lunes, 19 de enero de 2015

Extracto de la novela que escribo: Encuentro con Susana


David estaba en la reunión de ensayos habituales del grupo de teatro de la universidad cuando vio por primera vez a Susana. Ya estaba en su penúltimo año de Comunicación Social y ella era una estudiante de los primeros años que participó en la audición anual de nuevos miembros.

La directora le había pedido quedarse para ser jurado y al verla le llamó la atención: su mirada tan expresiva, sus cabellos ensortijados. Por supuesto que habló a favor de su admisión luego en la reunión, aunque esto no hizo falta porque ella cautivó a todos con su actuación y con la escogencia del texto que interpretó. Representó un segmento de El círculo de tiza Caucasiano. En esta obra, dos mujeres se enfrentan a un tribunal disputándose la custodia de un niño. La madre biológica es una ricachona que se había desentendido del niño, mientras que la madre de crianza era una persona humilde que le había atendido y cuidado. Susana escogió representar una porción del alegato de la madre de crianza reclamando su derecho sobre el niño ante el tribunal.

A partir de allí estuvo pendiente de verla nuevamente. Corrían los últimos días de junio. Era época de exámenes y entregas de las asignaciones finales. Anhelaba verla antes de que salieran de vacaciones a mediados de julio. Estuvo pendiente los días siguientes, pero no la vio. Entonces pensó que ya tendría oportunidad de presentarse cuando se integrara al grupo junto con los nuevos aspirantes en octubre, momento en que se iniciaría el año escolar 1981-82, su último año.
Pero un día, mientras caminaba la vio sentada en el jardín estudiando sola. Entonces se acercó. Al presentarse como un miembro del grupo, jurado de su audición y próximo a graduarse, ganó todo el interés de ella. Pudo comprobar de cerca que la atracción que sentía hacia ella iba más allá de su mirada y su cabello. Le pareció que también le agradó, así que la invitó a asistir a una representación teatral que habría el domingo en la ciudad.
En la universidad David era muy diferente a como era en casa. Con su madre se mostraba siempre distante y receloso. Ante Ilan siempre se sentía como un tonto. En cambio, en la universidad se destacaba. Los profesores le estimulaban y aprobaban, porque era aplicado en sus estudios, participativo en las clases y mostraba talentos. Había ganado mucha reputación por un cuento que escribió titulado Unas flores para Mamá y por un Guion para una obra de teatro llamada Casa de Muñecas.
Había participado en el grupo de teatro desde su segundo año en la universidad. Esta experiencia le permitió crecer como persona, a desenvolverse mejor, a expresar sus sentimientos e ideas, a presentarse frente a los demás, a modular y proyectar su voz. Pero en casa era otra persona. Por esa razón procuraba pasar más tiempo en la universidad.
El domingo se encontró con Susana  en la entrada del teatro. La sala pertenecía a un centro cultural que no estaba terminado del todo. Así que todo tenía una apariencia underground que iba a tono con la obra que verían, La cantante Calva, del teatro del absurdo.
Al salir de la obra se veían muy emocionados. David hablaba sin parar y contaba con toda la atención e interés de Susana. Su verbo pasó rápido por Beckett, Ionesco, Adamov y Artaud, pero también incluyó con vacilación a Harold Pinter en este tour conversacional. Le cautivaba más el humor negro, el sarcasmo y la crueldad, como formas de rebeldía ante una sociedad injusta y rígida. A Susana en cambio le atraía más lo simbólico y existencialista de este género. Ella prefirió hacer referencia a Strindberg, Joyce y Camus.
Era un día soleado y despejado. Había un cielo azul claro. Un día excelente para pasear al aire libre. Conversaron en un Café del Boulevard de Sabana Grande y se les pasó el tiempo muy rápido. Pasaron a temas más personales sobre sus vidas y aspiraciones.
Luego la acompañó hasta su casa. El se dispuso a darle un beso en su mejilla al despedirse, pero ella cerró los ojos y dejó sus labios expuestos para que los besaran. El lo hizo con dulzura a la vez que le acarició su cabello ensortijado. Besó también sus mejillas, su frente, orejas y nuca. Al apartar su cabello vio una mancha rojiza en su nuca que le llamó la atención. Le pareció haberla visto antes, pero no sabía dónde.  
Entonces se olvidó de todo y cerró sus ojos, entregándose por completo a estas sensaciones. El tiempo pareció infinito. El tacto se potenció y comenzó a registrar nuevos matices. La experiencia de fusión pareció prolongarse sin límite. Al abrir los ojos se dieron cuenta de que habían cruzado un umbral que los transportó a una nueva dimensión, una nueva realidad, donde eran otros los rostros que estaban uno frente al otro, otra la mirada, otros los gestos.
