domingo, 28 de abril de 2024

camino a la espiritualidad/Lila Vega

Autor: Lila Vega

 ¿El camino de mi espiritualidad ?  Se sonrió, no consideraba que esa era una de sus características más relevantes.  Era más bien una persona de acción. Pero, la pregunta no desaparecía.  ¿Cuál era su dimensión espiritual?  ¿Cómo la entendía? 

Recordó su primera experiencia de voluntariado.  
Se ponía su uniforme escolar como todos los días pero, en lugar de bajarse en su colegio con sus hermanos, se quedaba unos metros más allá, en la entrada de la comunidad de El Placer de María. Su escuela había construido un centro comunitario ahí. Durante un mes, ella trabajaría con un grupo de niños. Les ayudaría con sus tareas escolares. 
Para llegar al pequeño salón había que bajar una escalinata empinada y cruzar un corto puente. Tenía un pizarrón, unas repisas con libros, ocho pupitres y grandes ventanas que dejaban entrar la luz y la brisa. 

El primer día tomó un pedazo de tiza y, tal cómo hacían en su escuela, escribió en la pizarra « Baruta , 20 de junio de 1972 » Luego escribió su nombre, se sentó y esperó que llegaran sus alumnos.  Entraron corriendo.  Unos eran muy jóvenes, siete años tal vez.  Había un par que seguramente eran mayores que ella, 13 o 14 años. Les hizo algunas preguntas y luego escogieron un cuento para que ella lo leyera.  Recordaba la maravillosa narración que América Alonso hacía de Pedro y el lobo e hizo su mejor esfuerzo por ofrecerles un relato emocionante. Leer cuentos terminó siendo su actividad favorita en esas cuatro horas diarias de trabajo. 

A media mañana llegaba la merienda.  Casi siempre era un sanduchito con jamón y queso y una mandarina.  Los niños se alegraban al recibirla.
Desde las ventanas del salón podía ver la extensión del Placer de María.  Estaba enclavado en una ladera con una inclinación de no menos de 60 grados.  Las casas de bloque se incrustaban en la montaña y una interminable secuencia de escaleras comunicaban unas casas con otras.   De los postes de luz colgaban marañas de cables que llegaban a cada casa. Algunas edificaciones eran de dos piso, otras tenían techos de zinc.   

Empezó a identificar las diferencias entre esta comunidad y su vecindario. En el suyo siempre había agua, los cables de electricidad eran subterráneos y no había aguas negras en la vía pública.  Pero a medida que fueron pasando los días, la joven voluntaria empezó a ver otras cosas.  Era un vecindario unido. Ella no sabía cómo se llamaban los vecinos que vivían a cinco casas de la suya pero para esta gente parecía importante conocer bien a los suyos.  
Algunos días, las madres de los niños se acercaban a buscarlos. Le gustaba cuando eso pasaba.  Siempre eran amables con ella y le daban las gracias por el trabajo que hacía con sus hijos. Con frecuencia le traían algún dulce hecho en casa.  Fue ahí cuando probó por primera vez una galletas muy oscuras, olorosas a melaza y deliciosas, catalinas les decían. 

Al finalizar el mes, se despidió de sus alumnos que ya habían terminado su año escolar al igual que ella.  Se sintió satisfecha con lo que había logrado. 
Esa experiencia la marcó.   Todos los años se acercaba a preguntar si había algún trabajo para ella.  Y siempre encontraban la manera de incluirla en alguna actividad.  Años más tarde, ya siendo pediatra, pasaba una mañana a la semana haciendo consulta en el mismo salón en el que había dado clases a ese pequeño grupo de jóvenes.  

Fue una oportunidad para ver el mundo desde otro lugar.  Descubrió que servir a un propósito más grande que ella le hacía sentir bien y le daba sentido.  ¿Trascender?  ¿Apreciar la belleza que se esconde detrás de nuestros prejuicios? 
Se reclinó y agradeció la pregunta que le habían hecho.  No le había dado crédito a su espiritualidad. No se había dado cuenta de lo cotidiano de su experiencia.

