domingo, 28 de febrero de 2021

¿Cursi quién? ¿Yo?

¿Cursi yo?

Se decía comúnmente en los pasillos de la escuela de arquitectura, por los años 80, y hablando de las obras europeas de la arquitectura, que existía una delgada línea entre lo cursi y lo sublime. Y para eso, observábamos las grandes obras italianas, (entre las mejores universalmente hablando), pero que podían mostrarnos las dos caras de la misma moneda. Entre tantas cosas que hacíamos para formarnos como diseñadores, se encontraba hacer sillas, lámparas, cafeteras y otras cosas industriales, donde los arquitectos también hemos tenido que ver.

Más aun, dos de los grandes diseñadores de moda del país, deambularon en los mismos pasillos que yo. El diseño se presenta en múltiples facetas; lo primero que uno piensa es en algo escrito, las novelas o la poesía, y ya vimos que, en arquitectura y su contraparte, la decoración, la gran costura, los objetos industriales y así, las otras artes como la pintura, la escultura, inclusive el cine y el teatro. Al final, el diseño como una expresión humana tiene que ver directo con la misma esencia del hombre. Su producto entonces, es objeto de ser cursi o sublime, (o quedarse en la delgada línea que los divide). Pero, ¿quién dice que cosas van para un lado, o para el otro?. Usemos el tema de hoy, la cursilería, que se define en el DRAE como

pretender mostrar un refinamiento expresivo o un sentimiento apasionado pero que resulta ridículo y excesivamente delicado”.

Parece que pretender mostrar algo que resulta ridículo, es más una opinión de alguien que lo observa, haciendo  que la cursilería o el refinamiento, se encuentre en los ojos del observador y no en la cosa misma. Depende también del estado emocional en que se encuentra tanto el que emite como el que escucha. Por eso es que pasa, que los patrones estéticos varíen en el tiempo y con las modas, pero resulta también que algo que no nos gusta sin embargo, sea reconocido por la mayoría como una obra de arte. Hoy en día, reconocemos al Renacimiento del 1500 como sublime, pero ya un poco distinta al Barroco que comenzó con los “manierismos” o amaneramientos y nada que decir del Rococó, en donde todo lo recargado fue lo admirado. Hoy, lo vemos como una época, una instancia. No era o fue cursi, entonces. Cuando era estudiante, andábamos en la onda de la escuela modernista, justo en la delgada línea que nos dividía de los postmodernos. Y la historia volvió a cambiar. Comencé modernista y terminé la carrera siendo posmodernista.

Las novelas de Corín Tellado pudieran ser vistas hoy en día como exageradas o rebosadas de sentimentalismo, al igual que la ropa de los años 60 y sus pantalones campana con sus carteras tejidas, colgadas del hombro. En su momento tuvo sentido, en su momento la gente lo siguió o se identificó.

El juicio de lo cursi o sublime por último, puede tener significados distintos a cada persona, y ya dijimos que por el estado de ánimo o emoción de cada quién. También agregamos la época, la moda o las tendencias. También pudiera tener relación con la educación, a las creencias, y  a la esencia de cada uno. Pero también puede ser la suma de todo. Todo cambia si eres crítico de arte; cuyo poder se afirma en el poder que los otros le otorgan. El crítico hace su trabajo y emite opinión desde su educación y la forma de ver el mundo; el rebaño lo sigue.

El respeto al otro es parte fundamental de la noción de la apreciación de la belleza. Para la psicología positiva es una fortaleza que nos permite encontrar elementos especiales, que en situaciones cotidianas, no percibiríamos. El aprecio a la belleza comprende, además de las condiciones externas, los juicios y las opiniones, y de un reconocimiento de los elementos esenciales. Al percibir lo que percibimos, tenemos el poder de dejarnos llevar por las intenciones de quien crea. La creación es un acto de amor y como acto de amor no acepta adjetivos, mucho menos la cursilería.

