Autor : Jesucita Peters S.
Fecha: Octubre 2024.
Tema:
“Y nos volvimos ellos”
En el transitar de nuestras vidas vamos acumulando experiencias y vivencias que
de una u otra forma moldean maneras de comportarnos y de reaccionar ante los
eventos, aspecto que consideramos muy propios, pero valdría la pena preguntarse
cuantos nos pertenecen en su totalidad y no fueron marcados por el aprendizaje
que construimos al lado de nuestros progenitores o de aquellas personas que de
una u otra manera admiramos, asimilando de ellos formas de expresión,
preferencias gastronómicas , gusto por ciertos aromas que nos son familiares,
formas de vestir, lugares que nos gustaría conocer, entre otros.
Pero detrás de esto también está la genética que marca nuestros rasgos, color de
ojos, contextura, tipo de pelo y que de una u otra manera nos identifica con
nuestros padres y antepasados.
En función de lo antes planteado recuerdo una vez estando transitando por los
pasillos de la Escuela de Psicología de la Universidad Central de Venezuela, vi
una joven aproximándose hacia mí, que pude identificar de quien era hermana sin
haberla conocido antes, a pesar de que no se parecía físicamente a la que yo
conocía, no obstante, con sólo observar su gesticulación, caminar y tono de voz
me lo permitió.
Pues sí, nos parecemos más de lo que imaginamos a nuestros padres.
Rememorando a mi mamá en su edad adulta, un buen día la veo haciendo el
asado negro cómo lo hacía mi abuela, recuerdo con tanta gracia cómo se ponía
una pañoleta en la cabeza, de la misma manera como lo hacía mi abuela cuando
se dedicaba a esa faena, indudablemente el aprendizaje adquirido es innegable,
aunque también hay parecidos heredados.
Hoy más que nunca recuerdo a la negrita, mi madre, ya con varios años encima,
sin embargo, no perdió el de siempre verse bien, era muy coqueta para su
vestimenta y el arreglo de su cabello y hoy yo transitando por sus años, mis hijas
me dicen cada vez te pareces más a mi abuela mami y en realidad yo no lo veo,
pero así me perciben; indudablemente nuestros padres dejan huellas indelebles
en nosotros que nos acompañaran, hasta que nos llegue la tarde, pienso que es
una forma de honrar de dónde venimos, ya sea de forma consciente o
inconscientemente, pero ahí están no hay forma de negarlos, siempre estarán
presentes en nosotros.
Recordando a la negrita, estando en Oaxaca, México me sirvieron unas caraotas
negras y pedí azúcar para ponerle, todas mis amigas extrañadas, esto lo aprendí
de mi mamá, cosa que no aprendieron mis hijas de mí, ellas no le ponen azúcar a
sus caraotas.
Reflexionando cuanto marcamos a nuestros hijos, sin estar yo en los Estados
Unidos, veo que mis respectivas hijas han decorado sus casas de forma
moderna, sin embargo, en sus decoraciones está presente mi huella en los
materiales utilizados. En hora buena, a enaltecer de dónde venimos hoy mañana y
siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario