domingo, 25 de febrero de 2018

AQUÍ TODO VUELA

El deseo de volar ha estado presente en la humanidad desde sus inicios. Los primeros hombres que observaron las aves remontarse a las alturas, sintieron admiración y asombro, y un gran deseo de imitarlas.
La historia está llena de relatos de esos intentos que siempre acabaron mal. Pero si algo bueno se le pudo sacar a tantos ensayos fallidos es que el hombre aceptó que su organismo no estaba estructurado para volar, que por sí solo era imposible.  Así entonces comenzó a experimentar con ayudas externas. Inventaron los globos aerostáticos que se dejaban llevar por las corrientes de aire sin ningún tipo de mando, algo que perfeccionaron con los dirigibles que si permitían controlar su trayectoria. Le siguieron planeadores, y a estos, los aeroplanos equipados con motor. A partir de entonces, los avances han sido gigantescos, con mejoras sustanciales hasta alcanzar el nivel de la aviación actual. 
El hombre no consiguió volar por sí solo, pero logró que el término "volar" no se limitará a las aves y otros animales voladores, y se acepta hoy en día que el hombre también "vuela".

Ponemos a volar nuestra imaginación, porque en ella  cabe todo tipo de "vuelo". A la palabra "volar" se le puede dar diferentes sentidos, por ejemplo, cuando se dice que alguien salió "volando", no quiere decir que salió por los aires, solo se esta ilustrando la manera como lo hizo: corriendo, de una manera rápida o apresurada.

En estos últimos tiempos sí que nos han puesto a "volar", y estamos prácticamente obligados a hacerlo si queremos subsistir. La semana pasada un amigo me avisó que había llegado harina de trigo al Madeirense, salí con mi mujer "volando" a ver si podía comprar. Dos horas de cola y cuando ya nos acercábamos a la caja nos dicen, a gritos y de mala manera,  que se acabó. Unos seis policías "volaron" más rápido que nosotros, y sin hacer cola, salieron con sus cascos llenos de harina, ante la rechifla de todos los presentes.

Cuando mis hermanas escuchan el traquetear de las tuberías de sus casas, luego de varios días sin tener agua, salen "volando" a limpiar baños, lavar ropas, bañar al perro y regar la grama. Cuando la luz de la casa apenas parpadea, salimos "volando" a apagar aparatos y desconectar artefactos antes de que esas variaciones de voltaje los dañen. Nos la pasamos "volando" del timbo  al tambo, de supermercado en supermercado y de farmacia en farmacia. En unos no tienen el artículo, ni el medicamento, y en los otros tampoco. También "vuelan" los pocos productos apenas llegan a los anaqueles, hasta los pollos "vuelan" a pesar de que los venden congelados y es más el peso del hielo nque el del pollo.

El  tiempo se desperdicia "volando" en actividades que en circunstancias normales, en cualquier país civilizado, no consumen nuestro tiempo valioso, dejando espacio para dedicarlo a actividades más productivas, al trabajo, la educación, la salud, la cultura, el amor, la fe y el esparcimiento. Las horas y los días se nos pasan "volando", ya la próxima semana ¡es Marzo!

Muchos eventos, nos hacen salir "volando" en la Venezuela actual. Nuestros familiares y amigos emprenden vuelo buscando mejor futuro para ellos y sus hijos. Los jóvenes, con sus cargas   ligeras, emprenden vuelo más fácilmente. Pero los mayores, renuentes a dejarse robar lo que tanto esfuerzo y años les ha costado, tienen demasiado sobrepeso en sus alforjas y sienten que sus viejos tanques alojan menos combustible del requerido para el fuerte despegue y la larga travesía

Los que nos quedamos, con la esperanza todavía de que recuperaremos la democracia, la justicia y la libertad, de que regresará la decencia y los valores al mejor país del mundo, estamos también corriendo el riesgo de "volar", sí señor, pero de volar ¡como Ricaurte en San Mateo!


