lunes, 1 de abril de 2024

TEMA del mes de abril 2024

 


CEC

Club de Escribidores de Caracas

Abril de 2024

"Hacia sus 10 años"

Host: Doña Gude

Dia y hora: por definir

Tema: "Mi camino espiritual"

Lugar: Presencial y zoom

Las enseñanzas que he aprendido de los niños/Ma Elena Garassini

 Las enseñanzas que he aprendido de los niños

Cuando pienso en este tema, recuerdo mis vivencias con niños cercanos a mí, mis hijos, sobrinos, hijos de mis amigos, de vecinos, en fin, niños y niñas …

Definitivamente los niños son un curso vivo de espontaneidad que satisface esa fortaleza tan bonita de la sabiduría que es la curiosidad. He aprendido mucho de la espontaneidad y curiosidad de los niños.

Mi papá, que siempre nos hacía preguntas en los momentos de compartir familiar, como lo eran los almuerzos, ha sido un gran ejemplo de cómo seguir fomentando esa curiosidad en los niños y cómo mantenerla a lo largo de la vida.

Recuerdo un día que mi papá nos preguntó: ¿De dónde sale la leche?

Y una primita que estaba ese día almorzando con nosotros dijo: -“De la nevera”

Todos nos reímos, incluso mi papá , pero muy cariñoso le dijo: “Ciertamente, cuando estamos en nuestras casas sacamos la leche de la nevera, pero antes de eso hay todo un proceso para poderla tener tan fácilmente”…

Mis hijos han sido también fuente de muchos aprendizajes sobre la curiosidad:

Estábamos un día en la playa, bañándonos en el mar, y uno de mis hijos se zambullía entre las olas. Al salir de una de ellas vio a un señor y le preguntó a su papa: ¿Por qué ese señor tiene la nariz tan grande?  Ambos nos volteamos para mirar al señor que parecía Cyrano de Bergerac, y le dijimos que no hiciera esa pregunta en voz alta , ni se le quedara mirando. El seguía preguntando y no entendía porqué le hacíamos esas solicitudes. De manera honesta él quería saber por qué ese señor tenía esa característica. Todavía hoy nos reímos recordando ese cuento.

En una ocasión, otro de mis hijos empezó a hacer preguntas sobre la muerte, porque había fallecido una persona cercana a la familia. Todos los días hacía una pregunta diferente sobre la muerte, sobre ¿por qué las personas se morían?, ¿si todos nos íbamos a morir?. Entendimos que tenía una genuina curiosidad, e incluso preocupación, por la muerte de las personas. Un día íbamos en el carro y empezó a hacer nuevamente preguntas sobre la muerte, y le preguntó a su papá: ¿Papá tú te vas a morir?, a lo cual él le contesto: Bueno hijo , si me voy a morir algún día, uno nunca sabe cuándo eso va a ocurrir, pero ciertamente algún día si me voy a morir. Ante esa respuesta mi hijo se quedó pensando un rato, y después le hiso la siguiente pregunta: ¿Papá, cuando tú te mueras, me puedes dejar tu cartera? . De manera inmediata, como la mejor y más ocurrente pregunta, nos reímos mi esposo y yo , un buen rato, y después seguimos conversando con él sobre esa pregunta y lo que le preocupaba sobre el tema de la muerte.

Con estas anécdotas quiero ilustrar que mis aprendizajes de los niños se relacionan con las curiosidades, las necesidades humanas, las preocupaciones, los miedos, los desafíos, los pesares, las alegría, en fin la existencia humana. Definitivamente los niños nos enseñan a vivir en plenitud.

 

María Elena Garassini

domingo, 24 de marzo de 2024

Lo que aprendemos de los niños/Santiago Porras/Cuentos

 

EL MIRADOR DE LAS AGUAS INFANTILES

  

Santiago Porras Rojas

 

La ilusión de Sebastián como lección

 

Paseaban a través de la sierra de Collserola, caminaban sobre el trazado horizontal de la carretera de las aguas, una zona verde por sobre la cual transita cada año 750.000 personas dando pasos o pedaleando en bicicletas, para disfrutar de vistas esplendidas de la ciudad condal de Catalunya.

 

César había invitado a Sebastián, quien era un explorador de seis años,que se entusiasmaba descubriendo cosas nuevas,se sorprendía con su lupa al mirar a las hormiguitas que, siendo tan diminutas, se coordinan con soltura e ilusión al cargar y transportar las hojas a su alcance, a través del camino de sus pasos sobre la tierra.

 

El explorador, además de la lupa, llevaba pequeña pala y un estuche para guardar bichitos o insectos.

 

César le preguntó - ¿Qué has hecho como explorador?

 

Sebastián le contestó – A mí me encantan los dinosaurios y tengo en mi colección cerca de cuarenta entre los preferidos están el Allosaurus, el Slamosaurus, el Therinosaurus y el Scorpios Rex.

 

En el cole, mi maestra de prescolar me dijo que preparara una presentación de lo que deseo ser de mayor. La verdad es que me gustó demasiado esa idea y le dije a mis compañeros que yo era un paleontólogo…

 

-¿Un qué?... preguntó César

 

Y respondió Sebastián – Los paleontólogos estudian los huesos de los dinosaurios que están enterrados debajo de la tierra y descubren los miles de años en los que existieron, qué comían, saben si eran terribles o mansos y otras cosas. Por eso, yo quiero ser un paleontólogo.

Es fantástico, cuando los adultos le ponemos ilusión a las cosas.

 

 

Jugar y convertirte en un niño Ghostbuster

 

Mientras Sergio (8), Juan Pablo (6) y Manuel Felipe (5), juegan a ser Peter, Ray yEgon, los auténticos Cazafantasmas, de pronto aparece su padre por el escenario y le dice Sergio con entusiasmo…

 

-¡Papá ven y juega con nosotros!

 

Sebastián, el padre se contagió de su entusiasmo y le dijo – ¡Sííií! ¿Y quién soy?

 

-Todos dijeron -¡Wiston!!

 

-¿Y qué tengo que hacer?

 

-¡Convertirte en un Cazafantasmas!

 

-¿Y cómo me convierto?

 

Sergiotrajo un morral (mochila) para niños con motivos de los ghostbusters y le dijo a su papá -Tienes que ponerte esto para que seas Egon.

 

Sebastián tomó la mochila y comenzó a ilusionarse cuando introdujo su brazo derechopor la correa posterior y cuando intentó introducir el brazo izquierdo por la otra correa, experimentó una enorme dificultad, debido a que era una mochila muy pequeña; claro! Era una mochila para niños. Aun así, el espíritu infantil de Sebastián, el padre, continuó insistiendo en logar calzar el brazo por la correa y en aquel forcejeo, los niños le animaban diciéndole - ¡Vamos papá…sigue…!. Mientras sus miradas transmitían a su compañero de juego la incertidumbre de lograr calzar el brazo en la correa.

 

Sebastián forcejeaba una y otra vez, una y otra vez hasta que de pronto; logró pasar completamente el brazo a través de la correa y allí sintió un éxtasis de alegría que dibujó en su rostro la sonrisa de un niño, mientras que Sergio, Juan Pablo y Manuel Felipe gritaron emocionados 

 

– ¡!!Ghostbuster!!!!ahora eres un “Cazafantasmas” de verdad…verdad Papaaaá!

 

Cuando los adultos jugamos, rehabilitamos al niño que llevamos dentro y, nuestra imaginación es capaz de luchar por aquellas ideas que, ante la adversidad, logramos alcanzar con perseverancia.

 

Cuestionar nuestra manera de juzgar

 

Carmen va cada día al parque con el Fabio, un niño de cuatro años. Ella es su “canguro” (Nana) a quien llama “Nini”. Ella, no le quita la vista de encima mientras Fabio juega y comparte con otros niños de distintas edades.

 

Los amiguitos de la misma edad de Fabio, ya se han marchado del parque. Habían estado divirtiéndose con unos dinosaurios grandes y llamativos del Fabio. Entonces, se acercaron otros niños más grandes que Fabio; atraídos por esos juguetes llamativos del pequeño.

 

Los niños le pidieron a Fabio les prestara sus dinosaurios. Este miro a Carmen como consultándole si se los prestaba o no y Carmen le dijo…

 

– ¡Sí mi vida, préstaselos!

 

Fabio se les ofreció y los niños jugaron un rato con los dinosaurios y de pronto, se cansaron y los tiraron al suelo y se fueron.

 

Entonces el Fabio preguntó a Carmen -¿Por qué esos niños tiran los juguetes al suelo?... y la Carmen respondió…

 

-Es porque son uno niños mal educados.

 

De inmediato el Fabio le dijo – No Nini, no son maleducados, sólo son unos niños que tiran los juguetes al suelo.  

 

Los adultos hemos de conectar con esa capacidad crítica para hacer preguntas y enseñarnos la diferencia, entre juicios y afirmaciones.

