jueves, 3 de febrero de 2022

AMORES MARCHADOS

Por: Martín A. Fernández Ch.

FEBRERO  2022

Era un día hermoso, con una mar tranquila, sin oleaje porque el viento aún no había despertado, a pesar de que el Sol había hecho presencia desde hace rato. Pelícano estaba a la orilla de su bote, en el lado de estribor, con las alas extendidas, soleándose y observando a sus dos muy apreciados amigos de aventuras: Delfina Guacamaya y Mantarraya Azulejo. Él pensaba que no podrían estar juntos toda la vida y que era momento de que cada quien tomara su camino, así que se lanzó al agua para hablar con ellos.

-¡Amigos! Quiero conversar con ustedes- dice Pelícano, con un semblante lleno de tristeza, porque por más que estaba consciente de que era necesario decirlo, sabía que el momento iba a ser desagradable para todos.

Delfina y Mantarraya pararon sus juegos y atendieron a Pelícano, extrañándose del tono de voz y de la expresión que mostraba la cara de su amigo de plumas, la cual nunca habían visto.

-Como es evidente, no tengo edad para llevar el ritmo de las aventuras que estamos viviendo. Además, es momento para que sigamos nuestros caminos y hagamos vida aparte, ya ustedes saben cuidarse y son muy ingeniosos para enfrentar las dificultades– dice Pelícano, dejando escapar algunas lágrimas, demostrando su descontento.

-¿Qué quieres decir Pelícano? ¡Qué nos tenemos que separar!– dice Delfina Guacamaya de manera muy emotiva y mostrando una terrorífica preocupación.

-¡Deja el drama Delfina! No es para tanto, antes de conocer a Pelícano, andábamos los dos por todas partes y sin angustia– dice Mantarraya Azulejo, quien siempre se mostraba insensible o aparentaba que esa decisión no le afectaría, más bien se sentía confiado porque pensaba que estando con Delfina se sentiría a gusto y protegido. Lo que no se imaginaba era que en algún momento ellos dos también tendrían que separarse.

-¡No lo digo por nosotros! ¿No entiendes que Pelícano va a estar solo?– le responde Delfina a Mantarraya, con tono brusco y mostrando malestar.

-Él es bastante mayor y tiene la suficiente sabiduría para sobrellevar  la soledad, así que bájale dos a tu sentido protector de mamá– dice Mantarraya.

-No discutan chicos, por mi no deben angustiarse. Lo que les digo es que en algún momento tenemos que separarnos. Esto es algo natural, los miembros de una familia, sobre todo los hijos, en algún momento se van de la casa a prepararse para formar sus propias familias– dice Pelícano, buscando la manera de hacerles entender que la vida continúa.

-Pero, ¿y cuando nos volveremos a ver? Quiero que estés conmigo en mi cumpleaños– dice Delfina, quien ya su voz se estaba quebrando de tristeza, dejando evidencia que no estaba conforme con esa decisión.

-No sé si podré visitarte. Pero, una vez leí en un cuento titulado “Ningún lugar está lejos”, cuyo autor es Richard Bach, la siguiente frase que me cautivó “Viaja libre y feliz más allá de los cumpleaños, por encima de la palabra «siempre», y nos encontraremos alguna que otra vez, cuando así lo deseemos, en medio de la única celebración que no puede terminar”, refiriéndose al disfrute de la vida. Así que, a pesar de que no nos veamos, siempre estaremos juntos, porque el amor nos hace sentir que estamos presentes celebrando, Yo sé que siempre estaré con ustedes, porque mi amor está sembrado en sus corazones y siempre me sienten, al igual que ustedes en mi corazón– dice Pelícano, viendo que sus amigos tienen sus ojos llorosos.

Los tres amigos se acercan y se dan un fuerte abrazo de despedidas, que si bien entienden que estarán unidos por el amor, sienten que existe la posibilidad de que no se verán jamás o que tardarán mucho tiempo para reencontrarse. Las lágrimas de los tres no dejaban de bajar por sus mejillas, cayendo y diluyéndose en el agua. Entendieron que debían tomar sus caminos, disfrutar de la vida sin perder la esperanza de que algún día se volvieran a ver.


FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario