jueves, 10 de octubre de 2019

LORO PARQUE

Autor: Martín A. Fernández Ch.
Fecha de publicación: 10/10/2019



-   ¡Epale hermanito! ¿Cómo está la vaina?

-   ¿Qué quieres que te diga? Aquí estoy, fastidiado, sin poderme levantar, tú sabes cómo son estos menesteres. Y tú, hermano ¿Cómo estás?

-   ¡Bien vale! Como siempre, trajinando todo el tiempo, son muchas bocas que tengo que alimentar ¡Tú sabes cómo tragan tus sobrinos! Pero, tú me conoces, no hay nada que me baje el ánimo.

-  ¡Si vale, tienes razón! El ánimo siempre hay que mantenerlo para poder volar en esta vida, como aquel gordito que va caminando por allá, el de lentes y zapatos naranja. Ese hombre camina todos los días, por lo menos una hora. Siempre lo veo con la franela empapada de sudor, pero nada que baja de talla. Es posible que le falta cerrar el pico, pero allí lo ves, no deja de caminar. ¡Eso es perseverancia!

-   ¿Y no has visto al “Cocoliso”, el que siempre se la pasa corriendo enfurecidamente?

-   ¡Sí chico! El otro día pasó por delante de mí a toda velocidad, tú sabes, él se cree que es un carajito. Y luego, más adelante, le escuché gritar y lo vi caer arrastrándose por el impulso que llevaba. Resulta que se había desgarrado un músculo de la pierna. A pesar de eso, tuvo su momento de alegría.

-   ¿Y eso por qué? Con ese dolor, hasta el más pintado se pone a llorar.

-   ¡Nada que ver con llorar! Se aguantó cuando vió que lo iba a auxiliar la “Peliroja” ¿La recuerdas?

-   ¿La pechugona?

-   ¡Ella misma!

-  ¡Qué suerte tuvo ese hombre! Esperemos que salga algo bueno de ese encuentro, porque una vez lo escuché decir que se sentía solo. Y sabes que lo mejor es vivir en compañía, como hace nuestra especie.

-   ¡Coño, me está dando calambre! ¿Será que me puedo levantar un ratico?

-   ¡Qué no puedes levantarte, carajo! ¿Tú quieres que los huevos se te enfríen?

-   ¡En mala hora le dieron los dolores a mi catira, en este sitio tan incómodo!

-   No te quejes, que a la mía los dolores le dieron cerca del transformador que está en el poste de la Tercera Transversal con la Primera de Los Palos Grandes. Allí no  podía ni voltearme, porque los cables de alta tensión los tenía cerca. Y cuando llovía me la pasaba cagao, porque el bicho a cada rato explotaba. Hasta el día de hoy,  sigo pensando que mis hijos son tan hiperkinéticos por causa de ese magnetismo eléctrico.

-   ¡Mira quienes van allá! El grupo “Medio Milenio”.

-   ¿Por qué “Medio Milenio”?

-   ¿No los ves? ¡Suma las edades para que te des cuenta!

-   ¿Te imaginas las conversaciones de toda esa sabiduría junta?

-   Si se pusieran de acuerdo, tal vez pudiera ser, pero los coños sólo discuten.

-  ¡Entiendo! ¿Y no has visto a la Psicóloga de ojos claros? La que trotaba despacio, con una cachucha puesta.

-  No chico, hace tiempo que no la veo. Sospecho que se fue del país, como muchos. ¿Sabes una cosa? Me he dado cuenta que cada vez son menos personas las que vienen a este parque.

-  ¡Si vale, qué broma lo de la migración! De eso, nosotros tenemos mucho recorrido. Hablando de otra cosa, ¿Te recuerdas de nuestro amigo el que apodamos “El Canario”?

-   ¡Claro que lo recuerdo! Con él salimos a parrandear montones de veces.

-   ¡Ese mismo! Pues, te cuento que lo metieron preso.

-   ¿Cómo? ¿Qué pasó?

-  Yo se lo advertí, pero no me paró ni medio huevo. Resulta que se la pasaba mucho comiendo en una ventana. Yo tenía una mala intuición con ese sitio, porque escuchaba una música algo embrujona, adentro se veía unas figuras con velas encendidas y tenían un afiche de un hombre con una boina roja. Pues, un día, “El Canario” se dejó endulzar por la manera como le hablaba el hombre del apartamento, se confió y lo agarraron. Ahora, está metido en una jaula que no tiene espacio ni para abrir las alas. Y lo peor de todo es que, todos los días, le ponen plátano maduro para comer.

-  ¡Qué malos huevos tuvo ese carajo! Definitivamente, “El Canario” es la tapa del frasco de los pendejos. ¡Se jodió! Esperemos que la libertad le llegue pronto.

-  ¡Sólo nos queda rezar por él, porque no creo que se pueda negociar con ese tipo de gente! Bueno hermanito, te dejo. La “Faraona” me pidió que fuera a buscar comida para los pichones y no puedo tardar tanto ¡Sabes cómo es ella! Las cosas tienen que ser de inmediato.

-  ¡Así son todas! No te preocupes, anda rápido y me saludas a la cuñada. Yo seguiré viendo, desde esta altura, a la gente ejercitándose.

-  Chao. ¡Y ya sabes! ¡No te levantes! Si los huevos se enfrían, las crías pueden salir medio atolondradas.

-  ¡Vale, hermanito! Tranquilo, pronto llegará “La Catira” a suplantarme, por el tiempo que ha transcurrido, seguro ya terminó de jugar a las cartas. ¡Nos vemos luego! ¡Cuídate!

FIN

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