Mi camino espiritual/María Elena Garassini


ABRIL SOY TU DUEÑA

 

MI CAMINO ESPIRITUAL

 

¡Qué difícil es hablar de nuestra vida espiritual! incluso entender que significa eso. Creo que lo más sencillo sería contar como he vivido , y con qué acciones he ido manifestando mi vida espiritual.

Siempre ha sido una persona muy reflexiva, quizás demasiado (¿pudiera incluso en algunos rubros incluso ser, o fui, un poco enrollada?)

Creo que podría iniciar mis primeros recuerdos de vida espiritual asociada a mi familia, y la asistencia a la vida parroquial.

Mis padres son personas sencillas y reflexivas. Los momentos de encuentro familiar, donde el compartir las comidas y las salidas de paseo los fines de semana, marcaban siempre conversaciones dónde el intercambio de saberes y sentires, estaba siempre presente.

Me uní de manera activa a la vida parroquial siendo una adolescente de 15 años en la parroquia de Cumbres de Curumo. Fue una etapa de mi vida con un compromiso muy activo participando en un grupo juvenil, dando clases de religión a niños como preparación a su primera comunión y sirviendo en las misas dominicales como parte del coro, y en otras funciones de servicios diversos. Incluso asistiendo a encuentros de retiro espiritual y muchas actividades de entrega y colaboración con otros. Posteriormente ese servicio fue evolucionando sirviendo de formas diversas, apoyando en pareja en los cursos prematrimoniales, hasta la actualidad apoyando a personas en duelo preparando celebraciones litúrgicas como parte de su duelo personal y familiar, o promoviendo la asistencia individual espiritual con sacerdotes amigos, cuando las personas están en consultas y necesitan acercarse a ese tema desde su religiosidad. Todas estas actividades me formaron como persona que tiene el servicio y la conexión con los otros como parte de su vida.

Otra gran oportunidad, desde nuestras creencias sobre los otros, las conexiones, el manejo de la diversidad me lo ha dado la docencia. En la docencia, y particularmente la docencia sobre temáticas del desarrollo humano es necesario tener una mirada trascendente para comprender la esencia de cada persona, sus vivencias, sus necesidades, su propósito de vida.

Quizás,mi gran oportunidad actual de crecer en mi vida espiritual la está teniendo mi acercamiento, estudio, profundización, intercambio, escritura y enseñanza de la Logoterapia, donde la dimensión espiritual y trascendente el ser humano, juega un rol fundamental, siendo la que nos caracteriza y dirige nuestras vidas respondiendo a la pregunta,

 ¿Qué quiere la vida de mí?. 

Desde que inicie mi inmersión en la comprensión de este modelo existencial del ser humano me siento más segura, serena y en paz conmigo y con el mundo buscando, ofrecerme y ofrecerle al mundo, aquello que puedo donar de mi existencia. Este camino ha sido muy hermoso, reflexivo, enriquecedor, y ha cultivado un montón mi vida espiritual ofreciendo el sentido de mi vida como un regalo y retribución a los contextos y el momento histórico que me ha tocado vivir.

 

María Elena Garassini

 

Escuché la voz de Jesús en Florentino/Santiago Porras

 

MI CAMINO ESPIRITUAL/Santiago Porras/Relatos

 

ESCUCHÉ LA VOZ DE JESÚS EN FLORENTINO

  

Santiago Porras Rojas

Barcelona, 2 de abril 2024.  

Hay un tema musical, cuyo autor era ciego de un ojo y compuso un famoso tema en los años 70 titulado “I heard the voice of Jesus” (Escuché la voz de Jesús). Su autor: Turley Richards, recita unos versos en los que describe mis sentimientos presentes al escribir una experiencia de mi camino espiritual y sirven de antesala a estas líneas de espiritualidad y fe…Comienza así:

 

Escuché la voz de Jesús decir

Ven conmigo y descansa

Deja tu cansancio

El cansado se acostó

Recuesta tu cabeza sobre mi pecho

Fui a Jesús como era

Cansado, gastado y triste

Encontré en Él un lugar de descanso

Y me ha hecho feliz

(*1)

 

El Evangelio de hoy, correspondiente a San Juan (Jn 20, 11 – 18) relata el encuentro de María Magdalena con Jesús resucitado, quien lo había perdido, por su muerte de cruz. En mi caso, lo había declarado perdido, lamentándome de no lograr encajar en mi experiencia migratoria en una cultura en donde se ha perdido la fe en Jesús y reina la incertidumbre, como en muchos lugares de la tierra.

