domingo, 22 de enero de 2017

2016

2016  
     La vida es tiempo que cuenta lo que hemos sido y lo que somos.  Hay tiempos más significativos por su dureza o por su regocijo. Esos son huellas indelebles que arrojan una mirada sobre nosotros mismos de entonaciones tan variadas  como las emociones que producen. El 2016 fue uno de ellos. Nació aciago. Tratando de comprender lo incomprensible, tratando de entender la ausencia.
     Un cuatro de febrero fuimos a despedirnos de Santiago. Lejos, en la recóndita montaña, su espíritu inquieto y libertario había decidido recorrer la más inaccesible cumbre donde fue inalcanzable. Mis ojos sólo podían ver la hermosura de una lápida de piedra negra que recordaba su esencia: alma de artista y arrojo de escalador.
     Pero en la vida hay encuentros que te rescatan el alma y ese día ocurrió uno de ellos. Frente a la lápida, cual centinela, un pequeño zorro dorado nos retaba con su mirada. Cosa curiosa ya que los zorros son huidizos  y esquivos. Vino a mí la imagen  de un “principito” que desde que recuerdo acompaño a Santiago. Entonces el zorro tuvo sentido. Era el amigo que siempre acompaña. Aquel de “lo esencial es invisible a los ojos”. Allí mismo, en la oscuridad terrible del dolor, se hizo clara la luz de su presencia.   
     Ya no vi su cara ni oí su voz. Empecé a oír  otras voces que hablaban de su nobleza, de la belleza que había en su ser. La evidencia de su corazón generoso me llevó a la certeza de que recorría la cima de bondad infinita.
     Sorprendentemente la pérdida más grande mostró la insospechada fortaleza. El alma agotada creyó en sí misma con la convicción de que era mejor “encender una humilde vela que maldecir la oscuridad”. El amor profundo realizó su tarea trayendo consigo al agradecimiento. Agradecimiento por lo que Santiago fue, por lo que es, por lo que fuimos juntos y por lo que seguimos siendo.
     Cuando un hijo se nos va, la vastedad del amor nos hace sentir que mucho de él se nos queda entre las manos. Sólo nos queda prodigar ese amor a los demás. A los cercanos que, como vasos comunicantes, nutren nuestras fuerzas. A los lejanos como necesidad vital porque si el dolor no sirve para hacernos más generosos, pacientes y tolerantes con los demás no sirve para nada.  
     Hace algunos meses alguien me dijo “a pesar de todo te atreviste a ser feliz”. Caí en cuenta de mi osadía: en medio de ese terrible dolor  yo había decidido ser feliz. Feliz porque mi vida está llena de bendiciones, feliz porque estoy rodeada de gente maravillosa, feliz porque me falta mucho por ser, hacer y dar. Puedo sentir que la Virgen lo abraza. Sus brazos se hacen mis brazos y en ese instante el amor de Dios nos acoge a todos. Una nueva certeza se arraiga en mí: Santiago es feliz.
     De siempre me ha hechizado un cielo estrellado. Ahora tiene un nuevo significado, en ese cielo hay una estrella que mis ojos no alcanzan a ver pero que ilumina para siempre. Al final del día descubrí que Santiago sólo está aprendiendo a ser de otra manera en el territorio de la plenitud y las palabras de Elsa Arango se hacen eco en mi mente: “el dolor llena de lluvia los ojos mientras el amor y la gratitud llena de luz el corazón. Cuando hacemos un duelo, de lluvia y luz nace un arco iris, el símbolo de conexión entre la tierra y el cielo”.
Bienvenido 2017.


sábado, 21 de enero de 2017

Reunión de enero 2017

Enero 2017
Host: Don Martín
Tema: Propósitos 2017. Las promesas de año nuevo. La gratitud.
Fecha: sábado 21 de enero 2017
Lugar: Lindo capullo de Alhelí
Nuevas: Doña Arcángela y Doña Nancy
Dato: Tuvimos cata de chocolate negro 70%

Relatoría gráfica:

Los escribidores de enero 2017 en casa de Don Martín


Doña Arcángela, que tradujo su escrito en una experiencia multisensorial. Maravillosa cata de chocolate negro. Ella, toma el mes de julio y nos va a dar un taller de chocolate

Doña Hened, la Host de febrero, nos va a preparar comida libanesa

Doña Gudelia en su lectura. 

