miércoles, 13 de noviembre de 2019


¡SORPRESA!

Ese lunes 28 de septiembre tenia clases en la Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena. Eran clases nocturnas, salí de la empresa y sorteando diferentes obstáculos, llegué a las seis en punto. Tanto apuro para nada, me recibieron con una sorpresa ¡no había clases! Mayor sorpresa sentí, cuando me dijeron la causa: "Había fallecido el ex presidente Romulo Betancourt"  ¡increíble que esa pudiera ser razón para no dar clases!
Estando ya allí, nos quedamos conversando en el salón. Entre los compañeros estaba una señora argentina que era la de mayor edad. Nunca nos dio su nombre, nos decía que simplemente la llamáramos "Muñeca", como le decían en su casa. Observándola bien, sus bellos ojos azules, me confirmaban que existían válidos vestigios de un pasado remoto que justificaban aún el apodo. En la conversa surgió la interrogante de por qué la mayoría de los grandes artistas  habían sido hombres. Como había leído recientemente el libro "El arte de amar", comenté que allí  Erich Fromm explicaba algo que pudiera dar respuesta, y era que, por la misma incapacidad del varón de concebir hijos, residía en el hombre un fuerte impulso de trascender a través de la creación de ideas y obras.
Muñeca se molestó mucho y con su inconfundible acento sureño, replicó que la verdadera razón era que el hombre siempre sometió a la mujer, la esclavizó y no permitió nunca  que desarrollara  sus talentos. En los ojos de Muñeca, vi por primera vez, el azul intenso de un mar tempestuoso.
Salí regañado, pero aprendí la lección. Debemos ser muy prudentes al opinar sobre la mujer, sobretodo si hay una "Muñeca" presente. Y puede que ella tuviera algo de razón -y que nos disculpe el Sr. Fromm- pero no se puede negar las limitaciones que ha debido enfrentar la mujer por siglos, obligada a permanecer en segundo plano, en un mundo que sin dudas siempre ha sido machista. 
En el libro "Mujeres" del Dr. Daniel López Rosetti -por cierto, compatriota de Muñeca- explica magistralmente muchas diferencias entre hombre y mujer. Nos dice que no somos ni mejores ni peores, somos complementarios. En tiempos ancestrales, machos y hembras vivían separados; la hembra ovulaba una o dos veces al año y el macho venía solo para copular y se iba. Pero la evolución continuó; tanto hombre como mujer se alzaron sobre sus patas traseras y comenzaron a caminar erguidos; sus patas anteriores -ahora brazos- quedaron disponibles para abrazarse y acariciarse, y el apareamiento comenzó a ser frontal, rostro a rostro. La hembra acortó su ciclo ovárico y de esta forma retuvo al macho por más tiempo. Surge el amor como emoción evolutiva y aparece la familia. La misma evolución y las necesidades los llevaron a un acuerdo. El macho acepta ir de cacería para procurar el alimento y la  hembra a quedarse en la caverna para cuidar la cría. Aquí me imagino a Muñeca opinando que la mujer fue mala negociadora, que ese acuerdo fue desfavorable y ¡no debió haberlo aceptado!
Pero los roles de cada uno los llevó a desarrollar características específicas. El macho en su responsabilidad de cazar, enfoca todo su cerebro a un solo objetivo, era cuestión de vida o muerte, y debía pensar, resolver y mover sus músculos sin fallar, en segundos. Por otro lado, la hembra al permanecer con la cría y otras hembras en la caverna, cuando todavía no existía el lenguaje hablado, logra desarrollar una capacidad extraordinaria de interpretar y comunicarse a través del lenguaje facial y corporal.  
Por supuesto, millones de años han transcurrido desde entonces, y la cultura fue posteriormente moldeando la conducta humana. Sin embargo los investigadores consideran que algunas características ancestrales aún prevalecen en el hombre actual. El hombre de hoy se focaliza en un solo objetivo, lo cual le permite resolver determinadas cosas en menor tiempo.  Pero si está viendo un juego de fútbol y viene su mujer a buscarle conversación, no la va a atender, le es difícil manejar dos asuntos a la vez. Esa capacidad de gestionar varios asuntos simultáneamente -multitareas- si lo puede hacer la mujer. Las he visto tomar café, hablar por el celular, maquillarse por el retrovisor y al mismo tiempo conducir a toda velocidad.
La mujer también mantiene esa ventaja de una mayor comunicación no verbal y ese instinto que las hace ver lo que los hombres no percibimos. Seguramente muchos habremos vivido la experiencia de estar a punto de cerrar una negociación o un trato, cuando la mujer nos advierte que no le parece, que hay  "algo" que le dice que no deberíamos hacerlo. Si eso le sucede ¡hágale caso!  ¡Aprecie y agradezca la "intuición femenina" de su pareja!
La mujer de hoy percibe los cambios emocionales y detecta la mentira más fácilmente que el hombre. Así que si algún caballero intenta mentirle a su pareja, así sea una mentira piadosa, la recomendación es que ¡no lo haga! lo va descubrir en su cara  ¡mándesela por  whatsapp!

Lionel Álvarez Ibarra
Noviembre 2019

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