Y de repente todo cambia
Los amigos cercanos saben que tengo
fascinación por los caleidoscopios.
Versátiles, flexibles, mientras más se mueven más colores aparecen. En el caleidoscopio
cada color tiene su lugar pero todos en movimiento. Las formas se juntan y
separan, se mezclan y dan lugar a nuevos colores. Quizás de eso se trate la
vida, de sobrevivir en el movimiento, de tratar de no desvanecernos en el
cambio constante, de agudizar nuestro empeño por entender y descifrar ese
rostro capaz de alimentar ilusiones y construir realidades, de acogernos a nuestra
historia porque solo de ella puede surgir la esperanza.
Me
asusta pensarme en un mundo donde somos extranjeros de nosotros mismos, donde
los miedos y las dudas construyen el mapa indescifrable de la incertidumbre.
Prefiero creer en esa energía activa y poderosa de la fuerza de
transformación como habilidad inherente a la vida: adaptarse, aceptarse, sanar
y resurgir. Como impulso hacia la expansión, hacia el ser más. Ésa que nos
permite ver los desafíos no como finales sino como oportunidades para
reevaluar, recalibrar y emerger más fuertes y conscientes.
La
incertidumbre puede paralizarnos. La falta de un camino claro, la imposibilidad
de predecirnos en un mundo donde casi todo -creemos- está planificado y la
pérdida del control pueden ser situaciones muy amenazantes. Pero pienso que
allí radica su verdadero poder: cuestionar lo que damos por sentado, deshacer
estructuras que ni siquiera nosotros sabíamos que eran innecesarias, nos vuelve
más observadores, más curiosos y aprendemos a cuestionarnos más. La valentía de
ver en lo inesperado un cauce hacia la expansión.
Emocionalmente
enfrentar y superar la incertidumbre nos da una profunda confianza en nosotros
mismos, en lo que somos y lo que hacemos. Incluso cuando no tenemos respuestas suficientes.
Nos vemos frágiles en
la incertidumbre y quizás seamos mucho más frágiles en la estabilidad. En la
vida nada nos es dado. Todo tiene un revés y un contrario. Hasta el amor,
fuerza a la que nadie escapa por presencia o por ausencia, puede ser refugio o
desamparo, pregunta o respuesta. Isla anclada a la roca, pero también
continente. Anhelo de eternidad o vivencia del instante entre la brevedad de la
piel. Es vientre y es desamparo. Es posesión y parto. Es, veces llaga y a veces
cura. Es aliento prolongado en un suspiro. Es el regalo de un milagro o herejía
que reta a Dios. Es besos, también martirio. Es universo y detalle. Al mismo
tiempo, es axioma y confusión.
De repente, nos damos
cuenta que frente a la intemperie solo nos tenemos a nosotros mismos.
Descubramos lo esencial, cuidémoslo y dejemos que lo demás cambie y se transforme.
Irma Wefer
No hay comentarios:
Publicar un comentario