Octubre, 19, 2024
Y nos volvimos ellos
Siendo muy joven, y ya graduado de
arquitecto, entré a trabajar en en un taller de arquitectura que dirigía un muy
afamado profesional. Participé en una competición, en lo que nos medíamos tres
recién graduados. El objetivo de mi futuro jefe era completar con gente joven,
su equipo de trabajo que habría de estar responsabilizado de la remodelación de
una gran torre de oficinas; las mas alta de Caracas en los años ochenta. Yo
gané.
Y ganar se trataba de realizar un
aprendizaje apurado de todo lo que se requería para hacer bien mi trabajo. Era
una oficina pequeña ubicada en el último piso de un edificio que él había
recibido en herencia. Éramos pocos también, solo 8 personas, con la secretaria.
La oficina tenía igual número de cubículos que de profesionales. Como era un
taller de arquitectura, de los 8, 5 éramos arquitectos.
Cuando
se es joven y sin experiencia, uno se mira a sí mismo como una esponja, que
absorbe todo lo que ve, escucha y hace, Además, era un sitio para aprender pues
de había encargado de contar con una “orquesta que sonaba muy armónica junta” Y
resulta que justo hoy, me llamaron para que les contara historias vividas
durante la construcción del edificio. (Van a editar un libro)
-Háblame
de Martín me preguntaron, y no tardó mucho en venir a mi cabeza la historia que
narro a continuación y que tiene que ver con las decisiones que tomamos, con
respecto a las cosas que conocemos y se hacen parte de nosotros;
Recién comencé a trabajar, mi jefe
solía invitarme a almorzar. Era muy amable y una de esas veces me dijo que
estaba contento con mi trabajo y que además había superado la trampa del
“mensaje a García” que ocurre cuando realmente comenzamos a volvernos otros; ya
sean jefes, padres, hijos, parejas o amigos.
Un día me dijo, “te voy a contar que
vas a aprender de nosotros como un mejor profesional” Y así empezó, -de
Manrique, que no es Arquitecto, pero sabe más que si lo fuera, vas a aprender del
poder de hacer parejas. Se llama “maridaje” entre materiales, de como se junta
el acero y el concreto, las baldosas y los frisos, la madera y los vidrios.
-Uhhmm, todo tiene que ver con el respeto a cada material y de como se
comporta, pensé. Siguió, -De mi hijo vas a aprender el poder que tiene el
conocer a las personas y de cómo se relacionan con el logro de objetivos.
También se trata de el estudio y conocimiento de la cultura y la gente con la
que convivimos. -Uhmm, el poder del otro en la relación. El poder de la escucha
y de las raíces.
De Carlos, que es el mejor manejador
de la inteligencia espacial, vas a aprender a imaginarte las soluciones
integradas, antes de intentarlo. El tiene desarrollado los dos lados del
cerebro y es capaz de anticipar problemas y proponer soluciones. Es capaz de
dibujar el mundo con la mirada del otro cuando lo escuches decir, “Dibujando
para ti”… Y lo pensaba en el poder que tiene anticiparse a las soluciones con
tan solo poder crearlas en tu cabeza. Y por último me dijo, -y de mi vas a
aprender de mis “canas”- y me señaló con el dedo índice de su mano derecha, su
cabello platinado por los años. -Se trata también de poder trabajar con todos a
la vez, en el mejor esfuerzo voluntario, para el logro del mejor producto.
Con todo eso y haciendo un trabajo que amaba,
con una mentalidad de esponja, y en el paso de los años, fue que un día me dije:
-¡soy ellos, tengo lo mejor de cada uno!- , y es así como decidí trabajar para
ser el mejor con lo mejor de cada uno.
Hoy, es esa reunión, una de las dueñas del
edificio en cuestión, al hablar de su casa dijo que es la mejor obra de
construcción que haya conocido. Y la hice yo.
Así, podemos crecer y ser lo mejor
de nuestros padres, o de nuestros hijos o de nuestros amigos. El poder de ser mejor
vive en lo de ellos, que viven en nosotros
Alberto
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