Por primera vez, en más de cincuenta años escuchándolo, no escuchaba la voz de Jesús.

Desde mi infancia había sentido su energía espiritual y en casa mis padres alimentaban nuestra vida religiosa a través de ejercicios y manifestaciones comunes de bondad, generosidad y humildad que, unidas a los rituales y mandamientos, me ofrecían una idea de lo que era fundamental realizar para ser una persona de bien.

Notaba entonces que, ser bueno y piadoso me ofrecía posibilidades para sentir que Dios era bueno conmigo, porque junto a mi familia y portarme bien en cualquier lugar que estuviera, recibía y obtenía durante toda mi vida muchos resultados favorables. Por su puesto que esa conducta, era presagio de un futuro quiebre consumista, enmarcado en la dimensión materialista del sentido de vida.

Me sentía privilegiado y confiado de recibir muchos síes y muy pocos noes. No había por qué llorar o angustiarse. Incluso, cuando experimenté la pérdida del mejor empleo del mundo, en el que disfrutaba yo y mi familia de una condena al éxito; logré resurgir de las cenizas al escuchar la voz de Jesús a mi lado durante el desierto del desempleo durante dos años…Escuchaba la voz de Jesús…y la Virgen María.

Con los años y las reinvenciones a través de las oportunidades que aproveché para seguir logrando sentirme capaz de seguir renovándome en medio de la continuada adversidad, decidí convertirme ya sexagenario, en un inmigrante en otra cultura, confiando que sería posible y tanto, como había sido frecuente.

Confiaba en mí, consideré que sería capaz de lograr el éxito acostumbrado. Me fui entusiasmado exteriormente, pero con una tristeza inmensa, escondida en mi corazón al dejar la tierra y las gentes con las que existía gran confianza y oportunidades.

Una vez instalado en la nueva cultura, me lancé a proponerme ante nuevas modalidades de interpretar sus realidades, con el lenguaje y los patrones comunicacionales tradicionales con los que esperaba engrandecer mi ego sordo a las señales que me ofrecían ahora, respuestas negativas que les impedía otorgarme autoridad para servirles, con todo lo que sabía profesional y laboralmente. Así comencé a dejar de escuchar la voz de Jesús.

Fue tal mi sordera, que consideré que la espiritualidad no era prioritaria, pues ahora, consideraba que el mundo y sus resultados se fundamentaban en los hechos y opuestos a lo invisible, a lo espiritual y así, comencé a perder la esperanza como llave para sostener la luz de la fe y confianza en la voz de Jesús.

Así transcurrieron más de mil días y noches, de negaciones continuas y a la vez una sensación de estar atrapado y sin salidas. Era mi experiencia a través del laberinto del Minotauro o de reencuentros consecutivos con los lestrigones de Ulises en su Odisea.

Apartarme así de la casa del Papá bueno, con quien a su lado me había permitido superar las adversidades de la vida, me estaba costando la vida sin sentido.

Entonces, en medio de mi sordera, por casualidad había auxiliado a mi vecino, de 80 años sufriente de una enfermedad degenerativa. A Don Luis Freitas, lo levanté del suelo, donde cayó y se hirió en su cabeza y, allí estaba Jesús, no lo escuché. Allí encontré la mano del Señor, a través de mi amiga escribidora; Yvette Henríquez; médico con una enorme sensibilidad extraordinaria para asegurarme de cómo asistir a Don Luis; por cierto, uno quien era natural de la Isla de su familia: Madeira-Portugal.Ahora comprendo que allí me acompañó Jesús y, que poco a poco se fue revelando a partir de un servicio espontaneo de solidaridad y misericordia.