 

Barcelona – España, 23 de marzo de 2024

 

Una historia interminable(gracias a Dios)

 Una historia interminable

Alberto tiene una tarea difícil hoy. Entre todas las cosas que hace, necesita escribir un cuento que explique de forma clara, que es lo que ha podido aprender de los niños. Pero, ¿aprender qué? Si todavía somos una parte de niños. Ese niño, ¿nunca termina de crecer? O, ¿crece se vuelve el Yo, y aparece otro niño?, o todas de ellas. Es el misterio maravilloso de la vida.

Hace poco leí que nunca es tarde para tener una infancia feliz. Y no se trata solo de un darse cuenta y que de repente pase y le damos “check”. Se trata de un continuum  en la vida y es, lo que al final, he decidido escribir.

Cuando era chico, hace más de 55 años, solía ser el capitán del equipo de niños de la familia. Era el niño grande, el líder. Como soy el menor de mis hermanos, estuve más cerca de los hijos de los mayores, que de ellos. Los dos primeros de mi hermana mayor pasaban largas temporadas en mi casa. Me encantaba jugar con ellos e inventar mundos mágicos. La antigua casa de mis padres, tenía techos altos y los cuartos tenían puertas grandes y pesadas de madera. Los closets entonces eran portales del tiempo, los niños, (yo también), eran los viajeros del tiempo, las aventuras las creaba al instante, siempre habían peligros y retos, que resolvíamos juntos. Hoy, lo recuerdan. Como dice la poeta, “no olvidamos lo que nos hizo sentir”

Luego fui titiretero de profesión, a los 17. Visitamos numerosos colegios de Caracas y nos contrataban en cantidad. Mi sobrina creció y se hizo psicólogo, mi hermana, educadora y sus tesis de grado fueron a través de la mirada y enseñanza de un muñeco de tela, cuyos sentimientos se expresaban libremente en la mano y voz de quién los interpretaba. Aprendí a gestionar el mostrarme a otros, sin miedo y sin pena.

Mis otros hemanos, tuvieron hijos, que son mis sobrinos, ahijados y con ellos tres, hicimos un club de fines de semana. No hubo teatro infantil, carrera en parques, juegos, viaje, que no hicimos. Parque del Este, Planetario, Jardín Botánico y hasta vimos tres veces la obra de teatro del “Libro de la Selva”. Si hay algo que profundizó en la creatividad y la curiosidad como fortalezas, es eso.

Luego, ellos comenzaron a tener hijos y desde el abuelazgo y en la llegada de la pandemia, logramos conectarnos a través del dibujo. Son magníficos, queridos y jugamos, dibujamos, comemos helado, viajamos, aventureamos.  Nos queremos.

Todo se trata de ser libre, con un niño libre interior. Cuando era joven, algún estudioso que le pone nombre a todo, los distinguió en niños rebeldes, sumisos y libres. Yo creo que he sido de todo eso, pero al final, quedan emociones que nos inspiran y nos ayudan a continuar el camino hasta que sea. Ya llegó la camana nueva, los sobrinos biznietos, pero esa es otra historia.

Hoy, siguiendo la ruta del amor, enseño a jóvenes en su llegada a la universidad. Son mitad niños y yo, mitad adulto, así que es una tormenta perfecta. He logrado que aprendamos juntos, y en mis clases, si me conocen ustedes bien, pueden reconocer a los portales del tiempo, a los teatros de títeres, a las obras de teatro, a los dibujos internos, al niño libre que baila con el oso barrigón, a las estrellas en su infinitud y por sobre todo, al respeto a cada quién. Algunos, cuando se despiden, me dan un abrazo.

Alberto Lindner. Caracas 23 de marzo de 2024.

sábado, 23 de marzo de 2024

MI NIÑO MAESTRO

 

MI NIÑO MAESTRO

 

Mi primer Niño Maestro

Tu… inmenso Jesucito

Desde mi niñez

He sido sacudida

Por tu amor y tu compañía

Tu altar instalado en mi corazón

Elevó mis tempestades tempranas,

en un sublime consuelo

Ningún abrazo se parece al tuyo

No existe aliento de vida más puro,

instalando coraje en mi fragilidad humana

Junto a mi, fuiste creciendo

Alimentándome con tu sabiduría

Todo en ti fue resplandor

Todo en ti fue lenguaje silente

Todo en ti compañía de la buena

Todo en ti alimento de niñez

Golosinas para el alma

Juego encandilando la luna

Gozo supremo de alegría

Risa saliendo siempre a toda prisa

Tú…amor infinito, alimentándome con tu pan

Tu mano socavando mi suelo

Profundizando mis raíces resilientes…

Niño de mi alma

 

 

Mis años

Poco a poco calcinándose

Mis largos años

Haciéndose sabios

Pegando su escucha

En los niños de mis caminos

En los ojos cargados de su inocencia

Ellos Pintando la vida de sublime transparencia

Con pinceles de ancestral sabiduría

Ellos los pequeños y grandes sabios

A quienes abrumamos

Con la confusión de locos sabios, que somos…

 

Niños, pequeños dioses de la evolución

Si tan solo pudiéramos anclar la razón,

en el iris de vuestro corazón

Cuánta enciclopedia se crisparía

Cuánta palabra navegaría

en las aguas de nuestro salino mar

 

Contigo mi niño aprendí

Que el reloj no tiene tiempo

Que la vida no tiene edad

Que los colores son duendes vivos sin piedad

Que el amor se cuelga en los hilos de tu voz

Contigo mi niño

La noche se hizo frío

Contigo la noche se fue de madrugada

Contigo la luna callada en una estela,

se hizo día de nuevo,

se iluminó temprano,

para jugar otra vez a la vida

 

Tus amigos imaginarios se hicieron míos

Tus sueños tejiendo mis sueños,

se hicieron cápsulas de poesía

 

Con mis nietos amados

Aprendí a jugar con las estrellas

Sus rayos me hicieron un lazo inmenso en la puerta de la vida.

 

Gudelia Cavero Hurtado

sábado, 16 de marzo de 2024

Lo que nos han enseñado los niños/Lila Vega

Los raspones enseñan

Autor: Lila Vega

El pequeño Archie, no sabía cómo había pasado pero ahí estaba, tirado en el piso con las palmas de las manos y las rodillas adoloridas.  Su tía corrió a atenderlo. Lo inspeccionó rápidamente.Ya tenía varios años de experiencia como pediatra y había aprendido a identificar lesiones sin necesidad de tocar al paciente. 

-No pasa nada, mi amor. Todo está bien.  

La cara de Archie pasó del llanto y susto a  la indignación.

-¿No pasó nada? ¡Claro, porque no fuiste tú quien se cayó!  

Se sacudió la ropa y siguió su camino.  
La tía quedó perpleja. La escena se repetía en su mente. 

“Claro, porque no fuiste tú quien se cayó.” No había que ser un genio para entenderlo. 

El incidente se convirtió en una anécdota familiar. Todos celebraban la inesperada reacción de Archie, su respuesta asertiva. 

La última vez que se vieron, Archie le preguntó, con una sonrisa dibujada en su cara, si recordaba el incidente. La tía lo abrazó: “No se me olvida, mi amor amado” 
Le dijo que desde ese día, hacía un esfuerzo por identificar las emociones de los otros antes de abrir su boca. Que a veces un abrazo o un gesto de conduelo bastaban. Que había que ser valiente para acompañar a otro en su dolor y que había que ser valiente, como él lo había sido, para decir lo que se siente.

viernes, 15 de marzo de 2024

Carta a la casa de mi infancia/Angel Ceballos


CLUB DE ESCRIBIDORES

Carta a la casa de mi Infancia(Angel Ceballos – Feb. 2024)

“Apreciados Lápices alegres con una infancia floreciente”, comienzo el tema del mes con una premisaque me obliga a afirmar que  mi infancia si tuvo una casa, que mi memoria inocente la recuerda en los años que la conviví y la cual a estas alturas de mi vida debe estar destruida o invadida por neblinas que empañan mi memoria de tantos años vividos.

Hasta el presente, he vivido en al menos en 7 casas o moradas, de diferentes diseños y tamaños, última de las cuales acabo de venderpara adquirir una 8va. nueva y moderna, ojalá sea una casita gobernada con los mandatos de la Inteligencia Artificial, de manera de no tener que hacer nada y que sea orientada por las leyes de la física cuántica y las del universo.

Ahora bien, cada casa donde he vivido ha tenido sus historias y vivencias merecidas e inmerecidas como la vida misma,con paredes y espacios llenos de sentimientos y de momentos que sirvieron para adecuarlas, remozarlas y ampliarla, hasta sentir que ya no era adecuadopara seguir en ella o que las necesidades eran tan inminentes para la búsqueda deun mayor “espaciofísico” que integrara a los invitados de sangre que en cada casa llegaban, llámese la “familia nuclear”.

