María Elena Garassini

Ayer estábamos reunidos en casa de un
amiga de muchos años, cuya madre, señora de 86 años, se acercó a saludarnos. Es
un caso de librito, donde Sonja Lyubomirsky, pudiera señalar que esta persona
tiene una genética 100% a su favor en
su salud física, psicológica, social y espiritual ( tiene una salud física
maravillosa –parece de 60-, una lucidez increíble siendo una asidua lectora, un grupo social
de apoyo maravilloso que cuida y la cuidan y es una persona que hace yoga y es
feliz de ser católica), unas circunstancias
de vida que ha aprovechado al 100% de las cuales ha aprendido muchísimo (
es viuda hace muchos años, tiene un hijo que le ha dado muchos dolores de
cabeza, pero una red de apoyo maravillosa del resto de su familia y amistades,
siempre buscando como apoyar a otros desde lo que tiene) y usa su voluntad
diariamente 100% a su favor utilizando sus fortalezas a diario y
agradeciendo todo lo que tiene.
Todos quisiéramos ser la “mamá de mi amiga” , pero la realidad es que la genética en la salud de cada persona es diferente, muchos desarrollamos, debido a enfermedades físicas o mentales que traemos en nuestra genética, diferentes deterioros en la salud, que si bien se ven disminuidos o podemos manejar mejor con los hábitos saludables nos limitan en el espectro de actividades que podemos realizar o en nuestra autonomía. Por otro lado las circunstancias de vida de cada persona presentan una gama amplíiiiisima de realidades siendo algunas mas favorables que otras y por último , y por último no es que no es el menos importante, sino el único que podemos controlar, es el desarrollo de nuestra voluntad en base al uso consciente de nuestras fortalezas, también se presenta en formas muy variadas por las experiencias que cada persona ha vivido, y por las dos variables anteriores que son la genética y las circunstancia.
Así he conocido a personas con una genética que no les ha ayudado, tienen
Alzeimer, Parkinson, diabetes, osteoporosis, son depresivos, impulsivos,
introvertidos, con desórdenes alimenticios, pero con una circunstancia de vida rodeada de comprensión, contención y apoyo
que les ha permitido lidiar de la mejor manera con su cuerpo y con diferencias
muy marcadas en el manejo d su voluntad
que les ha permitido a cada uno vivir su vejez lo mejor posible.
También hay genéticas extraordinarias, pero con circunstancias de vida infames, donde el cultivo de la voluntad
también ha hecho la diferencia.
Para hablar de vejez, necesito hablar de
viejos, viejos de carne y hueso, viejos que al final somos nosotros mismos, con
unos cuantos años más, para algunos más y para otro menos.
La educación para la vejez debe ser una
educación para la diversidad y la tolerancia, tolerancia y apoyo nutritivo hacia
los viejos que tengo cerca y para el viejo en el que me estoy convirtiendo. No
puedo dejar de decir que una Voluntad bien alimentada y engrasada durante toda
la vida puede ser la herramienta fundamental para asumir nuestra vejez en
conjunto con buenas dosis de emociones positivas , el mantenimiento de
actividades que me hagan fluir, el cuidado de las relaciones, el poner mis
fortalezas al servicio de otros y el reconocer mis logros diarios.
¡A trabajar para convertirnos en nuestra
mejor versión de viejos!
Hola Lele! la muerte la tenemos segura, pero la vejez no. Y si llegamos a ella (o ella llega a nosotros), nadie nos puede garantizar que sera feliz. De todos modos tenemos que ir cultivando nuestras mejores emociones, fortalezas y habitos saludables para mejorar las probabilidades de que sea agradable. Muchos saludos y gracias por tu escrito.
ResponderEliminar¡En eso estamos!
ResponderEliminarGracias por ese texto tan didáctico es inspirador querida Lele.
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