Autor: Lila Vega

El pequeño Archie, no sabía cómo había pasado pero ahí estaba, tirado en el piso con las palmas de las manos y las rodillas adoloridas.  Su tía corrió a atenderlo. Lo inspeccionó rápidamente.Ya tenía varios años de experiencia como pediatra y había aprendido a identificar lesiones sin necesidad de tocar al paciente. 

-No pasa nada, mi amor. Todo está bien.  

La cara de Archie pasó del llanto y susto a  la indignación.

-¿No pasó nada? ¡Claro, porque no fuiste tú quien se cayó!  

Se sacudió la ropa y siguió su camino.  
La tía quedó perpleja. La escena se repetía en su mente. 

“Claro, porque no fuiste tú quien se cayó.” No había que ser un genio para entenderlo. 

El incidente se convirtió en una anécdota familiar. Todos celebraban la inesperada reacción de Archie, su respuesta asertiva. 

La última vez que se vieron, Archie le preguntó, con una sonrisa dibujada en su cara, si recordaba el incidente. La tía lo abrazó: “No se me olvida, mi amor amado” 
Le dijo que desde ese día, hacía un esfuerzo por identificar las emociones de los otros antes de abrir su boca. Que a veces un abrazo o un gesto de conduelo bastaban. Que había que ser valiente para acompañar a otro en su dolor y que había que ser valiente, como él lo había sido, para decir lo que se siente.

viernes, 15 de marzo de 2024

Carta a la casa de mi infancia/Angel Ceballos


CLUB DE ESCRIBIDORES

Carta a la casa de mi Infancia(Angel Ceballos – Feb. 2024)

“Apreciados Lápices alegres con una infancia floreciente”, comienzo el tema del mes con una premisaque me obliga a afirmar que  mi infancia si tuvo una casa, que mi memoria inocente la recuerda en los años que la conviví y la cual a estas alturas de mi vida debe estar destruida o invadida por neblinas que empañan mi memoria de tantos años vividos.

Hasta el presente, he vivido en al menos en 7 casas o moradas, de diferentes diseños y tamaños, última de las cuales acabo de venderpara adquirir una 8va. nueva y moderna, ojalá sea una casita gobernada con los mandatos de la Inteligencia Artificial, de manera de no tener que hacer nada y que sea orientada por las leyes de la física cuántica y las del universo.

Ahora bien, cada casa donde he vivido ha tenido sus historias y vivencias merecidas e inmerecidas como la vida misma,con paredes y espacios llenos de sentimientos y de momentos que sirvieron para adecuarlas, remozarlas y ampliarla, hasta sentir que ya no era adecuadopara seguir en ella o que las necesidades eran tan inminentes para la búsqueda deun mayor “espaciofísico” que integrara a los invitados de sangre que en cada casa llegaban, llámese la “familia nuclear”.

Hoy en día, terminando de vivir en mi 7mo., “espacio de amor” y buscando la que será mi 8vo. espacio para esperar mi descanso eterno, claro eso solo lo sabe mi Dios, me piden que escriba y le envíe una carta a la primera instancia donde inicié mi conversión  de ser una luz cósmica en el planetapara convertirme en un observador y explorador, primero visual y luego activo e inocente para descubrir los milagros del universo entrando a ser parte del “holograma multidimensional del universo” y tratar de estar presente en esa primera “casita” ubicada en el barrio El Retiro, en San José del Ávila, en la sucursal del cielo, por supuesto.

¿Qué le escribiría yo hoy a esa primera casita, adonde llegué con las ansias de explorar y reconocer que todo lo que veía, pensaba y sentía tenía una razón de ser y que luego de estar  lleno de tantas vivencias, recuerdos, y cosechas de tantos frutos, algunos muy dulces, otros un poco amargos y hasta algunos “sin sabor definido”? y  me sirvieran también  para ser el arquitecto de mi ser para buscar y llegar a la de hoyen la búsqueda de mi 8va. y sublime espacio para celebrar mi autorrealización o autoconversión de ser un co-creador de mi propio destino. ¿Creo que la Física Cuántica empezó a tocarme el Hipocampo, a través de mi “glándula pineal”.¿Verdad?, los psicólogos amigos sabrán a que me refiero.

Bueno aquí voy con mi domesticado y comedido escrito dirigido al espacio holográfico de la casa de mi infancia de mis primeros 5-7 años:

“Mi Querida Casita espacial de convivencia inmortal”, después de haber vivido y haber estado presente en 7 diferentes moradas de “luz, más que de sombras”, acudo a tí, esperando estes viva y de pie,  para tener un encuentro de forma escrita, primero,para expresar y extender mi máximo agradecimiento por todo lo vivido dentro de tu razón de ser  y todo lo que me ofreciste en mi función exploradoray búsqueda de mi identidad hace más de setentas y tantas primaveras, cuando en un cuartico de no más de 2 x 2, en una cunita usada de hierro blanco,disfrutaba todas las mañanas despierto esperando mi biberón de vidrio lleno de una sustancia blanquecina que estremecía todo mi seral recorrer mi delicado canal alimenticio y que al terminar miraba con ansias por más al portador o portadora de ese elixir que me hacía parpadear de alegría por ese sustento lleno de amor. Mi padre, Angel María, un humilde y alegre vendedor de jugos en el mercado de Quinta Crespo y mi madre, Eugenia Antonia, solidaria y activa por darme su cobijo, me alimentaban de amor y juegos manuales que me hacían reír sin parar, a pensar que la vida era un juego de comer, mirar, jugar y dormir.

Siempre recuerdo mis pantaloncitos cortos oscuros con mi camisita blanca y un pelo abundante que a veces le demoraba a algún curioso su definición si yo era barón o hembra, sobre todo porque siempre me aferraba y abrasaba una muñequitade trapo que desde niño me empezaron a gustar.  Al año de mi nacimiento, llego mi hermanita, Beatriz Adela, que pronto iba a ser mi gran compañera para pelear y discutir a quien le pertenecía esas muñecas, pero mi hombría prevalecía y terminaba con ellas aferradas en mis brazos siempre cálidos. 

Tú, miprimera y humilde morada, quedabas frente a una vereda de tierra,solo peatonal, donde Angel María, mi padre, se sentaba en la puerta de una subida de escalones que llegaba a la entrada real de la casitamás bien alta en una pequeña colina natural y tú, siempre pendiente, te asegurabas que no estuviera mojada para que no me resbalara y cayera por esos empinados escalones. Así pasaron 5 años de aprendizaje manual con mi padre que con entusiasmo me dictaba, con dados de madera grandes, donde colocaba cada letra del alfabeto y formaba palabras cortas para que yo las repitiera y si lo hacía rápido, a su entender, me regalaba un caramelo o me abrazaba en señal de triunfo. 

Y tú,mi primera casita, fuiste testigo de esa etapa de encuentros con amiguitos y ahora pienso que te asegurabas y me cuidabas de que no llevara alguna muñeca de trapo que mi consciencia infantil me decía, sabiendo, que si la llevaba me metía en un problematransgénero existencial. Eran encuentros en la callecita de tierra donde disfrutaba al menos 2 veces a la semana a un juego de “metras” donde las “bolondronas” marcaban el “mingo”, como en el juego de bolas criollas que eran mis preferidas por la luminosidad, colorido  y tamaño que solo mi puño la podía ocultar. Recuerdo que dibujábamos sobre la tierra,  un circulo del tamaño de la tapa del pote grande de leche en polvo,  con un “palito”, para asegurar que la metra, tirada desde unos 3 metros,  llegaba más cerca de la “bolondrona”, metra del tamaño de un Toronto,  ganando puntos con la distancia más corta. Otro juego era el “enrollado” con una cuerda y lanzamiento de un trompo midiendo el tiempo que permanencia sin terminar sus giros al caer. De eso, te acuerdas?, yo era un master.

Y así te pasó el tiempo estando presente y viéndome, pero no decías nada sino que dejabas que el sol entrara para calentar mi cuartico y si llovía, dejabas caer algo para que mi madre se acercara buscando el ruido y darsecuenta que me estaba mojandopara cerrar la ventana. Mi hermanita, Beatricita, siempre peinadita, con bucles simétricos que nuestra madre y tías las mantenían impecable, fue siempre mi cómplice en los juegos de “papa y mama” que hacíamos solos en el solar al fondo de la cocina que tu disponías para ello en la parte de arriba.

No quiero extenderme mi casita, pero en esos años, lograste mantener una relación mágica, que sembró una convivencia amorosa en la 2da. Casita o apartamento en Bella Vista, lugar a quien debo escribirle algún día de estos para seguir agradeciendo mi crecimiento y facultamiento de ser un soñador continuo en buscar de un propósito que le diera sentido a mi existencia, realidad que después de haber vivido en 7 moradas, se ha hecho una realidad.

Si no me respondes esta misiva, no importa, es posible que ya no existas, pero la memoria de haber sido la primera no se olvida ya que fuiste la base o fundación de mi personalidad y bienestar duradero. Si quieresvisitarme, igualmente te costará ya que de pronto al no existir por el crecimiento estructural y física del desarrollo de muchas casitas en El Retiro, pero, como la ciencia a través de física cuántica lo reitera, tu energía no desapareció sino que se transformó ytu información seguro quedaráholográficamente plasmada para que en otra galaxia algún “angelito” la está o la estará disfrutando en un “meta-verso”.

Te abrazo y te reitero mi agradecimiento de abrigarme y ofrecerte para dar mis primero pasos y luz del conocimiento que, según los amigos psicólogos,  no es más que la definición de la “consciencia” . Si estas en alguna galaxia, invita a mis padres que seguro están juntos y quieren celebrar y brindar por todo lo que tu hiciste en mis primeros pasos “cuánticos”. Y si por una casualidad, lo cual he aprendido por experiencia de vida que ella no existe y si sigues de pie, dame una señal cósmica para decidir si te visito con una muñeca de trapo en unos shorts cortos y una camiseta blanca, para que me reconozcas y celebremos el encuentro. Si quieres me llevo a mi hermanita, para hacer una fiestecita los cuatro, Tu, ella, yo y mi muñequita.


TEMA DE MARZO 2024/Host es Santi Porras

 


CEC

Club de Escribidores de Caracas

Reunión de marzo 2024

"a dos meses de cumplir 10 años"


Tema: "Las enseñanzas que he aprendido de los niños"

Sábado 23 de marzo 2024

Hora: 1 pm hora Venezuela

Host: Super Santi

Hola querida casa./Ma Elena Garassini

Carta a la casa de mi infancia

 Hola querida casa:

Actualmente alojas a mis padres, que de ser padres, pasaron ahora también a ser abuelos  y bisabuelos. Cuánta historia de tres generaciones ha transcurrido en tus paredes.

Eres un lugar espacioso, fresco e iluminado, donde el espacio es muy cómodo para todos los que allí habitamos. Tienes una planta baja con: un jardín delantero y otro trasero, una terraza, un baño de visita, una sala, un comedor, una cocina, un lavandero, un cuarto con un baño de servicio, y el estudio de mi papá. Una planta alta con un salón familiar , el cuarto con baño matrimonial, un cuarto con baño donde estaba mi hermano, mi cuarto, el de mis dos hermanas, y el baño de las tres hijas.

Hueles a limpio, a orden, a encuentro.

Sabes a pasticho, a chalupa, a pollo al curry, a parrilla, a ñoquis, a pastel de pollo, a roti, a queso relleno, a asado negro. También sabes a deliciosos postres: a tres leches, a marquesa, a torta de manzana, a helado de oreo, a torta de zanahoria, a negro en camisa, a torta de guanábana, a pudin de parchita…

Suenas a gente en acción.

Luces a casa Caraqueña, con muebles de madera comprado en la mueblería Hervigon, lámparas Tiffany, alfombras en cada espacio y muy luminosa.

Te sientes suave, acogedora, mullida, confortable.

Trato de evocar mis primeros recuerdos de vivencias en tus espacios, y me vienen episodios de situaciones que sucedían reiteradamente:

-Mi mamá levantándonos en la mañana, sirviéndonos el desayuno, ayudándonos o apurándonos para tener todo listo y salir porque ya iba a llegar el transporte del señor Martinez, la Ruta 1 del colegio Emil Friedman.

- Las hermanas, a veces con una o unas primas jugando diferentes cosas, con disfraces, juegos de mesas, el tocadiscos, y lo que se nos ocurriera.

- Los almuerzos familiares de los domingos, primero nosotros 6, después con los novios, después con los esposos y algún nieto, después muchos nietos hasta llegar ser 14, después los novios de los nietos, y ahora 4 bisnietos y otro en camino.

Si tuviera que escoger un evento que tuviera que representar mi mayor agradecimiento pasado y futuro son los almuerzos los domingos preparados por mi mamá, la abuela, la Abu. Sabes que ella es tu más fiel y cuidadora habitante, la que te cuida, te habita y te disfruta.

Llegar a ti cuando voy a Caracas, es llegar a un lugar seguro, es retornar al vientre familia

 

Mi infancia en un carro (Como una casa)

Mi casa, mi carro

Mi madre tenía un carro color crema, un Chrysler Impala cupé de 1960, con dos aletas traseras laterales. Era gigante para la mirada de un niño de 4 años, que además aprendió del miedo que ella tenía al manejar. Era 1963 entonces, y se escuchaba sin parar una canción del Trío Venezuela, “Magia blanca”. Íbamos a llevar y a buscar a mis hermanas que estudiaban en el Colegio de Monjas francesas, San José de Tarbes, pero ese día justo y debido a la inestable que estaba la recién nacida democracia en el país y en un “atajaperro”, mi madre tuvo que girar y llegamos a la carretera que comunicaba con Valencia. “Preguntando se llega a Roma” y así pudimos regresar. Magia blanca, seguía sonando en la radio.  No recuerdo verla manejando otro carro, ni en otro tiempo. Ella descubrió que era excelente copiloto.

Uno vive en una casa pero resulta que pasamos muchas horas en carros, ajenos o propios. A mi Mamá no le gustaba manejar, en cambio mi padre le encantaba. Yo, por ser el menor, viví intensamente todos los viajes, en esa, la que sería mi segunda casa en la infancia.

Por esa época, terminaron mis días de “perrito faldero” y me metieron de cabeza a estudiar Preparatoria en el Colegio San Agustín de El Paraiso. Prefería los días de asistente de cocina, o preguntador de direcciones, o quema dedos en el encendedor del carro. Con el colegio se acabó la compañía diaria a buscar a mis 4 hermanos. Igual, me iban a buscar; ya que entonces, estudiábamos los tres varones,  en el mismo colegio.

Mi padre al tiempo, y no recuerdo más el Impala, se compró una camioneta Opel Rekord P2, azul, y estaba propulsada por un motor de cuatro cilindros de 1.7 litros que producía 60 caballos de fuerza; todo un avance para la época. No era ni tan grande como el Impala pero cabían mi papa y mi mama adelante, y mis 4 hermanos uno al lado de otro, en la segunda fila. El mas peque, iba atrás. Y atrás, se mareaba mucho en las curvas de Carora en Lara y por supuesto, vomitaba. Mucho. Mi mamá me daba soda en vez de agua, y sé que prefería no beber nada en el viaje.

Mi abuela aun vivía. La última vez que mis padres viajaron a Maracaibo lo hicieron,  sin mi, y fue para el velorio de mi abuela materna. Recuerdo que ya no tuvieron que tomar un ferry para llegar a Maracaibo, sino que estrenaron el puente. Era el año 1963. Antes del puente para llegar a Maracaibo en el Opel y luego de las curvas de Carora, tomábamos carretera larga. En semana Santa escuchábamos completo y en varias versiones el “Popule Meus” de Tomas de Victoria y escrito en el siglo XVI. Es increíble contarlo, pero estaba prohibido colocar música en días santos en Venezuela. Solo el Popule Meus y las 7 palabras contadas por el Cardenal, que entonces era José Humberto Quintero Parra.

Luego venían los campos petroleros de toda esa costa hasta llegar a la estación del Ferry. Los llamaban balancines, que eran los que sacaban el oro negro que hizo a este país, uno de los mas ricos del mundo. En esa época pero en 1965, Sean Connery interpretaba al 007 en el famoso “Thunderball”y se decía en algún momento, que los malos iban a pedir un rescate en la moneda fuerte del momento: en Bolívares.

En uno de esos viajes, ya cuando pasábamos por Carora, y ya solo mi papa, mamá y yo, descubriría mi alergia a la grasa del cochino, y lo largo que se puede hacer la carretera Lara Zulia; esa recta interminable, sobre todo con los retortijones. A partir de ahí ya éramos 4 o 3; mi mamá, mi papá, Fredy y yo. Mis hermanas estaban casadas o por casarse y mi hermano era independiente. Seguíamos con el Opel, pero con la muerte de mi abuela, cambiamos los viajes a Margarita. Resulta que mi padre compró con un portugués, una fábrica de sardinas. Comimos muchas por algún tiempo, pero no estaba destinado a ser. La vendieron y resultó después, una fábrica de comida de animales. Ese viaje era otro ferry, y en el otro lado del país. No mareaba en barco; me gustaba. Era como una aventura y siempre podía bajar a acostarme en el carro, aunque ahora lo veo peligroso por el humo tóxico.

