viernes, 24 de febrero de 2023

Jesucita Peters/AMOR

  

Autor: Jesucita Peters S.

Fecha: 28 de Febrero 2023

 

“El amor a las plantas, mi refugio y su cosecha de paz”.

 

Hablar de la creación de amor  más maravillosa de nuestro Dios, después del hombre, las plantas. Ellas despiertan todo un prisma de percepciones infinitas en mí, que  hacen que valga  la pena vivir y disfrutarlas en todo su esplendor.

Las plantas con sus flores, olores,  colores y tamaños hacen que me transporte a muchos momentos vívidos y me retrotraen a su significado que de una u otra manera han dejado huellas en mí.

Las plantas en sus distintas formas, constituyen la mejor terapia para los momentos difíciles de nuestro transitar, son incondicionales siempre y cuando les brindes un poco de amor y dedicación.

Viene a mí memoria cuando tenía 5 años de edad y vivíamos en la urbanización San Bernardino, mamá tenía por costumbre llevarnos a mi hermano y a mí a la Iglesia La Candelaria por las tardes y uno de mis mayores disfrutes era ir arrancando flores azules, que se cultivaban en los jardines de ese entonces por la zona, lo recuerdo cómo si fuera hoy  y lo feliz que me sentía en esa conexión tan especial que me brindaban mis ramilletes de flores, que arrancaba  con mucho cuidado para que llegaran intactas hasta la iglesia y dejar mi ofrenda de amor hacia ese ser supremo , que para mi edad no sabía lo que eso significaba.

Quizás esta mirada que tengo hacia las plantas, venga porque a mi mamá le gustaba cultivar rosas y dalias en su jardín y a mi hermano y a mí nos gustaba cortarlas y con las cobijas hacíamos un cuadriculado sobre la cama y en el centro de los cuadrados le íbamos colocando intercaladas dalias y rosas , esa era nuestra mejor obra artística para mi mamá, bueno en ese imaginario propio de los niños, mi mamá se revestía de ternura e infinita paciencia para hacernos entender a las edades de 8 y 6 años, que el uso de flores se ponían en el  ataúd  cuando las personas se iban al cielo, no sé si lo entendimos, pero lo que sí era cierto, es que estábamos orgullosos de nuestra creación.

Otras reminiscencias que conservo en  mi transitar, es el  olor  de las flores de las plantas, entre ellas una llamada “Uña de Danta” es una planta de hojas grandes y hermosas que  florea dos o tres veces al año, cuando lo hacíanuestra casa olía y se impregnaba de ese olor que recuerdo hasta el día de hoy, son recuerdos agradables de esa etapa mágica de la vida y de ese convivir familiar, pienso que los olores son uno de los estímulos más significativos para activar los recuerdos.

A medida que voy creciendo y formo mi propio hogar las plantas siempre están presentes en mi vida y las disfruto por demás. En esos momentos de soledad y a veces de tristeza, han sido mi mejorterapia yrefugio, son  el bálsamo capaz de apaciguarlaspara transformarlas en disfrute, ante la hoja nueva de color verde tierno que me regala o su floración exquisita para mi deleite, mi agradecimiento hacia ellas es infinito, pues llenan mi espíritu de alegría y despiertan en mí el amor maternal, pues las considero como otras hijas que  Dios me ha regalado.

En  esos momentos en que comenzaba hacerme amiga de ese silencio impertérrito que me acompaño por varios años, pude encontrar en las plantas,a esa amiga bondadosa que me ofrecían con sus movimientos de tallos y hojas en donde parecían darme la bienvenida, para mostrarme lo que habían crecido, sus flores y frutos, Dios como no estar agradecida de su existencia  y celebrarlas ante su magnificencia.

Recuerdo que un buen día descubrí en la jardinera una plantita como de 10 cm de alto, con unas hojas muy bellas y cómo la propia loca entablamos una conversación, en donde yo le decía:

¿Quién eres?

