sábado, 18 de noviembre de 2017

Garassini

El apellido en cuestión no tiene traducción del italiano; se traduce a sí mismo. Sin embargo, la búsqueda de su origen me lleva a un pequeño pueblo al norte de Italia, justo muy cerca de San Remo, en el mediterráneo; como debe ser.  Quizá hace algún tiempo ese apellido viajó en busca de mejores oportunidades de la Europa del siglo XX que solo conoció guerras, y divisiones, encontrando en la Venezuela de América, un espacio de paz, de oportunidades y de acogimiento.

Así es como desde todas partes del mundo llegaron, los Abrahan del Líbano, los Cavero del Perú, los Lindner de Alemania, los Arnone de Italia, los Da Gama de Portugal, y los García de España; (los Garassini también). Todos convergieron en este maravilloso país para construir historias juntas y alimentar tesoros de imágenes y recuerdos del pasado para la edad de oro, y esperanzas, trabajo y optimismo para el  futuro. Es que somos hijos de la movilidad, en la cual aspiramos en estar mejor y poder conseguir en cada paso que damos, la mejor versión de nosotros mismos, para que podamos entender a la felicidad, no como una entelequia sino como un hecho tangible, posible y alcanzable. Somos hijos del devenir; y desde allí, no es extraño que tengamos raíces muy lejos del “acá y ahora”, y no es extraño entonces, que podamos ser raíces en otras partes también.

El devenir es parte de lo maravilloso de la vida, es lo que nos conecta cada día con un mundo de posibilidades, de oportunidades y de retos. Hoy en día, ya no me burlo más de la frase de aquel personaje de Ibsen Martínez que se llama Eudomar Santos, en la obra “Por estas calles”, donde decía con cierta insistencia y como letanía justificativa: “como vaya viniendo, vamos viendo”. Por años la he usado para explicar lo que no se debe decir en la aplicación de la gerencia. Hoy en día, no me parece desacertada. Es el devenir. Lo que nos va pasando mientras vamos viviendo y viceversa, en este inacabable esfuerzo por no decaer y en él, aunque parezca mentira, poder ayudar a otros a que lo intenten.

En el devenir entonces, no es extraño que nos movamos. No importa, pues vamos a construir otros mundos en la mirada positiva del bienestar. Además, este grupo más que ninguno conoce la diversidad y la fuerza del movimiento  del devenir, ya que procedemos de muchas partes. Es así, que en esta realidad, construimos un mundo diferente, un mundo más amplio, un mundo-mundo. En esta realidad, los amigos que se mueven, lo hacen para muy cerca, en la misma aldea global. Solo, los dejamos de ver por un ratito físicamente pues siempre sabemos que estarán allí; es más, casi al lado del corazón.

Así que Lele, que te puedo decir que no haya dicho y cuanto todo lo dicho sea por tu causa. Los amigos no se van; todos los movemos; eso es lo mágico de la vida. Lo importante del todo, es poder ser parte de ello; nada más. En el ínterin, nos amamos, reconocemos intensamente y somos sin dudas, parte de todos con los que hemos tenido la dicha de cruzarnos y convivir. Solo te mueves un poquito y por poquito tiempo. Todo sigue, todo cambia, en el entendido de lo aprendido en la psicología positiva, es que nos movemos para ser mejores, y para amar y ser amados con más fuerza.

Feliz viaje querida amiga; estamos cerca, nuestros corazones están entrecruzados y eso, ni la fuerza de la distancia lo puede cambiar.  Te queremos mucho.


Lele, yo hoy te regalo: “un mapa de ruta que te lleve a puerto feliz y allí construyas naves mágicas para que en un futuro, todos podamos navegar sin tener que despedirnos”.

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