Lionel Álvarez Ibarra
Febrero 2018

Febrero 2018 Bitácora

Febrero 2018
Host: Doña Gudelia y Doña Nancy
Tema: Nuevas formas de volar
BITÁCORA GRÁFICA


















sábado, 24 de febrero de 2018

Recetas de magia blanca y dulce

https://cocinardepie.blogspot.com/2018/02/capitulo-4-recetas-de-magia-blanca-y.html

Cascos de naranja, o las cuatro formas de volar

Un día cualquiera, pero sin dudas que era ese día, Agloj, la maga blanca y dulce se encontraba sentada en la puerta de la casa. Estaba un poco pensativa y hasta pudiera decirse que estaba triste. Su abuelo Jencaaz, que venía del huerto, le preguntó:

                     -Querida nieta, ¿qué te pasa hoy?, te veo triste

                -Si, estoy un poco confundida. He tratado de hacer un dulce de cáscaras de naranja que me enseño la Tía Maruja, pero no hay forma de quitarle el sabor amargo. He probado con todo lo que ella me dijo y no obtengo ningún resultado, aclaró a su abuelo

                -¿Qué has averiguado de los sabores, sabes cuantos son más o menos?, preguntó cariñosamente el abuelo mago

                -Me encanta el dulce. Entiendo del uso de la sal para resaltar los sabores, conozco el ácido de las frutas, (que a veces decimos que están dulces), y entiendo el amargo, pero no se para que existe, dijo

                -Tu conoces el chocolate, ¿sabes que viene del cacao? El sabor del cacao es amargo y sin embargo se puede hacer un dulce maravilloso con el, que es el chocolate. También conoces el café que es amargo también. Algunos lo endulzan para beberlo aunque podemos conseguir sensaciones maravillosas tomando el café amargo, si nos acostumbramos. ¿Por qué debemos pensar en que las cosas sean distintas a lo que son? La cáscara de la naranja es amarga. ¿Qué puedes aprender del chocolate y el café?

                -Que sabio eres abue. Si hago las cosas siempre de la misma forma, no puedo obtener resultados distintos. Debo ver que estoy haciendo igual. Ya veo que no se trata de cambiar a la naranja, sino de hacer cosas distintas con el amargo, así como el cacao y el café, respondió

                -Exactamente, lo has dicho desde lo que ves y lo que sientes, no desde lo que dicen o lees, dijo. -Te voy a dar un libro que era de tu mamá, yo creo que tienes edad para tenerlo y cuidarlo. Ahí vas a conseguir todo lo que quieres saber de ella y que me has preguntado; es su diario, escrito como recetas de cocina, le dijo

Agloj no pudo decir palabras y siguió a su abuelo hasta el estudio. Generalmente estaba cerrado pues los animales de la noche suelen hacer travesuras y se comen todo lo que sea de papel. Se ha visto que hasta escriben ideas sobre ellos, perdiendo su contenido.

En el estudio había un viejo baúl, de esos que parecen que se traían los inmigrantes de Europa con las pocas cosas que llegaban a salvar. Era negro, reforzado en sus bordes con chapas de hierro dobladas en ele, pero ya con la marca y el óxido del tiempo. No se veía bien de que era, pero parecía de madera pintada ya un poco descolorada y desconchada. En la tapa, tenía un gran candado gris, donde se apreciaba el hueco de la llave, por lo grande. Era de esos candados de acero, difíciles de abrir. El abuelo Jencaaz se descolgó del cuello una cadena que en su extremo tenía una llave. Así abrió el viejo candado. La tapa de la maleta crujió como si despertara de un viejo y largo sueño.

En el interior de la maleta habían muchas cosas que Agloj se apuró a ver, pero que con el mismo apuro, su abuelo retiró un viejo libro y cerró la tapa colocando nuevamente el candado. El libro era grande, como los que se usan para escribir magia. Estaba empastado en cuero, con adornos labrados en color dorado. En la portada tenía un marco de plata con filigrana muy delicada y en el centro del marco se observaban dos letras entrelazadas: una M y una T.

                -MT, así se llamaba mi mamá, dijo asombrada

Las manos le temblaban cuando recibió de su abuelo el diario. Era pesado como los dos kilos de naranja que tenía en la cocina para hacer el postre. El libro estaba cerrado y tenía una aldaba plana, también de plata con dos agujeros que calzaba en dos puntas de la contratapa. Los separó y abrió la primera hoja…

                -“Las cuatro formas de volar”, leyó en español.

