sábado, 26 de febrero de 2022

Amor ido, marchado y encontrado/Jesucita Peters

Autor: Jesucita Peters S.

Fecha: 26 de Febrero 2022

 

El amor ido o marchado y encontrado

Hablar del amor en el mes de febrero para mí tiene un gran significado, por cuanto en este mes nacieron mis amores por siempre, mis dos hijas. Un quince de febrero nace mi primogénita, graduándome de madre  con la mayor de las alegrías una niña que vino al mundo con una cabellera de color marrón frondoso y unas mejillas rosadas que nunca olvidaré, luego 3 años más tarde nace mi segunda hija un nueve de febrerollenando nuevamente de alegría nuestro hogar, menudita y con mucho cabello también, estos son amores inigualables y que permanecen en el tiempo como llama inexorable para el resto de nuestra existencia.

He hablado de la llegada de mis dos amores pero así como llegaron inundándonos de felicidad, vino el momento de su partida a nuevos horizontes con muchas metas  por lograr, había que validar una carrera de medicina para poder ejercer en los Estados Unidos, cuanto esfuerzo y que motivación al logro tan grande y cuando aún no me recuperaba de la partida de la primera se me va la segunda hija, en paralelo de estas idas , comienzo a sufrir del síndrome del nido vació  fue muy fuerte esta experiencia, a Dios gracias estaba trabajando y no tenía que pensar en ello sino cuando llegaba a la casa , me hice amiga de mi amiga inseparable la soledad: en estos momentos pienso en ella y la verdad los seres humanos tenemos la oportunidad de adaptarnos a muchas situaciones, tanto es así, que la ame y aprendí a disfrutarla por demás. Nunca se me podrá olvidar un día cuando a las diez de la noche me meto a la ducha y me doy cuenta que ese día no había salido de mi boca ni una palabra, wao allí concientice aún más mi soledad.

Pero esa soledad mi amiga inseparable, me enseño a escuchar la música y a descomponer sus elementos instrumentales para deleitarme con cada uno de ellos, pude escuchar los colibríes en mi balcón con su danza mágica chupando el néctar de las flores, contemplar mi Ávila y ver cómo cambia de color según la temporada para vestirse de fiesta en el último trimestre del año, con ese color rosado guayaba característico (capimelao). Mi percepción se agudizo para poder disfrutar al máximo  todo lo que me regala la naturaleza y me llevo a los brazos del bienestar, agradecida por ello.

En fin después de estos periplos de mis amores idos, se abre la opción que me plantean mis hijas de que me tenía que ir despegando del trabajo ya que debía ir pensando en venirme con ellas, por cuanto su preocupación por yo estar sola en Venezuela era muy desgastante, caramba para mí se me mueve el piso totalmente, ¡oh cielos! cómo me despego de mí trabajo algo para mí impensable, mis cosas, mis apegos, todo; luego vino nuestro huésped sin invitación la pandemia, que cambio nuestra forma de ver la vida y retrasó el encuentro con mis amores idos por un año. Después de salir de mi país me reencuentro con mis amores y mis adorables nietos no podía estar más agradecida y comienzo a disfrutar de las mayores recompensas que me ha dado la vida. Por supuesto he tenido que aprender a manejar todos estos cambios significativos en mi vida y hoy día doy gracias por el desapego que he cultivado en estos últimos tiempos.

La moraleja de esta historia, es que no sabemos las vueltas que te da la vida, nunca imagine levantarme y no contemplar el Ávila, a veces lo busco en estos parajes pero mi vista se pierde entre tanta llanura y me retrotrae a mi realidad, con ciertas añoranzas, pienso forma parte de todos los que dejamos nuestra patria, pero esto no impide que me sienta agradecida y feliz de reencontrarme con mis afectos.

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