martes, 3 de marzo de 2020

de Petare a la Pastora


O de la Pastora a Petare...

Glosario costumbrista Caraqueño previo:
  • Culo: Muchacha bonita y bien formada
  • Petare, La Pastora, San Bernardino, La Florida, Altamira, Sebucán, El Marqués, son urbanizaciones que quedan a lo largo de Caracas. Petare es un extremo el este y la Pastora es el oeste. Ambas están unidas por una vía expresa llama "Cota mil" por estar en la cota 1.000 sobre el nivel del mar
  • Van: autobús pequeño
  • Cero El Avila o Waraira Repano. Es la montaña que tiene Caracas, al norte
  • Cuaima; es una culebra peligrosa por el veneno. Cuaimatizarse es volverse cuaima
  • Polvos: acto sexual
  • Casabe: es una torta plana muy fina hecha de yuca amarga
  • Encanar: meter preso
  • Mijita (mijitica): Mujercita, despectivo


Esta es una historia un poco común. Sin embargo tiene sus detalles. Se trata de una historia de amor en el valle de Caracas, entre Pedro y María.

Pedro González es un tipo como de 32 años años, que nunca ha trabajado mucho pues recibió temprano una pequeña herencia de sus padres que se despacharon temprano. Es moreno, el dice que bien parecido y tiene buen gusto al vestir.  Es como dicen ahora, “un emprendedor social”. Esto es que se compró una Van nueva de 16 puestos que hace un viaje expreso de Petare a La Pastora directo. Tiene su tarifa solidaria y siempre monta casi a los mismos pasajeros. 

Pedro sale tempranito de la plaza de Petare muy cerca de donde vive y llega en una hora al Hospital Vargas que es la entrada de la Pastora.

En la mañana prende su carro, su equipo de sonido y empieza a silbar la canción del cerro Ávila que habla de montañas, ciudad, matices de la buena aurora, flora, fauna, pintores y poetas. Solo Pedro conoce su propia letra cuando silba que habla de mujeres, o de "culos", de aventuras, de variedad. La flora y su fauna son otras cosas más femeninas muy distantes de la letra de la canción. Todos los días la silba; y al terminar se le ve el gozo en la cara como de quién va a cometer una picardía.

Y la picardía de Pedro es, que luego de hacer el viaje de Petare a la Pastora sin contemplar mucho, realiza paradas estratégicas dependiendo del día y de la zona. Pedro tiene dividida a Caracas en cinco zonas y en cada zona hay una flor (como él dice. Aunque a veces le dice un “culo”)

El lunes, entra en San Bernardino y visita a Julia; el martes entra en La Florida y su flor es Carmen, el miércoles ve a Rosa en Altamira, el jueves a Estefanía en Sebucán y el viernes ve a Yuli en el Marqués. Toda una ronda del macho, macho. Sábado y domingo es “el descanso del guerrero”. (Dice que se lo merece). Esta ruta la ha hecho por un año ya. Todo iba bien hasta que un día pasa lo que pasa:

Pedro se baja de la Van y se enreda con el cinturón y cae al piso justo frente al hospital Vargas, un hospital grande de referencia. Se queda en el piso con mucho dolor agarrándose el tobillo doblado. En este trance aparece María, casi como un Ángel vestida de blanco con gorro blanco y una cruz roja en su pecho.

María es enfermera profesional graduada, que trabaja de voluntaria en el hospital. Su especialidad es justo la quiropráctica. María es una chica linda como de 30 años recién cumplidos, flaca, esbelta, cara estilizada y muy bien maquillada. Justo para que Pedro pensara que “tenía libre los sábados y domingos”. Y así fue. Luego que María le hiciera un trabajo en el tobillo y la espalda con una venda ajustada, de esas que llegan al corazón, es que comenzaron a salir los fines de semana.

Por muchos motivos y formas, Pedro le explicó los “porqués” no podía salir con ella durante la semana y “qué eran esas cosas tan importantes que lo mantenían ocupado y cansado”. Y es que ella le reclamaba lo cansado que llegaba al fin de semana por lo trataba de consolarlo, animarlo y relajarlo. Así en esa rutina, Pedro llegó a enamorarse de María en un viaje que hacía de Petare rumbo a la Pastora los sábados y Domingos.

-Pero bueno Pedrito, mi mamá cumple años el jueves, ¿No vas a venir?- le preguntaba
-Mi María bonita, se lo celebramos el Domingo. Si quieres vamos a la playa, le susurraba amoroso en el oído

Pues como todas las historias y por un motivo que no viene al caso, Pedro tuvo que hacer un viaje de una semana al extranjero. No se le ocurrió mejor idea que dejar la Van en la casa de María en La Pastora. María vivía en una casa de autor; su tío era un arquitecto reconocido y les regaló un proyecto de una casa colonial, pero moderna. Eran de esas casas que además de tener solo ocho metros de frente se tomó cuatro de retiro para poner un jardín interior. Total, vivían en una casa de autor pero con cuartos un poco pequeños, para el gusto de María.  La casa tenía una fachada continua hacia la calle, pero al abrir una reja se abría un jardín larguísimo donde dejó el carro. A Pedro apurado y medio pendejo no se le ocurrió mejor idea, que dejar la llave. Llave+carro,+mujer celosa,+mujer; fueron los ingredientes del caos.