Hoy en día, terminando de vivir en mi 7mo., “espacio de amor” y buscando la que será mi 8vo. espacio para esperar mi descanso eterno, claro eso solo lo sabe mi Dios, me piden que escriba y le envíe una carta a la primera instancia donde inicié mi conversión  de ser una luz cósmica en el planetapara convertirme en un observador y explorador, primero visual y luego activo e inocente para descubrir los milagros del universo entrando a ser parte del “holograma multidimensional del universo” y tratar de estar presente en esa primera “casita” ubicada en el barrio El Retiro, en San José del Ávila, en la sucursal del cielo, por supuesto.

¿Qué le escribiría yo hoy a esa primera casita, adonde llegué con las ansias de explorar y reconocer que todo lo que veía, pensaba y sentía tenía una razón de ser y que luego de estar  lleno de tantas vivencias, recuerdos, y cosechas de tantos frutos, algunos muy dulces, otros un poco amargos y hasta algunos “sin sabor definido”? y  me sirvieran también  para ser el arquitecto de mi ser para buscar y llegar a la de hoyen la búsqueda de mi 8va. y sublime espacio para celebrar mi autorrealización o autoconversión de ser un co-creador de mi propio destino. ¿Creo que la Física Cuántica empezó a tocarme el Hipocampo, a través de mi “glándula pineal”.¿Verdad?, los psicólogos amigos sabrán a que me refiero.

Bueno aquí voy con mi domesticado y comedido escrito dirigido al espacio holográfico de la casa de mi infancia de mis primeros 5-7 años:

“Mi Querida Casita espacial de convivencia inmortal”, después de haber vivido y haber estado presente en 7 diferentes moradas de “luz, más que de sombras”, acudo a tí, esperando estes viva y de pie,  para tener un encuentro de forma escrita, primero,para expresar y extender mi máximo agradecimiento por todo lo vivido dentro de tu razón de ser  y todo lo que me ofreciste en mi función exploradoray búsqueda de mi identidad hace más de setentas y tantas primaveras, cuando en un cuartico de no más de 2 x 2, en una cunita usada de hierro blanco,disfrutaba todas las mañanas despierto esperando mi biberón de vidrio lleno de una sustancia blanquecina que estremecía todo mi seral recorrer mi delicado canal alimenticio y que al terminar miraba con ansias por más al portador o portadora de ese elixir que me hacía parpadear de alegría por ese sustento lleno de amor. Mi padre, Angel María, un humilde y alegre vendedor de jugos en el mercado de Quinta Crespo y mi madre, Eugenia Antonia, solidaria y activa por darme su cobijo, me alimentaban de amor y juegos manuales que me hacían reír sin parar, a pensar que la vida era un juego de comer, mirar, jugar y dormir.

Siempre recuerdo mis pantaloncitos cortos oscuros con mi camisita blanca y un pelo abundante que a veces le demoraba a algún curioso su definición si yo era barón o hembra, sobre todo porque siempre me aferraba y abrasaba una muñequitade trapo que desde niño me empezaron a gustar.  Al año de mi nacimiento, llego mi hermanita, Beatriz Adela, que pronto iba a ser mi gran compañera para pelear y discutir a quien le pertenecía esas muñecas, pero mi hombría prevalecía y terminaba con ellas aferradas en mis brazos siempre cálidos. 

Tú, miprimera y humilde morada, quedabas frente a una vereda de tierra,solo peatonal, donde Angel María, mi padre, se sentaba en la puerta de una subida de escalones que llegaba a la entrada real de la casitamás bien alta en una pequeña colina natural y tú, siempre pendiente, te asegurabas que no estuviera mojada para que no me resbalara y cayera por esos empinados escalones. Así pasaron 5 años de aprendizaje manual con mi padre que con entusiasmo me dictaba, con dados de madera grandes, donde colocaba cada letra del alfabeto y formaba palabras cortas para que yo las repitiera y si lo hacía rápido, a su entender, me regalaba un caramelo o me abrazaba en señal de triunfo. 

Y tú,mi primera casita, fuiste testigo de esa etapa de encuentros con amiguitos y ahora pienso que te asegurabas y me cuidabas de que no llevara alguna muñeca de trapo que mi consciencia infantil me decía, sabiendo, que si la llevaba me metía en un problematransgénero existencial. Eran encuentros en la callecita de tierra donde disfrutaba al menos 2 veces a la semana a un juego de “metras” donde las “bolondronas” marcaban el “mingo”, como en el juego de bolas criollas que eran mis preferidas por la luminosidad, colorido  y tamaño que solo mi puño la podía ocultar. Recuerdo que dibujábamos sobre la tierra,  un circulo del tamaño de la tapa del pote grande de leche en polvo,  con un “palito”, para asegurar que la metra, tirada desde unos 3 metros,  llegaba más cerca de la “bolondrona”, metra del tamaño de un Toronto,  ganando puntos con la distancia más corta. Otro juego era el “enrollado” con una cuerda y lanzamiento de un trompo midiendo el tiempo que permanencia sin terminar sus giros al caer. De eso, te acuerdas?, yo era un master.

Y así te pasó el tiempo estando presente y viéndome, pero no decías nada sino que dejabas que el sol entrara para calentar mi cuartico y si llovía, dejabas caer algo para que mi madre se acercara buscando el ruido y darsecuenta que me estaba mojandopara cerrar la ventana. Mi hermanita, Beatricita, siempre peinadita, con bucles simétricos que nuestra madre y tías las mantenían impecable, fue siempre mi cómplice en los juegos de “papa y mama” que hacíamos solos en el solar al fondo de la cocina que tu disponías para ello en la parte de arriba.

No quiero extenderme mi casita, pero en esos años, lograste mantener una relación mágica, que sembró una convivencia amorosa en la 2da. Casita o apartamento en Bella Vista, lugar a quien debo escribirle algún día de estos para seguir agradeciendo mi crecimiento y facultamiento de ser un soñador continuo en buscar de un propósito que le diera sentido a mi existencia, realidad que después de haber vivido en 7 moradas, se ha hecho una realidad.

Si no me respondes esta misiva, no importa, es posible que ya no existas, pero la memoria de haber sido la primera no se olvida ya que fuiste la base o fundación de mi personalidad y bienestar duradero. Si quieresvisitarme, igualmente te costará ya que de pronto al no existir por el crecimiento estructural y física del desarrollo de muchas casitas en El Retiro, pero, como la ciencia a través de física cuántica lo reitera, tu energía no desapareció sino que se transformó ytu información seguro quedaráholográficamente plasmada para que en otra galaxia algún “angelito” la está o la estará disfrutando en un “meta-verso”.

Te abrazo y te reitero mi agradecimiento de abrigarme y ofrecerte para dar mis primero pasos y luz del conocimiento que, según los amigos psicólogos,  no es más que la definición de la “consciencia” . Si estas en alguna galaxia, invita a mis padres que seguro están juntos y quieren celebrar y brindar por todo lo que tu hiciste en mis primeros pasos “cuánticos”. Y si por una casualidad, lo cual he aprendido por experiencia de vida que ella no existe y si sigues de pie, dame una señal cósmica para decidir si te visito con una muñeca de trapo en unos shorts cortos y una camiseta blanca, para que me reconozcas y celebremos el encuentro. Si quieres me llevo a mi hermanita, para hacer una fiestecita los cuatro, Tu, ella, yo y mi muñequita.


TEMA DE MARZO 2024/Host es Santi Porras

 


CEC

Club de Escribidores de Caracas

Reunión de marzo 2024

"a dos meses de cumplir 10 años"


Tema: "Las enseñanzas que he aprendido de los niños"

Sábado 23 de marzo 2024

Hora: 1 pm hora Venezuela

Host: Super Santi

Hola querida casa./Ma Elena Garassini

Carta a la casa de mi infancia

 Hola querida casa:

Actualmente alojas a mis padres, que de ser padres, pasaron ahora también a ser abuelos  y bisabuelos. Cuánta historia de tres generaciones ha transcurrido en tus paredes.

Eres un lugar espacioso, fresco e iluminado, donde el espacio es muy cómodo para todos los que allí habitamos. Tienes una planta baja con: un jardín delantero y otro trasero, una terraza, un baño de visita, una sala, un comedor, una cocina, un lavandero, un cuarto con un baño de servicio, y el estudio de mi papá. Una planta alta con un salón familiar , el cuarto con baño matrimonial, un cuarto con baño donde estaba mi hermano, mi cuarto, el de mis dos hermanas, y el baño de las tres hijas.

Hueles a limpio, a orden, a encuentro.

Sabes a pasticho, a chalupa, a pollo al curry, a parrilla, a ñoquis, a pastel de pollo, a roti, a queso relleno, a asado negro. También sabes a deliciosos postres: a tres leches, a marquesa, a torta de manzana, a helado de oreo, a torta de zanahoria, a negro en camisa, a torta de guanábana, a pudin de parchita…

Suenas a gente en acción.

Luces a casa Caraqueña, con muebles de madera comprado en la mueblería Hervigon, lámparas Tiffany, alfombras en cada espacio y muy luminosa.

Te sientes suave, acogedora, mullida, confortable.

