domingo, 28 de febrero de 2021

La sensación de mi cursilería - Santiago Porras Rojas febrero 28, 2021

 




La sensación de mi cursilería 
Santiago Porras Rojas.  Febrero 28, 2021

<<La gran dama se ríe de la chica del campo que se arregla para ir de paseo por las calles del centro de la ciudad y la duquesa se ríe de la gran dama que esconde su humilde pedigrí bajo un vestido de prada>> (1) 

En la población de un país rico y petrolero; durante las carnestolendas festividades, como responsable de las facilidades y servicios al personal de una empresa poderosa, de un país rico en oro negro, fui invitado, entonces, a la elección de la Reina del Carnaval de un pueblo cuyo nombre provenía de una diminuta hormiga roja, conocida como “bachaco” cortadora de hojas.

Sentado frente a la tarima escenario del desfile, en la mesa de madera y mantel blanco con su olor a humo de leña, en donde reposaba la hoja para la evaluación de la belleza de las candidatas, y un vaso de vidrio, de los de cheesewick americano de los 80´, rodeado de los habitantes del campamento ubicado hacia el sur del Lago de petróleo que se negó a ser cerrado en los años 70, por la acción sindical bachaquerense. 

La emoción de la elección y la expectativa por el baile de carnaval mantenía la algarabía del poblado, ante la espera del veredicto que convertiría a una jovencita en reina e iniciaría los bailes sobre el enlozado del Club, acompañada por una orquesta regional.

Me llamaba la atención el hecho, de que, en ese instante, una escena similar se reproducía en otros campos de trabajo de la empresa. Me encontraba experimentando una realidad desconocida. Estar en una fiesta de pueblo. 

En medio de ese jaleo, empecé a sentir una sensación extraña, acompañado del Ing. Gerente del campamento; una especie de primera autoridad ejecutiva del lugar, la directora de la escuela, el gerente médico de la comunidad, con el objetivo de elegir a la Reina del Carnaval de un pueblito que es la capital de un municipio del estado. Representábamos al jurado que, en el caso del Miss Venezuela, lo eran prestigiosos empresarios, autoridades diversas de la sociedad y gente del medio de la belleza.

Ahora, con el paso del tiempo, me hace gracia la coincidencia de haber estado en la elección de una belleza, que sería la reina de una comunidad que lleva por nombre “Bachaquero”. 

Como introducción, el jefe de las facilidades del Club anunció el inicio del Certamen y desfile de candidatas. Las señoritas serian llamadas una a una para que desfilaran, cual Miss Venezuela; el sonido acompañaba los cadenciosos pasos de las candidatas; quienes mostraban sus mejores atributos físicos, adornados con vestidos de fiesta, peinados y maquillajes que resaltaran sus cualidades para ser la “Reina” del pueblo. Además, sobre cada una se relataban datos sobre su edad y preferencias o gustos relativas a sus mejores rasgos personales, mientras el presentador aportaba sus datos de estudios. Al terminar su presentación, la candidata hacía un paseíllo circular, y con un ademán propia de una miss; se mostraba en plenitud, en el medio de escenario. 

Una de las candidatas, luego de concluir su desfile, una vez hecha su presentación, se quedó clavada en la tarima, sin dejar de “tongonearse” con una sonrisa que, me dio la sensación, de una eternidad; como si dijera “Aquí me quedo hasta que me elijan reina”. Plantada estaba, hasta que el presentador expresó un “carraspeo” que, provocó la “des-petrificación” rítmica encarnada en la candidata, quien inició su salida cual la misma “tongolele”, pero su tacón quedó clavado entre los listones de la tarima y se vio obligada a salir de la escena con el zapato en la mano. Allí me encontré, haciendo el ridículo…, se me ocurrió pensar, mientras contemplaba aquel suceso, una de aquellos maravillosos “sketch” (escena breve) de la Radio Rochela  (RCTV) en Venezuela que, por cierto, es humor y para nada algo cursi.

Recuerdo que, en los certámenes mas prestigiosos, en algunas ocasiones las candidatas se les ha enredado el vestido, o se le ha caído la corona de gemas preciosas que ponen sobre sus cabezas, o se queda enredada al intentar responder las preguntas que le ha hecho el jurado.

Ahora, ¿Qué es ser un cursi?

Para ser cursi, es necesario albergar la sensación de ridículo, que incita risas, burlas por lo grotesco o extravagante. De acuerdo con Francisco Silvela, quien como experto en la belleza, en el año 1.868, había escrito un ensayo sobre el arte de distinguir a los cursis, en el cual expresa que lo cursi proviene de un deseo no satisfecho, una desproporción entre la belleza que se desea generar y los medios materiales que se tienen para lograrla.

Lo interesante, de esta experiencia mía de cursilería, es el hecho de hacer posible que, entre mis responsabilidades, compartiera actividades sociales, en las comunidades y sus tradiciones. Todo ello me mezclaba con la ingenuidad cultural, de una sociedad de tantos contrastes, en las que los habitantes de poblaciones remotas, de un país muy rico; a través de la televisión había hecho popular, el dinero, la moda y la belleza, como un producto tan accesible a todo el mundo, en el que resultaba propicio hasta para que yo fuese cursi en el hacer de algo serio, como era el trabajo de auspiciar la recreación de las comunidades y sus tradiciones.

 La comunidad de Bachaquero, estaba gozando de celebrar el carnaval, que justamente ofrecía, no privarse de cualquier placer, encontrar satisfacción en los sentidos y en el cuerpo, como una tradición ancestral que se celebra desde los primeros siglos del imperio romano.  

Es muy importante dejar claro que, en ningún caso, mi intensión es referirme al hecho de que esa actividad sea objeto de burla hacia alguna persona de tan querida población; sin dejar de reconocer en los hechos; circunstancias que provocaron en mi la sensación de ser yo, en ese momento un cursi. En tal sentido, ser cursi en medio de la elección de la Reina del carnaval del Bachaquero petrolero, fue una grata experiencia de integración social. 

En definitiva, yo he sido cursi muchas veces, y lo he sido en términos desproporcionados entre algo hermoso y bajo las formas en que he tenido al alcance para serlo. 


(1)Alessia Cisternino. “Cómo reconocer a un cursi”. https://www.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/como-reconocer-a-un-cursi_HyAAZHTQYQ8pUZLlVKeM8/?autoref=true

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