domingo, 30 de octubre de 2022

Que pasaría si escucho un cuento y lo reescribo

9 vacas

Autor desconocido

El interlocutor es responsable de lo que dice, pero no de lo que yo escuche. Depende de mi interpretación de lo que él dice y del contexto en el que yo habito. Construir una historia desde la escucha hace que podamos narrar historias motivadoras con nuevos giros y nuevas miradas, en los propios contextos que habitamos.

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Dícese que dicen que dijeron, que luego de una larga travesía, llegó seguro a puerto, una embarcación pesquera. Venía cargado de una buena jornada de recolección y se dispusieron de inmediato, a abrir sus neveras para vender pescado fresco.

Era un barco mediano, tal como los que conocemos por las historias. Su tripulación era de 10 marineros que ejercían diferentes labores a bordo. Hacía un tiempo que había zarpado, y todos sabían que serían jornadas largas; de años, inclusive. Tal es el caso, que ya tenían dos años de haber partido, y estando en el lugar más alejado conocido, es que comenzaron a planear el viaje de regreso. Al terminar la venta y repartir las ganancias, la tripulación pensaba en diversión, bebidas, y de aquello de “un amor en cada puerto”

Esta última parada les llamo la atención. Era un paraje exótico, muy tropical, frondoso, tibio, y  luminoso. El viaje había llegado a su parte más alejada, lo que quedaba era el regreso, la pesca y la parada en puertos que ya eran conocidos. Este era distinto porque además era desconocido. Los marineros en tal viaje, habían logrado amasar una pequeña fortuna cada uno, y pensaban que se iba a duplicar, en el viaje de regreso. Es así, como dos marineros de la tripulación, se hicieron grandes amigos. Compartieron sus ambiciones y anhelos, y del regreso a casa a ver las caras amadas, o por amar. Pensaban que al llegar, conocerían el amor de la vida y lograrían asentarse definitivamente. En dos años de travesía, a veces las personas, llegamos a conocernos muy bien.

Es así como estos dos caballeros, con sus deseos, salieron del puerto a conocer el pueblo. Supieron por los compradores que para ir al pueblo podían atravesar el puerto mismo, o irse caminando por la playa. Ambos, decidieron que caminar por la playa podría ser más interesante. Luego de media hora, con el sol tropical en el cielo, fue que llegaron a una quebrada que suavemente besaba al mar. La unión del agua dulce y el agua salada frente a sus ojos, fue la experiencia mas sorprendente hasta ahora. Se fijaron en los animales, los insectos, hasta la misma arena que tenía otro color.

Las indicaciones que recibieron eran claras:

                -“No atraviesen el rio. Suban por el camino que lo bordea y llegarán directo al pueblo”, recordó uno de ellos

Al tiempo, sabían que estaban cerca del pueblo pues observaron espuma de jabón corriendo agua abajo; esa espuma que deja la ropa limpia al ser lavada con las manos. Efectivamente, a lo lejos pudieron ver una figura femenina, arrodillada en la orilla, lavando ropa con jabón. Los dos marineros soñadores, se detuvieron. Juan era el mayor, casi le doblaba la edad a José. Tenía una cicatriz grande en la cara producto de la manipulación de una cesta de peces en mar picado. El otro era joven, fuerte y se llamaba José.

                -Sigamos caminando, dijo Juan

                -¿No ves, amigo, lo que yo veo?, preguntó el joven

                -Veo una mujer normal, arrodillada, con grandes ropajes, lavando en el río, contestó

                - Es la mujer más bella del mundo, me quiero casar con ella, declaró José

Su amigo ante tal declaración, le preguntó si estaba insolado o deshidratado a lo cual contestó que nunca había estado mejor. Juan no veía ninguna belleza alguna y todavía pensaba que estaba jugando, a lo cual propuso,

                -Continuemos el camino. Nos esperan aventuras en el pueblo; nuevos amores, nuevo ropaje, muchas bebidas-

                -No me has comprendido. Es amor a primera vista. Yo amo a esa mujer, le dijo- Y caminando como en trance y ante el asombro de Juan, caminó hasta ella. Se paró en silencio y la observaba y también se dio cuenta que ella estaba incómoda.

                -Buenos días señorita, me llamo José, le dijo

                -Buenos días señor, sea bienvenido a Anand, la tierra del sol, dijo sonrojada

                -Me llamo José, ¿cómo te llamas?

-Me llamo Rani, que significa reina. Pero soy fea, no le hago honor a mi nombre, dijo con una voz débil

-Eras la mujer más bella que he conocido. Tu belleza me deslumbra. No podría vivir sin ti. ¡Te quiero desposar!, dijo

-En este pueblo para desposar a una mujer, según las costumbres, hay que pedir permiso al padre y pagar una dote. Es la costumbre

-Pues vayamos a hablar con tu padre, increpó

En este punto, ya Juan entendía que algo le había pasado a su amigo José y pensó en la posibilidad de la vida en juntar a dos almas, que estén destinadas a estar juntas. Así, fueron a la casa del padre de Rani. El pueblo era viejo, envejecido, algo pobre, con la gente triste o melancólica, como cuando se siente algo que perdió, algo anhelado, y lo quiere de vuelta. En un momento, estaba José frente al padre de Rani.