Pedro se fue un viernes, así que iba a regresar el sábado siguiente. Por ser viernes y en las casualidades de la vida, María había pedido una semana de permiso para “arreglar unos asuntos”. Cosas de la vida, ¿no?. Esa noche, María durmió con las llaves de carro sobre su frente.

Se decía, -¿lo abro o no lo abro?, así como deshojar una Margarita. Y seguía: ¿Y si se entera o no se entera?, decía. Lo que si, no se decía María era lo que iba a no iba a hacer con lo que descubriera. En el desvelo nocturno, trató de “contar ovejas”, pero era negras, o trató con cantar pero las canciones que recordaba hablaban de atreverse, y hasta trató de construir acertijos. Por último, trató de cambiarle la letra a la canción que silbaba su querido novio, pero no quedó contenta con su propuesta.

A las seis de la mañana, antes de que el gallo de la señora Petra que vive al lado, cantara, ya María estaba sentada en el asiento del carro. Estaba petrificada, un poco por el frío nocturno aun, y un poco por no saber si estaba haciendo lo correcto. Al mediodía es que entró en sí misma. Se espabiló, se arregló el pelo y comenzó la búsqueda.

-¿Dónde guardaría algo un hombre que esconde algo y que sabe que su mujer va a buscar?. 

Pues no lo sabe porque no sabe pensar como hombre. Si ella fuera Pedro mujer, lo hubiera guardado en la guantera pero ahí decidió no buscar. Por horas indagó, urgó, rasgó, parapeteó, golpeó, hundió, olió, lamió, y nada. Nada que su instinto femenino encontrara como una pista.
 –Mi novio es un santo, pensó. –Me siento mal por haber desconfiado de él, dijo llorando. Para secar las lágrimas, abrió la guantera y fue cuando cayó al piso del carro, un pequeño bulto amarrado por ligas de goma.

Era una pequeña libreta de cuero marrón gastado ya por el uso y el abuso, y que había perdido la capacidad de mantenerse cerrado; de allí las ligas. María agarró la pequeña libreta y la apretó contra su pecho, (muy fuerte por cierto). Su mirada compasiva y amorosa se había transfigurado hacia la rabia. Es como decimos los hombres cuando las mujeres “se cuaimatizan”. Era la “cuaimatización” encarnada, sobre todo luego de haber olido todos los olores femeninos posibles que puedan existir en el mundo mundial. El Ángel blanco que rescató el herido ahora era una figura escamosa, delicada pero peligrosa, aquella que puede percibir al mundo con el olfato y la vista.

María con sus escamas y todo, abrió lentamente la libreta. En la primera página decía Julia, su dirección, su teléfono y debajo de esto una serie de palitos en un cuadrado con dos diagonales como de cuando alguien está contando algo. El martes, y con Carmen tenía más palitos, tal como el miércoles jueves y viernes. El sábado y domingo tenía una carita feliz. “El descarado cuenta los polvos”, susurró entre dientes. No podía creer que el cuchi cuchi lesionado por la mano de Dios, tenga una vida oculta tan escabrosa. Y desde lo escabroso, hizo un plan. Debía acabar con todos su amoríos, uno a uno. El lunes muy temprano tomo la Van y emprendió la ruta tal y como indicaban los palitos.

El lunes fue a  San Bernardino donde vivía Julia muy cerca de la compañía eléctrica.-Mira mijita, le dijo, -vengo a decirte que Pedro se electrocutó. El martes en La Florida, la noticia fue que Pedro se fue de Caracas por el exceso de flores y su alergia. El miércoles con Rosa, ya muy entusiasmada con la ejecución del plan, le dijo en Altamira que se lo comió un tigre del zoológico que se escapó, por aquello que recordaba de las cuevas de la edad de piedra, en España. El jueves hizo lo propio con Estefanía. Ella sabe que el Sebucán es una máquina que usan los indígenas para sacar el veneno (cianuro), de la yuca amarga, para hacer el casabe. –¿Sabes mijitica que Pedro se envenenó?  -Pobre se tomó cianuro, le dijo. Por último, el viernes y con Yuli en el Marqués, ideó lo de Sade. –Mira, a Pedro lo "encanaron" y va  a estar diez años, así que olvídate del baile.

Como el Conde vengador aquel, (Montecristo), una a una fueron cayendo; de la Pastora a Petare. Pedro regresó el sábado y se enteró del hecho. No pudo decir ni hacer nada...

Al tiempo se casaron y tuvieron cinco hijas a las que María llamó de la misma forma. María Luna,(del lunes),  María Valiente (atributo de Marte, o martes), María del viento, (atributo de Mercurio o Miércoles), María de la luz, (por Júpiter y su rayo, o jueves) y María la bella (por Venus o Viernes).

María jugando con sus cinco Marías recordaba que ella era la María del sábado y del domingo. Lo mejor, fue que no quedó ningún día libre para Pedro. Y más nunca le hizo falta buscar a otra mujer.



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