Así las cosas, otro día en el que alborozado de lograr una oportunidad de trabajo como limpiador asignado a la Guardia Urbana de Barcelona-España. Alegre y agradecido a Dios, decidí comenzar a leer el Evangelio del día y, allí el Evangelio Mt13, 1-9 se titulaba “Y dio frutos”.

Escuchando la voz de Jesús, escribí en mi móvil :

“Jesús predica la misión en parábolas esta vez, dedicada al sembrador y sus cosechas.

Preguntémonos ¿cómo me identifico como semilla?

Vengo en el metro a las 5:30 am, voy a mi faena diaria temporal.

Desde entonces, había dejado de hacer estas reflexiones que venía haciendo desde comienzos del año en curso (2023), con la intención de escribir un libro para niños o adultos, con reflexiones cortas.

Me indago

¿Estoy sembrando a la orilla del camino o en terreno pedregoso o entre abrojos o en tierra buena?

Al leer la parábola, encuentro que, así como lo he hecho, estaba sembrando en terreno pedregoso.

La semilla de la fe la he estado sembrando donde hay poca tierra y la semilla brotó, pero sin buena tierra se ahogó.

Quiero dar frutos difundiendo el mensaje de la palabra de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, y por ello retomo mis reflexiones para transmitir la idea de cómo podemos dar frutos unidos a Jesucristo y ser activo sembrador de la palabra del Señor.”

 

Desde este día escribo cada día una reflexión sobre la palabra de Dios y la comparto con algunos familiares y amigos.

Es un enorme momento espiritual para cada día, en el que no suelo colocar mis experiencias en primera persona, pues estimo que no se trata de hablar de mí, sino de generar una reflexión para los que alcancen a escuchar la voz de Jesús, en los libros del Nuevo Testamento que dan testimonio del amor y la misericordia de nuestro Dios verdadero, alimento predilecto para el alma y espíritu a quien lo guarde en su corazón.

Ahora bien, aprovechando la oportunidad que nos ofrece el tema del mes, en nuestra comunidad de escribidores, culmino esta rica oportunidad para desarrollar la fortaleza de la “Espiritualidad y fe” con la reflexión surgida de mi ejercicio espiritual para hoy.

Para contextualizar apropiadamente esta reflexión, hemos de leer el Evangelio del apóstol San Juan (Jn 20, 11 -18), el cual hace referencia al llanto de María Magdalena en el sepulcro en donde al parecer, se han llevado el cuerpo de Jesús y el mismo Jesús se le hace presente y le pregunta<< “¿Por qué estás llorando mujer?” y ella le responde “Porque se han llevado a mi señor y no sé dónde se lo han llevado”>>… (Invito a leerlo íntegramente para alcanzar la riqueza de este testimonio)

A continuación, reproduzco la reflexión que he escrito para agradecer a Jesús por haber permanecido siempre a mi lado y respetando absolutamente mi libertad, ha acudido y acude a mi para dar vida a mi espíritu para darle sentido a mi vida:

“Al leer el pasaje de este testimonio del Evangelio de Juan, viene a mi memoria esa experiencia de haber visto a Jesús ¿Qué y cómo fue lo que vi?

 

Buscaba ocuparme en un empleo, venía acompañando a un vecino con una enfermedad degenerativa, sin realizar estudios de enfermería. Buscaba entonces nuevas oportunidades para asistir a otros ancianos que requirieran asistencia.

Ocurrió, mientras asistía a un curso de idiomas que, una compañera, también inmigrante me propusiera para prestar servicios en una residencia de ancianos. Al comenzar, otras compañeras enfermeras con estudios, quienes no se llevaban bien con mi compañera de estudios, y al designarme tareas, me encargaron de cambiar los pañales a un anciano con movilidad reducida, que balbuceaba expresiones incomprensibles y agredía con las manos.

 

Comprendí que, si bien era un reto interesante, no contaría con la asistencia de mi compañera de estudio, porque era su día libre. Además, sus adversarias me someterían a una experiencia muy compleja de superar.

Ya en la labor, Florentino se quejaba mientras le servía con dificultad, y viendo su sufrimiento junto a mis nervios por realizar las labores del aseo, movilidad y reubicación en la silla de ruedas; le pedí continuamente a Florentino perdón y le prometía hacer lo mejor para aliviar su sufrimiento y el mío por hacerlo mejor.

Florentino, nunca se mostró agresivo y cuando logré sentarlo en la cama para trasladarlo a la silla de ruedas; escuché a Florentino decirme

“-Merci” (Gracias) y con su mirada vi, no desde el cuerpo, sino con el alma y entonces, escuché, reconocí la voz de Jesús, nuestro Señor.

 

Gracias Señor, por tu misericordia me mostraste tu rostro de bondad y belleza.Por eso hoy quiero anunciarte humildemente como primicia de tu amor por toda la humanidad.”

 

El verso final de otro tema “Escuché la voz” de Juan Carlos Fernández, un predicador argentino,es propicio para finalizar este relato:

 

Escuché la voz

Que viene del cielo

Es la voz de mi señor

De mi padre bueno

Todo lo que llevo vivido

Hasta ahora voy ganando

No hago ruido ni alboroto

Con mis hechos voy hablando

(*2)

 

(*1) Escuché la Voz de Jesús. TurleyRichar. 1970.

(*2 ) Escuché la Voz. Juan Carlos Fernández. Rabito 1974.

 

  

 

ALMA/ Irma Wefer

 

Alma

 

Quizás una de las reflexiones más peregrinas que nos podamos hacer es tratar de descifrar lo que es el alma. Quizás solo sea una ilusión tratar de entender lo intangible, lo indescifrable. Sin embargo, nunca dejaremos de intentarlo, a riesgo de extraviarnos o contradecirnos.

     El alma es principio y fin de todo lo que imaginamos existente. Es raíz y centro de todo lo importante.Es el hilo que teje nuestras posibilidades de comprensión, de apertura, de visión interior.

     Alma paradójica que sin sentir se transforma con el sufrimiento. Camina sobre los vidrios rotos con el único propósito de aprender.

      Alma invencible que no se agota en la incertidumbre. Permea al mundo y lo despoja de sus creencias que no son para ella sino espejos fracturados, fracciones de imágenes fraudulentas.

      Alma inocente, inalcanzable para los demonios que pueblan las pasiones, contempla extasiada la belleza y el bien desde el desapego de sus miedos.

Alma que esrefugio de certezas, destello de nuestros aciertos, heredera de la alegría y del amor incondicional, hogar de la libertad; espacio medular donde habitan el agradecimiento, el despertar del ser, el chispazo de la curiosidad y el poder de crear.

Alma valiente que no cesa en buscar un sentido que la arrope y la lleve a traspasar la puerta de la muerte con dignidad. Travesía armoniosa de la plenitud.

A veces atrapada en la red del ego, desalojada de sí misma, se consume en desconciertos.Entonces se ve obligada a encontrarse a sí misma para poder trascender. 

Conectada con todo,hábil jardinera,el alma cultiva los silencios y el caminar despacio para poderdescubrirse y descubrir quien quiere ser.

     Para ella, el tiempo, no es sino el estigma con que el hombre se obliga a vivir.

En fin: alma, siempre aventurera incapaz de entender la grandeza de su infinitud.

 

Irma Wefer

Mi camino espiritual/Angel Ceballos

 

CLUB DE ESCRIBIDORES: MI CAMINO ESPIRITUAL (Ángel R. Ceballos)

Mis lápices espirituales, ¡vaya tema el que nos tocó para este mes primaveral!

Para mí, abril es el mes del florecimiento, en el que surgenmuchos pensamientos y sentimientos sobre el reto de alinear las cuatro dimensiones del ser:la física, para cumplir con los deseos de tener un cuerpo sano; la mental, para ordenar mis pensamientos y disfrutar el presente; la emocional, para lograr una actitud más proactiva que, a su vez, mueve nuestros sentidos paraalcanzar logros que alimentan en ese océano de la cuartadimensión que es la espiritual.

