martes, 30 de agosto de 2022

¡QUIEN PRENDIÓ LA VELA!

Fecha: 28/08/2022

Autor: Martín A. Fernández Ch.

Ya entrada la noche, ella manda a su hijo Pedro al encuentro de su padre, quien comúnmente llegaba a casa por esa hora.

-    Hijo, coge la lámpara para que vayas a recibir a tu Papá –dijo la madre mientras se disponía a calentar la comida para su marido.

Pedro agarró una lámpara de vela que se encontraba sobre la mesa del comedor, la encendió y salió de la casa rumbo al camino por donde su padre siempre acostumbra a venir de su jornada de trabajo. Él camina muy despacio, cubriendo con la mano la llama para que el viento no se la apagara.

Caminó un largo trecho o eso pareció, por el tiempo que tardó. Casi llegando a las puertas del cementerio, comenzó a ver sombras, pero se dio cuenta que no tenía nada que temer, porque la vela reflejaba su figura, así como la de los arbustos y árboles, y dejaba ver en penumbra la puerta del lugar y las tumbas. Al llegar a un sitio abierto, la vela se le apagó. Pedro se dijo así mismo «Dios, deja de soplar» y siguió su camino en plena oscuridad, ya que no tenía temor a los muertos, porque su padre siempre le decía «el muerto está muerto, solo Jesús ha sido el único que ha resucitado». Realmente no estaba asustado, sin embargo, sintió de repente una presencia y le encendió la vela, lo cual sí lo aterró. En principio, se quedó paralizado pensando, viendo en su frente el reflejo de un hombre con sombrero entre las sombras, votó la lámpara e inmediatamente salió corriendo despavorido de regreso a casa.

Pedro escuchaba una voz que le decía “no corras, para dónde vas con tanto apuro”, aterrándolo más y provocándole correr más rápido aún, sin importarle la oscuridad. Como conocía perfectamente el camino y su relieve, pudo llegar a su casa en un instante y sin tropezar. Abrió de manera abrupta la puerta y entró de forma fugaz, cerrándola con toda su fuerza y se lanzó a esconderse debajo de la mesa del comedor, respirando agitadamente, sintiendo que el corazón se le salía del pecho.

-     Pedro, mi amor ¿qué te pasa? ¿Y tu Papá donde está? –le dijo la madre.

-    ¡No sé Mamá! El viento apagó la vela, luego se encendió, vi la cara espantosa de un hombre, me asusté, era horrible y me vine corriendo –contestó Pedro de manera entrecortada, agarrando aire para tranquilizarse.

-    ¡Vamos Pedro, estas exagerando! –le dijo la Mamá.

En eso, la puerta de la casa se abrió lentamente, acompañada de un chillido agudo de las viejas bisagras, luego, se escucharon unas pisadas fuertes sobre el piso de madera. Pedro, debajo de la mesa, vio entrar a alguien con unas botas negras, empantanadas, estaba aterrado, más cuando ve a la persona agachándose y levantando el mantel de la mesa para asomar la cabeza, preguntando “dónde está Pedro, quien corre como el viento”. Era su Papá echando una carcajada y extendiendo su brazo para que su hijo saliera a saludarlo.

-    ¡Papá, eras tú! ¡Tremendo susto me diste! – dijo Pedro saliendo rápido del piso y lanzándose a los brazos de su Papá.

Luego de conversar un rato sobre lo sucedido, Mamá sirvió la cena y los tres compartieron felices el manjar que había preparado. Pedro acompañó su comida con una bebida fría de “cola” y los padres con un vaso de vino tinto.

FIN  

domingo, 28 de agosto de 2022

Luz y sombras. Jesucita Peters

Autor: Jesucita Peters S.


Tema: Yo tenía una luz que a mí me alumbraba y venía una brisa y zuass...y me la apagaba" (mis luces y sombras)


Título: Luz y sombras


La vida está llena de luz y sombras y si no fuese así, no sería vida.