                -Estimado señor, me quiero casar con su hija, le pidió

Entonces el anciano llamó a  seis hijas que se pararon una al lado de la otra. Que un extranjero quiera desposar a una mujer no es muy normal y más si tiene con qué pagar la dote. José observó a las seis mujeres, y buscó a Rani entre los ojos, sin encontrarla. Mientras la buscaba, el anciano decía:

                -La mayor es hermosa, su dote es de 6 vacas; la siguiente es graciosa, su dote es de 5 vacas; las menores son inteligentes y la dote es de 5 vacas…, iba diciendo- José entendió en ese momento que la dote se contaba en vacas, en animales vivos, que muchas habían en el poblado, y que eran costosas. Era como una moneda de intercambio

                -Disculpe señor, no veo a su hija entres sus bellas hijas. Buco a la más bella, la que estaba lavando en el rio, le rogó

                -Pero, ¿por qué no escoge entre las más bellas, graciosas e inteligentes?, Rani es fea, mala estudiante y sin futuro, pidió aclarar al joven

                -Porque me he enamorado de Rani, la lavandera, suplicó

Entonces el anciano llamó a Rani, su amor y se paró frente a él. Sabía que era el amor de su vida y quería pasarla con ella

                -Ella no es bella, ni inteligente, ni graciosa, la dote es de media vaca

José se sentía indignado por el poco valor que el padre le daba a su propia hija. Entonces como para concretar el trato le dijo;

                -Cuál es la mayor de las dotes que haya habido en este pueblo, en toda su historia, pregunto

                -9 vacas, respondió veloz, el anciano

                -Volveré pronto señor. Considere un compromiso honesto de mi parte, el querer desposar a su hija

Es así como los dos amigos salen a comprar vacas. Había acumulado mucho dinero pero no suficiente para comprar 9 vacas, a lo cual Juan le dio la mitad de lo que tenía, con la promesa que algún día, a su regreso y tras un abrazo, habría de devolver el préstamo.  Realizada la compra, José entregó las 9 vacas al anciano y se casó con Rani.

La boda fue sencilla, con la familia, gente del puebo y  la tripulación del barco, todos enamorados de las hermanas de la novia, pero sin ningún otro matrimonio a la vista. Pero llegó la hora de partir. José decidió quedarse a vivir en el pueblo de Anand, cuyo significado aun no sabía. El barco partió puntual el día indicado, y la pareja se quedó en la playa hasta que la imagen del barco pesquero, desapareció en el horizonte

Pasaron 10 años y por cosas de la vida, Juan ya mucho mayor, es el dueño de su propio barco y decidió hacer aquella ruta, que llevó a su mejor amigo, a conocer al amor de su vida. El barco ancló pero esta vez sin pescados para vender; no estaba en los planes. Juan salió corriendo al bajar el puente, al encuentro de José. Se sorprendió por lo que vio al subir por el rio. Ahora era un pueblo luminoso, alegre, festivo. Tenían a una reina, cuyo nombre era Rani. La llevaban en una carroza, estaba bellamente vestida, delgada, con el pelo al aire, completa, acompañada de sus bellas hijas. No la reconoció. La siguió con la vista por su imagen magnética hasta que se cruzó con los ojos de José.

Los dos amigos, se reconocieron, se abrazaron y festejaron el encuentro

                -Quién es esa bella mujer que llevan en carroza, preguntó

                -Pues es mi esposa que ahora es la reina del país.

                -¡Se transformo!, ¿cómo pasó eso?, preguntó

                -Todos en el pueblo, incluso su padre la trataron como una hija de media vaca y se lo creyeron en el colegio,  sus amigas, la familia e incluso sus hermanas. Yo la traté siempre por 9 vacas que fue la dote que entregué. Ella al principio no lo creía. La amé, la cuidé, tuvimos hijas maravillosas, y poco a poco se fue mirando en el espejo y comprendió que era otra persona. El pago de la dote de 9 vacas hizo que desapareciera esa costumbre y que las personas se casaran enamoradas. Y así, comenzaron a cambiar los tratos, el comercio, las transacciones y todo se volvió más próspero. Las noticias de Rani recorrieron todo el pequeño país, hasta que la eligieron reina, le explicó con detalles

                -¿Y sabes lo mejor de todo?. Que ahora le hacemos honor al nombre del pueblo, a Anand, que quiere decir: ¡felicidad!

 

Re escito por,

Alberto Lindner

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