jueves, 17 de noviembre de 2016

Relatos de Muerte Lenta

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Relato I
Pensar que la muerte mata

Regresó del fútbol como cualquier niño de la época en edad escolar. Dejando los libros en la butaca de la entrada, una noticia sin mayor impacto: “Tu papa se enfermó”
Cosa común en los niños y adultos. En escasos 10 años, ya se conocían las gripes, amigdalitis, faringitis y otras itis. Es decir, continuar con la rutina de baño, comida y tareas.
La comida como la de todos los días, solamente acompañada de una pastilla para evitar la gripe que estaba dando. Cosa altamente sospechosa.
Una hora y media después le comunican la noticia recién llegada por no se aún cual medio: “Tu Papá murió”. Como cualquier portador de una noticia trágica, corrió a la habitación para entregar a su hermana la impactante noticia. Recorrió velozmente el pasillo que conducía a las habitaciones y abriendo la puerta con brusquedad, la imagen de una mentira. Tres mujeres negramente trajeadas, una al lado de la otra. Apoyando la espalda en la pared con las piernas cruzadas y vestidas con medias de nylon. Creo que las noticias ya habían llegado.
Luego todo muy rápido en una lluvia de abrazos y frases hechas. Una de ellas descubriendo el telón de los cambios que venían y no alcanzados a comprender: “Eres el hombre de la casa"
El hombre elegantemente vestido en esa lustrosa caja mortuoria, no le dio tiempo de pasar el testigo… formalmente. Lo preparó durante 10 años.

Relato II
Tres noches…

Ya son tres noches sin dormir. Sin poder evitar que tantos pensamientos se aglutinaran en la mente. Un recorrido recurrente del closet, de la biblioteca, la sala, las gavetas. Ya la muerte había sucedido, solo que algunos muertos esperan un momento de corte. Pero los muertos conocían el estado. Solo se esperaba la hora oficial.
Una vez más los pensamientos organizativos. La distribución de la mayor cantidad de artículos en el vehículo. Seguro sería necesario abatir el asiento. Mi cuerpo esperaba inerte no escuchar ningún ruido afuera. Esperaba no despertar sospecha.
Tres noches cantadas a voces desde agosto en octubre, con un plazo de vencimiento hasta diciembre. Tres noches de intranquilidad.
El movimiento fue rápido, quirúrgico tal vez. Deseando hacer el menor trauma al muerto, que sentía sin tener que hacerlo.
Ya en la tarde, mirando un espacio conocido pero ajeno. La certeza de haber estado allí. Ya en esa tarde una declaración retórica: He muerto, un temido cambio, ahora otra vida.

Relato III
La nada y el todo

Recorriendo felizmente el pasillo de la muerte. Una metáfora relacionada al camino que recorre un condenado a morir. Pero a diferencia del sentenciado por un crimen, esto era lo anhelado y próximo a celebrar.
Nos sentíamos los amos del mundo. Quienes nos seguían nos idolatraban. Admiraban nuestra posición privilegiada, nuestras conversaciones, nuestra desfachatez.

Entre nosotros evaluábamos los planes futuros, una vez finalizara la vida universitaria.

Una vez llegado el esperado momento, recibido nuestro diploma, bebida toda la caña…la nada.
Se cuenta que algunos deambulaban un tiempo por los pasillos, otros renacieron en sus espacios bajo una forma diferente de vida.
Porque en eso radica la muerte, en un cerrar y abrir

Micro-Relato IV
Muerte bajo la cruz

A la sombra de la cruz de chaguaramos, muere una etapa.
Nace una nueva vida


Cesar Yacsirk

Noviembre 2016

4 comentarios:

  1. Impactante tu relato, de niño a hombre, la muerte nos pone en muchos trances...

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  2. César:
    Me gustó mucho tu relato, ¡profundo y bien escrito!

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  3. Hola Cesar! Muy bueno ese viaje por la mente. Y los pensamientos en esos momentos de transición. Mucha creatividad. Saludos

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