Autor:
Jesucita Peters S.
Fecha:
28 de Febrero 2023
“El
amor a las plantas, mi refugio y su cosecha de paz”.
Hablar de la creación
de amor más maravillosa de nuestro Dios,
después del hombre, las plantas. Ellas despiertan todo un prisma de
percepciones infinitas en mí, que hacen
que valga la pena vivir y disfrutarlas en todo su esplendor.
Las plantas con sus
flores, olores, colores y tamaños hacen
que me transporte a muchos momentos vívidos y me retrotraen a su significado
que de una u otra manera han dejado huellas en mí.
Las plantas en sus
distintas formas, constituyen la mejor terapia para los momentos difíciles de
nuestro transitar, son incondicionales siempre y cuando les brindes un poco de
amor y dedicación.
Viene a mí memoria
cuando tenía 5 años de edad y vivíamos en la urbanización San Bernardino, mamá
tenía por costumbre llevarnos a mi hermano y a mí a la Iglesia La Candelaria
por las tardes y uno de mis mayores disfrutes era ir arrancando flores azules,
que se cultivaban en los jardines de ese entonces por la zona, lo recuerdo cómo
si fuera hoy y lo feliz que me sentía en
esa conexión tan especial que me brindaban mis ramilletes de flores, que
arrancaba con mucho cuidado para que
llegaran intactas hasta la iglesia y dejar mi ofrenda de amor hacia ese ser supremo
, que para mi edad no sabía lo que eso significaba.
Quizás esta mirada
que tengo hacia las plantas, venga porque a mi mamá le gustaba cultivar rosas y
dalias en su jardín y a mi hermano y a mí nos gustaba cortarlas y con las
cobijas hacíamos un cuadriculado sobre la cama y en el centro de los cuadrados
le íbamos colocando intercaladas dalias y rosas , esa era nuestra mejor obra
artística para mi mamá, bueno en ese imaginario propio de los niños, mi mamá se
revestía de ternura e infinita paciencia para hacernos entender a las edades de
8 y 6 años, que el uso de flores se ponían en el ataúd cuando las personas se iban al cielo, no sé si
lo entendimos, pero lo que sí era cierto, es que estábamos orgullosos de
nuestra creación.
Otras reminiscencias
que conservo en mi transitar, es el olor de
las flores de las plantas, entre ellas una llamada “Uña de Danta” es una planta
de hojas grandes y hermosas que florea
dos o tres veces al año, cuando lo hacíanuestra casa olía y se impregnaba de
ese olor que recuerdo hasta el día de hoy, son recuerdos agradables de esa etapa
mágica de la vida y de ese convivir familiar, pienso que los olores son uno de
los estímulos más significativos para activar los recuerdos.
A medida que voy
creciendo y formo mi propio hogar las plantas siempre están presentes en mi
vida y las disfruto por demás. En esos momentos de soledad y a veces de
tristeza, han sido mi mejorterapia yrefugio, son el bálsamo capaz de apaciguarlaspara
transformarlas en disfrute, ante la hoja nueva de color verde tierno que me
regala o su floración exquisita para mi deleite, mi agradecimiento hacia ellas
es infinito, pues llenan mi espíritu de alegría y despiertan en mí el amor
maternal, pues las considero como otras hijas que Dios me ha regalado.
En esos momentos en que comenzaba hacerme amiga
de ese silencio impertérrito que me acompaño por varios años, pude encontrar en
las plantas,a esa amiga bondadosa que me ofrecían con sus movimientos de tallos
y hojas en donde parecían darme la bienvenida, para mostrarme lo que habían
crecido, sus flores y frutos, Dios como no estar agradecida de su existencia y celebrarlas ante su magnificencia.
Recuerdo que un buen
día descubrí en la jardinera una plantita como de 10 cm de alto, con unas hojas
muy bellas y cómo la propia loca entablamos una conversación, en donde yo le
decía:
¿Quién eres?
¡Yo no te sembré¡
No sé si eres una
parasita……. pero estás tan hermosa que no te voy a cortar y ella meneaba su
tallo al vaivén del viento, como si estuviera diciéndome, no me cortes que te
voy a sorprender y así fue estableciéndose esa relación con mi nueva planta.
Un buen día descubrí
unas protuberancias en el tallo de sus hojas y yo cada vez más intrigada con ella
al no saber que planta sería está, me viene a la memoria que estábamos
comenzando el mes de Diciembre y yo me iba de vacaciones a los Estados Unidos a
visitar a mis hijas, en tal sentido debía preservar mis plantas amadas para
poder irme, así que me puse manos a la obra y me dediqué a dejarles el sistema
de riego por goteo , para cuando yo regresara de viaje, aún conseguirlas vivas.
Estuve 21 días fuera
de casa y cuando llegue del aeropuerto fui directamente abrir los ventanales
para regarlas y no pueden imaginar lo que conseguí, una maravillosa y frondosa
planta como de 40 cm de altura, con una carga de ajíes dulces de color rojo, no
podía estar más extasiada ante este hallazgo, tenía exactamente 38 ajíes yo no
conocía está planta y de echo no la había sembrado, fue tanta mi alegría de no
haberla cortado en nuestro primer encuentro y agradecida por su hermoso regalo.
Tuve muchas cosechas
más de mi amiga la planta de ajíes dulces, agradecida con la naturaleza y su
magnificencia.
Otro regalo que me
hice, rosas de color amarillas, rojas y naranja para sembrarlas en mis jardineras,
las amé tanto que sentía como si fueran otras hijas que la naturaleza me había
regalado y sigo pensando que ellas se sentían igual que yo, ya que me
permitieron llenar mis floreros con sus rosas en infinidad de ocasiones.
Ellas formaron parte
de esa terapia que yo llame “Jardinear” podía pasar todo el día cambiando y abonando
la tierra, quitándole los bichos, cuidando de las otras plantas que compartían
con ellas las jardineras y con cada una conversaba sobre mis expectativas en
cuanto a su crecimiento, su floración y lo frondosas que esperaba que
estuvieran en función de mis cuidados.Además en estas jardineras cultive
Geranios, Aves del Paraíso, Novios, Sábila, Violetas, Romero, Menta, Lirios,
Capachos y hasta Orquídeas.
La vivencia con las
orquídeas es otra cosa, ya que son las plantas más exuberantes a míparecer,
recuerdo que cuide por 8 años una planta de orquídeas, la lleve al vivero del Sr. Agustín quién era
mi asesor en el cultivo de la misma, no hubo cosa que yo no le hiciera para que
ella floreciera, sin lograrlo, yo le comento esto a una amiga y me dice pero tú
no sabes que hay matas machos que no florecen, yo con mi cara de extrañeza le
dije pues no lo sabía, después de esto seguí cuidándola sin esperanzas de que
floreara, hasta que me vine y la regale.
Para venirme a estos
nuevos horizontes tuve que regalar mis plantas, siempre pensando en su bienestar
y entendiendo que las cuidarían como yo lo hacía, los helechos son otras de mis
debilidades y en función de eso cruzo la ciudad para llevarle a una comadre en
Alto Prado un helecho que tenía 7 años conmigo y estaba hermoso y frondoso,
hasta hoy me manda fotos de mi hijo, como ella me dice.
Las plantas de
Hortensia me han gustado siempre, ahora en estos nuevos horizontes las cultivo,
resurgen en primavera y florecen en verano, en otoño aún viven, hasta que llega
el invierno para desaparecer bajo la nieve.
Nunca podré borrar de
mi memoria un viaje que hicimos a San Juan de Los Morros en época de Semana
Santa,cuando se despliega una calle con muchos árboles de Araguaney, fue algo
tan magnánimo el amarillo que desplegaban los árboles, que es una experiencia
majestuosa de mis recuerdos.
Podría estar hablando
de las plantas por mucho tiempo, porque siento que hay un encuentro
significativo de amor entre ellas y yo, quizás inexplicable, pero es un hilo
conductor de agradecimiento, alegría, de bienestar por todo lo que son capaz de
darme.
Agradecida siempre.
Jesu
No hay comentarios:
Publicar un comentario