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lunes, 11 de abril de 2016

Mi experiencia personal con la espiritualidad


Cuando miro cuidadosamente
veo la Nazuna florecer
junto al seto!
Basho


Asocio la espiritualidad con mis abuelos. Mi abuelo administraba sus palabras, sabía escuchar y dar buenos consejos, estaba siempre presente y con buen humor, era vertical pero a la vez cálido. Mi abuela era servicial y buena anfitriona, entregada, siempre pensando en los demás. Ambos atraían a su casa a toda la familia y hasta a los vecinos de la cuadra. Eran muy queridos y tenían un hogar que era un ejemplo para muchos. Habían soportado la muerte trágica de dos hijas en la flor de la vida, pero decidieron aprender de esta experiencia tan dura para ser humildes y saber disfrutar de los pequeños momentos. No tenían títulos, ni cargos, ni grandes bienes de fortuna, pero tenían una fuerza interior y una sabiduría que era notada por todos. De ellos me quedó una clara idea de la espiritualidad que yo quiero en mi vida.

Mi abuela era bastante religiosa y devota, voluntaria de grupos y círculos relacionados. Mi abuelo estaba al margen de toda religión organizada. Aunque en su juventud se había declarado ateo, a raíz de la experiencia trágica que le tocó vivir desarrolló su espiritualidad a su manera. Era muy discreto en eso, pero tras su fallecimiento descubrí una biblioteca secreta con ejemplares que ponían en evidencia sus intereses poco comunes.

La curiosidad y el amor por el conocimiento me dieron el valor en plena adolescencia de aventurarme en estos textos, que lejos de saciarse, se acentuaron aún más.  Afortunadamente, esta travesía me condujo a las aguas más seguras de la psicología. Me influyeron autores como Erich Fromm, que advertían en aquel momento de la necesidad de retomar la espiritualidad en la Sociedad sin tener que recurrir a las religiones tradicionales.

Mientras que en mis lecturas había “ido y venido”, en la vida misma ni siquiera había “comenzado el viaje”. Estaba bastante claro acerca del tipo de espiritualidad que quería; una forma de vivir capaz de proporcionarme aceptación, paz, armonía, alegría y amor. Pero al comenzar a enfrentarme con las exigencias de la vida diaria olvidé muchas de las advertencias que había leído, perdí interés por ese tipo de lecturas y, lo peor de todo, terminé dejando a un lado mi ideal espiritual.

Al cabo de un tiempo me encontré nuevamente con la necesidad de retomar esta faceta de mi vida, pero no me interesaban tantos las explicaciones, como las soluciones. Así que fui bastante práctico. Mi forma de abordar esta inquietud fue a través de ejercicios psicofísicos, cambios en mi alimentación, terapia floral, homeopatía, práctica de la meditación, estimulación de meridianos y del Qí. Esas prácticas me llenaron de vitalidad y dieron un impulso extraordinario a mi vida en ese momento.

Con el paso de algunos años sentí la necesidad de buscar explicaciones, de comprender mejor las cosas, de modificar las formas de pensar que me traían sufrimiento. Fue así como comencé nuevamente una búsqueda de algo que satisficiera esta necesidad más cognitiva de contar con un marco de referencia y que me ayudara a organizar mis prácticas. Y encontré lo que estaba buscando: un cuerpo coherente de conocimientos, vinculados con una práctica religiosa, con un profundo potencial místico. Pero este tesoro que encontré no estaba a la mano listo para usar, sino que requirió de nuevos esfuerzos, nuevos estudios, nuevos desafíos, nuevos cambios.

Hoy en día la espiritualidad es el centro de mi vida. Y del centro se ha ido expandiendo para ocuparla toda: idioma, cultura, vida social y eventualmente una nueva familia. A la final esta búsqueda me ha llevado a un nuevo comienzo con una nueva identidad. Pero todavía no estoy libre del riesgo siempre presente de que las cosas prácticas terminen por hacerme perder de vista su esencia, que es muy sencilla realmente: saber honrar a la vida siempre, tanto en las buenas como en las malas.

Víctor Calzadilla

martes, 21 de abril de 2015

Extracto de la novela que escribo: La esperanza de David


Está pronto el amanecer. Las lágrimas parecen haberse agotado por completo y se han secado por sí mismas. Está extenuado, sumido en una calma extraña. Tras la ventana una bruma resplandece anunciando un día nublado, aunque posiblemente sin lluvia.

Le provoca escuchar algo de música y se decide por Debussy. Inicia con Preludio para la siesta de un fauno. Unos pocos compases comienzan a surtir efecto. Parecen aliviarle. Un nuevo impulso comienza a dar vida a su cuerpo que ya estaba pálido y entumecido. Su mirada ahora tiene mayor vivacidad, como si ya no le pesaran los párpados. Una nueva energía recorre por su interior. Y piensa, que de todo lo que se fue, todavía está Susana; tal vez podría tener un nuevo comienzo con ella.

Súbitamente, en su mente las ideas comienzan a encajar con nitidez. Podría alquilar nuevamente las habitaciones. “Ella es muy buena para llevar esto y lo va a hacer con gusto”, pensó. ¿Estará dispuesta a volver a comenzar y dar una nueva oportunidad a lo nuestro?, se preguntó.

Ahora suena Claro de Luna. Una sonrisa se esboza en su rostro mientras cierra los ojos. Se olvida por un momento de sí mismo y de sus problemas y se entrega a la melodía. Sus ojos se humedecen, pero esta vez en un rostro diferente. Siente el pecho liviano, la cabeza despejada y el cuerpo ligero. No ha pegado un ojo en toda la noche, pero se siente fresco, con cierto furor por retomar su vida. Sale a caminar un rato por la ciudad.

¿Y si la invita a desayunar? Su corazón se agita de solo pensar que vuelva a ser tan dichoso como en sus mejores momentos con ella. Suena la Obertura de Tannhaüser en el Walkman que lleva consigo. Se siente gratamente conmovido. Se anima a marcarle. Sale la contestadora. Se fija en la hora y son apenas las 6.10 a.m. Continúa la caminata con vitalidad.

Observa a su paso la entrega de los diarios en los kioscos de la ciudad. Se detiene a mirar los titulares de la prensa unos minutos. Ocurrió un malentendido en Perú cuando las fuerzas armadas dispararon a una avioneta supuestamente comprometida con el Narcotráfico según información compartida con la CIA. Pero resultó ser una familia Norteamericana inocente. Piensa que esto se parece al malentendido con Susana. Esa noticia contrasta con el anuncio de la sonda enviada al planeta Marte. Prefiere pensarse como esa sonda, atreviéndose a explorar lo novedoso.

Víctor Calzadilla