Trato de evocar mis primeros recuerdos de vivencias en tus espacios, y me vienen episodios de situaciones que sucedían reiteradamente:

-Mi mamá levantándonos en la mañana, sirviéndonos el desayuno, ayudándonos o apurándonos para tener todo listo y salir porque ya iba a llegar el transporte del señor Martinez, la Ruta 1 del colegio Emil Friedman.

- Las hermanas, a veces con una o unas primas jugando diferentes cosas, con disfraces, juegos de mesas, el tocadiscos, y lo que se nos ocurriera.

- Los almuerzos familiares de los domingos, primero nosotros 6, después con los novios, después con los esposos y algún nieto, después muchos nietos hasta llegar ser 14, después los novios de los nietos, y ahora 4 bisnietos y otro en camino.

Si tuviera que escoger un evento que tuviera que representar mi mayor agradecimiento pasado y futuro son los almuerzos los domingos preparados por mi mamá, la abuela, la Abu. Sabes que ella es tu más fiel y cuidadora habitante, la que te cuida, te habita y te disfruta.

Llegar a ti cuando voy a Caracas, es llegar a un lugar seguro, es retornar al vientre familia

 

Mi infancia en un carro (Como una casa)

Mi casa, mi carro

Mi madre tenía un carro color crema, un Chrysler Impala cupé de 1960, con dos aletas traseras laterales. Era gigante para la mirada de un niño de 4 años, que además aprendió del miedo que ella tenía al manejar. Era 1963 entonces, y se escuchaba sin parar una canción del Trío Venezuela, “Magia blanca”. Íbamos a llevar y a buscar a mis hermanas que estudiaban en el Colegio de Monjas francesas, San José de Tarbes, pero ese día justo y debido a la inestable que estaba la recién nacida democracia en el país y en un “atajaperro”, mi madre tuvo que girar y llegamos a la carretera que comunicaba con Valencia. “Preguntando se llega a Roma” y así pudimos regresar. Magia blanca, seguía sonando en la radio.  No recuerdo verla manejando otro carro, ni en otro tiempo. Ella descubrió que era excelente copiloto.

Uno vive en una casa pero resulta que pasamos muchas horas en carros, ajenos o propios. A mi Mamá no le gustaba manejar, en cambio mi padre le encantaba. Yo, por ser el menor, viví intensamente todos los viajes, en esa, la que sería mi segunda casa en la infancia.

Por esa época, terminaron mis días de “perrito faldero” y me metieron de cabeza a estudiar Preparatoria en el Colegio San Agustín de El Paraiso. Prefería los días de asistente de cocina, o preguntador de direcciones, o quema dedos en el encendedor del carro. Con el colegio se acabó la compañía diaria a buscar a mis 4 hermanos. Igual, me iban a buscar; ya que entonces, estudiábamos los tres varones,  en el mismo colegio.

Mi padre al tiempo, y no recuerdo más el Impala, se compró una camioneta Opel Rekord P2, azul, y estaba propulsada por un motor de cuatro cilindros de 1.7 litros que producía 60 caballos de fuerza; todo un avance para la época. No era ni tan grande como el Impala pero cabían mi papa y mi mama adelante, y mis 4 hermanos uno al lado de otro, en la segunda fila. El mas peque, iba atrás. Y atrás, se mareaba mucho en las curvas de Carora en Lara y por supuesto, vomitaba. Mucho. Mi mamá me daba soda en vez de agua, y sé que prefería no beber nada en el viaje.

Mi abuela aun vivía. La última vez que mis padres viajaron a Maracaibo lo hicieron,  sin mi, y fue para el velorio de mi abuela materna. Recuerdo que ya no tuvieron que tomar un ferry para llegar a Maracaibo, sino que estrenaron el puente. Era el año 1963. Antes del puente para llegar a Maracaibo en el Opel y luego de las curvas de Carora, tomábamos carretera larga. En semana Santa escuchábamos completo y en varias versiones el “Popule Meus” de Tomas de Victoria y escrito en el siglo XVI. Es increíble contarlo, pero estaba prohibido colocar música en días santos en Venezuela. Solo el Popule Meus y las 7 palabras contadas por el Cardenal, que entonces era José Humberto Quintero Parra.

Luego venían los campos petroleros de toda esa costa hasta llegar a la estación del Ferry. Los llamaban balancines, que eran los que sacaban el oro negro que hizo a este país, uno de los mas ricos del mundo. En esa época pero en 1965, Sean Connery interpretaba al 007 en el famoso “Thunderball”y se decía en algún momento, que los malos iban a pedir un rescate en la moneda fuerte del momento: en Bolívares.

En uno de esos viajes, ya cuando pasábamos por Carora, y ya solo mi papa, mamá y yo, descubriría mi alergia a la grasa del cochino, y lo largo que se puede hacer la carretera Lara Zulia; esa recta interminable, sobre todo con los retortijones. A partir de ahí ya éramos 4 o 3; mi mamá, mi papá, Fredy y yo. Mis hermanas estaban casadas o por casarse y mi hermano era independiente. Seguíamos con el Opel, pero con la muerte de mi abuela, cambiamos los viajes a Margarita. Resulta que mi padre compró con un portugués, una fábrica de sardinas. Comimos muchas por algún tiempo, pero no estaba destinado a ser. La vendieron y resultó después, una fábrica de comida de animales. Ese viaje era otro ferry, y en el otro lado del país. No mareaba en barco; me gustaba. Era como una aventura y siempre podía bajar a acostarme en el carro, aunque ahora lo veo peligroso por el humo tóxico.

Pasaron los años y ya un poco más grande, ya los tres, los acompañé en aventuras en Guayana, Falcón, Lara, Sucre, Bolívar. Nunca fuimos a los Andes, ni a los llanos. Siempre en su carro, manejando; lo amaba. Una vez, fui yo el que le entregó un carro blanco que me compre al graduarme. Lo usaban solo para ir a mi casa; de resto yo los buscaba. Ïbamos mucho al Junko Country Club y ya entonces, el carro se volvió a llenar, ahora con los tres hijos de mis hermanos. Nos metíamos seis, era muy divertido. Mucho. Luego, para ellos, era de su casa en el Paraiso, a mi casa en La Tahona. Ya se fueron.

Ahora, paseo con los hijos de los niños aquellos; en la confianza de que algún día, voy a disfrutar mucho, cuando me pasen buscando, para tener alguna aventura por este gran país. Ley de la vida. La vida en un carro.

 

AL

carta a la casa de mi infancia/Jesucita Peters

 

Autor: JesucitaPeters S.

Fecha: 26 de febrero 2024.

 

Carta a la casa de mi infancia

 

Que de recuerdos de esa casa de la infancia, donde no hubo figura paterna, por cuanto mi mamá enviudo muy joven  y se dedicó a criar dos hijos únicos mí hermano mayor de nombre Alfredo( ya fallecido) y mi persona.

Mi recuerdo me lleva a esa casa donde comienza mi historia y veo a una madre abnegada que hizo de papá y mamá de una manera ejemplar. La negrita como yo le llamaba la recuerdo dulce, amorosa, pulcra, ahorradora,  inteligente, con una visión de futuro que se alejaba grandemente de sus contemporáneos, etc.; pero con mano dura y chancleta en mano para corregirnos en lo que ella consideraba no estaba correcto y se alejara de sus principios y valores.

Recuerdo nuestro hogar y nuestra infancia llena de amor y a  dos hermanos jugando y peleando por casi todo, cuando no estaba mamá  presente. A mi memoria llega el principal  motivo de nuestras peleas cotidianas, las cuáles se generaban por acuerdos previos que mi hermano no respetaba. En mi casa había un televisor, una radio y una poltrona que se ubicaba cerca del televisor, el acuerdo era: que el que pidiera la TV, la radio y la poltrona la usaba sin restriccionesy a voluntad por todo ese día, es decir, después que llegáramos del colegio y ya hubiésemos hechonuestras tareas. Este acuerdo se respetó, hasta que mi hermano vio que la que disfrutaba más de este acuerdo era yo, ya que siempre me despertaba antes que él ypedía los tres elementos, hasta que un buen día después de que yo, ya  había hecho mi solicitud,  el decidió que  no había escuchado y cuando él se levantaba lo pedía ignorando mi solicitud previa, de allí en adelante pelea segura. Mi hermano mayor era tan perezoso para despertar en las mañanas que hubo veces que el transporte escolar lo dejó, cuando yo o mamá no lo llamábamos.

Recuerdo que yo tuve que aprender todos los juegos que supuestamente solo lo jugaban los varones, entre los cuales me volví  una experta con las metras, el garrufio, jacks, volar papagayo, perinola, piedra papel y tijeras, entre muchos otros. La verdad fueron momentos felices entre peleas y competencias entre mi hermano y yo.

Mi madre era amante de las plantas , recuerdo el olor de la flor de una planta llamada Uña de Danta que impregnaba toda la casa con su perfume y aún hoy donde encuentro ese olor me traslada a la casa de mi infancia, otro olor que nunca olvido es el olor a torta que mamá acostumbraba hacer los sábados por la noche y como de costumbre mi hermano y yo lambuceando la batidora ,la paleta, es decir, todos los instrumentos de cocina en donde había quedado mezcla de la torta le pasábamos el dedo y hasta las lambiamos y mi mamá regañándonos para que no lo hiciéramos, al día siguiente domingo desayunábamos con torta y leche, eso era lo máximo.

Nunca se me olvidará lo buena cocinera que era mi mamá, por cierto ella tenía un compadre que la llamaba para el mes de Julio para avisarle si estaba dispuesta para hacer las cachapas, ya que él se encargaba de llevarle bolsas de jojotos para hacer las cachapas de hoja y además molía  el maízen esas máquinas manuales que se usaban antes y que cansaban bastante y mamá se encargaba de sazonar la mezcla para luego ponerla en las hojas del jojotocon un habilidad increíble. Así nos deleitábamos con las cachapas que una vez hechas, al día siguiente mamá las ponía en un budare a calentar y que se le hiciera una conchita dorada  y luego la impregnaba de mantequilla y le ponía no queso blanco, sino queso gouda amarillo, para nosotros era manjar de Dioses.

Mi casa siempre estaba abierta y mi mamá era muy hospitalaria y cultivaba muchos amigos. No importaba que día  de la semana fuera ya que seguro habría dulce en almíbar, esto era un ritual en mi casa de la infancia para ofrecerle a las visitas. La negrita  era experta en hacer dulces en almíbar de: naranjas, toronjas, lechosas, limones, duraznos, ciruelas y muchos otros. El dulce que más me gustaba a mí, era el de lechosa, coco y piña todo estos ingredientes rayados y hechos con papelón, que delicioso.

En casa celebrando las navidades, la negrita fue siempre muy amiguera y servicial lo que hacía que las navidades para nosotros fuera motivo de festejo y reunión entre amigos que ya eran como familia y en dónde se reunían hacer las hallacas en nuestra casa y que buscando la sazón de mi mamá, pero esto siempre fue motivo de alegría en mi hogar.

Viendo mis recuerdos, me doy cuenta que las celebraciones y las comidas  siempre iban de la mano. Hoy entiendo porque me dicen que cocino sabroso, creo que lo herede de la negrita, mi mamá.

La asociación de la alegría y la comida estánpresentes siempreen mi vida, me doy cuenta de donde viene. Actualmente vivo haciéndole comiditas ricas a mis nietos para cuando yo ya no este, se acuerden de mi a través de los olores y sabores de las comidas, actualmente ya Liam uno de mis nietos de 3 años me pregunta Abu cuando haces empanadas, aunque yo considero que no soy experta haciéndolas.

Otro recuerdo que se me viene a la mente porque nos hacía muy felices a mi hermano y a mí, mamá acostumbraba hacernos sorpresas con las comidas, nunca se me olvidará el que teníamos un comedor de niños en donde nos sentábamos a comer y donde mamá por ejemplo nos servía  una montañita de puré de papas y al verlo nos poníamos tristes porque era papa sola y comentábamos entre mi hermano y yo, así comenzábamos a derrumbar el puré de papas para ver que escondía, a veces tenía la carne dentro, o tajadas, o lo que a mamá se le ocurriera, esto era motivo de una gran alegría para nosotros y mamá reía mucho al ver nuestras caras  tristes.

Hoy me doy cuenta de que fácil es complacernos cuando somos niños, recuerdo que mamá nos llevó a un parque y vendían pollitos y nos antojamos de pollitos y mamá nos compró un pollito para cada  uno, lo llevamos a casa y mi hermano era muy tosco y acaricio tanto al pollito que el mismo no sobrevivió a las caricias, sin embargo, mi pollito se convirtió en gallina y hubo que hacerle una jaula y se llamaba Sancochito ya estaba tan grande que un buen día, mamá decidió regalarla a unos amigos, esa fue mi primera experiencia de perdida de algo que yo quería, aunque podíamos visitarla no era lo mismo.

Hoy recuerdo el olor de  la pintura del mes de noviembre que se hacía para poder montar el arbolito y el nacimiento, los ruidos de alegría por los regalos y estrenos del 24 y el 31 de Diciembre para recibir el año nuevo.

Recuerdo los ladridos de Minina, Chispita, Picolino, Bambi a lo largo de mi infancia,estos fueron los perros que nos acompañaron en nuestras travesuras mientras crecíamos.

Hoy veo que la presencia de la negrita pincelo de gratos colores, olores y tanto amor ese hogar en donde crecían sus polluelos, hasta llevarnos a la universidad y ver como ahuecamos las alas para formar nuestros propios hogares, con nuestras propias normas, valores y principios que emanan de todo lo que ella nos pudo brindar.

Agradecida mi negrita amada por darnos ese cálido hogar que nos brindaste, un abrazo seguro en todo momento y circunstancia, una palabra de aliento, un regaño oportuno para corregir el camino y sobre todo esa inteligencia que  te impregnaba en todo lo que hacías, hoy quizás te  admiro más que antes, probablemente porque hago consciente tu esmero y dedicación.

Estas son algunas de las anécdotas que pude recordar y que marcaron mi historia de vida.

martes, 13 de febrero de 2024

Querida quinta Desiré

 Querida Qta. Desiré:

Hace unos días unos amigos me preguntaron por la casa de mi infancia. Una cálida sensación de complacencia empezó a colarse en mi consciencia. 

Siempre olías bien, a mango de hilacha, a tierra mojada, a mantequilla batida y a galletas recién horneadas. 

El sonido de las chicharras y los sapitos siempre estaba presente, especialmente al caer la noche, ya bañados y listos para dormir.  

Entre tus paredes grabé mis más tempranos recuerdos. No había nada de extraordinario en una pequeña de 21 meses corriendo al balcón anunciando la visita del Presidente Kennedy, pero contado por mi papá,  era un relato lleno de orgullo y, para mis oídos, la confianza en lo que yo era capaz de hacer. 

Cuando éramos niños, tu anatomía era algo distinta. Pero no te inquietes, nos pasa a todos. Al cruzar el portón, a la izquierda, un hermoso mango cubría de sombra la escalinata que llevaba a la puerta principal.  A la derecha, la quebrada que me servía de cocina para preparar el barro con el que  hacía tortas y arepas. Los sapitos que nos arrullaban en las frescas noches de Los Chorros vivían en mi cocina infantil.  Te llenabas de pequeñas flores silvestres, rojas, rosadas y blancas con unas vainas explosivas que regaban sus semillas cuando alguna mano traviesa las tocaba.  

Más abajo estaba el patio cubierto de monte. Desde la terraza dominábamos ese patio salvaje que fue el escenario de castillos medievales, expediciones a la jungla y aventuras del lejano oeste. 

También eras nuestra cómplice.  Entre los pilares de la baranda de la terraza, una mañana de diciembre, curiosos y desobedientes, nos asomamos a ver los torpes intentos de nuestros padres de beneficiar el pavo emborrachado que comeríamos esa navidad.  Algo hiciste que provocó que ellos voltearan hacia arriba y nos vieran.  Se rindieron.  El pavo fue indultado y tu te ahorraste esa memoria… nosotros también.  

Cuando tembló, te sacudiste con fuerza… ¡qué susto! Al pie de la escalera vivimos las noches siguientes como una aventura.  Comíamos salchichas y carlotinas a la parrilla mientras los adultos escuchaban las noticias en la radio del carro.  

Un par de semanas luego de la muerte del tío Carlos, mamá nos reunió al pie de la escalera. Nos preguntó qué pensábamos de la idea de que la tía Bertha y sus cinco hijos vinieran a vivir con nosotros por unos meses.  Brincamos de emoción.  ¿Lo recuerdas?  ¡Cómo podrías olvidarlo! ¡Ocho niños y una bebé! Con afán y entusiasmo, empezamos a levantar paredes con una material que llamaban cartón piedra y de tus salones y corredores salieron habitaciones. La terraza era ahora el comedor con una gran mesa en la que cabíamos todos.  Las mañanas de colegio eran divertidas. Corríamos al carro con nuestras loncheras y morrales para tratar de agarrar el mejor puesto.  Cuando volvíamos, siempre tenías mangos listos para nosotros.  Nos quitábamos las camisas y los engullíamos con delicioso placer.  Mi mamá decía que sólo habían sido unos meses. Pero lograste que cada vez que los primos nos vemos, el recuerdo no es el pesar de la muerte del tío Carlos sino la emoción de vivir en un campamento de verano en plena temporada escolar. 

La última noche que dormimos en tus brazos casi no dormimos.  Era el 20 de julio de 1969.  El Hombre estaba por llegar a la luna. Las voces de Edgardo de Castro y Oscar Yáñez llenaban tus espacios.  Nos acomodamos frente a la televisión con almohadas y cobijas y esperamos ese extraordinario momento.  Al día siguiente nos despedimos de ti y nos fuimos a la casa en donde todavía vivo.  