¡Yo no te sembré¡

No sé si eres una parasita……. pero estás tan hermosa que no te voy a cortar y ella meneaba su tallo al vaivén del viento, como si estuviera diciéndome, no me cortes que te voy a sorprender y así fue estableciéndose esa relación con mi nueva planta.

Un buen día descubrí unas protuberancias en el tallo de sus hojas y yo cada vez más intrigada con ella al no saber que planta sería está, me viene a la memoria que estábamos comenzando el mes de Diciembre y yo me iba de vacaciones a los Estados Unidos a visitar a mis hijas, en tal sentido debía preservar mis plantas amadas para poder irme, así que me puse manos a la obra y me dediqué a dejarles el sistema de riego por goteo , para cuando yo regresara de viaje, aún conseguirlas vivas.

Estuve 21 días fuera de casa y cuando llegue del aeropuerto fui directamente abrir los ventanales para regarlas y no pueden imaginar lo que conseguí, una maravillosa y frondosa planta como de 40 cm de altura, con una carga de ajíes dulces de color rojo, no podía estar más extasiada ante este hallazgo, tenía exactamente 38 ajíes yo no conocía está planta y de echo no la había sembrado, fue tanta mi alegría de no haberla cortado en nuestro primer encuentro y agradecida por su hermoso regalo.

Tuve muchas cosechas más de mi amiga la planta de ajíes dulces, agradecida con la naturaleza y su magnificencia.

Otro regalo que me hice, rosas de color amarillas, rojas y naranja para sembrarlas en mis jardineras, las amé tanto que sentía como si fueran otras hijas que la naturaleza me había regalado y sigo pensando que ellas se sentían igual que yo, ya que me permitieron llenar mis floreros con sus rosas en infinidad de ocasiones.

Ellas formaron parte de esa terapia que yo llame “Jardinear” podía pasar todo el día cambiando y abonando la tierra, quitándole los bichos, cuidando de las otras plantas que compartían con ellas las jardineras y con cada una conversaba sobre mis expectativas en cuanto a su crecimiento, su floración y lo frondosas que esperaba que estuvieran en función de mis cuidados.Además en estas jardineras cultive Geranios, Aves del Paraíso, Novios, Sábila, Violetas, Romero, Menta, Lirios, Capachos y hasta  Orquídeas.

La vivencia con las orquídeas es otra cosa, ya que son las plantas más exuberantes a míparecer, recuerdo que cuide por 8 años una planta de orquídeas,  la lleve al vivero del Sr. Agustín quién era mi asesor en el cultivo de la misma, no hubo cosa que yo no le hiciera para que ella floreciera, sin lograrlo, yo le comento esto a una amiga y me dice pero tú no sabes que hay matas machos que no florecen, yo con mi cara de extrañeza le dije pues no lo sabía, después de esto seguí cuidándola sin esperanzas de que floreara, hasta que me vine y la regale.

Para venirme a estos nuevos horizontes tuve que regalar mis plantas, siempre pensando en su bienestar y entendiendo que las cuidarían como yo lo hacía, los helechos son otras de mis debilidades y en función de eso cruzo la ciudad para llevarle a una comadre en Alto Prado un helecho que tenía 7 años conmigo y estaba hermoso y frondoso, hasta hoy me manda fotos de mi hijo, como ella me dice.

Las plantas de Hortensia me han gustado siempre, ahora en estos nuevos horizontes las cultivo, resurgen en primavera y florecen en verano, en otoño aún viven, hasta que llega el invierno para desaparecer bajo la nieve.

Nunca podré borrar de mi memoria un viaje que hicimos a San Juan de Los Morros en época de Semana Santa,cuando se despliega una calle con muchos árboles de Araguaney, fue algo tan magnánimo el amarillo que desplegaban los árboles, que es una experiencia majestuosa de mis recuerdos.

Podría estar hablando de las plantas por mucho tiempo, porque siento que hay un encuentro significativo de amor entre ellas y yo, quizás inexplicable, pero es un hilo conductor de agradecimiento, alegría, de bienestar por todo lo que son capaz de darme.

 Agradecida siempre.

Jesu

 

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