Hay momentos que la luz resplandece hasta cegarnos, asociadas a momentos de triunfos, alegrías y esperanzas, en dónde nuestras emociones surgen a borbotones para expresar lo bien y complacidos de esos momentos gratos, que llenan nuestros espacios de regocijo y agradecimiento por estar presentes en nuestras vidas.

Al hacer un recuento de esos momentos de luz, puedo decir que el recorrido ha estado lleno de luz infinita para alumbrar el camino, aún cuando pensaba que no sería así.

Es difícil no transitar por esos espacios que te dan las sombras, porqué sin ellas no serías capaz de apreciar la luz.

Las sombras son espacios de experiencias y aprendizajes ya que sientes que estás en el hueco más oscuro y profundo del cuál crees no poder salir jamás, pero siempre se busca algo importante que te aferre a la vida, que hace que tus niveles de resiliencia se activen para salir más fortalecidos para afrontar las adversidades.

Quién puede transitar por los caminos de la vida sin toparse con las sombras y las luces, debe ser imposible no hacerlo, ya que la vida es semejante a estar en momentos en la cresta de la ola y otras veces puedes estar en la parte baja de la misma.

La toma de decisiones en la vida están matizadas y mezcladas por luces y sombras y también por grises, porque dependiendo de los resultados, seremos capaces de interpretarlo de manera distintas.

¿Podríamos desprendernos de las sombras?


A veces queremos alejarnos de ella pero nuestras circunstancias no lo permiten, sin embargo, si entendemos que ellas nos nutren el espíritu y el entendimiento, entonces porqué alejarla, quizás debamos tenerla cómo amiga inseparable que nos acompañe hasta el fin de nuestros días.

Si las sombras no existieran no valoraríamos la luz que ilumina la vida, desde que despertamos con el despunte del alba sintiendo en la piel el astro rey calentando la piel, para hacernos sentir que la vida está llena de luz y sombras, pero siempre estaremos prestos a buscar la luz, ya que es la sazón para el alma, esa alma que siempre tratará de encontrar la paz, el amor, la lealtad, los afectos, la mano amiga, la hermandad, entre muchos otros,que forman parte de esa luz que siempre nos acompaña.

En el camino del tren de nuestras vidas, podemos  ser capaces de encontrar personas que iluminan con su  brillo nuestras vidas, pero también  hay otras que no tanto, en este caso debemos ser inteligentes emocionalmente para  lidiar con ellos y salir airosos de las situaciones que se nos presenten, para ir en búsqueda de la luz.

La luz siempre estará por encima de las sombras y aunque haya una brisa no importa lo fuerte que sea, no podrá apagarla.

! Nosotros entre luz y las sombras!

Tema de agosto 2022/María Elena Garassini

 

"Yo tenía una luz que a mí me alumbraba y venía una brisa y zuass...y me la apagaba"  (mis luces y sombras en la migración)

Cómo no vivir con nuestras luces y nuestras sombras, si ellas están allí todo el tiempo. Cómo no reconocer nuestras luces y nuestras sombras, si ellas dirigen nuestras acciones. Cómo no lidiar con nuestras luces y nuestras sombras, si tenemos que responsabilizarnos por sus consecuencias, en fin cómo no conversar con nuestros amigos escribidores sobre nuestras luces y nuestras sombras, si son nuestros compañeros de revelaciones, alegrías y tristezas.

Cuando somos migrantes la letra de esta canción "yo tenía una luz que a mí me alumbraba y venía una brisa y zuass...y me la apagaba", se hace presente en forma constante en nuestras vidas porque una cosa es lo que queremos , aspiramos, tenemos la expectativa de que ocurra, y otra cosa es lo que ocurre; porque no nos movemos como pez en al agua como en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestra urbanización, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones… a lo venezolano.