Pasaron los años y ya un poco más grande, ya los tres, los acompañé en aventuras en Guayana, Falcón, Lara, Sucre, Bolívar. Nunca fuimos a los Andes, ni a los llanos. Siempre en su carro, manejando; lo amaba. Una vez, fui yo el que le entregó un carro blanco que me compre al graduarme. Lo usaban solo para ir a mi casa; de resto yo los buscaba. Ïbamos mucho al Junko Country Club y ya entonces, el carro se volvió a llenar, ahora con los tres hijos de mis hermanos. Nos metíamos seis, era muy divertido. Mucho. Luego, para ellos, era de su casa en el Paraiso, a mi casa en La Tahona. Ya se fueron.

Ahora, paseo con los hijos de los niños aquellos; en la confianza de que algún día, voy a disfrutar mucho, cuando me pasen buscando, para tener alguna aventura por este gran país. Ley de la vida. La vida en un carro.

 

AL

carta a la casa de mi infancia/Jesucita Peters

 

Autor: JesucitaPeters S.

Fecha: 26 de febrero 2024.

 

Carta a la casa de mi infancia

 

Que de recuerdos de esa casa de la infancia, donde no hubo figura paterna, por cuanto mi mamá enviudo muy joven  y se dedicó a criar dos hijos únicos mí hermano mayor de nombre Alfredo( ya fallecido) y mi persona.

Mi recuerdo me lleva a esa casa donde comienza mi historia y veo a una madre abnegada que hizo de papá y mamá de una manera ejemplar. La negrita como yo le llamaba la recuerdo dulce, amorosa, pulcra, ahorradora,  inteligente, con una visión de futuro que se alejaba grandemente de sus contemporáneos, etc.; pero con mano dura y chancleta en mano para corregirnos en lo que ella consideraba no estaba correcto y se alejara de sus principios y valores.

Recuerdo nuestro hogar y nuestra infancia llena de amor y a  dos hermanos jugando y peleando por casi todo, cuando no estaba mamá  presente. A mi memoria llega el principal  motivo de nuestras peleas cotidianas, las cuáles se generaban por acuerdos previos que mi hermano no respetaba. En mi casa había un televisor, una radio y una poltrona que se ubicaba cerca del televisor, el acuerdo era: que el que pidiera la TV, la radio y la poltrona la usaba sin restriccionesy a voluntad por todo ese día, es decir, después que llegáramos del colegio y ya hubiésemos hechonuestras tareas. Este acuerdo se respetó, hasta que mi hermano vio que la que disfrutaba más de este acuerdo era yo, ya que siempre me despertaba antes que él ypedía los tres elementos, hasta que un buen día después de que yo, ya  había hecho mi solicitud,  el decidió que  no había escuchado y cuando él se levantaba lo pedía ignorando mi solicitud previa, de allí en adelante pelea segura. Mi hermano mayor era tan perezoso para despertar en las mañanas que hubo veces que el transporte escolar lo dejó, cuando yo o mamá no lo llamábamos.

Recuerdo que yo tuve que aprender todos los juegos que supuestamente solo lo jugaban los varones, entre los cuales me volví  una experta con las metras, el garrufio, jacks, volar papagayo, perinola, piedra papel y tijeras, entre muchos otros. La verdad fueron momentos felices entre peleas y competencias entre mi hermano y yo.

Mi madre era amante de las plantas , recuerdo el olor de la flor de una planta llamada Uña de Danta que impregnaba toda la casa con su perfume y aún hoy donde encuentro ese olor me traslada a la casa de mi infancia, otro olor que nunca olvido es el olor a torta que mamá acostumbraba hacer los sábados por la noche y como de costumbre mi hermano y yo lambuceando la batidora ,la paleta, es decir, todos los instrumentos de cocina en donde había quedado mezcla de la torta le pasábamos el dedo y hasta las lambiamos y mi mamá regañándonos para que no lo hiciéramos, al día siguiente domingo desayunábamos con torta y leche, eso era lo máximo.

Nunca se me olvidará lo buena cocinera que era mi mamá, por cierto ella tenía un compadre que la llamaba para el mes de Julio para avisarle si estaba dispuesta para hacer las cachapas, ya que él se encargaba de llevarle bolsas de jojotos para hacer las cachapas de hoja y además molía  el maízen esas máquinas manuales que se usaban antes y que cansaban bastante y mamá se encargaba de sazonar la mezcla para luego ponerla en las hojas del jojotocon un habilidad increíble. Así nos deleitábamos con las cachapas que una vez hechas, al día siguiente mamá las ponía en un budare a calentar y que se le hiciera una conchita dorada  y luego la impregnaba de mantequilla y le ponía no queso blanco, sino queso gouda amarillo, para nosotros era manjar de Dioses.

Mi casa siempre estaba abierta y mi mamá era muy hospitalaria y cultivaba muchos amigos. No importaba que día  de la semana fuera ya que seguro habría dulce en almíbar, esto era un ritual en mi casa de la infancia para ofrecerle a las visitas. La negrita  era experta en hacer dulces en almíbar de: naranjas, toronjas, lechosas, limones, duraznos, ciruelas y muchos otros. El dulce que más me gustaba a mí, era el de lechosa, coco y piña todo estos ingredientes rayados y hechos con papelón, que delicioso.

En casa celebrando las navidades, la negrita fue siempre muy amiguera y servicial lo que hacía que las navidades para nosotros fuera motivo de festejo y reunión entre amigos que ya eran como familia y en dónde se reunían hacer las hallacas en nuestra casa y que buscando la sazón de mi mamá, pero esto siempre fue motivo de alegría en mi hogar.

Viendo mis recuerdos, me doy cuenta que las celebraciones y las comidas  siempre iban de la mano. Hoy entiendo porque me dicen que cocino sabroso, creo que lo herede de la negrita, mi mamá.

La asociación de la alegría y la comida estánpresentes siempreen mi vida, me doy cuenta de donde viene. Actualmente vivo haciéndole comiditas ricas a mis nietos para cuando yo ya no este, se acuerden de mi a través de los olores y sabores de las comidas, actualmente ya Liam uno de mis nietos de 3 años me pregunta Abu cuando haces empanadas, aunque yo considero que no soy experta haciéndolas.

Otro recuerdo que se me viene a la mente porque nos hacía muy felices a mi hermano y a mí, mamá acostumbraba hacernos sorpresas con las comidas, nunca se me olvidará el que teníamos un comedor de niños en donde nos sentábamos a comer y donde mamá por ejemplo nos servía  una montañita de puré de papas y al verlo nos poníamos tristes porque era papa sola y comentábamos entre mi hermano y yo, así comenzábamos a derrumbar el puré de papas para ver que escondía, a veces tenía la carne dentro, o tajadas, o lo que a mamá se le ocurriera, esto era motivo de una gran alegría para nosotros y mamá reía mucho al ver nuestras caras  tristes.

Hoy me doy cuenta de que fácil es complacernos cuando somos niños, recuerdo que mamá nos llevó a un parque y vendían pollitos y nos antojamos de pollitos y mamá nos compró un pollito para cada  uno, lo llevamos a casa y mi hermano era muy tosco y acaricio tanto al pollito que el mismo no sobrevivió a las caricias, sin embargo, mi pollito se convirtió en gallina y hubo que hacerle una jaula y se llamaba Sancochito ya estaba tan grande que un buen día, mamá decidió regalarla a unos amigos, esa fue mi primera experiencia de perdida de algo que yo quería, aunque podíamos visitarla no era lo mismo.

Hoy recuerdo el olor de  la pintura del mes de noviembre que se hacía para poder montar el arbolito y el nacimiento, los ruidos de alegría por los regalos y estrenos del 24 y el 31 de Diciembre para recibir el año nuevo.

Recuerdo los ladridos de Minina, Chispita, Picolino, Bambi a lo largo de mi infancia,estos fueron los perros que nos acompañaron en nuestras travesuras mientras crecíamos.

Hoy veo que la presencia de la negrita pincelo de gratos colores, olores y tanto amor ese hogar en donde crecían sus polluelos, hasta llevarnos a la universidad y ver como ahuecamos las alas para formar nuestros propios hogares, con nuestras propias normas, valores y principios que emanan de todo lo que ella nos pudo brindar.

Agradecida mi negrita amada por darnos ese cálido hogar que nos brindaste, un abrazo seguro en todo momento y circunstancia, una palabra de aliento, un regaño oportuno para corregir el camino y sobre todo esa inteligencia que  te impregnaba en todo lo que hacías, hoy quizás te  admiro más que antes, probablemente porque hago consciente tu esmero y dedicación.

Estas son algunas de las anécdotas que pude recordar y que marcaron mi historia de vida.