miércoles, 11 de mayo de 2016

Duro trabajo

Nayari Rossi Romero
Al principio no lo notaba. Me despertaba de un brinco con el sonido del despertador, de inmediato visualizaba la lista de cosas pendientes, las tenía por categoría: resolver hoy, resolver hoy para no tener que resolver mañana, pendiente desde hace un mes y algún día lo haré, tareas importantes pero postergables.


Iba al baño. Mientras me cepillaba los dientes simulaba verme al espejo, un día me di cuenta de que no veía mi reflejo sino que contemplaba una especie de pantalla del computador con las actividades del día.


Un baño de agua fría y un café bien oscuro me bastaban para activarme y salir.


En el camino respondía mentalmente los correos electrónicos más urgentes. Verás, pensar es parte de mi trabajo y me lo tomo muy en serio.


Llegar a la oficina era como estar en mi espacio de tranquilidad. Pasaba de pensar a actuar. Empezaba a resolverlo todo rápidamente. Tal como lo había pensado. Me animaba cuando lograba seguir el plan. Ese es mi ideal de éxito.


No pierdo mi tiempo: desayuno mientras reviso correos, hago comidas sencillas que no ameriten de mucho espacio. Almuerzo rápidamente un sánduche o algo así, preferiblemente frío para no perder tiempo esperando mi turno para calentar la comida. Sigo trabajando.


A las 5:30 todos se están yendo, entonces yo aprovecho para dedicarle tiempo a las tareas que surgen de la nada, esas que te llegan de pronto como cuando el cliente te dice: oye y por qué no hacemos una maqueta que además tenga muñequitos que se muevan de verdad, me gustaría tenerla para la semana que viene para la presentación que te comenté. ¿Cómo decir que no? Trabajo es trabajo.


Como te dije, al principio no lo notaba. No ponía atención a ese pequeño dolor en el cuello de todos los días. Tampoco me resultaba raro mi aumento de peso. Pero un día me fue imposible despertarme de un brinco con el sonido del despertador. Simplemente no escuché la alarma. Dormí 4 horas más de las usuales. Me desperté con mareos, no pude levantarme de la cama. Tenía una gran confusión, no entendía cómo no escuché el despertador y lo primero que me vino a la mente no fue la lista de cosas por resolver sino un pensamiento que me retumbó tanto como para generar una jaqueca insoportable: me agobiaba mucho no cumplir con mis tiempos de entrega.


Ese día tomé una decisión. Comencé el duro trabajo de liberarme de mi adicción.  

4 comentarios:

  1. Nayarí, me gustó mucho tu reflexión, el escribirlo es un primer paso, seguro que podrás liberarte. Verás que podrás disfrutar muchos momentos con tu familia, con tus amigos y hasta la contemplación de lo mas sencillo te ayudará.
    Saludos

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    1. Hola, Janet, gracias por tu comentario. En realidad es un cuento, me gusta tratar de explorar diferentes formas narrativas cuando asumo estas pautas. Aunque me gusta mucho trabajar en realidad el cuento no habla de mi, es sobre todo una mirada de lo que el trabajo puede significar para muchas personas, creo que la adicción al trabajo es algo que pasa y que afecta la vida de muchas personas pero que al mismo tiempo pareciera ser algo normalizado, por lo que no ponemos atención a las consecuencias. Un abrazo.-

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    2. Hola, Janet, gracias por tu comentario. En realidad es un cuento, me gusta tratar de explorar diferentes formas narrativas cuando asumo estas pautas. Aunque me gusta mucho trabajar en realidad el cuento no habla de mi, es sobre todo una mirada de lo que el trabajo puede significar para muchas personas, creo que la adicción al trabajo es algo que pasa y que afecta la vida de muchas personas pero que al mismo tiempo pareciera ser algo normalizado, por lo que no ponemos atención a las consecuencias. Un abrazo.-

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  2. Hola Nayari: Gracias por la aclaratoria, pense que en verdad eras otra "Manolita" adicta al trabajo y desperdiciando la infinidad de oportunidades que nos regalan para disfrutar la vida. Ahora se que lo estas haciendo. Saludos

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