jueves, 27 de mayo de 2021

MI MEJOR VIDA POSIBLE

 

LA MEJOR VIDA POSIBLE

 

Amanece y aún la noche instalada en mi piel

Aún el rastro de una pesadilla,

que de mi inconsciente emana.

 

Hoy, amanecí confrontando

mis demonios más íntimos.

Hoy la raya y la cruz,

hicieron aspa en mi pecho.

 

Voy arañando en lo nublado

Buscando la luz que me devuelva la vida

Voy anclando los verdes del Ávila,

succionando de a pocos, su esperanza.

 

Todos los días despierto, pidiendo a Dios

que riegue mi aridez

Que suelte en mi tierra seca y agrietada

el manantial del agua bendita.

 

Yo soy el tiempo que se extingue

La rama que se quiebra

Soy la soledad del polvo sobre la yerba

El camino sin destino.

 

A veces la tristeza y el miedo

me vienen por ósmosis o por contagio directo;

es cuando tengo el corazón apagado,

bombeando apenas, para dejarme respirar.

 

Mi hora del vacío se va menguando,

estirando lo entumecido entre oración y meditación

El potaje que me alimenta,

danza ondulante mi café de la mañana.

 

Empiezo a cruzar a mi otra orilla

Ya no soy el cuerpo acostumbrado a la herida

Cinco kilómetros liberan mi humor gris

Caminar es el culto a una armadura que no se arruga.

 

Amor y comida se entrelazan en un regalo

Mis canastos maternales prodigan cuidado

Siembro en cada surco, salud y sabor

Es la vida que me doy y se me alarga.

 

Soy un proyecto de espacios estancos,

sin las expectativas del ayer para el mañana

No espero nada de nadie, a veces ni de mi misma

Que la vida me viva como quiera ser vivida.

 

Ya los látigos que me han alcanzado,

no pueden herirme

Ya no me resigno a vivir,

con las migajas que a veces soy.

 

Esta es la buena vida para mi…

Partir de mi peor día posible,

para forjar mi mejor vida posible

Combinar sabores y emociones

Limpiar lo que me quiebra

Batir libremente el cobre

Soltar mis tóxicos enganches

Voltearle la cara a la fatal moneda

No quejarme ni sola, ni acompañada

Alimentarme del árbol de las palabras

frescas y enmohecidas de la poesía

Abrir en mi rostro la franja ancha,

para que las lágrimas no se atropellen

y mi alegría no cambie el curso de su huella.

 

 

Gudelia Cavero Hurtado

 

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