jueves, 22 de enero de 2015

INTIMIDAD ENTRE BASTIDORES

El teatro de la vida mantiene funciones continuas y diarias. La actividad es permanente. Día a día miles de actores desfilan por el escenario para interpretar sus mejores roles dramáticos. Algunos resaltan, tienen papeles estelares, otros son secundarios. Actúan ante un público variado: sus amigos, familiares, compañeros de trabajo y también ante millares de desconocidos con quienes se cruzan regularmente.

Muchos poseen cualidades histriónica excelentes, fingen lo que no son y lo hacen con maestría, logrando convencer a la audiencia distraída. Otros se comportan tal cual como son, podríamos decir que ni siquiera actúan, simplemente son ellos mismos, auténticos y transparentes.

Al terminar la función se retiran a sus camerinos, donde meditan y reflexionan sobre su actuación. Allí abren la bóveda de su intimidad. Cada uno de ellos conoce la combinación encriptada que da acceso a ese recinto donde reúnen verdades y secretos, en donde se resguardan creencias, sufrimientos, sentimientos, satisfacciones, valores, virtudes, pasiones, temores, querencias, amores, gustos, apetencias, debilidades, arrepentimientos, defectos y vicios

Al vestuario solo entran los más allegados, familiares y amigos muy cercanos. Con ellos intercambia y comparte, pero son contadas las personas a quienes permite ir más allá del vestíbulo de sus intimidades. Muchos afortunados logran compenetrarse con un ser amado, ante quien se desnuda, devela sus secretos, logra vasos comunicantes y disfruta su compañía.  Pero hasta el más transparente es un vidrio translucido que se reserva actos y sentimientos que quiere mantener fuera del alcance de otros, información que no desea que trascienda más allá de ciertos límites y circunstancias, es su intimidad.

En las tablas todo tipo de emociones podrá mostrarse en público: diversión, inspiración, orgullo, sobrecogimiento, esperanza, serenidad, gratitud, interés, alegría y amor.  Pero parte importante de la intimidad siempre quedará entre bastidores.
                       
 Lionel Álvarez Ibarra
 
 Enero  2015


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