viernes, 16 de septiembre de 2016


LA VEJEZ DE FATIMA...QUE LADILLA.




Nuestra vecina Fátima ya superó los ochenta y a pesar de tantos años en Venezuela aún mantiene su fuerte acento portugués. Vive con su esposo Joao y tienen tres hijas ya mayores. Un día conversando con mi esposa le pregunta qué significa la palabra ladilla. Mi esposa sorprendida le replica: ¿Por qué me hace esa pregunta?  Ella le dice que lo que pasa es que sus hijas siempre le están diciendo que ella es una ladilla.

Con paciencia y tino mi señora le explica que no es una palabra muy agraciada que se diga, ni apropiada en una conversación decente, pero que en Venezuela es muy popular entre la gente joven y utilizada para describir a alguien fastidioso o al fastidio mismo. Muy probablemente lo que quieren decir sus hijas es que usted se pone a veces así como "cansona", agregó.
Cuando mi esposa me lo contó sentí compasión por Fátima. Que se esté comportando de manera fastidiosa en su casa pudiera ser la explicación para que sus hijas le digan así, pero nunca la justificación.
No todos los viejos son fastidiosos e impertinentes, es una generalización a la cual no debemos caer. Cada persona  envejece de manera diferente. Podemos desde temprana edad ir abonando el terreno para aumentar las probabilidades de una vejez más satisfactoria y prepararnos para no ser intolerantes e intolerables. Que si hemos de vivir con nuestros familiares dispongamos de recursos internos para lograr una convivencia armoniosa y tranquila con quienes han de velar por nosotros.
A medida que envejecemos  necesitaremos de ese auxilio de otras personas. Si llegamos a esa situación debemos ajustar nuestra actitud hacia los demás para lograr el apoyo que necesitemos en vez de ahuyentar a las personas que nos lo pueden brindar.
Hay que levar anclas y dejar de estar repitiendo que el tiempo pasado fue mejor, porque no siempre es cierto y además su tiempo es hoy. Hay que respetar la opinión de los jóvenes a pesar de que en ocasiones pueden estar equivocados. Debemos identificar el momento en que nos toca pasar de actores a espectadores y dejarle espacio a las generaciones de relevo.
Puede ocurrir que las características de un anciano sean las mismas que ha tenido en toda su vida, pero que en la vejez se exacerban. Es cuando decimos "genio y figura hasta la sepultura". Quizás en etapas anteriores se comportó de la misma manera: impertinente, curioso, con espíritu crítico, tratando de llamar la atención, parlanchín y desconfiado. Esas mismas conductas en los jóvenes se les tolera y hasta se les reconoce algunas como positivas, pero lamentablemente en el anciano resultan fastidiosas.
No tenemos que  ofendernos cuando nos catalogan como viejos, pero debemos hacernos respetar. Cuando alguien nos maltrata de palabra, no debemos aceptarlo, hay que corregir a esa persona, de manera asertiva, sin agresividad pero con autoridad.
Procure hablar de cosas buenas y positivas. Evite las lamentaciones y quejas. No critique tanto y acepte las situaciones tal como son.
Pero del fastidio al fastidioso hay poco trecho. El mejor antídoto contra el fastidio es la actividad.  Practique algunas como caminar, cocinar, leer, criar un perro, cuidar de plantas, jugar cartas, ingrese a la Internet, aprenda a enviar WhatsApps  y decenas de muchas otras a las que se puede dedicar. Llame a sus amigos, manténgase actualizado, únase  a un voluntariado, tome un diplomado en la universidad, forme parte de un club de escritura creativa, haga todo lo que sus recursos le permitan. 
Todo lo que lo mantenga activo evitará que se fastidie o lo vuelva fastidioso y no dará pie a que le llamen "patilla",  para no volver a mencionar la desagradable palabra.


Lionel Álvarez Ibarra
Septiembre  2016

6 comentarios:

  1. Querido Lio, como siempre divertido y acertado. Yo creo que es bastante posible que todos conservemos nuestras "cualidades" cuando envejezcamos, por eso creo que hay que trabajar todos los días para ser mejor personas, y así en vez de agudizarse lo malo (como parece a veces que ocurre) también relucirá lo bueno. Y seguramente eso nos mantendrá bastante activos. Porque yo soy de las que pienso que la gente que es ladilla... es ladilla toda la vida jajaja. Y no justifico a las hijas, pero estoy segura que le dicen así desde antes de que entrara en la vejez (más aún aprovechando que la señora no entendía el adjetivo). Gracias Lio por tu texto y por tus comentarios en el mío.

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  2. Lionel tu escrito me hizo pensar en una carrera de relevos, para que el equipo gane, primero el que lleva el testigo debe dar lo mejor de sí y luego llegado el momento debe cederlo,confiar y apoyar al compañero con el cual se ha venido entrenando... Luego todos ganarán! Así es en el deporte y así debe ser en las familias... Algunos padres no quieren nunca aceptar que la vida no es una carrera individual sino que se asemeja más a un relevo... Y es una "patilla" que no entreguen el testigo

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  3. Hola Ángela! Muchas gracias por tus comentarios, siempre serán bienvenidos porque siempre serás mi profesora de escritura creativa preferida. Muchos saludos y feliz estadía en Bogotá.

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  4. Hola Elinor, gracias por tu carrucha llena de ideas y comentarios. Sabes que esa la pensé, me vino a la mente lo de la carrera de relevo y me imaginé arrancando con el padre y terminando con los hijos y no al revés. Muchos saludos.

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    1. Sí claro Lionel! Es así arrancan los padres y ceden el testigo a los hijos... Cuando digo "entregarlo al compañero con el que ha venido entrenando" me refiero al padre que mientras ha llevado el testigo ha estado acompañando y creciendo con el hijo y el hijo a su vez creciendo con el padre... Como tú dices no al revés! El que recibe el testigo y lo lleva al final es el hijo, y así sucesivamente...

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  5. Gracias, Lionel, por tus acertados consejos, que me llevo para tratar de convertirme en una dulce y fresca patilla, sin comillas

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