A los que no fueron, se les informa que no saben de lo que se perdieron...

Además de escribidoras (es), somos gente de psicología positiva y de Psiconeuroinmunología. Algunas, son docentes muy queridas de los Diplomados en Psicología Positiva

El Host de enero en la isla de Coche el día que se regresó


Templanza y valentía

Templanza y valentía

¿Por qué voy a hablar de lo que ya pasó? ¿Por qué alargar el sufrimiento y pensar en lo que pasó el año pasado y en lo que no pudimos conseguir? No.Siento que no he perdido nada. He vivido mis sueños y los sueños no se pierden nunca. Pasan por nuestras vidas, nos rozan y a veces atajamos alguno. Esos sí los recuerdo, retozan en mi memoria y me nutren el espíritu. Queda el disfrute, queda lo vivido, queda el deseo que es lo que nos impulsa a ir más allá. Queremos continuar en nuestra lucha, no deseamos perder nuestra dignidad.

 Hubiera sí querido derrotar esta barbarie que nos amenaza y que esta tierra saliera airosa para iniciar la reconstrucción, y no fue así. Pero no nos postremos ante el desasosiego.  Hay momentos en la vida, los más difíciles, diría yo, en los que hacemos lo que haya que hacer, vivir, sin contar con la esperanza. Esta es como un plumaje que se posa en el alma, algo frágil que va y viene. Más que la esperanza que nos engaña tantas veces, hace falta la valentía. Siento que los venezolanos  hemos crecido en este aspecto, pero necesitamos más coraje y perseverancia, estas son las fortalezas que deben acompañarnos.

Quiero ejercitar la templanza, la generosidad, el respeto, los sentimientos y la entrega. Todas estas fortalezas las abrigaré en el coraje, en la valentía embozada en la ética.  Es valiente el que se enfrenta a los obstáculos con la idea de hacer el bien, el que deja el miedo atrás. No se trata solamente de enfrentarse a la angustia sino de actuar valientemente.  Se trata de dirigir los pensamientos y actuar creativamente tratando de encontrar en este terruño embrollado que nos asfixia esa nota de sensatez que deja ver que no nos rendimos, que seguimos sobrios y animados en este camino confuso que nos ha tocado vivir.

Cuando pensamos que tenemos potencialidades que podemos usar, actuamos, y nuestra alma se alegra. No importa si tenemos pesares, angustias, desasosiegos; sabemos que podemos, que encontraremos el camino. De eso se trata, de transfigurar las cosas, de emplear nuestra energía creativamente. Quizás no lo logremos, quizás no lo sintamos, pero esas señales las pensamos, las reconocemos y las deseamos y eso es lo importante para hacerlas realidad. No se trata de sobrevivir sino de supervivir. Esto no significa vivir por encima de nuestras posibilidades, lo que sería ilusorio, sino por encima de nuestras realidades, porque abandonar nuestros deseos sería perder nuestra dignidad. Actuaremos, no  como somos sino como quisiéramos ser. Actuaremos  con los sentimientos en el alma,  buscando siempre una llama encendida en nuestras noches oscuras.

Nancy Gutiérrez


ALICIA EN EL PAÍS DE LOS PROPÓSITOS 

Transcurrían los primeros días de un mes de enero y Alicia acababa de ser cesanteada  luego de trabajar por más de ocho años en una empresa local. La liquidación le había aportado una suma de dinero importante para el momento. Una tarde se acercó a mi casa y me consultó que podría hacer con ese dinero, como multiplicarlo, en qué negocio invertirlo. Me comentó que su mamá le aconsejaba montar una peluquería y que una de sus amigas que se había retirado el año anterior había comprado un restaurante y le iba muy bien. 
Se me ocurrió decirle que lo invirtiera en el negocio de las drogas, que eso daba mucho dinero, tal como ella quería. Pegó un grito y sorprendida me preguntó si estaba loco. Me dio entonces la oportunidad para explicarle que, por su reacción, ya tenía claro por dónde no debía canalizar sus recursos, en nada que contraviniese sus principios y valores. 
Continuamos hablando sobre lo que le aconsejaban o lo que veía en el desempeño de amigos y conocidos. Pueden servir de inspiración o referencia, pero no necesariamente significa que podrás ser exitosa en la misma actividad. Los objetivos tienen que ser propios, que surjan desde muy dentro de la persona, que respondan a sus necesidades y no a los deseos de los demás. 
Le conté sobre un equipo portátil  que en una oportunidad me regalaron. Traía TV, radio, linterna, reproductor de cintas y hasta un pequeño ventilador le salía por uno de los extremos. Muchas aplicaciones pero en ninguna era bueno. Algunas veces así nos comportamos, tratamos de hacer de todo pero en ninguno somos excelentes. Partimos de la falsa creencia de que con la práctica o el ejercicio podemos aprender cualquier cosa, pero no es así. Todas las personas somos diferentes, tan distintas como nuestras huellas dactilares y cada una tiene talentos particulares. La clave está en identificar los predominantes, perfeccionarlos con el conocimiento y las destrezas hasta desarrollar fortalezas que nos facilitarán la consecución de metas y objetivos.
Si nos lanzamos  a estudiar o trabajar en algo para lo que no tenemos talento, puede que aprendamos algo o mejoremos, pero siempre seremos uno más del montón. Pero si nos enfocamos en algo para lo que si lo tenemos, el camino será mucho más fácil y nos convertiremos en uno de los buenos. Nos daremos cuentas porque no nos fatigamos, el tiempo se nos pasa sin darnos cuenta, embebidos en la actividad y nos sentimos felices.
Solamente cada uno de nosotros puede decidir acertadamente que camino tomar. Somos los dueños de nuestros propósitos, por lo tanto seamos inteligentes, no nos los pongamos tan difíciles o inalcanzables. Tomar en consideración estos lineamientos es válido para emprender cualquier proyecto, para canalizar nuestras vidas y hasta para cumplir esas vagas  promesas que algunas veces nos hacemos  al inicio de cada año.     
Quizás Alicia estaba algo desenfócala cuando lo primero que manifestó fue su interés por incrementar el dinero, parecía su "único objetivo". Debemos buscar desempeñarnos en aquello que nos apasiona, que aporta algo útil a nuestros semejantes y a la comunidad, que  cuando se hace con buena voluntad y nobles propósitos,  el dinero siempre  vendrá como compensación.
Alicia finalmente no realizó ninguna inversión en el país y emigró a España. Pero todo lo que platicamos y compartimos aquella tarde de enero es aplicable en la Madre Patria. Esperemos le hayan sido de utilidad y se encuentre bien "Alicia en el país de las maravillas".

Lionel Álvarez Ibarra
Enero  2017 

jueves, 19 de enero de 2017

Nadie quiere a julio

Julio es un mes que queda en el medio. Es como cuando una familia tiene tres hijos y el del medio se queja con los padres. A veces siente que nadie lo quiere. Así está julio 2017; nadie lo ha tomado. Necesita un Host.

Les recuerdo las ventajas de julio:

"El mes de julio es el séptimo mes del año en el calendario gregoriano y tiene 31 días.
Originalmente este mes era el quinto del primitivo calendario romano y se llamaba Quintilis. En un principio, comprendía 36 días pero fue cambiado a 31 por Rómulo y reducido a 30 por Numa, señalándose finalmente los 31 que tiene ahora por Julio César. En honor del mismo (Iulius Caesar, en latín) que había nacido el día 13 del mes, fue renombrado a "Julius" de donde deriva "Julio".1
En iconografía se le representaba bajo la figura de un joven de carnes bronceadas por el sol y con los cabellos coronados de espigas.1

Acontecimientos en julio[editar]


  • En julio, se hace un receso en el año escolar dando paso a las vacaciones de verano en el hemisferio norte y las vacaciones de invierno en el sur. Esto ocurre generalmente, la tercera y la cuarta semana (dependiendo del año). En la mayoría de establecimientos educacionales se separa el año escolar en dos semestres, por lo que, las primeras semanas de julio se da término al primer semestre y, la última semana, se da comienzo al segundo semestre (considerando el receso de las vacaciones).


Tomado de wikipedia, disponible en https://es.wikipedia.org/wiki/Julio 


Hay 6 países que se independizaron, rock, banderas, de todo. ¿Van a dejar a julio, solo?

sábado, 7 de enero de 2017

¿POR QUÉ SOY OPTIMISTA?

Escrito por: Martín A. Fernández Ch., en Agosto de 2014.



Entiendo que a muchas personas les sea difícil ser optimista en estos tiempos, cuando tenemos una sociedad muy compleja y que nos exige cada vez más, y en momentos de contexto país lleno de incertidumbre, y de crisis social y económica; y nos afligimos aún más, cuando nos damos cuenta que esto sucede a escala mundial.

Es nuestras mentes, experimentamos luchas de pensamientos negativos y positivos. Los primeros, parecieran ser los más fuertes, porque crean desesperanza y desaniman el espíritu luchador; sin embargo, al ponerlos bajo la óptica de que son solo cuestionamientos de nuestro ser para con la vida, con la intención de que hagamos conciencia de nuestra existencia, nos damos cuenta de su necesidad para desarrollar nuestras capacidades y accionarnos positivamente.

Cuando pienso que mi padre emigró a Venezuela, a muy corta edad (15 años), que lo hizo pensando con optimismo de hacerse hombre, y lograr prosperidad y bienestar. Él no pensó que dejaba a sus padres y hermanos, o a su pueblo natal, ni su nación. Para mí representa un ejemplo de fe y esperanza en la vida. Y que el trabajo continuo, la unión, el amor de familia, el humor y las alegrías, la honestidad, la generosidad, la amistad y la responsabilidad, entre otros valores, es lo que nos hace una mejor persona. 

El pasado es mi fuente de energía, porque solo veo buenos recuerdos. Los juegos y peleas de niñez con mis hermanos y amigos, las alegrías, los paseos familiares, las dificultades, los regaños de mis padres, fueron aspectos que consolidaron mis bases de lo que soy ahora. Cuando vivo el presente, me traslado a mi pasado, porque las alegrías con mis hijos, me recuerdan las alegrías con mis padres. Aprendí a no lamentarme de lo que me falta y a valorar lo que tengo. Así como también, aprendí a tener esperanza y fe en Dios (que es la vida), que el futuro es siempre bueno, porque en el presente hago mi mejor esfuerzo para hacer bien las cosas, y Él es justo. No juzgo lo que me pasa, y siempre agradezco lo que me llega, sin valorar si es mucho o poco.

La confianza en mí mismo, la confianza en la vida, el entusiasmo y la perseverancia, son las actitudes que me permiten ver las dificultades como retos. En Diciembre de 1999, ocurrió en el Litoral Central un fenómeno natural que devastó muchos sectores, incluyendo donde vivía. Sin embargo, a pesar de haber perdido la vivienda, ropas y el trabajo para algunos de nosotros, agradecí a Dios que todos pudimos sobrevivir a tal evento y que pudimos reunirnos en corto tiempo. Estas dificultades las sobrellevamos, gracias a nuestra voluntad y esfuerzo, no nos sentamos a lamentarnos porque ya habíamos ganado mucho: ¡La vida! Si en la vida cultivamos las relaciones de amistad y de familias, en momentos de  crisis, como nos ocurrió, recibes la ayuda necesaria para seguir adelante, y así pasó. Por esto, estoy siempre agradecido con mis amigos, familiares y desconocidos, que nos ayudaron desinteresadamente con atenciones y palabras de aliento. 

En momento de severas crisis personal, cuando pensaba que mi mundo se derrumbaría, que mi futuro era lúgubre, de repente vino a mi mente la pregunta ¿Quién soy?, y me dije: soy Martín Fernández, una buena persona, trabajadora, optimista, alegre, y entusiasta con la vida; entonces, no me puede ir mal. Desde ese momento, reflexionando de esa manera, las penumbras fueron desapareciendo. Y no permití que las circunstancias cambiaran mi forma de ser, ante los nuevos retos de la vida. Entendí que tendría otra dinámica, una manera distinta de vivir, pero no necesariamente debería ser negativa para mí, y me apoderé de esta nueva fiesta. 