Gracias a Dios, y porque tenemos luces y sombras también vivimos con mucha frecuencia solo la primera parte de la canción "yo tenía una luz que a mí me alumbraba… y gracias a ella soy una persona amigable y sociable, que cultiva y cuida amigos y familiares, que es súper entusiasta y aborda con mucho optimismo nuevos proyectos, y que ha podido cultivar nuevas amistades, experiencias y aprendizajes en otros países. Pero también con mucha frecuencia “ ha venido la brisa y zuass… y me la ha apagado”, y he tenido que lidiar con mi tristeza, mi rabia, mi frustración, mi impotencia ante hechos que me parecen injustos o están fuera de mi control o de mi alcance , y hacen que me pongan susceptible, desanimada e incluso irónica y pedante, y ataque a mis seres queridos con comentarios fuertes y molestos.

Pero, de nuevo, pero, así es la vida, “agridulce”, si agridulce como esa salsa roja que siempre trae la comida china que nos gusta tanto. Es difícil en el momento que sucede lo agrio, porque nos sentimos mal, poca cosa, y hasta feos, pero al día siguiente cuando valoramos que tenemos en la vida montones de luces, y que además hacemos esfuerzos por mantenerlas y cuidarlas e incluso buscamos prender algunas nuevas, somos más tolerantes a las que se apagaron y nos enfocamos en algo nuevo, saboreamos de nuevo lo dulce de la vida, e incluso sabe mejor por contraste.

La perseverancia y la tolerancia, en conjunto con la valoración y el disfrute son el cuarteto necesario para seguir cantando alegres "yo tenía una luz que a mí me alumbraba y venía una brisa y zuass...y me la apagaba "reconociendo en nuestras vidas las luces y las sombras que tenemos o transitamos. Cantemos siempre también “gracias a la vida que me ha dado tanto”

María Elena Garassini

Yo tenía una luz... de Angel Ceballos

 Tema del mes: Yo tenía una luz que a mí me alumbraba y llego la brisa  y suas…..

Esta reflexión “Shakespierana” me invitó a pensar científicamente, que si todo en el universo es energía vibratoria en movimiento, como lo es en el ser humano, tiene que haber alguna fuente y capacidad de emitir algún tipo de luz cuando las condiciones estén dadas y así alumbrar, con mayor o menor intensidad dependiendo de la distancia o el espacio lumínico. Si todos somos materia orgánica, nuestra energía debe estar basada en la quema constante de carbono, que como hornos bípedos la convertimos en combustible propio para poder seguir dando luz. Entonces, vale la pena preguntarse: ¿Estamos, nosotros, siempre irradiando algún tipo de luz?. Esa es la pregunta del millón, cuya respuesta, “sin darnos cuenta”, quizás esté más cerca de lo que pensamos o cuyo origen esté más lejos de nosotros, sin percatarnos. Si hablamos solamente de la luz que vemos, entonces solo hay una. Pero las distintas ondas electromagnéticas visibles pueden poseer distintas longitudes de onda y frecuencias, lo cual pueden generar luces no visibles, como, las microondas, los infrarrojos, los ultravioleta, los rayos X y los rayos gamma, las cuales difieren en cuanto a longitud y frecuencia referida.

 ¿Que complejo verdad?. Entonces vámonos a lo más sencillo; como lo pone; Lin Yutan, filósofo japonés, quien nos aclara que, hay dos maneras de difundir la luz. “Ser la lámpara que la emite, o el espejo que la refleja.” . Ahora empiezo a entender. ¿A Cuál de las dos nos invita a ubicarnos?. Por un lado, pienso que, si somos una “lámpara”, la luz que irradiamos, producto de activar nuestra “capacitancia interna”, llena de nuestras experiencias, desde el día que abrimos nuestros ojos que realmente es el día que comenzamos a mostrar e irradiar “luz de vida”, es entonces infinita, pero que si no tenemos conciencia de lo que hacemos o porque lo hacemos, va llegar una brisa “suas” y la va apagar, no dejando de ser responsable de emitirla, usarla, y disminuirla, porque nunca se apagará mientras seamos un ser vivo y no tenemos la necesidad de esperar que una “brisa”” llegue y “suas” nos las apague. Mientras que si somos “espejo” no importa lo que irradiemos ya que no sabemos que defecto pueda tener ese medio para conocer la distorsión o fidelidad con que irradia y medir el impacto sobre su destino. Bien, así somos los seres humanos que nos surge la pregunta,

 ¿habrá una luz que no alumbre?, y la respuesta es un !No! rotundo cuya efectividad e impacto energético que produce dicha luz, dependerá también de luces no visibles , como, las mencionadas anteriormente. Conclusión: Todos irradiamos luz, que, si es visible, porque usamos todos los atributos de la energía del bienestar, como la alegría, el agradecimiento, el buen humor, la empatía, la amabilidad y pare Ud. de contar, no necesitamos espejo que la refleje ni el mayor “suas” de una brisa que la apague. Pero cuando emitimos una luz difusa e invisible, producto de un resentimiento, envidia, odio o desesperanza,

la fuente o ente receptora la recibe con toda el poder de una brisa que la apaga y la convierte en un rayo sombrío que come energía Mis “lápices energéticos” toda luz alumbra, y nunca es igual, una de otra, sino solo parecidas a la otra. Como también, Nadie es como el otro. Somos únicos. Y ¿por que?. Porque nadie ha vivido lo que cada mortal ha vivido. Las experiencias gratas e ingratas y el aprendizaje de cada uno, es único. Y como lo dice Alex Rovira, “de lejos todas las estrellas parecen iguales, pero al llegar cerca de ellas, son diferentes en temperatura, tamaño, brillo y color, así como los talentos que alumbran con luz propia a cada persona. Y termina afirmando que, aunque haya miles de estrellas en el firmamento, ninguna posee un brillo, similar, una intensidad igual o una frecuencia en línea con tus ciclos de vida. Y por si no lo sabían, o lo han pasado por alto, como existen luces también existen oscuridades habitando en nuestro ser que son parte de lo que somos y lo que no quisimos o queremos ser. Es un paradigma entre lo que “nos damos cuenta” y lo que rechazamos. Cuando queremos, irradiamos luz visible y no hay brisa que la apague, pero cuando estamos en una mar de confusiones existenciales en nuestro interior, cualquier “brisita” “arrasa” con furor y detiene esa luz que nos define, porque la otra sigue ahí, asechando. 

Ahora, cuando hay un equilibrio saludable, hay luz y si hay una brisa, será refrescante e incapaz de apagarla, sino más bien atizarla porque el poder de la primera supera la segunda. Lo importante es reconocer que, para tener éxito en la vida y tener bienestar con nosotros mismos, debemos activar la energía visible, con todos los atributos que hemos aprendido en psicología positiva, aceptando las realidades, suficientes para emitir la Luz que no se apague con la, o las brisas que lleguen. Les confieso, que en algún momento en mis recientes madrugadas, entre 3 a 5 AM, para mí, un espacio mágico de reflexión y autos encuentros, vino a mi mente momentos cruciales de mis “luces y sombras” en mis logros y mis “caídas” que en mi caso marcaron mi vida después que me jubilé y pude reconocer que en ellos, había una sincronía singular de fijar mentalmente “destinos” que iban a requerir una energía especial para alumbrar los “caminos”, como un Faro, que ahora me doy cuenta que tenía y que salía de mi interior. 

¿Es esto casual, con el tema del mes? . ¡NO!, la diferencia está en que, en esos logros, no hubo una brisa que “suas”, me la apagara y mi “luz interior” estaba siempre encendida. No se puede hacer nada para apagarla o encenderla. Esa luz interior es tu verdadero Yo / Dios. No eres tú mismo como en lo que crees que eres, sino un Yo que aparece cuando la mente está en silencio. Hay prácticas que nos ayudan a florecer la luz que llevamos por dentro, como es la meditación que nos ayuda a concentrarnos en un punto de luz, que emite energía positiva, y si nos unimos con un grupo esa luz se vuelve más potente, de forma que llega más lejos y su efecto es más duradero. ¡No hay brisa que la apague!

Amigos del alma, cada día me dio cuenta de que yo soy dueño de mi luz y no tengo que buscar medios externos para atizarla, sino protegerla. Las brisas siempre estarán presentes y su intensidad será favorecida cuando desmayemos nuestros instintos y seguridad de que podemos ser un faro con luz perpetua. ¡Feliz e iluminado domingo sin brisa que apagar! 

Autor: A. R. Ceballos.

Luces y sombras

 

Las luces y las sombras

“Somos porque hemos sido” dice una famosa frase del profesor chileno Fernando Flores, padre de la ontología del lenguaje, junto con Rafael Echeverría. La frase habla por una parte, del pasado, de lo vivido, de la experiencia; todo aquello que construye o limita. Por otra parte, nos habla del devenir, de lo que está por suceder o de lo que nos hemos propuesto a andar. En ambos casos, la vida está llena de juicios, ¡como debe ser!. El gran aporte de ambos, junto a Humberto Maturana, es que vivimos en mundos interpretativos. Las antiguas escrituras judías dicen que no vemos al mundo como es, sino como somos.

La psicología positiva de Seligman también habla de la posibilidad de alcanzar nuestra mejor versión, trabajando de manera consistente y consciente. De igual manera, lo que podamos ver o entender del proceso, será un juicio de nosotros mismos, a menos, que decidamos que la opinión de los otros sobre nosotros, tenga un peso verdadero o mayor. Así también, construimos al ser: engañándonos a nosotros mismos. Cuando te dicen que no puedes luchar contra lo que eres, ¿bajo qué conocimiento lo dicen, si nadie puede habitar en tu propio ser?. Por eso inventamos el “estar siendo”, una suerte de evidencia temporal de lo que percibimos que somos.

¿Y así son las luces y las sombras? ¿Son juicios de nosotros mismos?. Jung escribió mucho sobre esto y a los juicios maestros los llegó a llamar “los malditos”. Entregarse a las sombras, es una forma de dejar de vivir. Toda la vida es un encuentro, una lucha, o una danza, entre lo que vamos encontrando y lo que queramos que sea. Ese es el viaje; el ir y venir, sin quedarse en ninguno de los extremos. Así, cada vez nos vamos acercando al punto medio, aquel, donde realmente nos sentimos en bienestar. Y ese lugar no es luminoso, ni obscuro, simplemente, es.

En nuestras vidas encontramos numerosos ejemplos del vaivén de los juicios. Se complejiza ya que hay dos juicios; el del que hace la acción, y el del juicio de quién observa. No siempre coinciden y es por eso que para acompañar a otros desde la terapia, el coaching, el mentoría o la amistad, haya que cerrar brechas en la interpretación de ambos mundos. Escuchar es quizá, la mejor forma de hacerlo. Una forma de vivir en armonía y para aprender de nuestros propios juicios, sea colocarse en el lugar del otro u otra. Ser empático y entender el porqué de las acciones. Pero si estamos en algún extremo, como una profunda sombra o una luz que encandila, solo te deseo el bien y que tengas la fortaleza de salir de ahí, pero no te quedes, pide ayuda, una mano, un abrazo. No te quedes ahí.

Una amiga se fue del país. Regresa a  acompañar a sus padres enfermos. En su partida nuevamente, se toma fotos familiares felices que hacen con los enfermos, quienes en sus rostros dibujan más bien, el desconcierto de la proximidad de la muerte. Pero eso es mi juicio. ¿Qué tal el juicio de ella? Lo que quiero decir, es que en este trabajo interno quizá podamos dejar de sentir la necesidad de colocar nuestro propio juicio por encima del otro. Somos seres en movimiento, construyendo mundos. Algunos hemos tenido la oportunidad de vernos en el pasado construyendo mundos a otros y protegiendo los nuestros, y de repente, todo se cae. Es ahí, donde podemos construir con las piezas rotas, con mueva argamasa, con nueva forma de hacerlo. Quizá la vida sea eso, armar, para volver a armar cuando caiga.

Para los cristianos y en mi caso, me sirve asociar la salud y la religión. Resulta que cada tres años debo hacerme un examen de colon para evitar que una luz se convierta en sombra. Por la pandemia tenía el doble del tiempo de retraso. Y lo decidí y lo hice, e hicieron lo que tenían que hacer. Dejar de ir al médico es como dejar de confesarse en la iglesia. Conoces tus pecados pero no te pones al día, sino que postergas; y sigues acumulando y en la medida que acumulas les das vida a tus propios juicios, (a veces malditos). Convivimos con las sombras cuando es muy fácil tomar la decisión. Hoy, solo me falta confesarme.

Alberto

SOMBRAS EN MI HAZ DE LUZ

 

SOMBRAS EN MI HAZ DE LUZ

 

Estoy hecha de huecos oscuros

Buscando filamentos sutiles,

de los que tejen luces y sombras

y pintan de rojo pasiones perdidas

 

Voy talando mi árbol de sombras

Sus ramas me golpean

entre sueños y pesadillas,

entre pensamientos dinamita,

que todo lo explotan.

 

Las cargo en la espalda,

evadiendo sus guiños

A veces me quiebran, me llagan

y anónimas van clavadas a mis hombros,

pesando más, cuando la vida aplasta.

 

Sombra, hija espuria

Escondida entre rincones torcidos

De tan rechazada, más negra

en el carbón de la vida

Esperas con saña el momento

de la hora vacía

La esencia torera capea sus astas,

las toca y acaricia en su beso infernal.

 

Lágrimas que volverán a ser charco

Luces y sombras de otros tiempos

se abrazarán en un solo tiempo

No hay sombra que se resista,

al brillo del amor

Tu aleteo y tu calado dormirán,

domesticados en un profundo sueño.

 

Mi luz va saliendo de ocres rocas,

dramatizando su esplendor

Chispa viva, se cuela por mis ranuras

Mudas las palabras gravitan

en un poema, gritando su silencio

Mudas mis sombras en represión pasiva

Sombras doradas y variopintas

Presas y oprimidas esperando libertad,

para hacerme libre de verdad.

 

Estoy poniendo en verso, las sombras

de todas mis estirpes y mis tiempos

Estoy honrando su existencia

Abrazándolas y liberándolas

Hijas pródigas quedan libres,

convertidas en una gradiente vespertina,

de luz y penumbra a su aire y medida.

 

No camino sola, las llevo pegadas

La de mi cuerpo y las de mi alma,

compañeras abrazadas a mi camino

Mi sombra física me hermana a la vida

Mis sombras espirituales al vacío

No estarán conmigo en el momento final…

 

Gudelia Cavero Hurtado

SOMBRA VEN A MI (agosto 2022)

 


Desde hace no mucho tiempo, he estado abrigando la creencia que el bien y el mal realmente no existen. Que solamente existen consecuencias.

Desde pequeño he observado una doble moral. Una moral que, aparentemente castiga a los pillos y premia a los santos. Pero, esto no es cierto.

Estimo que con frecuencia, no le vamos al “bueno” en el cine o en la televisión.

¿Por ejemplo? Robin Hood es un ladrón y robar es malo...me dijeron. De eso no queda la menor duda.

Sin embargo Robin Hood, es expuesto en la pantalla como un hombre simpático, bien parecido, exitoso.

Que roba dinero y por robárselo a los ricos, tiene le va bien. Por fin atiné de donde proviene la frase “ser rico es malo”, que tanto daño le hace al pobre.

Recientemente veía también la serie de Pablo Escobar. Narcotraficante, ladrón, asesino, por nombrar algunas cosillas. Estoy seguro de que muchas de las personas que la veían (incluyéndome) deseaban que saliera ileso (aun sabiendo la historia). Obviamente, Pablo tenía su recompensa. Y vaya que las tenía. Sin embargo. El tema no era la recompensa, sino las consecuencias lo que hacía.

¿Que nos pasa en el fondo con todo esto?

Nos sucede que reconocemos lo malo. Nos atrae. Los villanos son presentados con creatividad y la mayoría de los héroes son mostrados opacos, sin brillo o con pocos matices. Ganan si, pero sin chiste.

No nos atrevemos a “cruzar la línea” por conciencia de las consecuencias. Lo malo gusta, pero gusta verlo en otros y lejos!

Nos da miedo cuando lo observamos en nosotros mismos. Nos gustan los villanos porque sabemos que están en la pantalla o en las páginas de un libro. Estoy a salvo pues.

¿Lo más curioso de esta sombra? Es que siempre nos acompaña. Hago la prueba. Salgo a la calle y el sol se empeña en hacerla visible. Está allí por mas que me mueva. Listo! Salgo de noche y la luna hace lo propio.

La única manera de escaparme de ella es estando en la oscuridad total.

He descubierto por tanto, lo útil que es, abrazar a la sombra. Reconocer su existencia, valorar la potencia de sus enseñanzas. He descubierto que forma parte de mi.

Darme cuenta de que el estar en la sombra me puede hacer daño, pero comprender  que ella existe gracias a un lado luminoso, es un gran descubrimiento. Y es este contraste lo que nos hace sabios.

He comprendido en el trabajo terapéutico, tanto hacia mí como hacia otros. qué el lado oscuro me ha sido útil para ayudar a otros. Para ser un buen tipo. Para ser un buen ciudadano.

Es posible que lo escrito esté plagado de obviedades. Pero es a mis sesenta años cuando me hace real sentido.

¿De mis errores¿ Consecuencias. Sólo eso, consecuencias. Algunas de ellas aun me pesan.

Pero viendo en retrospectiva no me queda más que decir…Ven mi sombra para darte un abrazo!!!

Eres parte de mí.

 

Cesar Yacsirk

Club de Escribidores de Caracas.

Agosto 2022

sábado, 13 de agosto de 2022

Lionel Álvarez/Chocolate

 SIN CHOCOLATE NO HAY PARAISO


Estaba mi hermana Eliza hablando con una amiga por teléfono, y le comentaba que su hija Sandra, se encontraba estudiando en Canadá. María, la señora que ayudó a criar a sus hijos, muy seguramente escuchó la conversación, porque más tarde le preguntó: Señora Eliza, ¿en dónde es que está estudiando Sandrita?

— En Canadá María, en Canadá.

— Pero usted me había dicho otro lugar, algo como “Cocosette”...”Ping Pong”...

— ¡Por Dios María, no me hagas reír! ¡Toronto!, que es una ciudad de Canadá.

En ocasiones, rememoramos con agrado aquella simpática ocurrencia, y el Toronto me hace recordar, uno de los primeros  chocolates que conocí.

Lo poco que sé sobre cacao y chocolate, no lo aprendí en la escuela, donde sólo me enseñaron que, en los tiempos de la colonia, Venezuela fue la mayor exportadora de cacao entre las colonias hispanas productoras del fruto.

Mis conocimientos sobre el tema se ampliaron algo, cuando viajé con mi familia a la población de Canoabo, en el occidente del estado Carabobo. Allí visitamos una finca de cacao que produce chocolate, en donde nos unimos a un recorrido guiado. Por primera vez vi a un cacaotero, y me llamó la atención que la fruta, en forma de baya, brotara directamente del tallo. Nos abrieron una de ellas para que viéramos internamente sus semillas, que son blancas. Alguien preguntó,  porqué el chocolate era entonces marrón. Le explicaron que los granos se tornan de un marrón rojizo durante el proceso de  secado.

La recolección del cacao es una tarea delicada y laboriosa, ya que no todas las bayas maduran al mismo tiempo. Esto impide una recolección mecanizada, y debe hacerse de manera manual. El guía iba explicando las distintas etapas que siguen luego de la recolección, pero el agradable aroma a chocolate que se desprendía de los hornos me distrajo, y apenas recuerdo  someramente los pasos: ...selección del grano...fermentación...secado...tostado...

Regresé a Valencia muy satisfecho con el tour, y curioso por conocer más sobre el  “Theobroma cacao”, nombre científico que le asignó el naturalista Carlos Linneo a la planta, basado en las creencias de los mayas y aztecas, y cuyo significado en latín es “alimento de los dioses”. 