Te pido permiso para compartir estos recuerdos con mis amigos. Aprovecharé también para enviárselo a mis hermanos. Seguro se sentirán tan contentos como yo lo he estado al escribirte esta carta. 


Ya ves que te recuerdo siempre, 


Lila

la casa de infancia de Santiago “El Musiú” Porras

 

MENSAJEDIGITALAL Sr. EDIFICIO GUARANÍ 1-1

 

Llevaba a la Oficina de Correos del Clot – San Martin Barcelona 18018 en España, una carta escrita e impresa en papel, en un sobre cerrado, dirigido a Sr. Edificio Guaraní. Piso 1. Apto. 1-1. 3ra Avda. de Santa Eduvigis con Avda. Rómulo Gallegos – Dtto. Sucre Zona Metropolitana Caracas -Venezuela. Código Postal 1071.

 

Le pedí al dependiente que fuese un correo expreso y directo al destinatario.

 

El dependiente al leer el sobre me preguntó - Es muy curioso, tengo 22 años en correo y es la primera vez que veo que un destinatario se llame “Edificio”.

 

Entonces le dije -Bueno, lo que ocurre es que quiero enviarle una carta a la casa de mi niñez y como no conozco a la persona que hoy la habita, la dirijo de esta manera.

 

-         ¡Que ocurrente es usted! Y se río, buscando con la mirada a sus compañeros y les dijo – ¡Aquí hoy ha venido un soñador!… que quiere enviarle una carta a un edificio! ¿Os imagináis la cara del casero, cuando el cartero que entregará la carta anuncie, a quien la reciba – Correo expreso para el Sr. ¡Edificio Guaraní!?….

 

…Y todos se rieron a carcajada batiente.

 

Se encontraba entre las otras personas en espera para enviar sus correos, un joven de unos treinta años quien empatizó conmigo e intervino.

 

-         Señor, la evolución del correo es impresionante. La era digital nos facilita la digitalización de las comunicaciones, la hace instantánea a través de un ordenador o smartphone. En su caso yo, la lanzaría de forma electrónica a la nube. Existen espacios digitales colaborativos, a través de los cuales la carta al señor edifico, puede ser leída por miles de personas. Seguramente hasta encontrará a otras personas que empatizarían con su mensaje o le criticarían…hay de todo en las redes.

 

Sus palabras me reconfortaron, animándome a encontrar una opción para escribirle un mensaje de remembranzas y agradecimiento a los espacios en los que viví mis primeros años infantiles.Entonces, le respondí al joven.

 

-         Oye, ¡muchas gracias! Al escucharte, me has regalado un nuevo alcance para hacer llegar mi mensaje a la casa de mi infancia, en donde ocurrieron momentos que hasta hoy permanecen entre mis preciados recuerdos.

 

Tomé el sobre, me despedí del gestor de correos amablemente para salir de allí a mi casa y, aprovechando las posibilidades que me ofrece ser parte del Club de Escribidores Creativos de la Sociedad Venezolana de Psicología Positiva, en la que disfrutamos de un blog estupendo, envío el mensaje para que transite libre en la red.

 

___________      MENSAJE AL GUARANÍ DE MI INFANCIA.  ___________

 

¡Hola Guaraní!

 

No se si sabes que regreso hasta ti con cierta frecuencia, allí donde estás desde principios de los años sesenta del siglo XX. Como te digo, en ocasiones me tomo de la mano de mis recuerdos y llego a tu portal amplio revestido de piedras naturales con tu nombre en hierro forjado. Quiero con mis ojos, tocar tu timbre y volver a verte como eras entonces.

 

Vamos por parte…

 

Tu Suelo:Eran los comienzos de los años sesenta, llegué en brazos (no lo recuerdo) y tu suelo de granito, fue pronto mi seguridad en las que mis manos y rodillas se deslizaban para ir de un lado a otro para conocer cada rincón y espacio familiar compartido. Es verdad, no recuerdo haberlo hecho, pero, mis padres orgullosos de mis progresos capturaron imágenes de mis andares a gatas.

 

Mi habitación:Allí en tus espacios, se develó una de mis primeras imágenes con las que mi memoria me hizo consciente de mi capacidad de autoobservación. Es aquel fenómeno de aprender a ser como una cámara cinematográfica. Allí me reconozco tumbado en mi cama en la habitación adicional a la principal, en las penumbras del descanso nocturno, en la que un cuadro del pasillo entre mi habitación y las de mis padres, se transformaba desde un paisaje portuario en las fauces de un monstruo que me daba un susto cada noche por un largo tiempo y me desveló en muchas ocasiones…es aquella imagen la que me hizo experimentar mi primer miedo consciente.

 

En aquellas ocasiones logré la dulce empatía de papá…entre la sensación de intimidación imaginaria, mi voz trémula llamaba – Papá…no puedo dormir, aquí veo un monstruo que me quiere comer…y Papá venía, me escuchaba y sobándome la cabeza me decía – No es nada hijo, no veas para allá…cierra tus ojos que el Ángel de la Guarda está aquí al lado tuyo, toda la noche…

 

Mi hermana Elisa:Allí también está Elisa, mi primera compañera de la vida, mi hermana mayor. Es la hermana con la espontáneamente decidimos decirnos como nombre “hermano”…”hermana” y así fue como ese nombre encajó perfectamente y si alguien nos preguntaba por el nombre nuestro <<¿Cómo se llama tu hermana? Y respondía “hermana”… “hermano”. Diez años mas tarde, cuando vino otra hermana…mi mamá estando en la mesa de comedor me dijo

 

-         Ve a darle una vuelta a tu hermana

 

Entonces, miré a mi madre extrañado, pues mi hermana estaba sentada justo a mi lado, haciendo la tarea…y mi madre me insistió

 

-         Pero hijo…te he dicho que le des una vuelta a tu hermana.

 

Ante tal insistencia, me puse en pie y lentamente caminé alrededor de mi hermana…y mi madre se echó a reír y me dijo…

 

-         Hijo mira, lo que te estoy diciendo es que vayas y veas a tu hermanita recién nacida, que está en mi habitación.

 

A partir de allí decidimos que nos llamaríamos por nuestros nombres, que en mi caso como sabes, desde que nací los amigos de mis padres, me bautizaron como el “Musiú” y a ella la empecé a llamar por su nombre “Elisa”.Con mi hermana andaba siempre, jugábamos, inventábamos, nos bañábamos, comíamos, hacíamos tareas, al parque juntos, muy juntos.

 

La vista al Ávila:Mientras te digo esto, también en ocasiones, de los infinitos días primaverales de la ciudad, desde la ventana de nuestra habitación, se imprime en mi visita las veces que los hermanos, parados juntos por la ventana de nuestra habitación, yo impulsado con la punta de mis pies con los manos sobre el marco de aquella ventana, nos quedábamos gozando de nuestra montaña verde y gigante. El Ávila majestuoso, en la que veíamos entre su follaje, una especie de cola de cabello, entre gris y blanco a lo lejos…esas cascadas naturales que parecían estáticas en la distancia y que luego logramos verlas fluir con sus sonoros andares cuesta abajo.

 

Ser grandes en la habitación de los papás.. la importancia de un Santo en el momento de un pinchazo …Una caja de herramientas para curar la inflamación del colón…Juegos, fiestas y ratos entre amigos grandes o chicos :También entre las fantasías y los deseos de ser como la gente grande, explorábamos los gabinetes de los escaparates en la habitación de nuestros padres y por ello la mejor forma de ser unos señores, era calzarnos los zapatos de nuestros padres, ponernos la colonia de papá o de mamá para oler y sentirnos ser grandes…arrastrando los pies. Ahora se acaba de iluminar una sonrisa en mí rostro.

 

Allí también había un crucifijo sobre la cama de nuestros padres, y en una ocasión de enfermedad, debían ponerme una inyección…Para alcanzar a superar el dolor del pinchazo dije – por favor pásenme un santo. Mi mamá trajo uno diminuto; San Antonio, de su mesa de noche…el cual sigue hasta hoy en mi mesa de noche.

 

No te lo puedes creer, en esa habitación, después de un almuerzo, se reunían sobre la cama. Mi mamá y las tías. La médico, las hermanas de mamá, tías Bebé y Clemente junto a una hermana adquirida de mi madre, mi tía Lourdes Vecchionne. Es una excelente doctora, es como un José Gregorio Hernández para nosotros. Entre sus más poderosos tratamientos, había uno sorprendente. Ella comía como lo hacen los italianos….muchooo y después mientras se acomodaba en el colchón decía “Tengo muchos gases. -Musiú, trae la caja de herramientas de tu papá”. Yo corría a buscarla y ella me decía - Pónmela sobre la barriga. Entonces me decía…. – Con esto en un ratito se me que quitará la inflamación. Hice la prueba… Pruébenlo, porque yo también lo hice y ¡funcionaaaa!!.

 

…Llega de pronto nuestra inventiva entre tus espacios interiores, junto amis mejores compinches para hacer el juego denuestros teatros infantiles, cuyo escenario era la antesala que desde el recibo nos facilitaba un arco que nos llevaba a las habitaciones, pero que, para nuestra puesta en escena, sirviera de burladero como las de una plaza de toros, en la que junto a mis primos Pascual y Andrés éramos los maestros de la fiesta brava. Era la recreación del disfrute de un encuentro entre amigos grandes y chicos quienes con frecuencia nos igualaba con nuestros padres y tíos al mismo nivel. Éramos amigos todos cuando asistíamos al Nuevo Circo de Caracas. La fiesta Brava era una experiencia de libertad, la confianza distinguía nuestros vínculos, sin exigencias, desprovistos de cualquier mal genio adulto.Desde mis 6 años asistíamos al Nuevo Circo de Caracas para ver torear a grandes toreros de entonces: César Girón, El Cordobés, Luis Miguel Dominguín y otros tantos.

 

En aquella plaza diminuta, fantástica y con solo una toalla grande que, hacía de capote, unos palos de gancho de ropa que hacían de banderillas, una espada plástica de pirata que lucía como el “estoque” mortal, nos develaba como los “maestros”de la fiesta brava: hacíamos juntos y alternando cada “bestia”; de toreros, público, corneta, banda de pasodoble, picadores, banderilleros, peones y unos verdaderos valientes ante toros imaginarios que siempre sabíamos torear.

 

Entonces, hoy aprecio que, en esos ratos, la libertad, la camaradería, la alegría compensaban otros vínculos opuestos más rígidos, frente a otros Minotauros que de pronto encontré también entre esas, tus estancias.

 

Amores que alimentan, consienten y desafían los gustos:Camino al salir del pasillo de las habitaciones hacia la cocina, miro en la pared de la derecha al teléfono negro de dial rotatorio…¡está repicando! …¿Lo atiendo? Si lo agarra mi mamá, se va a recalentar seguramente…mínimo hora y media ¡dándole a la lengua!...recuerdo nuestro número en el centro del dial rotatorio 34-20-05.

 

Ya en la cocina me estoy viendo como el consentido de mi mamá, sentado en mi banquito blanco de cintas elásticas, con mis piernas estiradas, posadas sobre las piernas de mi madre, una mujer bellísima y elegante que le encanta y que cada día allí me decía – Ven mi vida, pon tus piecitos aquí, donde a ti te gusta. Una arepita es el pan diario desde aquellos días..¡Que divinidad!

 

Yo recuerdo que allí los almuerzos, que eran en el comedor principal, más eran las veces que no quería comer cosas tan horribles, como una lengua…si una lengua con papilas y de una vaca ¡Ascoooo perro! Y otras especies culinarias mondongueras y menjurjes feos a mi vista…y entonces la bella mujer de quien te he hablado, se convertía en bruja y me decía….-No te pararás de allí hasta que te lo comas todo!...que incongruente puede ser la belleza, pues entre hígados, lenguas y otros peces feos, hasta la mujer amada puedeembrujarse.

 

Así pues que hacíamos pulso para ver quien triunfaba…yo con obstinada paciencia, cual pedestal, me quedaba tranquilito…mira pa´rriba… pa´llapa´ca, pa´un lao y pa´otro y la bruja se iba…entonces yo que, tenía un vaso de plástico no transparente de color verde…rápidito, lo llenaba de la comida, me levantaba y sigilosamente rápido, me metía entre el horno y la nevera, la que tenía un cobertor en el que guardaba su motor, para lanzar por ese hueco los deshechos espantosos y quedaba extraordinariamente bien, al lograr mi imagen de obediencia impecable, junto con las evidencias de haber sido aquel queno dejaba nada en el plato…Hasta que un día a la mujer bellísima le llegó un olor putrefacto y le dijo a Teresa, nuestra amada nana  -Aquí como que hay un ratón muerto, detrás de la nevera…entonces aprendí una verdad inexorable “La mentira tiene patas cortas”. De todas formas, la mujer más hermosa y bella del planeta y yo seguimos enamorados.

 

Esto de no comerme lo horroroso, requirió un cambio de estratagema. Fue como entonces, otro día de resistencia. Decidí esconder el plato “guácatela” dentro del closet de las toallas para el baño…No preví entonces, que llegaría, mi vecino el tío Andrés, hermano de la bella mujer quien vivía en la puerta 1-2 tuyo, Guaraní…Vino el joven tío quien decía -Me voy a bañar…y pasó directo a la habitación…corrí desesperado y me planté ante la puerta del closet, convirtiendo mis brazos en una valla que impidiera la apertura de la cueva en la que había colocado el plato “guácatela”. Entonces sorprendido, el tío dijo -Pero…¿qué te pasa muchacho?, respondiéndole nervioso -No lo abras, por favor…!no lo abras!. El tío deslizó la puerta del closet, encontrando el cuerpo del delito de mi estratagema fallida y dijo – ¡Muchaho `el Carajo…!!! Que vaina más buenaaaa. Cogió el plato y no pasó nada…!Ufff! Que pana, mi padrino.

 

Hablemos de nuestros vecinos:A propósito de este personaje, sabes bien que en ese apartamento contiguo vivían los tres hermanos solteros de mamá, la bella dama de mi corazón. El tío Andrés mi padrino, la tía Clement, la morena y pava más guapa de la tierra, quien cada vez que me abrazaba, provocaba derretirme entre sus brazos, sus caricias en la espalda, cuando me daba los episodios asmáticos, tenían el poder curativo contra la disnea. Cuanto amo a la tía Clement que hoy, vive en el cielo. De gratos recuerdos a su vez, también vivía una niña grande, bien catira, de ojos azules…Ella un ángel que convivió con nosotros; la tía Chiquinquirá, llamada cariñosamente la tía Kika. Ella era especial, ya adulta seguía jugando con muñecas y escribía con una caligrafía infantil o de los mas viejitos. Eso sí, con una fuerza física como la de un Sansón, para mover los objetos más pesados de una casa. Prefería comer escondida…al lado de la batea, porque le encantaba prepararse un bollo de pan francés que sumergía entero en un vaso grande de café con leche. Siempre nos decía cariñosamente -Mira negrito…sacaba de su sostén una carterita para contarte cuantos billetes de diez tenía reunidos, junto a lochas, medios o reales, para comprarse otra muñeca. Sabes Guaraní, todos la amamos mucho, y ella me concedió el privilegio de asearla, cambiarla, abrazarla y besarla, la noche previa, a su amanecer y el reencuentro con los abuelos en el Cielo.

 

Hablemos de los asiduos y muy generosos tía Bebé y tío Taíto: Estos tíos son los coprotagonistas de la hermandad entre primos. La tía Bebé, la hermana mayor de mamá y su esposo, en guaraní eran la visita infaltable de los domingos familiares. Allí disfrutamos infinitamente una convivencia sana para inventar, jugar, reír, pelear, mediar, comer, saltar a través de incontables días gozosos, repletos de salud que hizo con todo lo que pasó entre tus espacios, Guaraní, se quedaron dentro de nosotros.   

 

Mis queridos: Teresa, Segundo y Fidelina:En la cocina también conocí a un ángel que vivió con nosotros hasta que se mudó al cielo. Teresa, era nuestra nana, quien llegó gracias al Señor Segundo, el chofer del autobús nro. 3 del Colegio Claret, donde inicié mi vida estudiantil. Segundo, a quien primero buscaba, cuando hacia el recorrido era a mí y, por tanto, era yo el que debía de levantarme sin dilaciones. Esto fue siempre un desafío, por eso, vestirme fue un spring matutino diario, era todo un reto levantarme dormidoy ponerme medias disparejas y olvidar útiles cotidianamente…Me encantaba soñar dormido o despierto…y sabes Guaraní, lo sigo haciendo.

 

Mi amigo Segundo nos trajoa Teresa:Volviendo a Segundo, entre él y yo surgió una amistad maravillosa y por ello un día mi mamá conversó con Segundo y así llegó Teresa a nuestra casa…Teresa se quedó con nosotros, sabes que conmigo fuiste cariño y consentimiento. Hablabas de que veías a la Virgen en nuestra cocina y cuando veías el remolino en mi cabeza, le decías a mis papás -Este niño va a ser Papa. Con los años hemos constatado la verdad de lo de ser Papa, pero con acento en la última á.

