viernes, 10 de mayo de 2019

Platón y Gastón

Cuento de: Antonio Montecalvo


A:    Estando aquí, en medio de este lugar, y conociéndonos tanto, ¿de qué podemos hablar?

B:    Podríamos hablar de lo que quisiéramos.

A:    No deberiamos de cualquier tontería..

B:    ¿Quieres hablar de algo importante?

A:    Importante, sí.

B:    ¿Importante como qué, cómo algo cultural?

A:    Podríamos hablar de algo cultural.

B:   ¿Algo cultural como, agricultura, o, vinicultura, o más bien algo más intrínsecamente humano, como puericultura?

A:    De puericultura me vendría bien, tengo un nieto adolescente.

B:    Estamos en medio de este espacio público tan hermoso, estamos rodeados de tantos objetos históricos y de tantas personas, ¿te parece que hablemos de puericultura?, mejor hablemos de estas personas, ¿qué crees que hacen acá?

A:    Turismo, como todos, caminan rápidamente para conocerlo todo, tomarse selfies y postearlas en Instagram para atestiguar que estuvieron acá.

B:    Parece ser así, parece que se mueven rápidamente para poder estar en todos los sitios, o al menos en la mayor cantidad de sitios, pero lo que realmente pareciera, es que no se mueven para estar sino por el contrario para no estar. Aquí estamos nosotros, sentados acá, como todos los sábados en la tarde, y no necesitamos movernos para estar, estamos, y estando nos movemos.

A:    Nosotros no necesitamos movernos porque pertenecemos a este lugar, como no somos turistas lo conocemos bien, esta es nuestra casa, pero de resto, poco o nada te estoy entendiendo.

B:    En realidad es muy sencillo, recuerdo un ejercicio a resolver en la universidad, basado en un escrito del filósofo francés Gastón Bachelard, en el cual debíamos plasmar en una obra artística el momento de la quieta espera luego de que habiendo tomado un ladrillo en nuestras manos lo hubiésemos lanzado al aire en perfecta línea recta sobre nuestras cabezas. En el ejercicio la persona no tenía un movimiento aparente, es decir, como nosotros que estamos aquí sentados sin ir a ningún lado, pero era indudable que la imagen estaba plena de movimiento, el ladrillo estaba en movimiento, eso lo sabíamos, sin embargo, la angustia que causa esa imagen, acaso no es una viva expresión de movimiento; acaso nuestras neuronas haciendo sinapsis tratando de resolver el dilema de un ladrillo que está subiendo en forma vertical y que irremediablemente bajará y caerá sobre nuestra cabeza no es otra viva expresión de movimiento; acaso el aumento de nuestras pulsaciones sanguíneas al punto de sentir como nuestro corazón bombea más cantidad y a mayor velocidad, sangre por nuestras arterias no es una sublime expresión de que tenemos movimiento dentro de nuestros cuerpos y estamos vivos; acaso pensar que estamos en un lugar físico llamado Planeta Tierra que rota a una velocidad de 25 Km/h no nos hace guardar la esperanza de que habiendo lanzado aquel ladrillo lo suficientemente alto, esa fuerza horizontal tuviese el poder de desviar ese ladrillo en su movimiento vertical y lográsemos, por pura fortuna física, que ese ladrillo cayera en un lugar distinto a nuestra cabeza, acaso rezar para que, sabiendo que nuestro Planeta Tierra viaja alrededor del Sol a 1800 Km/h, esta enorme velocidad le diera un empujoncito a aquella otra fuerza horizontal para que se diera el milagrito; es decir a pesar de que el que lanzó el ladrillo no se ha movido, su existencia misma esta plena de movimiento, ahora comprendes el punto.

A:    Que ejercicio tan bonito y que explicación tan complicada, acaso no te has dado cuenta tú, si tú, tú mismo, que el ladrillo eras tú, que te han lanzado a este mundo, y que has tenido la fortuna de caer en la cuna de tu casa, que cuando el ladrillo llega a su máxima altura y comienza a caer es tu segundo lanzamiento, donde tú mismo te lanzas a la madurez de la vida adulta, y que en realidad no importa si el ladrillo cae sobre tu cabeza o al lado de tu cuerpo, porque el movimiento de ese ladrillo es tú vida, con un inicio y un fin, así que no interesa si la Tierra viaja a mayor o menor velocidad, la Tierra es la tierra que acogió tu cuna y tu vida, y por personas como nosotros este lugar es lo que es, y vienen turistas a moverse de un lugar a otro con sus camaritas de pantallas planas, porque a fuerza de trabajo humano, que es otro movimiento de ese ladrillo los artificiosos arquitectos han hecho de este lugar una morada natural y fotografiable.

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