sábado, 7 de enero de 2017

¿POR QUÉ SOY OPTIMISTA?

Escrito por: Martín A. Fernández Ch., en Agosto de 2014.



Entiendo que a muchas personas les sea difícil ser optimista en estos tiempos, cuando tenemos una sociedad muy compleja y que nos exige cada vez más, y en momentos de contexto país lleno de incertidumbre, y de crisis social y económica; y nos afligimos aún más, cuando nos damos cuenta que esto sucede a escala mundial.

Es nuestras mentes, experimentamos luchas de pensamientos negativos y positivos. Los primeros, parecieran ser los más fuertes, porque crean desesperanza y desaniman el espíritu luchador; sin embargo, al ponerlos bajo la óptica de que son solo cuestionamientos de nuestro ser para con la vida, con la intención de que hagamos conciencia de nuestra existencia, nos damos cuenta de su necesidad para desarrollar nuestras capacidades y accionarnos positivamente.

Cuando pienso que mi padre emigró a Venezuela, a muy corta edad (15 años), que lo hizo pensando con optimismo de hacerse hombre, y lograr prosperidad y bienestar. Él no pensó que dejaba a sus padres y hermanos, o a su pueblo natal, ni su nación. Para mí representa un ejemplo de fe y esperanza en la vida. Y que el trabajo continuo, la unión, el amor de familia, el humor y las alegrías, la honestidad, la generosidad, la amistad y la responsabilidad, entre otros valores, es lo que nos hace una mejor persona. 

El pasado es mi fuente de energía, porque solo veo buenos recuerdos. Los juegos y peleas de niñez con mis hermanos y amigos, las alegrías, los paseos familiares, las dificultades, los regaños de mis padres, fueron aspectos que consolidaron mis bases de lo que soy ahora. Cuando vivo el presente, me traslado a mi pasado, porque las alegrías con mis hijos, me recuerdan las alegrías con mis padres. Aprendí a no lamentarme de lo que me falta y a valorar lo que tengo. Así como también, aprendí a tener esperanza y fe en Dios (que es la vida), que el futuro es siempre bueno, porque en el presente hago mi mejor esfuerzo para hacer bien las cosas, y Él es justo. No juzgo lo que me pasa, y siempre agradezco lo que me llega, sin valorar si es mucho o poco.

La confianza en mí mismo, la confianza en la vida, el entusiasmo y la perseverancia, son las actitudes que me permiten ver las dificultades como retos. En Diciembre de 1999, ocurrió en el Litoral Central un fenómeno natural que devastó muchos sectores, incluyendo donde vivía. Sin embargo, a pesar de haber perdido la vivienda, ropas y el trabajo para algunos de nosotros, agradecí a Dios que todos pudimos sobrevivir a tal evento y que pudimos reunirnos en corto tiempo. Estas dificultades las sobrellevamos, gracias a nuestra voluntad y esfuerzo, no nos sentamos a lamentarnos porque ya habíamos ganado mucho: ¡La vida! Si en la vida cultivamos las relaciones de amistad y de familias, en momentos de  crisis, como nos ocurrió, recibes la ayuda necesaria para seguir adelante, y así pasó. Por esto, estoy siempre agradecido con mis amigos, familiares y desconocidos, que nos ayudaron desinteresadamente con atenciones y palabras de aliento. 

En momento de severas crisis personal, cuando pensaba que mi mundo se derrumbaría, que mi futuro era lúgubre, de repente vino a mi mente la pregunta ¿Quién soy?, y me dije: soy Martín Fernández, una buena persona, trabajadora, optimista, alegre, y entusiasta con la vida; entonces, no me puede ir mal. Desde ese momento, reflexionando de esa manera, las penumbras fueron desapareciendo. Y no permití que las circunstancias cambiaran mi forma de ser, ante los nuevos retos de la vida. Entendí que tendría otra dinámica, una manera distinta de vivir, pero no necesariamente debería ser negativa para mí, y me apoderé de esta nueva fiesta. 

Asemejo la vida con mi práctica deportiva: la natación. Cuando me inicié en esto, solo podía nadar 600 metros (dos veces a la semana), el cansancio era excesivo; ahora, mis sesiones llegan hasta 2.500 metros (tres o cuatro veces a la semana), con una satisfacción profunda. Este salto de distancia lo logré en dos años, con perseverancia y mucha paciencia. Aprendí que las grandes metas se obtienen pensando en pequeños logros, que con trabajo y confianza podemos ir mejorando poco a poco para cumplir nuestros objetivos, para luego establecer nuevos retos. Que tenemos que escuchar a nuestro cuerpo, quien es el medidor de nuestras capacidades, y que tenemos que escuchar el lado positivo de nuestra mente, quien nos anima a avanzar. Así mismo comprendí que el esfuerzo es individual, es decir, depende de ti cumplir con tus expectativas, y que los compañeros, son solo eso, compañeros, que te animan, pero tú eres el que vive.

En síntesis, pienso que para ser optimista tenemos que:

  • No juzgar las circunstancias, y menos tomarlo de manera personal. Lo que nos pasa, tiene una razón de ser.
  • Las adversidades son retos. Y si tenemos confianza en nosotros mismos, paciencia y perseverancia, se logra avanzar. En una oportunidad un buen amigo me dijo: “Dios no nos pone pruebas que no podamos soportar, tu eres un buen hombre y Él lo sabe”.  
  • Hay que conservar la alegría y el humor, esto nos llena de energía y vitalidad.
  • Hay que cuidar la salud, porque nuestro cuerpo necesita cariño, quien te recompensará en mente y espíritu.
  • Ser consciente de lo que somos y de nuestras capacidades, pero también, a donde podemos llegar.
  • Cultivar la buena amistad, la desinteresada y de apego seguro. Esto permite nutrirnos emocionalmente.
  • Vivir el presente. Ver el pasado como un aprendizaje y que nos permite evaluar cuanto hemos crecido como persona. Y el futuro lo veo como nuevas aventuras que vienen.
  • Distinguir entre los problemas que podemos solucionar y cuales no están a nuestro alcance. Entonces, accionarnos y no quejarnos.
  • Amar lo que hacemos, lo que tenemos, y a las personas que son protagonistas en nuestras vidas. Los desconocidos hay que verlos como potenciales amigos.

Con todo esto, no quiero decir que soy invulnerable. También me deprimo, tengo tristezas, me canso,  y a veces hasta me dan ganas de llorar; pero hay que levantarse y seguir, no podemos estancarnos.

Espero tener la sabiduría para transmitir esta forma de ser a mis hijos, sería el más valioso de los aprendizajes para ellos y mi mayor satisfacción como padre.

FIN

1 comentario:

  1. Martín me encantó este texto. Calibra al ser humano en su justa medida y humanidad. La persona es mucho más que sus circunstancias.

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