La mayoría de los historiadores coinciden en ubicar su origen en México, sin descartar otros posibles lugares, como Honduras y Ecuador. Era un alimento de gran valor, hasta el punto de ser utilizado como moneda de cambio. Los aztecas tostaban y mezclaban las semillas con agua, dando como resultado una bebida oscura, amarga y espesa a la que llamaban “xocolatl”, cuyo significado en nahuatl, se puede traducir como agua amarga. Era muy fuerte, y los  investigadores aseguran que  su sabor no era nada comparable al del chocolate actual.

Cuando los conquistadores llegaron a Venezuela, el cacao ya se encontraba extendido en diversas regiones del país. Luego, se hicieron famosas las plantaciones de Barlovento, bajo el cuidado de monjes capuchinos. Se cotizaba a un precio alto, y los mantuanos, que eran los dueños de casi todas las haciendas de cacao, se hicieron inmensamente ricos, de allí la expresión de “los grandes cacaos”.

En el siglo XVI, los españoles llevaron la bebida a España, en donde le cambiaron la fórmula inicial, la endulzaron con azúcar, mejorando (al menos para su gusto) su sabor. De España se extendió por las diferentes cortes europeas, siempre como bebida, hasta bien avanzado el siglo.

El 1867, Henri Nestlé, el empresario suizo nacido en Alemania, creó la leche en polvo, una combinación de leche de vaca, harina de trigo y azúcar, un invento que desempeñó un papel clave en la posterior evolución del chocolate. En 1875, el suizo Daniel Peter, se unió a Nestlé, no sólo como socio, sino también como yerno, y tras años de experimentos, logró mezclar la leche con el chocolate, naciendo así el primer chocolate con leche.

En 1936, aprovechando una sobreproducción de leche, la Nestlé lanzó al mercado el chocolate blanco, que no contiene granos de cacao, y es elaborado con la manteca del cacao, leche, azúcar y otros aditivos como harina y almidón.

De aquella primera bebida que disfrutaban los aztecas hasta la tableta de chocolate que saboreamos hoy, ha habido una gran evolución. La industria actual del chocolate sigue normas internacionales que especifican el porcentaje mínimo que debe tener cada componente según el tipo de chocolate. 

Hoy en día, la producción mundial de cacao y chocolate está dominada por una decena de empresas trasnacionales, y África Occidental provee el 70% del cacao que se consume en el mundo.  La producción venezolana de cacao es limitada, pero el prestigio de su calidad se mantiene, y es reconocida en todas partes.

Hay estudios que aseguran, que el consumo de chocolate produce en nuestro organismo emociones muy similares al amor y la alegría. La principal responsable de ésta percepción sería la feniletilamina, conocida como la hormona del enamoramiento. Además, el chocolate posee teobromina, que puede aumentar la líbido, ¿Será por eso que obsequiar chocolates está entre las preferencias de muchos enamorados?

Especialistas de diferentes disciplinas le atribuyen también otras bondades: Estimula el sistema nervioso central; mejora el rendimiento cognitivo y disminuye el riesgo de demencia; estimula la hormona serotonina, mejorando el humor y aliviando el estrés; induce la liberación de endorfinas, que tienen la función de reducir los dolores físicos y crear una sensación de bienestar, alegría y felicidad...

¡Pero mucho cuidado! Los beneficios provienen realmente del  cacao. Así que, si desea sacarle provecho a alguna de esas supuestas virtudes, debe elegir un chocolate que contenga al menos un 70% de cacao. ¡Olvídese del chocolate blanco y del chocolate con leche! Busque el más negro y más puro, el conocido como chocolate amargo, y si no contiene azúcar...¡mucho mejor!

Lionel Álvarez Ibarra
Agosto, 2022

domingo, 7 de agosto de 2022

Tema de agosto 2022

 


CLUB DE ESCRIBIDORES DE CARACAS

Agosto 2022

Tema: "Yo tenía una luz que a  mi me alumbraba y venía una brisa y zuass y me la apagaba" (Mis luces y mis sombras)

Domingo 28 de agosto de 2022

10: 30 am

Zoom o por definir

Host sustituto: Don Alberto