En esta cuarta dimensiónes donde yo almaceno nuestro ya conocido PERMA, un “mantra” que le da sentido a nuestra vida y nos conecta con algo más grande que nosotros, para mí, donde habita el ser supremo, mi Dios, quien, con su magnificencia, me atiende y acompaña día a día,aunque muchas veces lo ignoro por mis prejuicios e incompetencias.

Debo reconocer que no existe un camino único para llegar al espíritu y sentirnos plenos. Es un viaje muy personal, sin embargo, hay una parada ineludible que es el autoconocimiento: explorar tu interior, comprender tus valores, creencias, emociones y motivaciones. La práctica diaria del “mindfulness” es un espacio fértil donde todos los sentidos del cuerpo se unen en un solo mensaje que te lleva al presente y es la oportunidad de conectarte con ese algo mas grande que tú (para algunos es la naturaleza, para otros la propia esencia o para otros, es estar presente con tu pana “Chuíto”) . Ahí tendríamos la gran oportunidad de encontrar y valorar el sentido de propósito y significado que le estamos dando a nuestra vida.

El camino espiritual nos enseña a dejar a un lado las preocupaciones de los recuerdos y del futuro (la mala memoria pudiera ser un don que ayuda en esta etapa).

Para mí, una parte importante del camino espiritual es también la aceptación, lo que implica asumir la realidad tal como es,sin juzgarla o juzgarnos y sin intentar cambiarla. Esto puede ser un desafío, pero es esencial si deseamos alcanzar la paz y la libertad interior. Es la semilla para desarrollar la capacidad de la compasión, sentir empatía y comprensión. Cultivarlanos ayuda a conectarnos con los demás en un nivel más profundo para construir relaciones más significativas.

Mis queridos lápices lejanos, buscando llegar a ese gran océano del espíritu durante el cambio de estilo de vida que Uds. ya conocen estoy viviendo, encontré a una "amiga" que la tengo secuestrada en el sótano de la casa de mi hija, se trata de la señora “paciencia”. 

Joven, elegante, pero muy silenciosa y asertiva, me enseñó a valorarlas cuatro leyes de la espiritualidad, según la cultura oriental:

1.   La persona que llega es la persona correcta. Nada es casual. Las personas que me rodean en USA están ahí por algo (hijas y nietos).

2.   Lo que sucede es la única cosa que podría haber sucedido.Tener a la familia nuclear en USA es un hecho y es lo que ocurrió para tomar mi decisión.

 

3.   En cualquier momento que comience, es el momento correcto. Ahora tenemos la libertad de elegir, los medios y las facilidades para lograr el cambio, antes no.

 

4.   Cuando algo termina, termina. Esto es para nuestra evolución. Cerrar el capítulo Venezuela era pertinentey la nostalgia debe enriquecernos con la nueva experiencia.

Con esta señora, que la voy a adoptar yque me doy cuenta que es útil para otros menesteres, debo celebrar cada paso que estoy dando en mi camino a mi autorrealización, siendo compasivo conmigo mismo y sin esperar resultados inmediatos.Ella complementa el sentido que quiero darle a mi vida junto conla cosecha de diez almas queridas de sangre dispuestas a navegar con nosotros en ese gran océano del espíritu.

¿Mi espíritu podrá esperar más de este viaje?

 

ABRIL, 27 - 2024 (ARC)

 

Mi Gnomo y yo

 

El gnomo y yo

Eran como las tres de la mañana y todavía estaba sentado en la mesa de dibujo, tratando de delinear lo que sería la entrega de un trabajo de diseño en la escuela de arquitectura. Eran 72 horas sin dormir, por lo que cualquier cosa nos puede pasar. Estaba mi mesa de dibujo, inmóvil, que cargaba el peso de la liviana hoja de papel, que recibía tinta china, y  a la que se le sumaba el peso de mis codos sobre ella, en el pensamiento de lo que venía.

Al lado de la mesa, estaba un cenicero donde dormía un cigarrillo exhausto y medio olvidado. Todas las luces apagadas a excepción de la lámpara del trabajo, que se unía a la tabla con un tronillo que solemos llamar “Mariposa” . A lo lejos, (como a medio metro), un radio encendido donde el locutor hablaba de cosas que no recuerdo, pero que colocaba música.

No había internet, ni teléfonos inteligentes; eran los años de 1980 y en ese entonces comprendía, menos mal,  la diferencia entre soledad y solitud, que es como mas voluntaria. El trabajo de estudiantes de arquitectura se hace con nuestra propia compañía.  Uno debe llegar a edades mayores con ideas más definidas del camino andado, pero estos trasnochos mensuales, no son de los más profundos y espirituales que posea. Pero había algo más grande que yo en esa edad, que me movía a seguir. Quizá haya sido entre tatas cosas, que en esa solitud, yo sabía que todos, yo y mis compañeros de clase,  estábamos con los codos en la mesa, medio fumando y medio tomando café, para no dormir. Eran 72 horas sin dormir, una vez cada mes. Era como un récipe.

Siempre, como a la hora mencionada, mi padre se levantaba a ir al baño y veía la luz encendida y se asomaba en mi puerta, me saludaba, y decía ,-“pobre…”

Si hubiera sido yo de hoy, allá, hubiera aprovechado las horas de insomnio para preguntarme la diferencia entre espiritualidad, espirituoso y espiritista; todas, con la misma raíz pero con distintos frutos. Creo que lo espiritual no estaba presente, pero hoy pienso que en esos estados de entrega, perseverancia y compromiso, se forjó algo como lo que podemos llamar, el “carácter espiritual”

La cama estaba justo al lado de la mesa de dibujo, lo que hubiera permitido algún desliz, pero el café y el cigarro me mantenían en pié. Del otro lado del cuarto, tenía no sé para qué, otra cama individual, y para cerrar el ciclo de objetos, al final y en frente de la mesa, estaba un antiguo closet de madera, medio desarmado, donde guardaba mi ropa. De más joven, lo usaba también, para jugar, como una ventana del tiempo. En el centro de ese recorrido había un espacio vacío que servía para mover mi silla redonda, acolchada y con rueditas. (Cuando estaba cansado, solía dar impulso a la silla, levantar los pies y gritar, ¡weeee.!)

En algún momento, luego de las tres de la madrugada, con más de 10 cigarros dormidos y mis codos entumecidos, deje deslizar la plumilla de tinta china con la que se dibujaba en esa época y cuya técnica de destapado o más bien, de “licuar la tinta endurecida” era chupar la punta, o, aplicar ligeros y sucesivos golpes internos, como para que el fluido se activara (o también, ambos) En una de esas, la tinta salió. No tanta, pero hubo que esperar a que se secara, para borrar.

Tenía dos formas de borrar, así como hacemos con la mente, para aliviarnos; uno eléctrico y uno bio- mecánico. Decidí usar la goma de borrar.

Comencé a borrar y en algún momento, la goma rebotó sobre sí misma y decidió caerse. Me bajo entonces,  del banquito y no la veo. Busco por el suelo y no está. En mi segunda etapa, muevo las cosas e imagino la ruta que de algo que rebota, pudiera haber tenido. Y nada. Tras una hora buscando la goma, me imaginé cualquier cosa hasta aquellas que se aproximan a los que los especialistas llamaran imaginarios de infancia (como el amigo invisible). ¿Cómo es posible que algo tangible desaparezca? “Es cosa de magia de seguro”-pensé-

Ya con rabia, decidí sacar todo diciendo, - “no me vas a ganar”-, y en ese estado me imaginaba a un pequeño gnomo de sombrero negro y barba roja, fumando pipa, riéndose de mí. Hasta le puse nombre al duende: “Arquitek-tix”. Una vez movido todo afuera del cuarto, hube de confirmar su existencia, por lo que pasé a pedir que por favor, me devolviera la goma. Entristecido y preocupado, volví a meter todo en el cuarto en sus posiciones originales. Estaba descalzo, y con tanto tiempo perdido, sudado y cansado, decidí bajar (casa de dos plantas),  a tomar agua, en vez de café.

