viernes, 21 de agosto de 2020

El niño del cuatro

El niño del cuatro

Santiago Porras.                                                                                        26-07-2020


 Entre tanto la audiencia va conectándose a la sala virtual y con el relato, el niño Musiú Santiago y el adulto Santiago Musiú están en la sala y colocan el sonido de un calypso.

En ese instante Santiago Musiú, les invita a imaginarse observando una sala de un apartamento caraqueño, en el que hay una alegre reunión familiar. Al lado del músico que está parado frente a las puertas del balcón, está a su lado izquierdo el Musiú, un niño de 5 años quien, con los ojos de un explorador, se animó ante el sonoro artefacto de color marrón.

Musiú Santiago: Esta cosa musical, poseía unas voluptuosas caderas y un ombligo perfecto enorme, con una, dos, tres y cuatro cuerdas enlazadas por un puente en la parte inferior y cuatro orejas chiquitas, unidas por una larga pieza dividida por unas marcas alineadas, donde mi primo Roberto Irausquín combinaba pisar las cuerdas, junto al movimiento batiente de su mano izquierda sobre los hilos de nailon, que acariciaban el ombligo de aquella caja de madera. Me dije <<me gusta, yo quiero hacer eso>>

De aquel roce sobre el ombligo del artefacto sobrevenía una compleja combinación rítmica que acompasaba el sonido pegajoso y alegre de aquel canto que decía “Matilda, Matilda, Matilda robó mi dinero y se fue a Venezuela”.

Al finalizar la pieza, todos, incluido mi primo Roberto me ofrecieron un reconocimiento, que me encantó y me dijeron que tenía ya el talento para aprender a tocar cuatro y cantar.

Santiago Musiú, pregunta: ¿Qué fue lo que mas te gustó de esa experiencia?

Musiú Santiago: La combinación del ritmo entre el artefacto que sonaba y las palabras, que me resultaron divertidas…además sentía que todos sentíamos lo mismo, alegría y buen humor, eso era bueno.

Santiago Musiú: Hoy es un día especial, porque los amigos escribidores nos han invitado para compartir juntos, nuestra relación entre el adulto que soy y tú como mi niño interior. Así podremos hacerles saber a ellos lo relacionado que estamos con el cuatro, la música, el canto, las historias que más nos hacen disfrutar de nuestros talentos y fortalezas.

Musiú Santiago: Me gusta esa idea. 

Santiago Musiú: Veamos entonces, en cuento a la caja musical ¿Qué encontraste?


Musiú Santiago: Ese día me presentaron al cuatro, y me dijeron que era nuestro instrumento típico de Venezuela, nuestro país tan amado. Al principio creí tocaría de oído, pero no, me di de cuenta que sólo no sería fácil. Entonces a nuestros 7 años mamá nos inscribió en la escuela Emilio Sojo. Todos los martes entre 5 y 7 pm, en un sitio que tenía un nombre raro: de Truco a Balconcito.

Allí nos hicieron repetir los golpes que un maestro, le daba a una mesa “Taca ta ta ca….(un espacio)… Taca ta ta ca”, y dijo que podíamos inscribirnos.

Santiago Musiú: ¡Aja! ¿Pero y qué hiciste para tocar una canción?

Musiú Santiago: Me enseñaron a hacer el Taca ta ta ca, pero como lo hacia mi primo Roberto, y después comenzamos con un “Tono”, el Re Mayor, y en pocas semanas tocamos nuestra primera canción; bueno que tuve que enseñar a mis dedos a pisar las cuerditas y cambiarlos de posición siguiendo unas partituras así: Tónica, dominante y cuarta. La canción era una historia de un “Compadre Pancho”. Además, era un requisito cantar la letra, mientras tocaba el cuatro.

Santiago Musiú: Si me acuerdo de esa canción, que ahora ya no tocamos tanto. Aprovechemos que hablaste de una historia, junto a coordinar el canto que cuenta una historia. ¿Qué descubrimos juntos?

Musiú Santiago: Lo divertido y retador que tenía coordinar todas estas cosas juntas, sin embargo, nuestro entusiasmo por lograrlo nos llenó de una sensación de alegría al ver que ya me parecía un poco a mi primo Roberto.

Santiago Musiú: Es verdad eso. Yo agregaría que la música nos hizo cantar mejor, la armonía del cuatro nos regaló cantar con melodía, y los tonos nos brindaban la oportunidad de alcanzar un registro que nos hacia fluir al danzar entre cada tono, la letra y la cadencia musical.

Además, El compadre Pancho, que utiliza un ritmo que se conoce como “merengue venezolano”, cuenta una historia que expresa la calamidad de un amigo que le cuenta al compadre, que siente nostalgia porque la negra (su pareja) se le fue con el pulpero. A nosotros nos encantan las historias de la vida, del enamorado dichoso o el despechao!. Nos gustan las canciones que cuentan cuentos de espantos y aparecidos, así como también joropos, pasajes, polos, boleros, calypso, aguinaldos, villancicos, gaitas. Fíjate que en el Calypso “Matilda”, hay en su ritmo alegre otra historia de desdicha; es decir que nos anima el buen humor, para superar las adversidades, y hacer risa de nuestros propios dramas.

Musiú Santiago: ¡Verdad!, ahora que me dices eso, recordé que nuestros queridos viejos, con el deseo de que fuéramos perfectos, parece que envidiaban nuestros viajes a la luna, donde vivimos con nuestros sueños. Recuerdo que nos reprochaban cuando asistíamos a entrenar en la piscina de la UCV, que sin el Carné nadie nos dejaría ingresar a los vestuarios y atender las clases de natación.

Santiago Musiú: Claro que lo recuerdo cuando al llegar a la entrada de la Plaza Vzla, ponían en automático la pregunta ¿Trajiste el Carné? y tú con tu carita silenciosa mirabas para otro lado.

Musiu Santiago: Entonces la perolata… <<Ve a ver si te dejan pasar, porque allí nadie pasa sin carné>>. Pues para su sorpresa, cuando nos vieron subir del vestuario a la piscina, no lo podían creer y fueron a preguntarle al portero por qué me habían dejado entrar; si nadie puede entrar sin carnet. El vigilante le dijo <<Si, aquí nadie pasa sin carné, pero el catirito pelo e cepillo y ojos azules es el único que nos saluda cada día y nos ofrece y comparte su merienda con nosotros, así que a él lo dejamos pasar porque es una persona amable y educada. El es nuestro amigo.>>

Santiago Musiú: Buena conversación Musiú, pero vamos cerrando este acto, para que otros compartan sus relatos. Gracias por permitirnos disfrutar de tu presencia hoy.

Musiú Santiago: Si, vamos a seguir reuniéndonos para continuar tan buenas conversas. Quiero agradecerte aquel día en que, trabajando tu bienestar, después de muchos años atrapado dentro tuyo, me buscaste y dejaste hablar. En especial reconozco el bien que me hiciste cuando juntos encontramos la paz al conversar contigo el adulto, sobre los niños interiores de nuestros amados padres. Ellos afrontaron otras historias de adversidades muy duras, como la muerte de la abuela Elisa, cuando mamá tenía 13 años o la de papá que trabajaba desde los 6 años a partir de las 4 de la madrugada, para darnos tantas seguridades y mucho mucho amor. Hey Santiago ¿Es cierto que para que vivas en bienestar necesitas equilibrar a tu padre, a tu adulto y a mí? Waoo, espero hacértelo divertido…cuídate de los espantos!

Suena el cuatro….Mas allá de no se donde tampoco se sabe cuando, dicen que sale un espanto…

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