jueves, 28 de mayo de 2015

Extracto del Diario de un Intelectual


Martes en la noche

La verdad, no sé cómo resolver este dilema. A veces la veo como
una dulce y tierna doncella y otras como una temible "Viuda Negra". Vienen a mi mente rasgos de su cara, retazos de frases inconclusas, actitudes y gestos totalmente contradictorios entre sí. Es como si la imagen de Lorna hubiese estallado en mil pedazos y ahora, ante la imperiosa necesidad de reconstruirla, me encontrara con varias maneras posibles de reunir el rompecabezas. Una y otra vez pruebo diferentes posibilidades; pero después de este agonizante ejercicio llego a la siguiente conclusión: ¿quién es Lorna verdaderamente?

Si me enfoco en los sentimientos, lo que me encuentro es este dolor en el pecho, esta debilidad, este desconsuelo, esta incapacidad de vivir con normalidad, esta sensación de estar incompleto. Así que debo comportarme de manera racional. No puedo entregarme a estos sentimientos que quien sabe dónde pudieran conducirme. Debo confiar en la razón y, a través de ella, poder salir airoso de esto.

Pero esto me resulta tan difícil de analizar, tan frágil, como si fuera un espejismo o tierras movedizas. Es igual a lo que sucede con la música que suena ahora mismo en el equipo de sonido, donde canta alguien de otra generación que ya murió. Pero al escucharlo lo percibo muy vivo, como cortado en el tiempo y traspasado a este momento. Al fondo un grupo de personas se dejan descubrir por su rumor, por el sonar de las copas, por sus risas y sus murmullos. ¿Cuán real es la música, el cantante y su audiencia? Ya ellos no existen en realidad, pero de alguna manera ¡están allí!

El cantante ya no existe, ni la gran mayoría de la audiencia de ese momento. Y por esto es que pienso: ¿Cuán real es Lorna?

Tal vez la realidad no pueda medirse en términos de categorías Aristotélicas. Tal vez la ontología de las situaciones requiera de una aproximación más Galileana, de tipo probabilístico; con grises y gradientes. Visto de ese modo, la pregunta no es si algo existe, sino en qué grado existe.

Analicemos entonces el “problema Lorna”, teniendo en cuenta que ella no es “una” unidad sino una dispersión probabilística. Es decir, no se trata de “Lorna”, sino de -El Conjunto Lorna-. “Sea el Conjunto Lorna, aquel conformado por toda X tal que X es igual a Lorna sub 1, Lorna sub 2, Lorna sub 3 ... Lorna sub i ... Lorna sub n”. Todos estos “eventos” (Lorna sub i), giran alrededor de lo que yo generalmente llamo "Lorna", lo cual es quizás la “Media” de este conjunto.

El problema entonces, visto de esta manera, es que ha aumentado su "varianza" para decirlo en términos estadísticos o su entropía para usar una metáfora química.

Y esto ha sucedido, porque en la medida que la frecuento más, la confronto en su "dispersión" e inconsistencia. Y al precisarla y confrontarla, he tenido un efecto entrópico sobre ella. Esto podría cambiar su “media”. Es posible que la ecuación de regresión cambie y por tanto, el lugar geométrico que explique los puntos, ya no sea más lo que he conocido hasta ahora como “Lorna”.

Esto me hace recordar esas imágenes del Telescopio Hubble en las que presentan cuerpos celestes que se atraen o repelen y como resultante ocasionan un desenlace: permanecen girando en forma estable, colapsan el uno sobre el otro o terminan por desligarse.

¡Eso es! ¡Eureka! Eso es lo que tengo que buscar: formar un sistema en equilibrio en el que giremos uno alrededor del otro. Pero debo atraerla hacia mi órbita de manera que los pesos relativos de sus personajes-eventos, sean tales que se produzca la Lorna promedio que yo quiero y no esa distribución Bi-modal donde pasa de Dulce y Tierna Doncella a Viuda Negra. Debo influir sobre ella, para que gane la Lorna “mía” y no haya otra posibilidad.

Ahora me siento un poco mejor. A través de la razón he logrado drenar esos sentimientos que me estaban haciendo perder la cabeza.


Sábado
Todos los avances logrados en mi análisis del caso Lorna se vinieron abajo cuando rechazó verme.  Sufro al entrar en cuenta que Lorna piensa que yo creo que ella considera que yo la hago sufrir al pensar mucho en ella. Es como si pensara que ella podría sentirse culpable por mi sufrimiento.

Nada de este análisis es tan real como lo que siento por ella. Es una conexión que me recuerda la idea del entanglement propuesta en la Física Cuántica. Lo que nos une es tan fuerte, tan intenso, que seguro que los cambios de humor que experimento, los está sintiendo ella donde esté; como el cambio de spin que experimentan las partículas sometidas a fisión nuclear cuando alguna de ellas se le altera el propio.

