domingo, 24 de marzo de 2024

Lo que aprendemos de los niños/Santiago Porras/Cuentos

 

EL MIRADOR DE LAS AGUAS INFANTILES

  

Santiago Porras Rojas

 

La ilusión de Sebastián como lección

 

Paseaban a través de la sierra de Collserola, caminaban sobre el trazado horizontal de la carretera de las aguas, una zona verde por sobre la cual transita cada año 750.000 personas dando pasos o pedaleando en bicicletas, para disfrutar de vistas esplendidas de la ciudad condal de Catalunya.

 

César había invitado a Sebastián, quien era un explorador de seis años,que se entusiasmaba descubriendo cosas nuevas,se sorprendía con su lupa al mirar a las hormiguitas que, siendo tan diminutas, se coordinan con soltura e ilusión al cargar y transportar las hojas a su alcance, a través del camino de sus pasos sobre la tierra.

 

El explorador, además de la lupa, llevaba pequeña pala y un estuche para guardar bichitos o insectos.

 

César le preguntó - ¿Qué has hecho como explorador?

 

Sebastián le contestó – A mí me encantan los dinosaurios y tengo en mi colección cerca de cuarenta entre los preferidos están el Allosaurus, el Slamosaurus, el Therinosaurus y el Scorpios Rex.

 

En el cole, mi maestra de prescolar me dijo que preparara una presentación de lo que deseo ser de mayor. La verdad es que me gustó demasiado esa idea y le dije a mis compañeros que yo era un paleontólogo…

 

-¿Un qué?... preguntó César

 

Y respondió Sebastián – Los paleontólogos estudian los huesos de los dinosaurios que están enterrados debajo de la tierra y descubren los miles de años en los que existieron, qué comían, saben si eran terribles o mansos y otras cosas. Por eso, yo quiero ser un paleontólogo.

Es fantástico, cuando los adultos le ponemos ilusión a las cosas.

 

 

Jugar y convertirte en un niño Ghostbuster

 

Mientras Sergio (8), Juan Pablo (6) y Manuel Felipe (5), juegan a ser Peter, Ray yEgon, los auténticos Cazafantasmas, de pronto aparece su padre por el escenario y le dice Sergio con entusiasmo…

 

-¡Papá ven y juega con nosotros!

 

Sebastián, el padre se contagió de su entusiasmo y le dijo – ¡Sííií! ¿Y quién soy?

 

-Todos dijeron -¡Wiston!!

 

-¿Y qué tengo que hacer?

 

-¡Convertirte en un Cazafantasmas!

 

-¿Y cómo me convierto?

 

Sergiotrajo un morral (mochila) para niños con motivos de los ghostbusters y le dijo a su papá -Tienes que ponerte esto para que seas Egon.

 

Sebastián tomó la mochila y comenzó a ilusionarse cuando introdujo su brazo derechopor la correa posterior y cuando intentó introducir el brazo izquierdo por la otra correa, experimentó una enorme dificultad, debido a que era una mochila muy pequeña; claro! Era una mochila para niños. Aun así, el espíritu infantil de Sebastián, el padre, continuó insistiendo en logar calzar el brazo por la correa y en aquel forcejeo, los niños le animaban diciéndole - ¡Vamos papá…sigue…!. Mientras sus miradas transmitían a su compañero de juego la incertidumbre de lograr calzar el brazo en la correa.

 

Sebastián forcejeaba una y otra vez, una y otra vez hasta que de pronto; logró pasar completamente el brazo a través de la correa y allí sintió un éxtasis de alegría que dibujó en su rostro la sonrisa de un niño, mientras que Sergio, Juan Pablo y Manuel Felipe gritaron emocionados 

 

– ¡!!Ghostbuster!!!!ahora eres un “Cazafantasmas” de verdad…verdad Papaaaá!

 

Cuando los adultos jugamos, rehabilitamos al niño que llevamos dentro y, nuestra imaginación es capaz de luchar por aquellas ideas que, ante la adversidad, logramos alcanzar con perseverancia.

 

Cuestionar nuestra manera de juzgar

 

Carmen va cada día al parque con el Fabio, un niño de cuatro años. Ella es su “canguro” (Nana) a quien llama “Nini”. Ella, no le quita la vista de encima mientras Fabio juega y comparte con otros niños de distintas edades.

 

Los amiguitos de la misma edad de Fabio, ya se han marchado del parque. Habían estado divirtiéndose con unos dinosaurios grandes y llamativos del Fabio. Entonces, se acercaron otros niños más grandes que Fabio; atraídos por esos juguetes llamativos del pequeño.

 

Los niños le pidieron a Fabio les prestara sus dinosaurios. Este miro a Carmen como consultándole si se los prestaba o no y Carmen le dijo…

 

– ¡Sí mi vida, préstaselos!

 

Fabio se les ofreció y los niños jugaron un rato con los dinosaurios y de pronto, se cansaron y los tiraron al suelo y se fueron.

 

Entonces el Fabio preguntó a Carmen -¿Por qué esos niños tiran los juguetes al suelo?... y la Carmen respondió…

 

-Es porque son uno niños mal educados.

 

De inmediato el Fabio le dijo – No Nini, no son maleducados, sólo son unos niños que tiran los juguetes al suelo.  

 

Los adultos hemos de conectar con esa capacidad crítica para hacer preguntas y enseñarnos la diferencia, entre juicios y afirmaciones.

 

Barcelona – España, 23 de marzo de 2024

 

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