No había dibujos, ni recetas sino una frase que parecía un poema:

Dolĉa, kiel mielo, serĉu la kolibro
saleta, kiel la maro, serĉante la blankan pelikinon
acida, kiel citrono, serĉas la Turpian
maldolĉa, kiel kakao, serĉas la sciuron

Agloj sabía que había aprendido de su madre este idioma extraño y mientras pasaba sus dedos por cada letra, pudo entender lo que estaba escrito:

Dulce, como la miel, busca al colibrí
Salado, como el mar, busca al pelícano blanco
Ácido, como el limón, busca al Turpial
Amargo, como el cacao, busca a la ardilla

Agloj cerró el libro y lo abrazó; era su primer contacto con algo real, no solo recuerdos. No leyó más. Comprendió que leer su diario le iba a mostrar quién era ella, y no leyó la última página, aunque tuvo ganas de hacerlo. Cada página del libro era de cartón, como el que se usa para colocar fotos en un portarretratos, de esos que se usan para enmarcar cuadros con vidrio. Sabía que en ese libro mágico iba a obtener respuestas de su familia y de ella. Y así, lo guardo en el lugar más seguro de su cuarto. Al estar segura del diario de su madre, Agloj corrió al bosque e invocó a los animales del verso:

                -Queridos amigos, vengan a conversar conmigo; hermano colibrí, hermano pelícano, hermano Turpial y hermana Ardilla, los convocó

Uno a uno fueron llegando, tres de ellos volando y la ardilla corriendo. A estar todos los dijo:

                -Necesito encontrar respuestas. Quiero que la concha de la naranja sea dulce como el azúcar o la miel. La cáscara es amarga.

                -Los pájaros de bosque no distinguimos el sabor dulce con la excepción de nosotros los colibríes. Mi vuelo es extraño, puedo aletear 14 veces en un segundo, lo que hace que pueda estar quieta en un punto sin caerme. No soy nerviosa, es solo mi naturaleza. El dulce nos hace felices. La abeja también vuela y sabe extraer el néctar de las flores y producir la miel. Lo dulce nos hace felices, le da sentido a volar, dijo el colibrí. La abeja que también había llegado asentía con su cabeza

                -“Es solo mi naturaleza”, repitió Agloj

                -Yo prefiero lo salado, dijo el gran pelícano blanco. –Como de los frutos de mar, la sal es necesaria para la salud; no se puede vivir sin la sal. Mi secreto es que la sal, hace sobresalir los sabores. Hasta los dulces necesitan un poco de sal para que sepan mejor. Yo vuelo alto y me lanzo en picada para entrar en el agua salada, que luego me hace flotar, dijo
                  -Los opuestos se complementan, dijo la maga

                - Yo prefiero picar las frutas, como a la naranja que es ácida y dulce por dentro. Yo no me como la concha que cae al piso y se pudre sirviendo de alimento a los propios arboles o dejando que sus semillas produzcan nuevos árboles. El ácido es bueno para comer, recuerda el vinagre, el limón, y la naranja misma. Los ácidos se mezclan con los dulces también y crean sabores deliciosos, dijo. - Mi vuelo es fantástico; mi color amarillo recuerda a los rayos de sol en el amanecer, completó el Turpial

                  -Se puede ser amargo y dulce a la vez, repitió a sí misma, la maga

                - Yo no soy un ave, dijo la ardilla. Sin embargo he aprendido a volar. Me paso de árbol en árbol y mi panza se abre como un plato y puedo planear. Eso me permite pasar de uno a uno sin caer al piso. Me gusta la cáscara de la naranja; es amarga pero deliciosa. A diferencia del turpial, me gusta la cáscara, dijo mirando al Turpial de reojo
               
                -Para ser mago blanco hay que aprender nuevas formas de volar, y dependiendo del vuelo, se usa lo dulce, salado, ácido o amargo, les dijo Agloj a los presentes, como quien ha aprendido algo importante y lo repite para que no se le olvide. -Existen esos cuatro sabores y ya sé también que más de la mitad de lo que sabe, es a lo que huele. Son los secretos de la cocina. Pero hoy, escuchándolos, puedo ver que los sabores también conviven; los ácidos y los dulces, igual que los amargos, continuó diciendo. 

               -Hay una quinta forma de volar, y es volar con todos. Respetando el amargo de la naranja, danzando lo el ácido y dulce de su interior, endulzando los medios de cocinar y con un toque de sal para resaltar el producto, concluyó. (A veces le parecía que lo que aprendía en la cocina, tenía que ver con la vida también)

Agloj agradeció a sus amigos del bosque y corrió a la cocina y preparar de nuevo la receta de la Tía Maruja pero esta vez con los secretos de los animales y del diario mágico de MT. Ya en la cocina, separó lo necesario y comenzó.

Seleccionó una a una las naranjas que iba a usar, como dos kilos. Una a una los pasó por el rallador para eliminarles el brillo de la naranja y favorecer la cocción. Las lavó bien y le extrajo el jugo, al partirlas en dos. Todas las medias naranjas fueron colocadas con un toque de bicarbonato, (dicen que ayuda a ablandar), en una olla grande que le colocó agua hasta tapar las mitades. Así, hirvieron por dos horas. Al enfriarse, les cambió el agua y las colocó en la nevera.

Durante cuatro días y sus noches, Agloj cambió el agua por agua fresca y nueva, comprimiendo las frutas con un pasapuré para eliminar un poco el amargo. Al cuarto día, Agloj probó la consistencia y lo amargo, y supo que estaba lista para la cocción final.

Esta vez cortó las mitades en finos pedazos como tiritas. Tapó con agua los dos kilos de cáscaras y lo llevó a hervor. Poco a poco agregó cuatro tazas de azúcar (la mitad del peso de la naranja, en azúcar), y cuatro cucharas de melaza de caña, así como media cucharadita de sal. Tuvo cuidado en no pasar demasiado la paleta en la olla para evita que se rompieran las cáscaras.

                -Son solo cuatro sabores y una fruta necesarios para hacer magia, dijo. 

Con este postre, Agloj nunca olvidó la diferencia. Ahora habla de los cinco sabores, al igual que de los elementos, que convoca al cocinar: del agua, lo salado; del fuego, lo ácido, de la tierra, lo amargo; del aire, lo dulce, y por último, el quinto, el de todos juntos.  Así es este dulce, el quinto elemento…





Referencias bibliográficas y fuentes:

EN EL ESPEJO DE JUAN SALVADOR GAVIOTA


EN EL ESPEJO DE JUAN SALVADOR GAVIOTA
“Amanecía y el nuevo sol pintaba de oro las ondas
de un mar tranquilo”
“Gaviota que va lejos, vuela alto”
“Supera un espacio y nos quedará un aquí,
Supera un tiempo y nos quedará un ahora”
Un día amanecí queriendo ser un pequeñito remedo de JSG.
Volar con las alas vacías esperando que el viento
llenara mis espacios de potente adrenalina.
Volar con las alas partidas para sacar un giro
y crear estilo, crear y creer en el vivir creativo.

“Entender el significado del vuelo más allá
de una manera de trasladarse para conseguir migajas”
“Para la mayoría de las gaviotas
no es volar lo que importa, sino comer”
Hay quien vive solo para volar en la plana rutina
para saciar el hambre elemental.
Hay quien vuela solo para comer y defecar la vida.
Nos convertimos en esclavos sueltos de la miseria
en sombies ciegos cruzando esquinas tras ella.

“Descubrir el rizo, el balance lento, el balance en punta,
la barrera invertida, el medio rizo invertido”
“Podremos alzarnos sobre nuestra ignorancia,
descubrirnos como criaturas de perfección,
inteligencia y habilidad”
La pasión de darle forma a lo que nos cautiva.
El cortar malezas donde no hay camino.
Ir por el  tejiendo sueños y soluciones.
Aprender vuelos que otros vuelan,
sacudiendo nuestros miedos con los ojos abiertos.
Saber que nos turba, que nos ataja.

“Yo he ido donde y cuando he querido,
puedes ir al lugar y al tiempo que desees”
“La vida es lo desconocido y lo irreconocible”
“El cielo no es un lugar, ni un tiempo”
La libertad más que una palabra, es una filosofía,
apenas me asomo a su contexto.
Aún soy esclava de mis limitaciones.
Empiezo a soñar la nueva travesía,
sin importar si es mi cuerpo o es mi alma quien vuela.
El cielo es una búsqueda en cuyo proceso fluye la vida.

“No dejen de aprender, practicar y esforzarse
a cerca del perfecto e invisible principio de la vida”
“Cada uno de nosotros es una idea ilimitada de libertad
y el vuelo de alta precisión es un paso hacia
la verdadera expresión de nuestra naturaleza”
Este pedazo de mi vida ya cumplió su ciclo.
Su receta diaria sabe gastada huele a naftalina.
Quiero que mi risa me suene como un cascabel.
Que mi rostro y mi cuerpo se ensanchen plenos.
Que mi alma vuele pasado presente y futuro,
sin que haya rasguño ni piedra de tropiezo.

“Cuando JSG evocó en su pensamiento a
la bandada de gaviotas en la orilla de otros tiempos
y supo que no era solo huesos y plumas,
sino una perfecta idea de libertad y vuelo sin limitación alguna”
Cuantas veces nos habrán exiliado.
Cuantas veces nos habremos auto-exiliado.
La vorágine de la vida nos llevó
en carrera loca a cumplir los “tengo y debo”
pocas veces fuimos dueños plenos de nuestra libertad.

“Tenemos que rechazar todo lo que nos limite”
“Cada uno de nosotros es una idea ilimitada de libertad”
“El vuelo de alta precisión es un paso
hacia la expresión de nuestra verdadera naturaleza”
¿Cuando viene la libertad?,
tal vez cuando aprendemos a amarnos de verdad.
Cuando ya nada ni nadie nos ata.
Cuando vamos de la apariencia que nos da la gana.
Cuando decidimos cómo y cuándo volar,
incluso eligiendo nuestro vuelo final.

 “Debemos intentar la superación de nuestras limitaciones
en orden y con paciencia”
“Rompe las cadenas de tu pensamiento
y romperás las cadenas de tu cuerpo”
“Ya no me necesitas, lo que necesitas
es seguir encontrándote a ti mismo, un poco más cada día,
a ese verdadero e iluminado ser que hay en ti”
Algún día ilimitada mi alma ventilará secretos.
Algún día iré recitando versos por la calle loca,
sin importarme la mueca del viento.
Sin que los susurros sean virales ni controversiales.
Algún día una esquela blanca y  serena,
dirá, aquí duerme Gudelia libre y plena.

Richard Bach & Gudelia Cavero

Nuevas formas de volar para avanzar




Autor: Martín A. Fernández C.
24/02/2018

¡Nuevas formas de volar! Podría escribir sobre formas de volar, pero "nuevas formas de volar" me hace pensar que se trata de contar sobre maneras insólitas o especiales de vuelos. Eso lo hace más complicado, es decir, puede tratarse de experiencias o de añoranza o de sueños, no estoy seguro. Pero  esta confusión que tengo, me hace pensar en situaciones pasadas o del presente y el futuro, como:
  1. Una vez, cuando pequeño, mi hermano menor (el tercero de todos) voló durmiendo de la parte de arriba de la cama litera al suelo, cayendo de cara. Tan duro fue el golpe, que mis padres se despertaron y corrieron a nuestro cuarto. Llevándoselo al hospital de emergencia. Aunque no pasó nada grave que lamentar, sino el susto de la sangre, en sólo días dichas literas se transformaron en camas individuales.
  2. Las veces que me he enamorado han sido nuevas formas de volar. Además de las pasiones que se despiertan, se sueña y experimentan las mejores aventuras que nos hacen salir del conformismo. Uno se atreve a vivir con atrevimiento. Pero la mejor aventura de amor es la que tomas en serio, la que amas con conciencia, la que convive con la amistad confidente y la que consolida una relación en el tiempo. 
  3. En la actualidad, con mi compañera de amor, vivimos en una permanente experiencia de experimentos de vuelos, además del propio amor. Me refiero al conocimiento de las relaciones, a mantener la relación en un proceso evolutivo. Además, me ha hecho conocer lugares que nunca hubiera descubierto por mi temor a salir de mi cuadra.
  4. Le tengo miedo a las alturas, me producen vértigo. Por eso que volar no es mi pasión, pero no tengo problemas de montarme en aviones. Me refiero a estar en altura viendo un abismo, que hace darme la impresión de que mi cuerpo es atraído por el vacío, invitándolo a volar, pero, hacer esto sin alas es una locura. Quizás son ganas de que la adrenalina se active mientras vuelo a ras de la tierra, mientras caigo a la profundidad, con alguna especie de alas o traje especial, por supuesto, sintiendo la velocidad del viento en mi cara. A pesar de este terror a las alturas, sigo soñando en tirarme en paracaídas (no en parapente, en paracaídas), quiero sentir ese caer al vacío, pienso que es una experiencia donde la velocidad y el tiempo se pelean, y te sientes como un pájaro.
  5. Soy amante del mar. Muchas veces me sentaba a la orilla de la playa a observar a los pelícanos, quienes volaban planeando cerca del agua, con la cabeza inclinada buscando qué cazar, cuando de repente se eleva y cae en picada hasta clavarse y hundirse, para salir a flote con su trofeo en la boca, el cual traga, para luego alzarse en vuelo nuevamente y repetir la hazaña. Me gustaría ser un pelícano y sentir esta forma de volar.
  6. Mis hijos viven constantemente nuevas formas de volar. Primero, cuando nos separamos. Luego, cuando tuvieron que viajar a Barquisimeto, alejándose de mí y de sus amigos, para adaptarse a otra ciudad y construir nuevas amistades. Ahora tienen un reto mayor, continuar su vida en otro país, alejándose aún más de lo que tienen y han construido, y enfrentarse a nuevos retos. 
Crecemos en la medida que emprendemos nuevas formas de volar. Los cambios generan miedos, pero cada vez que lo enfrentamos nuestra versión evoluciona.

