viernes, 22 de noviembre de 2024

la distancia es como el viento/M.E Garassini

La distancia es como el viento

 

Resulta que “La distancia es como el viento” es una canción de Los Irancundos que empieza así:

 

Sabes que la distancia es como el viento

Se lleva con el tiempo de un olvido

Hoy ha pasado un año, es un incendio

Que me quema el alma

 

Ciertamente los Iracundos, y con ese nombre no se puede pensar de otra manera, plantean todo el tema de la canción con un dejo de nostalgia y “guayabo”, por algo que se dejó atrás porque se quiere olvidar, e incluso quema el recordarlo.

La distancia también puede, como el viento, refrescarnos, acariciarnos, hacernos ver desde la perspectiva de la lejanía, hacernos recordar lo bueno y lo no tan bueno vivido, pero invariablemente nos hace sentir la presencia de lo que no tenemos y teníamos, pero ahí sigue.

¿Qué es entonces para mi la distancia, distancia de qué? y ¿Qué es para mi el viento? ¿Qué es lo que se lleva?

La distancia para mi tiene muchas imágenes, representaciones, vocablos. La primera gran palabra que aparece es migrante, extrajera, internacional, que evoca la distancia con la patria. Alguien que sale de su país para integrarse, aprender y aportar al país que le da acogida, que en algunas cosas es diferente y en otras cosas es igual a su país de origen.

El otro gran concepto que aparece asociado a la distancia es la familia, que en mi caso es una construcción muy amplia de ascendentes, descendentes, iguales, familia sanguínea, política, etc. La distancia es en este caso no poder compartir todos los espacios, celebraciones, triunfos, retos, alegrías y tristezas, de cada uno de los miembros de una manera presencial y ritual.

Por allí también aparece, asociado a la distancia,  las amistades, que hacen de familia extendida donde se comparten también cuentos, celebraciones, retos, alegrías, logros , tristezas y duelos.

El lugar de trabajo con sus características, formas de interacción, retos, satisfacciones, historia compartida, alumnos que acompañamos y se gradúan, compañeros que viven historias compartidas, y un sinfín de experiencias compartidas en esas ocho horas compartidas a diario, es otra de las imágenes relacionada con la distancia.

La geografía venezolana,  y particularmente la caraqueña, con todas sus características topográficas y climáticas también representan la distancia y son un regalo que tenemos y que revaloramos cuando no estamos en él.

Todos estos contextos entremezclados aglutinan a la distancia, que sale de nuestro control al quedarse físicamente allí, pero la maravilla de los seres humanos, y sobre todo los que vivimos en la modernidad, es la posibilidad del uso del viento a nuestro favor, como barcos de vela que se benefician de su presencia.

El viento lo puedo representar como un gran puente, túneles, vasos comunicantes y la gran red de internet y sus plataformas que conectan mi realidad física actual con esa distancia que representa mi esencia y mis orígenes, y además de la cual me siento muy agradecida y bendecida por su diversidad, abundancia, apertura y flexibilidad.

El viento me permite traer y llevar cuentos de aquí y de allá, mezclar y hacer un uso integrado, sabroso y gracioso de palabras de aquí y de allá, disfrutar, saborear y cocinar comidas de aquí y de allá, conocer y disfrutar parajes: playas, montañas, parques, calles, lugares culturales y casas de familias de aquí y de allá.

De esta manera, y como lo dije al inicio de este escrito, el viento puede refrescarnos, acariciarnos, hacernos ver desde la perspectiva de la lejanía, hacernos recordar lo bueno y lo no tan bueno vivido, pero invariablemente nos hace sentir la presencia de lo que no tenemos y teníamos, pero ahí sigue, mi amada Venezuela, mi familia, mi trabajo y mis amigos, entre los cuales están todos los miembros del club de escribidores a los cuales agradezco por ser parte de esa brisa bonita del viento de mi vida.

 

María Elena Garassini

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