Calcé un zapato y calzando el otro, sentí una cosa. Metí la mano y ahí estaba la goma, oculta, dormida, tranquila como feliz de su travesura. A veces recuerdo el hecho.

 Ayer, ya con mis tantos años encima, decidí dibujar con los niños y el dibujo llevaba rosado. No está, no está en el suelo, ni en mi zapato. Me acorde irremediablemente de mi Gnomo particular, que ahora gusta de esconder crayolas de  colores.

 

Alberto

 

 

lunes, 1 de abril de 2024

TEMA del mes de abril 2024

 


CEC

Club de Escribidores de Caracas

Abril de 2024

"Hacia sus 10 años"

Host: Doña Gude

Dia y hora: por definir

Tema: "Mi camino espiritual"

Lugar: Presencial y zoom

Las enseñanzas que he aprendido de los niños/Ma Elena Garassini

 Las enseñanzas que he aprendido de los niños

Cuando pienso en este tema, recuerdo mis vivencias con niños cercanos a mí, mis hijos, sobrinos, hijos de mis amigos, de vecinos, en fin, niños y niñas …

Definitivamente los niños son un curso vivo de espontaneidad que satisface esa fortaleza tan bonita de la sabiduría que es la curiosidad. He aprendido mucho de la espontaneidad y curiosidad de los niños.

Mi papá, que siempre nos hacía preguntas en los momentos de compartir familiar, como lo eran los almuerzos, ha sido un gran ejemplo de cómo seguir fomentando esa curiosidad en los niños y cómo mantenerla a lo largo de la vida.

Recuerdo un día que mi papá nos preguntó: ¿De dónde sale la leche?

Y una primita que estaba ese día almorzando con nosotros dijo: -“De la nevera”

Todos nos reímos, incluso mi papá , pero muy cariñoso le dijo: “Ciertamente, cuando estamos en nuestras casas sacamos la leche de la nevera, pero antes de eso hay todo un proceso para poderla tener tan fácilmente”…

Mis hijos han sido también fuente de muchos aprendizajes sobre la curiosidad:

Estábamos un día en la playa, bañándonos en el mar, y uno de mis hijos se zambullía entre las olas. Al salir de una de ellas vio a un señor y le preguntó a su papa: ¿Por qué ese señor tiene la nariz tan grande?  Ambos nos volteamos para mirar al señor que parecía Cyrano de Bergerac, y le dijimos que no hiciera esa pregunta en voz alta , ni se le quedara mirando. El seguía preguntando y no entendía porqué le hacíamos esas solicitudes. De manera honesta él quería saber por qué ese señor tenía esa característica. Todavía hoy nos reímos recordando ese cuento.

En una ocasión, otro de mis hijos empezó a hacer preguntas sobre la muerte, porque había fallecido una persona cercana a la familia. Todos los días hacía una pregunta diferente sobre la muerte, sobre ¿por qué las personas se morían?, ¿si todos nos íbamos a morir?. Entendimos que tenía una genuina curiosidad, e incluso preocupación, por la muerte de las personas. Un día íbamos en el carro y empezó a hacer nuevamente preguntas sobre la muerte, y le preguntó a su papá: ¿Papá tú te vas a morir?, a lo cual él le contesto: Bueno hijo , si me voy a morir algún día, uno nunca sabe cuándo eso va a ocurrir, pero ciertamente algún día si me voy a morir. Ante esa respuesta mi hijo se quedó pensando un rato, y después le hiso la siguiente pregunta: ¿Papá, cuando tú te mueras, me puedes dejar tu cartera? . De manera inmediata, como la mejor y más ocurrente pregunta, nos reímos mi esposo y yo , un buen rato, y después seguimos conversando con él sobre esa pregunta y lo que le preocupaba sobre el tema de la muerte.

Con estas anécdotas quiero ilustrar que mis aprendizajes de los niños se relacionan con las curiosidades, las necesidades humanas, las preocupaciones, los miedos, los desafíos, los pesares, las alegría, en fin la existencia humana. Definitivamente los niños nos enseñan a vivir en plenitud.

 

María Elena Garassini