martes, 15 de marzo de 2016

EL EJERCICIO ES UNA NECESIDAD

Por: Martín Fernández

El ejercicio siempre ha estado en mí, bien sea obligado en las clases de Educación Física o por recreación. En mi etapa de niñez y juventud me la pasaba en el Club Canaria de Macuto practicando cualquier iniciativa tomada por la Junta Directiva de turno, como: natación, futbol, futbolito, voleibol, lucha canaria y taekwondo; pero lo mejor eran las caimaneras de futbolito, sin árbitro ni persona que dirigiera, ni la presencia de algún adulto, solo jugábamos para divertirnos hasta más no poder, hasta quedar con la lengua afuera, sin importar que a la mañana siguiente no se pudiera caminar por el dolor muscular de las piernas.

Al pasar el tiempo comencé a trabajar y tener familia (una etapa maravillosa), pero sacrifiqué mi salud corporal. Al avanzar en edad, el sedentarismo me trajo como consecuencias: dolores de espalda (específicamente lumbalgia), colesterol bueno bajo, sobrepeso, musculatura flácida, etc. Esto me condujo a volver a hacer ejercicio “obligado”,  mejor dicho, por necesidad. Hoy en día entiendo y hago entender a mi círculo de amigos y familiares que los ejercicios son parte de mi agenda diaria.

El ejercicio que encontré y me llena de felicidad es la natación. Pertenezco al grupo Master del Loyola, practicando con gente muy agradable y nos animamos unos a otros. Tenemos un entrenador que nos prepara todos los días programas de ejercicios y nos corrige en los estilos: espalda, mariposa, crol y pecho. Y hay compañeros que han sido grandes deportistas de esta disciplina que siempre ayudan para mejorar con sus consejos. Es una comunidad fabulosa.

El primer día que inicié esta práctica (hace 3 años), solo podía nadar hasta 600 metros (en una hora y media) y quedaba realmente exhausto, muy adolorido. Poco a poco fui mejorando las condiciones físicas y la técnica. Actualmente nado entre 2.500 a 3.000 metros y participo en competencias.

He aprendido que se puede lograr cualquier meta (siempre que sea racional), solo se necesita paciencia, constancia, motivación, optimismo y escuchar al cuerpo (es quien nos dice “ya basta por hoy si quieres volver mañana a hacer ejercicios, además, no vas a las olimpíadas”).

No es difícil hacer ejercicio, solo hay que tener determinación y convencerse que es necesario para la salud física y emocional. En nuestra mente existe el “gusano de la deserción” y hay que vencerlo. Sin pensarlo mucho hay que salir a ejercitarse. Ayuda mucho conocer las fortalezas personales porque sirven de apoyo, por ejemplo, quien tenga “el aprecio a la belleza” debe buscar un lugar de belleza natural (Parque del Este o el Ávila), quien es “sociable”  trate de anotarse con un grupo (por ejemplo, en Los Palos Grandes se reúnen para trotar juntos o andar en bicicleta). Y por último, avancen poco a poco, no hay que forzar el cuerpo y disfruten.


FIN  

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