Relato I
Pensar que la muerte mata
Regresó del fútbol como cualquier niño de la época en edad
escolar. Dejando los libros en la butaca de la entrada, una noticia sin mayor
impacto: “Tu papa se enfermó”
Cosa común en los niños y adultos. En escasos 10 años, ya se
conocían las gripes, amigdalitis, faringitis y otras itis. Es decir, continuar
con la rutina de baño, comida y tareas.
La comida como la de todos los días, solamente acompañada de
una pastilla para evitar la gripe que estaba dando. Cosa altamente sospechosa.
Una hora y media después le comunican la noticia recién
llegada por no se aún cual medio: “Tu Papá murió”. Como cualquier portador de
una noticia trágica, corrió a la habitación para entregar a su hermana la
impactante noticia. Recorrió velozmente el pasillo que conducía a las
habitaciones y abriendo la puerta con brusquedad, la imagen de una mentira.
Tres mujeres negramente trajeadas, una al lado de la otra. Apoyando la espalda
en la pared con las piernas cruzadas y vestidas con medias de nylon. Creo que
las noticias ya habían llegado.
Luego todo muy rápido en una lluvia de abrazos y frases
hechas. Una de ellas descubriendo el telón de los cambios que venían y no
alcanzados a comprender: “Eres el hombre de la casa"
El hombre elegantemente vestido en esa lustrosa caja
mortuoria, no le dio tiempo de pasar el testigo… formalmente. Lo preparó
durante 10 años.
Relato II
Tres noches…
Ya son tres noches sin dormir. Sin poder evitar que tantos
pensamientos se aglutinaran en la mente. Un recorrido recurrente del closet, de
la biblioteca, la sala, las gavetas. Ya la muerte había sucedido, solo que
algunos muertos esperan un momento de corte. Pero los muertos conocían el
estado. Solo se esperaba la hora oficial.
Una vez más los pensamientos organizativos. La distribución
de la mayor cantidad de artículos en el vehículo. Seguro sería necesario abatir
el asiento. Mi cuerpo esperaba inerte no escuchar ningún ruido afuera. Esperaba
no despertar sospecha.
Tres noches cantadas a voces desde agosto en octubre, con un
plazo de vencimiento hasta diciembre. Tres noches de intranquilidad.
El movimiento fue rápido, quirúrgico tal vez. Deseando hacer
el menor trauma al muerto, que sentía sin tener que hacerlo.
Ya en la tarde, mirando un espacio conocido pero ajeno. La
certeza de haber estado allí. Ya en esa tarde una declaración retórica: He
muerto, un temido cambio, ahora otra vida.
Relato III
La nada y el todo
Recorriendo felizmente el pasillo de la muerte. Una metáfora
relacionada al camino que recorre un condenado a morir. Pero a diferencia del
sentenciado por un crimen, esto era lo anhelado y próximo a celebrar.
Nos sentíamos los amos del mundo. Quienes nos seguían nos
idolatraban. Admiraban nuestra posición privilegiada, nuestras conversaciones,
nuestra desfachatez.
Entre nosotros evaluábamos los planes futuros, una vez finalizara la vida universitaria.
Una vez llegado el esperado momento, recibido nuestro diploma, bebida toda la caña…la nada.
Se cuenta que algunos deambulaban un tiempo por los pasillos,
otros renacieron en sus espacios bajo una forma diferente de vida.
Porque en eso radica la muerte, en un cerrar y abrir
Micro-Relato IV
Muerte bajo
la cruz
A la sombra de la cruz de chaguaramos, muere una etapa.
Nace una nueva vida
Cesar
Yacsirk
Noviembre
2016
me encantò tu relato, como siempre
ResponderEliminarImpactante tu relato, de niño a hombre, la muerte nos pone en muchos trances...
ResponderEliminarCésar:
ResponderEliminarMe gustó mucho tu relato, ¡profundo y bien escrito!
Hola Cesar! Muy bueno ese viaje por la mente. Y los pensamientos en esos momentos de transición. Mucha creatividad. Saludos
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