Hace casi 30 años esperando nuestro
encuentro, tenía mi mejor traje guindado en la puerta de la casa.
No tenia precisión certera del día y
la hora de tu llegada, pero si la sensación de lo inminente de tu visita.
Ya el traje no era problema, por
aquello de causar una buena impresión. Lo mantenía limpio y lo estuve revisando
durante meses. Me educaron siempre que “por la maleta se saca al pasajero”
que si la “primera impresión es lo que cuenta” y frases de esas.
Si a sinceridad nos vamos, poco me
importaba que tan buena impresión causaba. Lo importante es que fuera bueno,
útil servicial, resistente y perdurable en el tiempo.
Aún esperando, ese día andaba en lo
mío. Atareado en realidad. Alguien por coincidencia me avisó, ya que ubicarme
era difícil en ese entonces (no existían los teléfonos móviles por ejemplo, ni
hablar de que llegaran a ser inteligentes).
Con la canción de José Luis Rodríguez
que decía: “Y es que yo, que ya sé que tu me esperas aún quisiera correr más”…
volaba literalmente en mi carrito de la época.
Ya en sitio, los responsables y transeúntes
hacían apuestas de a que hora sería el arribo. ¡Será a las 3!!! ¡Antes
de las 16 horas no llega!!
Pues con exactitud, nadie la pegó.
A las 3:40 de la tarde…por fin llegó.
Sin agotamiento por el viaje, tal vez un poco aturdida.
Nunca nos habíamos visto, en
realidad yo si tenía una vaga idea de ti. Sin embargo, nos habíamos hablado en
muchas ocasiones. Yo te contaba mis días y te conversaba acerca de nosotros y
el cambio de vida que nos esperaba.
Para ayudar un tanto, me dispuse a
llamarte. No me habías visto pero si oído en muchas ocasiones.
¡Sofia!! dije con voz gruesa y de
manera firme. Súbitamente volteaste y buscaste la procedencia de la voz. No me
dejaste de ver, a pesar de que las enfermeras te sacaban del sitio.
Ese día me vestí con mi mejor traje…el
de Papá
Cesar Yacsirk
Pandemia Abril 2021
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