Por todo esto, es que decía que “nuevas formas de volar” tiene una connotación particular. Es el reto de proponerse y hacer nuevas cosas o enfrentar nuevas circunstancias no deseadas, y para eso tenemos que ser valientes, a pesar del miedo que genera con la buena intención de protegernos, pero que debe superarse.

Fin

Trascendencia




Ahora sabes
Fe, soledad y Fuerza
!Ve, mariposa!

Carmen Lucía Rojas
TIEMPO DE ALAS Y VOCES
  
   Invento las alas con que vivo. Recuerdo voces que guían mi vuelo. Voces que se hacen raíces para sostener mis alas. Alas que vuelan para descubrir mi mundo hecho de alas y voces, hilvanando días y zurciendo espacios.
    Alegría primera de conocer de alas que fueron cobijo, acompañadas de voces de tonalidades dulces. Protegida en su regazo  no existía ni el miedo ni el frio, tan solo unos labios, cargados de besos, que siempre repetían  “aprende a amar  que la vida ya te enseñará  a volar.”
    Las voces se hicieron diversas, las alas confusas. Juventud insolente  que ignora que al desplegar las alas se arriesga todo. Volar es un riesgo, vivir una apuesta.
    Poco a poco las alas avanzan. Recorren senderos. Aprehenden la vida. Encuentran  pasiones que alzan la voz. Pasión por amar lo que hago, por hacer de mis pasos huellas, por multiplicar amigos y compañeros de vuelo.  
    Un día cualquiera las alas latieron. Una voz diferente sorprendió a la mía. Sólo escuché dos alas que volaban conmigo con el sosiego apasionado de quien encuentra el Amor. Fue orden del alma que voláramos juntos. Y de repente ya no hubo tiempo de volar tan alto. Voces nuevas, chiquitas, llenas de ternura demandaban alas. Y entonces el anhelo que volaran  felices y seguras se hizo misión.
     A partir de  aquí, mi voz  fue capaz de contar las historias de otros. Mis alas silenciosas marcaron itinerarios inscritos en labios y besos  que repetían “aprende a amar que ya la vida te enseñara a volar”.
     Los hijos se hicieron grandes, dejando la sensación, como decía Machado, de “un ayer que es todavía”. Sus alas otean el mundo para escoger sus victorias y amortiguar sus caídas.
     El tiempo, indiferente,  fue apagando  voces, dejando solo las imprescindibles. Aquellas  que me enseñaron a volar hoy vuelan muy lejos. Aquellas que aprendieron a volar con mis alas hoy prueban las suyas. Sólo  queda una que no sabe volar si no es con mis alas y yo con las suyas. Esa, a la que, entre cotidianidades, amores y pleitos, le he entregado la vida.
      Ha llegado el momento de desandar recuerdos. Mis alas,  fuertes,  recorren el tiempo. No con nostalgia, sino con  la convicción  de que todos los días que gritan mi nombre han sido hermosos; que puedo ser amable con mis errores y humilde con mis aciertos, y que, sin duda, he aprendido a amar. Sé que me esperan años luminosos, promesas felices, plenitud de vida, alegría del alma por seguir viviendo. Y cuando llegue el momento, la voz de la muerte susurrará a mi oído: una buena vida merece una buena muerte.
Irma Wefer