lunes, 2 de marzo de 2015

Mi amigo el gigante



Nuestra amistad nació estando aún en mi adolescencia, lo conocí en un paseo del liceo, de esos que tanto disfrutamos y recordamos. En un principio me pareció desafiante e intimidante, quizás más de lo que alguien como yo podía tolerar. Sin embargo el misterio, la magia y la sabiduría que proyectaba me animaron a conocer su alma amable, amplia y generosa, llena de paz, serenidad y confianza.

Así comencé a frecuentarlo y a conocerlo cada vez mejor. A medida que recorría sus bondades, me parecía un ser lleno de esperanza y con mucho que dar a los demás. En muchas ocasiones, sentados en la tranquilidad de su hogar, hablamos durante largas horas. A él le conté sobre mi primer amor y mi primer dolor, compartimos alegrías y triunfos, pero también tragedias y pesares. El tiene la capacidad y la sabiduría de escucharte sin juzgar, tan solo haciendo que mires dentro de ti para que encuentres lo bueno en lo malo, la alegría en la tristeza, el éxito en el fracaso.

Ese es mi amigo el gigante, que siempre está allí para ti. Y es que siempre lo está, literalmente hablando, con sus caminos abiertos como brazos esperando recibirte y cobijarte en su inmensidad. Jamás lo he visto rechazar a nadie, acepta a todos sin tomar en cuenta sus creencias ni pensamientos, razas o credos. Debe ser por eso que tiene tantos amigos. Y cuando Dios decide llorar, lágrimas de vida brotan de sus entrañas bañando sus ropas y calmando nuestra sed. Mi amigo es tan grande, que desde sus hombros, nuestra humanidad se asombra por lo majestuoso de su presencia, que contempla omnisciente nuestras vidas al voltear hacia el sur y las puertas abiertas de nuestro corazón al voltear hacia el norte. Él, mi cerro, mi Ávila, mi amigo el gigante verde, vale cada gramo de su peso en oro y cuida de nuestros sueños hoy, mañana y siempre.

2 comentarios:

  1. Hola Óscar: muy agradable y bello tu escrito. Es el mismo Dios que en forma de montaña nos acompaña continuamente. Muchos no se dan cuenta, lo ignoran, no lo aprecian y se pierden una gran oportunidad de encontrarse con la divinidad. Muchos saludos, Lionel

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  2. Oscar: creo que muchos caraqueños no saben lo que tienen al,frente. Recuerdo que fui a Montreal y tienen una pequeña montañita, de donde derivan precisamente el nombre de la ciudad "monte real" y se siente orgullosos. Hace unos años me acompañaba un primo hasta la Universidad Metropolitana cuando estaba haciendo el diplomado. Recuerdo que transitando la autopista del este temprano, mi primo iba quejándose de infinidad de cosas que estaban sucediendo en el país (que las hay bastantes y son para llorar). Pero después de varios minutos lo detuve y le dije: espera un minuto, detén las quejas y contempla lo que está allí a nuestra derecha, es el Avila en su esplendor y dimos gracias a Dios por todo,lo que teníamos ese día.
    Saludos, Lionel

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