 

Otro día encontré en la zona de lavandería una señora joven, grande y corpulenta, propios de las gentes de la tierra del quitiplas…de un lugar en donde el áfrica danza entre el sonido onomatopéyico …Curiepequiti..plas…quiti..plas…quitiplas. La negra Fidelina siempre buenamoza, nadie como tú para hacer un arte al lavar y mejor aún, planchar. Negra que llegaste joven y te quedaste en nuestros corazones y eres otra abuela consentidora que la vida nos regaló. Tu excelencia, luego, me hizo un “tiquismique”(*fastidioso) con el planchado de mis camisas…

 

El Salón de la TV – El Nacimiento y el arbolito de navidad: Al otro extremo de la cocina estaba el televisor blanco y negro.  Una caja de metal, cuyos botones de encendido/apagado y rueda de cambio de canales, al encenderse, trasmite una señal que parecía un juego de ludo con un círculo diminuto en el centro, desde el que unían a cuatro triángulos en forma de cruz, hasta que las estaciones de televisión iniciaran su programación. Este era uno de los más deseados espacios de las mañanas de los sábados y domingos y, entre semana, después de las cuatro de la tarde donde disfruté desde el indio Nescao, pasando por las comiquitas de Popeye, Don Gato, El Corre Camino, Disney y todos sus amigos, el Conejo de la Suerte, Piolín, Los Picapiedra, Los Supersónicos, El Zorro, Mi marciano favorito…¡ahhh! El investigador submarino, el Dr. Kilder, Perdidos en el Espacio, flipper y uno del Nro. 1 de la TV de Venezuela “El Show de Renny” y “Renny Presenta”.

 

La televisión es una gran atracción de entonces y ahora, y por allí también llegué a ver las noticias, destacándose aquel narrador tan serio del conocido Observador Creole, entre cuyas noticias que más me impresionaron fueron, el asesinato de un presidente norteamericano, al que dispararon durante un recorrido en su fabuloso automóvil descapotado que me conmovió mucho. Allí en ese mismo espacio de recreación de la TV, otro día, amanecimos en casa, escuchando unos disparos en la calle, que papá dijo eran unos revolucionarios en contra del gobierno de libertades y democracia de la que gozaba nuestro país, quienes, al enfrentarse con los guardias de nuestra vida apacible, cruzaron balas, una de las cuales estalló en la ventana más próxima a la tv, cuya bala quedó, para nuestra fortuna, en una de tus nobles paredes…esa noche dormí en tu suelo que, era un colchón de puro granito.

 

Cómo olvidarme cuando movíamos el televisor hacia un lado para montar los nacimientos junto a papá y Elisa, aprendiendo a utilizar las cajas de cartón de Ajax y o leche klim, como camuflaje para darle forma a un papel color tierra con el que simulábamos una montaña, en la que colocábamos el portal de Belén, para que el Niño Jesús naciera todos los años y allí nos dejaba aquel regalo más deseado que, había visto cómo lo veía embobado en las vitrinas de la “Casa Seniors” en la Calle Real de Sabana Grande.

 

Es el momento de aquel día de noviembre en la que la tía Clement, la hermana pava de mi mamá, con su alegría dijera - Vamos a comprar un árbol de Navidad para esta casa.

 

Elisa y yo saltábamos diciendo ¡Sí…Sí…Sí…un arbolitooooo! Y desde entonces ha sido una fiesta cada 18 de noviembre, cumpleaños de Elisa, comprar y armar los árboles de navidad en nuestras casas. La Navidad es desde siempre una alegría para animar el espíritu y perseverar con verde esperanza las adversidades.

 

El recibo, tu balcón en las fiestas y en el día en que bailamos al compás del rugido y el sacudón de la tierra: En la sala recibidor había un sofá que combinaba el negro, el rojo y el blanco, de moda en los años sesenta y, dos poltronas que hacían juego con el sofá y una mesa de centro en forma irregular, semejantes a las figuras con las que Carlos Raúl Villanueva, diseñó los espacios de la UCV.

 

Allí las reuniones de los mayores eran amenizadas entre los amigos o familiares, compartiendo las bebidas preferidas por los venezolanos en un país pujante, beneficiado por el regalo de una tierra rica en oro negro. Para mi, Pepsi o Frescolita.

 

Muchas risas, por la facilidad con la que mi papá contaba chistes de todo tipo o por su canto tenorino y afinado. Así que era usual disfrutar de algún amigo o conocido que, con una guitarra, acompañaba aquellas veladas…A partir de esos comparti-res y al ver que los chistes hacían que papá se riera mucho…yo me los aprendía y los contaba como él, por lo que, con el tiempo empezó a llamarme para que los cuentos los echara yo. De esta forma, conseguí una manera de hacerme más amigo de mi papá…Allí mi Minotauro…Papá, tranquilo, lo logramos…ya esas cosas de niños las hemos superado y siempre el amor compasivo alcanza la entonación de los corazones que se buscan para hacer el viaje a nuestras Ítacas, al lograr que nuestro pensar se elevara y selectas fuesen las emociones que alcanzaron nuestros espíritus. Eres todo un crack para mí, te amo infinito.

 

Allí en esa sala fundamos los primos Pascual, Andrés, mi hermana Elisa y mi prima María Isabel, nuestro conjunto aguinaldero “Los Cañoneros” y juntos entonamos nuestras presentaciones en las casas familiares con un solo canto “Fuego al Cañón”.

 

Del tu balcón atesoro dos momentos: Uno cuando me quedaba sin mi compañera Elisa, que se iba al colegio y yo como novio de pueblo, la esperaba en el balcón a su regreso…El otro es el día que Papá llegó tocando la corneta de su flamante auto Mercedes Benz color verde oscuro, en el que viajamos felices para todos los lugares.

 

Desde ese balcón escuché, observé y experimenté la liberación de aquel inolvidable arrebato de la energía de la tierra. Aquella noche me quedé boquiabierto al ver que, junto a ti, Guaraní, nos bamboleábamos hacia la avenida y hacia el restaurante “La carreta” que quedaba en el lado oeste de la parcela donde te habían levantado, unos muy buenos ingenieros…Tú Guaraní, no estabas paralizado…eras flexible…mientras en cambio yo, me petrifiqué sobre tu suelo…no sé cuántos segundos…hasta que mi tía Clement, rompió el enmudecimiento de los que estábamos allí y gritó

- “Corran muchachos…¡TERREMOTOOOOO!

Me des-petrifiqué sin dudas y corrí a toda marcha hacia la puerta y bajando las escaleras volví a ver como bailabas ahora, hacia el restaurante “La Carreta” pero nada me detuvo, sé que corrí como el correcaminos, pasando a mi abuela…¡¡¡que mujerón!!! Una abuela con ovarios bien puestos…bajó sola hasta la planta baja ¡carajo! ¿Cómo no la ayudé?...A penas cruce la calle hacia la acera del frente, el sismo finalizó y todos salimos ilesos. ¡Estabas muy bien construido Guaraní!.

 

Una lección sobre la generosidad y el servicio:  Al cierre de mi mensaje para ti guaraní, quiero agradecerte especialmente, haber sido el espacio para descubrir a una mujer admirable en esos tus espacios, que te hacen el génesis de mi racionalidad y memorias con significado para mi vida.

 

Una noche de 1966, tocaron el timbre de nuestro apartamento, era la abuela Margarita Rangel, la esposa de Porras, el abuelo Adriano ya fallecido. Para mí era la visita de mi abuela, la que vivía en Coche. Yo veía la televisión y de pronto, mi papá sacó de un closet, una cama de campaña, de esas de lona verde que usaban los soldados en las pelis de la tv o que llevaba papá cuando salíamos de paseo hacia el Junquito. Papá me dijo.

 

-Desde hoy vas a dormir aquí en la sala de la TV, la abuela se queda a vivir con nosotros, mientras, dormirás en esta cama.

 

Encantado acepté y desde aquel día mi abuela y yo iniciamos una relación de grandes amigos. Luego, en 1968 nos mudamos a otro apartamento, en el que dormí en esa cama de campaña en una habitación adicional que había en la nueva vivienda y, donde mi compañera de habitación fue mi abuela Margarita. Cada noche, sostuvimos tertulias y conocí toda su vida y pude apreciar que su estatura física que superaba 1 metro 70cm, era pequeña para el tamaño de su coraje ante tantas durísimas adversidades y, su ambición por superar su analfabetismo a los 71 años.

 

Termino mi mensaje, agradeciéndote por haber permitido en esos espacios, tus espacios habitables, tantos recuerdos esenciales de mi infancia, imborrables ahora, que los comparto contigo y cualquiera que alcance a encontrar que, entre nosotros, nada ha desaparecido entre tus espacios y mi vida.

 

Un Acertijo de papá: Cuando papá firmaba, escribí su nombre y sus dos apellidos, utilizando una bellísima letra “palmer”. Finalizaba dibujando un adorno caligráfico, semejante a un lazo, en donde estampaba en diminuto una “h” y una “m”. Cuando le pregunté ¿Qué significan esas letras que pones junto al garabato? Y mi papa respondió con un acertijo -Es que yo soy el hijo de Margot”…Se le repregunte muchas veces y él me lo repetía…Y sabes qué lo logré descifrar, después que papá también se mudó al cielo…encontré la respuesta del acertijo....Era un homenaje a su madre Margarita…Cada vez que firmaba un documento, hacía constar que él era el “Hijo de Margarita”…que hijo más bello fuiste mi querido y amado viejo. ¡Te amo Papá!

 

Gracias Guaraní, por permitirme volver a entrar en la casa donde transcurrieron los primeros años de mi felicidad.

 

Con todo mi cariño, Santiago “El Musiú” Porras

 

Barcelona – España, 10 de febrero de 2024