martes, 28 de julio de 2015

Los hombres de mi vida



HOMBRES LUMINOSOS

Hombres brillantes y vibrantes,
asomando su sabiduría y dejando estelas
en mi galaxia azul.

Amores fascinantes, cálidos amigos.
Cómo no tenerlos en mi diccionario de  trascendencia,
cómo no sentir que me han nutrido con su sabia generosa.

Hijos postizos, hombres que el destino me arrima.
Socios de trabajo y  de experiencias de vida,
todos ellos haciendo brillar su afecto en mi.

Hombres especiales,  gigantes en humanidad,
aquellos que inevitablemente me subliman
y me enriquecen con el furor de su candidez.

Hombres, unos eternos, otros turistas permanentes.
Unos, inclinándome estrellas, otros sembrando heridas
para que mis flores brillen de  esplendor.
Y que vivan los hombres  trascendentes, con quienes mi historia continúa…


GUDELIA CAVERO






UN ADOLESCENTE EN MI VIDA


A quien le digo, a quien le cuento
que para un hombre de mi vida,
casi no soy, casi no existo.

Invisible ante sus ojos,
transparente y etérea acompaño
su vida  gris, su rastro perdido.

Mis nubes blancas lo envuelven
en sueños de esquinas trozadas,
mi  poesía triste lo vuelve metáfora.

A quien le digo, a quien le cuento
que la sombra de este gran amor,
está convertido en ausencia plena azotada en olvido.

Mis  palabras se marchitan,
la indiferencia marca la rutina de vida,
sus manos frías y distantes anuncian la despedida.


GUDELIA CAVERO





UN HOMBRE APOSTADO A LA ORILLA DE MIS RECUERDOS

Veo tus fotografías,
esas, en las que nuestras vidas juntas
olian a café mañanero, a arepitas recién hechas.

No sé si fuiste el hombre que más amé,
Lo que sí, sé, es que tus semillas germinaron en mi vientre,
dándome los frutos que más amo.

Contigo transité los caminos de la tierra generosa,
contigo, la escarcha se hizo fuego,
pero también contigo la miel se hizo hiel.

Mucha ceniza quedó regada al costado de nuestras vidas,
muchas flores sin primavera.
Mucha soledad en compañía.

Contigo amanecí navegando en vela.
Contigo mis surcos se hicieron pradera.
Contigo la arena me empapó, de crudo desierto.

Cuando nuestro silencio se convirtió en enojo,
cuando nuestra oscuridad doblegó a la luz.
Se fue  el brillo de nuestros sueños, el ámbar del amor.

No pudimos rescatar el celaje rosa que bordeaba la tormenta,
aquella que pincelaba de estrellas nuestro amor,
aquella que nos servía la vida en una copa  azul.

Vino la ruptura y nos inundaron sonetos grises  de tormenta,
sin que pudiéramos arrimarnos a  la hierba fresca,
sin que pudiéramos ocultar nuestra sombra marchita.

Te fuiste de casa un día, poco después te fuiste de la vida,
y  nuestros hijos se quedaron pintando tu nombre en la luna aguamarina,
 en el sol poniente, con sus lágrimas de hojalata...

Veloces los años nos inundaron y aquí estoy recordándote,
haciéndole un tributo a tu vida,
amando tu herencia, en la plenitud de Iker y Ainara,
pero  también en la plenitud del perdón  a tu memoria…
Entendí que solo somos un instante en la inmensidad del tiempo,
solo una gota fría que apenas  toca el ocaso…


GUDELIA CAVERO



1 comentario:

  1. Mi querida Gudelia! Que bella tu poesia, en especial la ultima, hay que leerla con el corazon y enteder la paz, la serenidad y el perdon que deben haberte acompañado al plasmarla en el papel. Insisto debes hacer una recopilacion y publicarlas en un libro. Te amo.

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