Ella se sintió cómoda con la cercanía y la conexión. Los cuerpos parecían adheridos el uno al otro mientras sus corazones palpitaban al unísono. El quería seguir muy cerca de ella, pero a la vez sentía una vulnerabilidad que le resultaba incómoda. Tomó conciencia que estaban allí a la entrada de la casa de ella y que debía irse. Fue quien tuvo la iniciativa de separarse. Se despidió de una forma un poco brusca, aunque se acercó nuevamente para besarle suavemente los labios. Ella lo observó un tanto turbado, pero no supo interpretarlo exactamente. Se quedó tranquila al pensar que quizás eran “ideas” de ella.
En la universidad comenzaron a verse todos los días. El la acompañaba a su casa cada vez que sus horarios se lo permitían. Entre ellos creció rápidamente una gran amistad y un gran amor. Para cuando terminaron las clases ya su relación se había consolidado y no precisaba de la estructura que proporcionaba el ambiente institucional de la universidad. Así que durante las vacaciones compartieron libremente toda clase de actividades; obres de teatro, representaciones de mimos, exhibiciones diversas de arte, museos, cine, cafés y jazz.
....
Todo sucedió cuando estaban en un lugar nocturno donde hacían presentaciones de Jazz. David le había anunciado a Susana que no podría buscarla y que se encontrarían en el lugar. Ella usaba un vestido vaporoso con un estampado psicodélico. Cargaba una banda naranja que sujetaba su cabellera. Unos zarcillos bastante visibles. Llegó de primera al lugar nocturno. La banda interpretaba una pieza de Charlie Parker llamada Confirmation, muy llamativa debido a la excelente interpretación del Flautista.  Esta pieza la interpretaba el grupo en casi todas las presentaciones. David le encantaba escucharla y solía ta-ra-re-ar-la cuando la escuchaba. Ella se contagió de su entusiasmo por este tema. Pero ahora le sonaba a ella diferente, sin la gracia de siempre.
David llegó justo en medio un tanto apurado. Vestía de traje. Pareció no advertir la pieza que tocaba la banda.
-         Disculpa cielo, pero tuve trabajo. Dijo mientras hacía señas a la mesera para ser atendido.
Susana pareció no prestarle mayor importancia. Continuó haciendo un esfuerzo por parecer que escuchaba la siguiente pieza, una balada con un saxo Tenor que sonaba a Ben Webster. Al escuchar algo tan romántico se confrontó con su decepción y tuvo que hacer un esfuerzo por impedir que las lágrimas brotaran.
-         Y que me cuentas de tu día? Dijo él después de asegurar su trago.
-         Nada nuevo! Dijo ella distraída.
Ambos aparentaron escuchar la música. El siguió el juego. Comentaron algunas trivialidades. Pidieron algo para picar. La música, los tragos y las tapas los mantuvieron entretenidos por un rato.
-         ¿No me vas a decir qué es lo que pasa? Irrumpió ella.
-         ¿A qué te refieres? No comprendo, dijo él mientras simulaba estar atento a la música, que no le sonaba igual que siempre. Si hubiese tenido un interruptor especial, le hubiese bajado el volumen.
-         Ya no eres el mismo. Solo hablas de ti. Parezco no importarte ¿Tienes otra?
-         No sé a qué te refieres. Solo me dedico al trabajo para salir adelante. No podemos vivir en las nubes pensando que la vida va a proveer de todo lo necesario. Si no nos ponemos metas no avanzamos.

 Esto lo dijo con vehemencia, haciendo gestos sutiles que hacían referencia a su vestuario. A ella le sonaron las palabras como un reproche.  Solo hizo un gesto de desaprobación. No tenía ganas de pelear. Sentía que lo había perdido. Prefirió callar. Se mantuvo en silencio por el resto de la velada. Al despedirse lo evitó.
El por su parte, pensaba que ella era un estorbo en su carrera, no lo apoyaba en sus planes. ¿Cómo creía ella que se pagaban las cuentas?
No se llamaron más.


Víctor Calzadilla


3 comentarios:

  1. ¡Muchas gracias Víctor por estrenarte de esta manera en el club! Y gracias por compartir con nosotros esta parte de lo que estoy segura será una excelente novela. Un retrato muy claro y honesto de una época, con imágenes y voces reales. Me encanta leer a Venezuela a través de la narrativa y la ficción.

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  2. Gracias por compartir este proyecto Victor, espero leerla de principio a fin. No sé si son los 80´s pero me trasladó de inmediato a la época. Saludos

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