domingo, 25 de febrero de 2018

AQUÍ TODO VUELA

El deseo de volar ha estado presente en la humanidad desde sus inicios. Los primeros hombres que observaron las aves remontarse a las alturas, sintieron admiración y asombro, y un gran deseo de imitarlas.
La historia está llena de relatos de esos intentos que siempre acabaron mal. Pero si algo bueno se le pudo sacar a tantos ensayos fallidos es que el hombre aceptó que su organismo no estaba estructurado para volar, que por sí solo era imposible.  Así entonces comenzó a experimentar con ayudas externas. Inventaron los globos aerostáticos que se dejaban llevar por las corrientes de aire sin ningún tipo de mando, algo que perfeccionaron con los dirigibles que si permitían controlar su trayectoria. Le siguieron planeadores, y a estos, los aeroplanos equipados con motor. A partir de entonces, los avances han sido gigantescos, con mejoras sustanciales hasta alcanzar el nivel de la aviación actual. 
El hombre no consiguió volar por sí solo, pero logró que el término "volar" no se limitará a las aves y otros animales voladores, y se acepta hoy en día que el hombre también "vuela".

Ponemos a volar nuestra imaginación, porque en ella  cabe todo tipo de "vuelo". A la palabra "volar" se le puede dar diferentes sentidos, por ejemplo, cuando se dice que alguien salió "volando", no quiere decir que salió por los aires, solo se esta ilustrando la manera como lo hizo: corriendo, de una manera rápida o apresurada.

En estos últimos tiempos sí que nos han puesto a "volar", y estamos prácticamente obligados a hacerlo si queremos subsistir. La semana pasada un amigo me avisó que había llegado harina de trigo al Madeirense, salí con mi mujer "volando" a ver si podía comprar. Dos horas de cola y cuando ya nos acercábamos a la caja nos dicen, a gritos y de mala manera,  que se acabó. Unos seis policías "volaron" más rápido que nosotros, y sin hacer cola, salieron con sus cascos llenos de harina, ante la rechifla de todos los presentes.

Cuando mis hermanas escuchan el traquetear de las tuberías de sus casas, luego de varios días sin tener agua, salen "volando" a limpiar baños, lavar ropas, bañar al perro y regar la grama. Cuando la luz de la casa apenas parpadea, salimos "volando" a apagar aparatos y desconectar artefactos antes de que esas variaciones de voltaje los dañen. Nos la pasamos "volando" del timbo  al tambo, de supermercado en supermercado y de farmacia en farmacia. En unos no tienen el artículo, ni el medicamento, y en los otros tampoco. También "vuelan" los pocos productos apenas llegan a los anaqueles, hasta los pollos "vuelan" a pesar de que los venden congelados y es más el peso del hielo nque el del pollo.

El  tiempo se desperdicia "volando" en actividades que en circunstancias normales, en cualquier país civilizado, no consumen nuestro tiempo valioso, dejando espacio para dedicarlo a actividades más productivas, al trabajo, la educación, la salud, la cultura, el amor, la fe y el esparcimiento. Las horas y los días se nos pasan "volando", ya la próxima semana ¡es Marzo!

Muchos eventos, nos hacen salir "volando" en la Venezuela actual. Nuestros familiares y amigos emprenden vuelo buscando mejor futuro para ellos y sus hijos. Los jóvenes, con sus cargas   ligeras, emprenden vuelo más fácilmente. Pero los mayores, renuentes a dejarse robar lo que tanto esfuerzo y años les ha costado, tienen demasiado sobrepeso en sus alforjas y sienten que sus viejos tanques alojan menos combustible del requerido para el fuerte despegue y la larga travesía

Los que nos quedamos, con la esperanza todavía de que recuperaremos la democracia, la justicia y la libertad, de que regresará la decencia y los valores al mejor país del mundo, estamos también corriendo el riesgo de "volar", sí señor, pero de volar ¡como Ricaurte en San Mateo!


Lionel Álvarez Ibarra
Febrero 2018

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