Pero debo intentar la razón como medio para superar estos sentimientos. Tal vez la lógica pueda ayudarme mejor que lo que logré con la matemática antes.

Si ella me ama, me siento bien y pienso que soy bueno, por tanto: ella me ama porque soy bueno. Pero si ella no me ama, me siento mal y pienso que soy malo por sentirme mal. En ese caso: ella no me ama porque soy malo. Pero en realidad, yo no soy bueno y malo a la vez. Soy uno o lo otro. En cambio ella, es buena y mala a la vez.

Como la amo, soy vulnerable a ella y sus cambios acarrean cambios en mí, de modo que mi varianza también está aumentando. Pero si mi varianza aumenta, pierdo la capacidad de influir sobre ella y fijar su media.

He caído en la trampa y debo salir de ella! La clave está en mi temor a no-ella, es decir, a perderla, a que me rechace. Debo invertir la lógica que ha estado siguiendo mi mente en forma automática. Yo soy el bueno, sin lugar a dudas y si ella me ama, me ama porque ella es buena y merece mi amor.

Pero si no me ama, es porque es mala, en cuyo caso no merece que la ame. Si ella quiere ser mala, que lo sea, pero que se olvide de mí: no me va a halar hacia ella. Quien debe halarla soy yo: capturarla en mi órbita.

Yo haré lo posible para salvarla, pero ella decidirá su destino. Si decide no seguirme se convertirá en no-ella y, por tanto, ya no me interesará, ni será digna de mi amor.

¡Asunto resuelto! De todas maneras la semana que viene tengo cita con el analista. (Ojo: imprimir estas ideas para llevarlas a la cita).

Jueves en la noche
Fui al analista (mejor dicho: la analista) y le conté el asunto Lorna. Me insistió le contara mis sueños recientes. Así que le conté uno que tuve con gallinas.

Me encontraba en una pequeña edificación cuyas paredes eran de apenas medio metro de alto y a partir de ellas se erigían unas vigas de un metro y medio adicional que sostenían un techo. Había varias áreas diferentes comunicadas entre sí a través de corredores. Era un gallinero y todas las áreas estaban repletas de gallinas. Todo estaba lleno de plumas y caca de gallinas, con el olor muy característico que tienen los gallineros. Yo caminaba por los bordes superiores de las paredes teniendo cuidado de no caer. Mientras hacía equilibrio las gallinas me miraban desde el piso muy agitadas y conmocionadas, todas cacaraqueando frenéticamente, como anticipando que me cayera. Algunas daban saltos como tratando de alcanzarme. Todas me miraban con ojos de furia. Yo caminaba por los bordes laberínticos de las paredes tratando de buscar una salida. En mi afán y mi nerviosismo a veces resbalaba un tanto y las gallinas cacareaban más fuerte y con más odio, saltando y haciendo gestos para picotearme. En una de esas me caí sobre un montículo de caca y todas las gallinas corrieron hacia allí para saltarme como locas encima y picotearme hasta hacerme sangrar.

Desperté bañado en sudor, jadeante y lleno de pánico. Luego volví a dormir y tuve un segundo sueño que recuerdo con menos detalles. Sólo recuerdo que había delante de mí una gran gallina, robusta y muy grande y colorida, entre los colores resaltaba el color oro. Estaba tranquila e inspiraba paz. Me llamo la atención que una gallina pudiera ser tan sabia, poderosa y respetable.

La analista me preguntó por el significado que tenían las gallinas para mí, pero solo recordé que la última vez que hablé sobre gallinas. En una conversación semanas atrás había dicho que me parecían muy poco interesantes o inteligentes, pues lo único que sabían hacer era picotear su comida, corretear y poner huevos.

La analista sugirió que el sueño representaba mi relación con mi ánima, que es la mujer internalizada que tiene el hombre.  Y que muy seguramente yo proyectaría esto en las mujeres de mi vida. Según ella, yo tendría reprimida mi ánima, en la forma de mi intuición y sentimientos, pues doy mucho énfasis a la lógica y el razonamiento. Considero despreciable en cierto modo las facetas más afectivas. Tengo una especie de fobia a los sentimientos. Tal vez es algo que provenga de la relación con mi madre que he reprimido. Estos aspectos los proyecto en Lorna, la cual a veces veo como desconocida y cruel.

Tal vez el problema de la varianza sea mío, más que de Lorna. Mis oscilaciones de afecto hacia Lorna tienen que ver con el grado de conciencia que comienzo a tener de aspectos de mí mismo reprimidos, al contactar con lo inesperado, lo novedoso, lo incierto y amenazante que representa Lorna para mí. Entonces al despertar esta parte dentro de mí, que no conozco y tengo reprimida, me descontrolo un poco y me pongo agresivo.

La analista me recomendó hacer algún tipo de trabajo corporal y con las emociones. Que no todo lo puedo resolver con razonamientos y que debo moderar mi tendencia a pensar en exceso.


Víctor Calzadilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario