miércoles, 28 de julio de 2021

Mi Libertad

 

 

Actualmente pareciera que el grito de libertad resuena en diferentes lugares. Reclamamos universalmente el derecho a ser libres. La pregunta es ¿entendemos la libertad todos de la misma manera?

Desde mi mirada, la libertad se fragua en la rutina y se manifiesta en los momentos de las decisiones personales. Es entonces cuando la voluntad individual toma el timón y construye hábitos que se van insertando en el sentido de la vida. Así nos vamos haciendo responsables de los actos derivados del ejercicio de nuestra libertad.  

Creo que existen libertades esenciales en mi realidad como persona. En estas reflexiones trataré de dar cuenta de algunas de ellas.

Por ejemplo, la libertad de reconstruir la memoria de mis experiencias. Memorias que son el camino de revelaciones propias. Jorge Luis Borges  decía que la revelación es ese “momento en que el hombre averigua quién es, cuando se ve cara a cara consigo mismo”.

No siempre tenemos la misma cara. Somos cambiantes. Evolucionamos con el tiempo. Cada revelación nos muestra esa cara que vamos construyendo. Se hace necesaria la cercanía a nosotros mismos. La voluntad de descubrirnos, de buscar nuestras certezas en medio de nuestras dudas, de encontrar lo que nos apasiona y compromete, de revelar eso que nos vulnera, de reafirmar lo que somos capaces y aceptarnos cuando no lo somos. En fin: valorar y conciliarnos con esa persona que solo nosotros sabemos cuánto nos ha costado llegar a ser  y  amarla con sus luces y sus sombras.

Veo la libertad como una especie de mortero del alquimista, capaz de transformar las lágrimas en agua fresca. Negarme a vivir en la tristeza, la ira o el miedo. Una forma de renunciar a pesos inútiles y adoptar la faz de la generosidad, del agradecimiento, de la esperanza y de la fe.

Quiero la libertad de amar a mi manera. Y digo a mi manera porque es un lugar común  decir que el amor verdadero es sólido como la roca. No: la idea  de roca evoca rigidez y dureza, y el amor ha de ser líquido porque solo los cuerpos líquidos tienen la capacidad de fundirse el uno con el otro.

Necesito libertad para pensar, para observar, para examinar e interrogar. Imagino un muro lleno de puertas y ventanas. Un muro que me contenga en ésa que soy. Mi libertad me permite abrir esas puertas y ventanas e ir más allá de mis prejuicios y entender el mundo y comprender a los otros. Deseo tener la capacidad de analizar lo que entiendo y comprendo para poder aceptarlo; y, en última instancia, elegir amarlo porque el amor trae consigo una de las más hermosas libertades: la de crear.

La libertad me genera sentido de vida. Hay que acogerla, sentirla y vivirla porque es la  morada de la vida plena.

         Irma  Wefer

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