Tenemos un mes tratando de definir que es la cursilería en el grupo que compartimos, y nadie ha sido capaz de acercarse a una definición creíble o de poder aplastante en su significado. Me quedo finalmente con que lo cursi está en los ojos de quién juzga, no en el objeto mismo. Por lo tanto me declaro una persona que eventualmente puede decir, hablar, emocionarse, pintar o escribir “cursiblemente”

Alberto Lindner

PD: La palabra “Cursiblemente”no existe en la DRAE. Es una palabra cursi…

PD2. Si alguien te increpa por algo que dices por ser un poco cursi, le dices, ¿cómo sabes que la Guaira es lejos…?

La sensación de mi cursilería - Santiago Porras Rojas febrero 28, 2021

 




La sensación de mi cursilería 
Santiago Porras Rojas.  Febrero 28, 2021

<<La gran dama se ríe de la chica del campo que se arregla para ir de paseo por las calles del centro de la ciudad y la duquesa se ríe de la gran dama que esconde su humilde pedigrí bajo un vestido de prada>> (1) 

En la población de un país rico y petrolero; durante las carnestolendas festividades, como responsable de las facilidades y servicios al personal de una empresa poderosa, de un país rico en oro negro, fui invitado, entonces, a la elección de la Reina del Carnaval de un pueblo cuyo nombre provenía de una diminuta hormiga roja, conocida como “bachaco” cortadora de hojas.

Sentado frente a la tarima escenario del desfile, en la mesa de madera y mantel blanco con su olor a humo de leña, en donde reposaba la hoja para la evaluación de la belleza de las candidatas, y un vaso de vidrio, de los de cheesewick americano de los 80´, rodeado de los habitantes del campamento ubicado hacia el sur del Lago de petróleo que se negó a ser cerrado en los años 70, por la acción sindical bachaquerense. 

La emoción de la elección y la expectativa por el baile de carnaval mantenía la algarabía del poblado, ante la espera del veredicto que convertiría a una jovencita en reina e iniciaría los bailes sobre el enlozado del Club, acompañada por una orquesta regional.

Me llamaba la atención el hecho, de que, en ese instante, una escena similar se reproducía en otros campos de trabajo de la empresa. Me encontraba experimentando una realidad desconocida. Estar en una fiesta de pueblo. 

En medio de ese jaleo, empecé a sentir una sensación extraña, acompañado del Ing. Gerente del campamento; una especie de primera autoridad ejecutiva del lugar, la directora de la escuela, el gerente médico de la comunidad, con el objetivo de elegir a la Reina del Carnaval de un pueblito que es la capital de un municipio del estado. Representábamos al jurado que, en el caso del Miss Venezuela, lo eran prestigiosos empresarios, autoridades diversas de la sociedad y gente del medio de la belleza.

Ahora, con el paso del tiempo, me hace gracia la coincidencia de haber estado en la elección de una belleza, que sería la reina de una comunidad que lleva por nombre “Bachaquero”. 

Como introducción, el jefe de las facilidades del Club anunció el inicio del Certamen y desfile de candidatas. Las señoritas serian llamadas una a una para que desfilaran, cual Miss Venezuela; el sonido acompañaba los cadenciosos pasos de las candidatas; quienes mostraban sus mejores atributos físicos, adornados con vestidos de fiesta, peinados y maquillajes que resaltaran sus cualidades para ser la “Reina” del pueblo. Además, sobre cada una se relataban datos sobre su edad y preferencias o gustos relativas a sus mejores rasgos personales, mientras el presentador aportaba sus datos de estudios. Al terminar su presentación, la candidata hacía un paseíllo circular, y con un ademán propia de una miss; se mostraba en plenitud, en el medio de escenario. 

Una de las candidatas, luego de concluir su desfile, una vez hecha su presentación, se quedó clavada en la tarima, sin dejar de “tongonearse” con una sonrisa que, me dio la sensación, de una eternidad; como si dijera “Aquí me quedo hasta que me elijan reina”. Plantada estaba, hasta que el presentador expresó un “carraspeo” que, provocó la “des-petrificación” rítmica encarnada en la candidata, quien inició su salida cual la misma “tongolele”, pero su tacón quedó clavado entre los listones de la tarima y se vio obligada a salir de la escena con el zapato en la mano. Allí me encontré, haciendo el ridículo…, se me ocurrió pensar, mientras contemplaba aquel suceso, una de aquellos maravillosos “sketch” (escena breve) de la Radio Rochela  (RCTV) en Venezuela que, por cierto, es humor y para nada algo cursi.

Recuerdo que, en los certámenes mas prestigiosos, en algunas ocasiones las candidatas se les ha enredado el vestido, o se le ha caído la corona de gemas preciosas que ponen sobre sus cabezas, o se queda enredada al intentar responder las preguntas que le ha hecho el jurado.

Ahora, ¿Qué es ser un cursi?

Para ser cursi, es necesario albergar la sensación de ridículo, que incita risas, burlas por lo grotesco o extravagante. De acuerdo con Francisco Silvela, quien como experto en la belleza, en el año 1.868, había escrito un ensayo sobre el arte de distinguir a los cursis, en el cual expresa que lo cursi proviene de un deseo no satisfecho, una desproporción entre la belleza que se desea generar y los medios materiales que se tienen para lograrla.

Lo interesante, de esta experiencia mía de cursilería, es el hecho de hacer posible que, entre mis responsabilidades, compartiera actividades sociales, en las comunidades y sus tradiciones. Todo ello me mezclaba con la ingenuidad cultural, de una sociedad de tantos contrastes, en las que los habitantes de poblaciones remotas, de un país muy rico; a través de la televisión había hecho popular, el dinero, la moda y la belleza, como un producto tan accesible a todo el mundo, en el que resultaba propicio hasta para que yo fuese cursi en el hacer de algo serio, como era el trabajo de auspiciar la recreación de las comunidades y sus tradiciones.

 La comunidad de Bachaquero, estaba gozando de celebrar el carnaval, que justamente ofrecía, no privarse de cualquier placer, encontrar satisfacción en los sentidos y en el cuerpo, como una tradición ancestral que se celebra desde los primeros siglos del imperio romano.  

Es muy importante dejar claro que, en ningún caso, mi intensión es referirme al hecho de que esa actividad sea objeto de burla hacia alguna persona de tan querida población; sin dejar de reconocer en los hechos; circunstancias que provocaron en mi la sensación de ser yo, en ese momento un cursi. En tal sentido, ser cursi en medio de la elección de la Reina del carnaval del Bachaquero petrolero, fue una grata experiencia de integración social. 

En definitiva, yo he sido cursi muchas veces, y lo he sido en términos desproporcionados entre algo hermoso y bajo las formas en que he tenido al alcance para serlo. 


(1)Alessia Cisternino. “Cómo reconocer a un cursi”. https://www.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/como-reconocer-a-un-cursi_HyAAZHTQYQ8pUZLlVKeM8/?autoref=true

¡¿Cursi, YO?!!

 

Siempre he querido cantar. Sin embargo desafino sin límites y soy objeto de burla cuando en familia me aventuro a entonar una canción.

Tengo sentido del humor, y puedo  pasar largos ratos de diversión con pequeñas cosas o grandes tonterias. Aún así,  muchas veces me descubro seria cuando otros están inmersos en carcajadas.

Me gusta actuar. Es de esas cosas que espontáneamente jugaba de niña. De esas cosas que trascendieron en mis deseos para formar parte de mi lista de pendientes para probar.

Y se presentó la oportunidad. Hace un año, en febrero de 2020 me inscribí en un taller de teatro para adultos. El disfrute no se hizo esperar. Cada lunes en la noche acudía al inicio de mi formación como actriz. En medio del trabajo corporal, la ubicación en el espacio y los ejercicios de ritmo, concatenación y sincronización en conjunto, empecé a probar e imaginar las complejidades y retos que este interés de toda la vida representaban. 

Apenas con 5 clases ¡Bum! Caemos en cuenta de que todos en el mundo estamos en pandemia. Nos atrincheramos en casa y el taller, obviamente, se suspende. 

A las dos semanas recibo el mensaje de que continuaremos las clases, obviamente, por Zoom. Claro, ya no sería taller de teatro, sino lectura e interpretación de textos teatrales. El director seleccionaría obras o fragmentos que estudiaríamos durante algunas sesiones, para luego cerrar con una lectura dramatizada.

Así transcurrieron varios meses y leímos, analizamos y practicamos variados textos. Hicimos lecturas dramatizadas invitando a algunos familiares y amigos. Practiqué con algunos textos de autores que conocía: García Lorca, Ionesco. Otros nuevos para mí, como Karin Valecillos, quien generosamente nos ha acompañado en los ensayos y lecturas de sus textos, otorgándonos el escaso privilegio de la interacción con el autor de la pieza en estudio. He disfrutado cada lectura, descubriendo en cada sesión nuevas aristas de cada personaje y la obra, unos días amándolos y otros odiándolos, otros reconociéndome en ellos y otros sin comprender. Y cada vez, este asunto que tanto me interesa, de leer e interpretar se ha ido convirtiendo en la anticipada pasión manisfestada desde niña.

Un día, en octubre, el director nos dice que la obra que vamos a estudiar la vamos a leer en febrero, al cumplir un año, y que se invitará al público general. Nos envían la obra, de Karin Valecillos.

Empieza mi diálogo interior:

Que bien, de nuevo Karin, veamos que tópico nos muestra con su libreto inteligente.

Título de la obra: “El Club de los Cursis”

¡¿Quéeeee?!! ¿Qué es eso?  ¿El club de los cursis? Noooo... eso no se parece a mí. Si hay algo que no soy es cursi. ¿Y voy a leer en público una obra que yo misma no iría a ver? Nooo.

¡Qué incomodidad!

¿Y qué hago ahora? Espera, lee la obra...

Leo la obra, y confirmo: no! A esta obra yo no iría jamás! Si la veo en cartelera, con un mohín la dejo pasar! Y ahora se supone que la voy a leer al público general!

¿Y entonces? Ya va, ya va... Tú no quieres actuar, ser actriz, pues? Los actores representan papeles que no se parecen a ellos, que no son ellos. Dále la oportunidad. Explora!

Silencio...

A ver, Carmen Lucía: si esto te está pasando, es porque algo vas a aprender. Entrégate, igual que las lecturas anteriores y explora, sin expectativas

Luego me entero que mi papel es el del más cursi de todos, a mi juicio, el gurú que ayuda a los demás a dejar de ser cursis, pero que representa él mismo la cursilería desbordada. ¡Noooooo!

Bueno, Carmen Lucía, aquí tienes un verdadero reto: representar algo que menosprecias. ¡Entrégate y aprende!

Y me entregué. Decidí explorar el tema y hasta lo propuse en mi otro club, el de escribidores, para el mes de febrero, el del amor y la amistad, que está cundido de cursilería.

Llegó el día de hacer las invitaciones, y aunque dudé un poco, mi motivación para enviarlas fue compartir mi experiencia, mostrar un trabajo que me apasiona y me hace sonreír (no cualquier sonrisa, la Ducherne) e invitar a dar una mirada diferente a temas y pasearnos por ellos y, por qué no? Cambiarles la etiqueta.

Amé leer dramáticamente a Arnaldo, el iluminado, amé a los otros personajes y su evolución a través de todos las lecturas y análisis preparatorios. Y amé el día de la lectura pública, y darme cuenta de que no solo les proporcionamos un rato divertido, sino que varios de los expectadores se declararon cursis.