Asemejo la vida con mi práctica deportiva: la natación. Cuando me inicié en esto, solo podía nadar 600 metros (dos veces a la semana), el cansancio era excesivo; ahora, mis sesiones llegan hasta 2.500 metros (tres o cuatro veces a la semana), con una satisfacción profunda. Este salto de distancia lo logré en dos años, con perseverancia y mucha paciencia. Aprendí que las grandes metas se obtienen pensando en pequeños logros, que con trabajo y confianza podemos ir mejorando poco a poco para cumplir nuestros objetivos, para luego establecer nuevos retos. Que tenemos que escuchar a nuestro cuerpo, quien es el medidor de nuestras capacidades, y que tenemos que escuchar el lado positivo de nuestra mente, quien nos anima a avanzar. Así mismo comprendí que el esfuerzo es individual, es decir, depende de ti cumplir con tus expectativas, y que los compañeros, son solo eso, compañeros, que te animan, pero tú eres el que vive.

En síntesis, pienso que para ser optimista tenemos que:

  • No juzgar las circunstancias, y menos tomarlo de manera personal. Lo que nos pasa, tiene una razón de ser.
  • Las adversidades son retos. Y si tenemos confianza en nosotros mismos, paciencia y perseverancia, se logra avanzar. En una oportunidad un buen amigo me dijo: “Dios no nos pone pruebas que no podamos soportar, tu eres un buen hombre y Él lo sabe”.  
  • Hay que conservar la alegría y el humor, esto nos llena de energía y vitalidad.
  • Hay que cuidar la salud, porque nuestro cuerpo necesita cariño, quien te recompensará en mente y espíritu.
  • Ser consciente de lo que somos y de nuestras capacidades, pero también, a donde podemos llegar.
  • Cultivar la buena amistad, la desinteresada y de apego seguro. Esto permite nutrirnos emocionalmente.
  • Vivir el presente. Ver el pasado como un aprendizaje y que nos permite evaluar cuanto hemos crecido como persona. Y el futuro lo veo como nuevas aventuras que vienen.
  • Distinguir entre los problemas que podemos solucionar y cuales no están a nuestro alcance. Entonces, accionarnos y no quejarnos.
  • Amar lo que hacemos, lo que tenemos, y a las personas que son protagonistas en nuestras vidas. Los desconocidos hay que verlos como potenciales amigos.

Con todo esto, no quiero decir que soy invulnerable. También me deprimo, tengo tristezas, me canso,  y a veces hasta me dan ganas de llorar; pero hay que levantarse y seguir, no podemos estancarnos.

Espero tener la sabiduría para transmitir esta forma de ser a mis hijos, sería el más valioso de los aprendizajes para ellos y mi mayor satisfacción como padre.

FIN

lunes, 2 de enero de 2017

De maleteros, áticos y venta de garaje

Vivimos en una sociedad materialista. No es nada nuevo esta afirmación; solo es importante si uno la dice porque se da cuenta de algo. Empezamos a acumular desde temprano; algunos desde las colecciones, y otros con el deseo imperioso de poseer algo. La verdad es que nos vamos llenando de cosas, de cuadros, de libros, de muebles; tanto, que hasta que cuando tenemos de mas, debemos tratar de guardar lo que se desborda, haciéndose  necesario tener un maletero, o para los que viven al norte de América, un ático.

Nosotros no tenemos áticos en mi país, pero algunos tenemos maleteros, closets o cuartos auxiliares. Todo al final, sirve para guardar. Puede pasar que pase una generación entera, y que por lo lleno del espacio, no lleguemos a saber que tenemos guardado. No botamos nada y seguimos adquiriendo. En el afán de poseer y tener, llenamos todos los espacios y luego nos olvidamos de ellos, y así, seguimos guardando cosas que con el tiempo iremos olvidando. ¿Si pasan muchos años, es posible que nada de lo guardado nos haga falta? Es posible que no, por lo que pudiéramos prescindir de todo.

Hemos visto cantidad de películas donde al desaparecer (morir), el protagonista, lleguen los hijos como a tratar de abrir puertas al pasado. Entonces abren cajas ocultas, suben a los áticos, abren maletas y todo para descubrir secretos ocultos que en vida no fueron capaces de compartir o de hacer saber. ¿Qué sería de una cantidad de obras, libros y teatros si no existieran los áticos, cajas, maletas o maleteros?. (Lo guardado esconde misterios y quizá, las sombras.)

 Pero puede pasar, que un día uno se canse de convivir con tal cantidad de cosas que no hacen falta, o peor aún; que le pertenecen a alguien que hemos dejado de ser. La paradoja es interesante: convivimos por años en ambientes creados a la medida de personas que entonces fuimos, pero que ya no somos más, y lo dejamos pasar,  porque no nos hemos dado cuenta, o porque no nos atrevemos a avanzar. Uno debe tratar de hacer el intento cada cierto tiempo, de observar lo que le es propio, lo que ama, lo esencial, lo fundamental, y así limpiar todo el resto. Por eso quizá, se inventó la “venta de garaje” o cualquiera de las páginas de ventas de cosas usadas que hay en internet. También tenemos la opción maravillosa de identificar lo que tenemos y que le puede hacer falta a otras personas, o simplemente, donarlas.

Nosotros somos así, con nuestros apegos y creencias. Vivimos llenando nuestros mundos de ideas, creencias, paradigmas y todas aquellas cosas metafísicas que nos alejan por un lado, de la responsabilidad que tenemos de crearnos a nosotros mismos, y por el otro, de no permanecer en un área de confort que nos protege y nos mantiene con cierta integración y resignación con el mundo. Para ello, hacemos como colecciones de cosas que fingen forjar la personalidad y el carácter, pero que paradójicamente nos hace más vulnerables a la pérdida de nuestros apegos. Nuestro poeta venezolanos Arturo Uslar Pietri, nos decía en unos de sus poemas que, “seguimos los pasos del hombre que vamos siendo”. Magnífica frase que nos cuenta que lo que somos pudiera ir más aprisa de lo que nos damos cuenta que realmente somos. Y eso es exactamente lo que pasa: buscamos en nuestros maleteros o áticos, las respuestas a lo que la vida nos va demandado, y vamos respondiendo en función de alguien que fuimos o dejamos de ser. Se hace necesario entonces, hacernos cargo de los pasos que nos va dejando nuestra transformación como ser humano, y tratar de seguirlos; a veces, sin darnos cuenta, pues la vida es así, un manojo de experiencias maravillosas y transformadoras del ser. 
También a veces, lo hacemos mediante acciones permanentes y deliberadas que se transforman en hábitos, en creencias, para constituir realmente lo que somos, en un momento determinado. Podemos construir mundos y tener junto con el creador, la responsabilidad compartida de crearnos, modificarnos y querernos a voluntad, como lo expondría Rafael Echeverría en su texto, “Como Dioses”.
Hoy, quiera declarar y prometer que quiero limpiar mi casa en el entendido que se convierta en metáfora y pueda desde el desapego, desprenderme para siempre de aquellas cosas, recuerdos y creencias, que de alguna manera me siguen anclando a lo que he dejado de ser, hace ya, bastante tiempo. Los invito a limpiar sus cuartos, maleteros, áticos y que saquemos nuestros secretos profundos, sombras, miedos, y dejemos los espacios vacíos, ya que el amor, la confianza, la paz, la hermandad, el desapego, la valentía, la tolerancia y otras más, no ocupan espacio pero pueden llenar nuestras vidas,  de la maravillosa experiencia de “ser”,  y darnos cuenta de ello. (En esos espacios comúnmente, guardamos resentimientos, rencores, tristezas y fracasos.)

¿Cómo practicar el desapego material?, cada quién seguro, pudiera tener sus propias reglas. Solo comparto con ustedes, algunas ideas:
  • Limpiar el closet de ropa. Seguro hay gente que necesita un poco
  • Pararse en su casa y observar. Ver cuántas cosas tienen que ver con nosotros y cuáles ya no. Aquellas que no, siempre pueden tener un mejor destino para quién lo necesite
  • No dejemos que nuestros libros pasen una generación sirviendo solo de posesiones. Se llenan de polvo, se ponen viejos. Alguien seguro, los necesita
  • Cuadros y objetos de arte. No somos museos. No condenemos a alguna obra a que solo sea vista por nosotros
La gente que se muda de país, sabe lo que esto significa. A veces, tienen que meter todo su mundo en una sola maleta y dejar atrás lo demás. ¿Qué meterías en tu única maleta? ¿Qué te llevarías y por qué?
Hacerse las preguntas correctas nos lleva a lugares precisos y deseados.


Alberto