domingo, 22 de marzo de 2015

Ingenuidad eterna


Cuando pienso en ingenuidad no puedo evitar pensar en los niños… Cuando mi hijo tenía cuatro añitos y vió por primera vez mis fotos embarazada, me preguntó por qué tenía esa barriga tan grande, y yo le respondí que era porque lo tenía a él adentro, y mirándome con su carita pícara que lo caracteriza, me preguntó: ¿Tú me comiste? No pude más que reírme a carcajadas y darle un abrazo muy fuerte y un montón de besos.

Generalmente la ingenuidad se asocia con ignorancia pero la sustenta una lógica inquebrantable, ojalá no la perdiéramos nunca o por lo menos no aparentáramos que la perdimos, ya que ocultándola se nos va su frescura y espontaneidad.

No se puede imitar, porque está emparentada muy de cerca con la autenticidad, la valentía o el muy poco miedo, por no decir ninguno, al qué dirán. La ingenuidad es una cuestión de fe, es color pastel y sabe a helado de vainilla, suena a verdad y su mejor canción es la que se canta a todo gañote sin importar desafinar.

No tiene intereses ocultos, ni hay que leerla entre líneas, es franca y no se desgasta en lo subliminal, la acompaña una sonrisa honesta y una mirada amplia que asemeja un lago en calma. Aunque se cree que el conocimiento la extermina, puede permanecer contigo si mantienes la fe en la buena voluntad de los demás a pesar de, si no la quieres perder, no dejes de creer.

Cree ingenuamente…

Katerina Rojas
Marzo 22, 2015.




5 comentarios:

  1. En tres palabras: pre-cio-so jejeje. Me encanta: dulce, directo y franco, como tú.

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  2. Excelente, recuerdo a mi hijo preguntándome "¿de cual de las tetas salía el Toddy?"

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  3. Mi querida Katerina: que bello lo que escribiste a partir de las ocurrencias de Ramón. Saludos

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  4. Perdón Katerina: quise decir que bello lo que escribiste a partir de las ocurrencias d Moisés. Ramón estaría mirando. Saludos

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  5. Breve, Bueno y Sustancioso! me encantó!

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