Después de haber pasado por esta experiencia del club de cursis y los intercambios en el chat del club de escribidores, estoy pensando que la cursilería es el disfraz que le ponemos a la más intensa demostración de amor, porque esa expresión muchas veces nos hace sentir que nos pone totalmente a merced del otro. 

Ahora veo lo cursi con otra mirada. Y creo que cuando una persona otorga el calificativo cursi con la connotación que yo antes le daba, lo que siente es miedo a dejarse llevar por la expresión de amor que percibe.

Pensando no en mis actos de cursilería, que juzgo pocos, ¡obviamente! sino en los momentos en que secretamente he tenido sensaciones de cursilería, no solo evoco el amor romántico hacia una persona. También me doy cuenta de que me he desbordado de cursi, íntimamente, en el amor por mi esposo, mis hijos, mi familia, mis amigos, mi trabajo y, por supuesto, por el grupo de teatro. Por todo. Mi corazón es cursi, porque un corazón en amor pleno solo sabe de intensidad, no de adjetivos. 

Terminé la lectura cantando, sin miedo a nada, a voz en cuello en público, totalmente desentonada y desafinada. Por cierto, aprender a cantar bien es otra de las cosas que tengo en mi lista de pendientes. ¡A por ello!

Carmen Lucía Rojas

Febrero 2021


sábado, 27 de febrero de 2021

Lele Garassini/Tema de febrero 2021

¿Cursi yo?

Al recibir el reto de escritura de este mes de nuestro Club de escribidores recurro a mi principal y frecuente estrategia de buscar en el diccionario y en internet su significado. Al introducir la palabra cursi lo primero que me aparece es la siguiente frase:

“Cuando era joven, tu padre me escribía poemas cursis” 

La transcribo literalmente, sin hacer mayores búsquedas de su origen y encuentro además la definición de la RAE y de Wikipedia:

Según la RAE  la definición de cursi es,

" que pretende ser elegante y refinada sin conseguirlo. "

Según Wipedia Cursi es una ciudad italiana de 3951 habitantes en la provincia de Lecce en Puglia, donde se extrae la piedra de Lecce .A principios del siglo XIX , junto con Sogliano Cavour , Cutrofiano , Cannole y los actuales municipios de la Grecìa Salentina, formó parte de la Decatría Choría, es decir, de los trece pueblos de Terra d'Otranto que conservó la lengua y las tradiciones griegas.

Leyendo estas líneas me empiezo a preguntar si ser cursi, tendrá que ver con una edad, con las relaciones, con querer ser refinado, incluso con vivir en una zona o lugar. ¿Qué significa para mi ser cursi? o más bien ¿Cuándo he sido o soy cursi?

Ser cursi para mi es ser meloso en la demostración de afecto en una relación o relaciones que me hagan sentir en un entorno seguro, muy seguro. Entonces no me parecen cursis, sino demostraciones de afecto profundo, de intimidad, de confianza plena, de complicidad.

Ser cursi para mi es una actitud voluntaria de decirle al otro, o los otros, que es o son especiales para mi y despiertan una cercanía única, una ternura particular. Escribiendo esto pienso, es que acaso todos no hemos sido cursis siempre, como en mi caso, o alguna vez, cuando vemos a un bebé y empezamos a hablarle con palabras que pretendemos que sean una expresión exagerada de ternura así como: “que cosita más bonita”… , o cualquier frase melosa e incluso estereotipada para mostrar que estamos enternecidos ante la maravilla, la belleza y la vulnerabilidad de la vida humana.

Ser cursi para mi es darnos el permiso de expresar amor a otro que lo recibe con el mismo afecto y se siente bien con esas manifestaciones, es poder decirle a tu pareja las palabras cursis que se te ocurran y que las reciba con el mismo cariño que se las dices.

Ser cursi para mi es una faceta que todos tenemos o podemos tener, puede ser una de esas caras ocultas asociadas a un rol o roles, que solo se exhibe en un momento determinado cuando el actor (la persona) decide que ese es el personaje o el carácter adecuado para ese momento. Para otros ser cursi puede no ser una faceta, sino su esencia expresiva, su manera de estar en el mundo, también se vale.

Ante la pregunta ¿cursi yo?, mi respuesta es SI, cuando quiero serlo puedo ser burda de cursi, así como puedo ser burda de divertida, o burda de sería, o burda de pana… por aquello de ser venezolana.

A ver que me cuente quién pudo salir ileso al contestar la pregunta ¿cursi yo?

 

María Elena Garassini

miércoles, 10 de febrero de 2021

Tema de Febrero 2021

 


Febrero 2021

Club de Escribidores de Caracas, CEC

Host: Doña Carmen

Tema: ¿Cursi, yo?

Fecha: Domingo, 28 de febrero

10 am hora Miami

11 am Hora Caracas

ZOOM

Logo con el tema

sábado, 6 de febrero de 2021

Mas cursi será usted...

 


Son en este momento las dos y diecisiete de la mañana del día 06 de febrero del 2021…y en este momento tengo -además de insomnio- un ataque de cursilería.

Creo que indefectiblemente, todos somos y hemos sido cursis en alguna o en muchas etapas de nuestra vida. Algunos lo han adoptado como forma de vida y ni mal la ha pasado.

Me encanta escribir. Es mi lucha alejarme de los lugares comunes por temor de caer en lo vulgar, lo chabacano o lo carente de glamour. Tal vez un temor consciente a caer en la cursilería, pero que la emoción me invita rendirme a los brazos amables de lo edulcorado.

Me puse a buscar frases empalagosas, a propósito del día de los enamorados y de la amistad, encontrándome lo siguiente:

“Tengo un regalo para ti, pero no sé cómo envolverte un abrazo y un beso.

Hoy no te voy a decir «te quiero», te lo voy a demostrar el resto de los días del año.

El físico atrae, el cariño seduce, pero que te contesten al momento en WhatsApp enamora.

Mi vida te amo pero no es para tanto, es para siempre”

 

Poniéndolo en letra cursiva, luce aún mas ridículo. Y si lo lees con voz engolada como la que imposté al leer este escrito, aún más.

Pero, siendo serios…¿Usted en estado de “enamoramiento” no se le podría escapar alguna de estas frases llenas de “melaza” ante el ser amado? ¿No podría ser cursi una madre o un padre al expresarle orgullo a un hijo al momento de su graduación? O no le sería fácil escribir una frase llena de “melcocha” ante un logro de un ser querido?

La respuesta va llegando a mis dedos.

Es sumamente complicado escribir una escena de amor sin caer en una letra de reggaetón. Sólo unos cuantos bendecidos de las letras son capaces de expresar lo sublime de la intimidad. De llevarnos al éxtasis de la emoción y del sobrecogimiento. El resto rodaran a lo prosaico tipo Bad Bunny.

Lo cursi no es otra cosa que una emoción extrema llevado a lo sublime, a un terreno que no le pertenece. Todos sentimos emociones, pero pocos podemos traducirlas al lenguaje escrito.

Ante la persona amada, full de oxitocina, no es posible transmitirle dicho amor sin una cara de cordero degollado y una frase que lleve la intensidad de todo lo que se siente. Seguramente sonara cursi…menos para los enamorados.

Es muy simple. Escribir una emoción intensa con palabras es llevarla a un contexto que no le corresponde.

La única forma que usted no perciba lo cursi de lo cursi, es que usted esté envuelto en la misma emoción.

Un enamorado al decir “Te quiero como a mi vida, pero mas quiero a mi vida porque sin ella me muero” (insisto en la letra cursiva), le puede sonar muy tierno a quien esté sintonizado en dicha frecuencia. Y será siempre tierno para todos menos lo que estén fuera de sintonía

Es el terreno de las emociones de las cuales todos estamos inmersos.

 

Dicho de otra manera, soy cursi, pero…MAS CURSI SERÁ USTED!!!

 

Cesar Yacsirk

Pandemia Febrero 2021